El despacho de Ramón: recordando a Ramón Gómez de la Serna

El despacho de Ramón no es un despacho cualquiera. Descubrimos el despacho de Ramón Gómez de la Serna en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid (antiguo Cuartel del Conde Duque).

Una visita a la exposición Paisajes de Madrid

Lo mejor de vivir en una gran o mediana ciudad es la posibilidad de que la misma te siga sorprendiendo. En mi caso hablo de Madrid, ciudad en la que llevo viviendo la friolera de 32 años. Habré visitado el Cuartel del Conde Duque ni sé las veces. Para quienes no sepan qué es esto se lo explico brevemente: El Cuartel del Conde Duque es un antiguo cuartel creado por Felipe V en 1717 para albergar a sus Guardias de Corps; la expresión Conde-Duque proviene del nombre de la calle madrileña en la que se encuentra. En 1969 este Cuartel, propiedad desde siempre del Ministerio de Defensa, pasó a depender del Ayuntamiento de Madrid que lo remodeló en 1975 para dedicarlo a Hemeroteca Municipal, Archivo de la Villa, Biblioteca Central del Ayuntamiento, Biblioteca Musical, Imprenta y Encuadernación, además de dedicar otros espacios para exposiciones y auditorio. Por último, desde 2005 hasta hoy mismo, el edificio conoce un nuevo impulso que lo ha llevado a convertirse en uno de los centros culturales más vivos de la ciudad.

Pues bien, al final de las pasadas Navidades visité esta institución municipal con la disculpa de ver una exposición titulada Paisajes de Madrid. Mi primera sorpresa fue constatar el desconocimiento de varios de los vigilantes y encargados del Museo que no sabían ubicar dicha exposición a pesar de llevar abierta desde el 9  de noviembre de 2017 y estarlo hasta el 25 de febrero de 2018. Por fin alguien me dirigió a la primera planta del ala este del inmenso antiguo cuartel y allí me topé con la segunda y principal, todo un descubrimiento por mi parte que ignoraba completamente que tal cosa existiese: El despacho de Ramón.

La exposición Paisajes de Madrid consta de dieciocho tablas de paisajes y también «interiores», pertenecientes todos ellos a los fondos del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid. Son sus autores nombres señeros de la pintura que inician en  los decimonónicos Jenaro Pérez Villaamil y Carlos Haes para concluir en toda una nómina de pintores del siglo XX: Rafael Botí, Delhy Tejero, Agustín Redondela, Agustín Hernández, Fermín Santos, Andrés Conejo, Eduardo Vicente, José Sancha y Amalia Avia.

Las dieciocho tablas de la exposición temporal colgaban de la pared que está a continuación de otras dispuestas de manera extraña y decoradas con frases y leyendas que llamaron mucho mi atención. Además, esta constructiva geometría variable dejaba ver el interior de lo que parecía ser un aposento, una habitación, una estancia doméstica, con profusión de objetos en su interior. ¿Qué era aquello? No, esos biombos decorados con fotografías a todo color que no dejaban espacio alguno en blanco, ese bote de ideas, esa bandada de patos en cerámica que ascendía por una de las paredes, ese aparador y también la contraventana decorados con idéntica abundancia de imágenes que los biombos, esa cabeza de mujer en cera, ese ojo, esa máscara de hojalata, esas esferas que ornaban el techo pintado de azul del habitáculo, esa mujer de cuerpo entero que recatada reposaba en el sofá mirando a quien quiera que debiera ocupar la silla que había ante la mesa de escritorio, esos espejos —uno cóncavo, el otro convexo—, esos dibujos tan personales, esos cuadros, esos instrumentos musicales, esa esfera de cristal llena de bolas de cristal de distinto tamaño, ese… No, en efecto, todo eso que me llenó de extrañeza, no era algo habitual, no era normal… Era la creación personal de un genio, de un creador, de un hombre polifacético, de un hacedor de novedades, de un vanguardista…, era el despacho de Ramón Gómez de la Serna, o más sencillamente, de Ramón.

El despacho de Ramón

Así luce El despacho de Ramón en la actualidad

Procede el despacho del antiguo torreón que el escritor ocupó en la madrileña calle Velázquez número 4 desde 1919 hasta al menos 1929 ó 1930 cuando comenzó a hacer largos periplos por América. Fruto de uno de estos viajes fue conocer a Luisa Sofovich con quien se casará y con quien, tras el estallido de la guerra civil española, decidirá instalarse en Buenos Aires. Vivirán en la calle de Hipólito Yrigoyen donde trasladan todas sus cosas incluído, naturalmente, el despacho del torreón de Velázquez convertido ahora en «torreón» boanerense en el que trabajará hasta el día de su muerte, el 12 de enero de 1963, hace ya 55 años.

El despacho de Ramón se complementa con una sala en la que se recrea la famosa tertulia del Café de Pombo liderada por el escritor que fue inmortalizada por su amigo, el pintor expresionista José Gutiérrez Solana.

Y nada más salir del despacho se puede ver al propio Ramón en un vídeo de 1928 titulado El Orador. Es una joya auténtica pues en él se muestra el «auténtico» personaje público que era Gómez de la Serna.

Ramón Gómez de la Serna fue ya no un vanguardista sino una Vanguardia completa él mismo. Al considerar su ingente obra de creación que abarca múltiples facetas, más que del hombre cabe hablar de «Ramonismo». Una de estas facetas de vanguardia se manifiesta en este despacho, auténtico museo portátil en línea con el de Marcel Duchamp. En el fondo Gómez de la Serna fue un precursor pues la colección de objetos que fue creando en su despacho cabe situarla en este ámbito del arte fugaz, cotidiano y transportable entronizado por Duchamp en la pintura.

Puedo asegurar, sin lugar a dudas, que este reducto, que se conserva yo diría que algo escondido, como si no se le quisiera dar excesiva publicidad, pero tampoco cerrarlo, me sorprendió y creo que a cualquier aficionado a la literatura y al arte en general del siglo pasado le merece una visita.

Dibujo de Ramón Gómez de la Serna

Un artículo de Juan Carlos Galán

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