Antes de El estuario rojo, Gabriela Amorós Seller ha publicado La fragua cero (Izana Editores, 2014), libro de relatos cortos y poemas. Además de poeta, Amorós Seller es dibujante: para la Universidad de Murcia ha hecho un diseño científico-artístico de los fósiles vegetales y paisajes prehistóricos, e ilustra portadas de otros autores de poesía, ensayo y narrativa. Parte de su obra plástica ha sido expuesta en el edificio del Rectorado de la Universidad de Murcia así como en el Museo Arqueológico de Jumilla. A El estuario rojo acompañan ocho estremecedores dibujos suyos, en blanco y negro y de carácter mitológico y fantástico, que de muy personal manera ilustran este alucinante poemario. Licenciada en Derecho, Amorós Seller compatibiliza el ejercicio de la abogacía con su dedicación al arte.
Para el quinto poemario de este verano en MoonMagazine, El estuario rojo, extensa e intensa colección de poemas, su autora, Gabriela Amorós Seller vuelca su experiencia intelectual, amorosa, filosófica y mística, en unos versos bellamente trabajados alejándose miles de kilómetros de esa irresponsable y naif inexperiencia que tanto poeta actual pretende hacer pasar por sapiencia. Transformar a través de un lenguaje culto las vivencias en símbolos, visiones y certezas para desarrollar la confluencia entre alma y materia —la fusión del ser en su más pura síntesis— preocupa a esta poeta más que obtener placer estético, algo que, por otra parte, consigue con creces.
Como quinto poemario de este verano, Manu López Marañón ha elegido El estuario rojo, en el que Gabriela Amorós Seller vuelca su experiencia intelectual, amorosa, filosófica y mística, en unos versos bellamente trabajados. Compartir en XRealidades de la Naturaleza implicándose en los sentidos humanos, casi forzándolos al encuentro amoroso y a la creación poética, aparecen en ese remetido valle que, desde su alma, canta al mundo [1]; en elevadas montañas desde las cuales el espíritu humano suplica descender a la tierra para sentir el dolor de la muerte y la pulsión de la vida [2]; en la ceniza universal que, cayendo sobre la entraña de la creación poética, termina hablando para las piedras [3]; en el fuego del amanecer iluminando desencuentros y soledades [4]; en la lluvia de palabras que da corporeidad a lo eterno [10], y en el viento enamorado [11] pasando de largo sobre el amor.
LLOVER [10]
aquella mujer tenía carne sin encarnar por todas partes,
también en sus ojos y por eso llueve.
llover son todas palabras imprecisas
mirándonos,
colocando con extraña exactitud
la eternidad.
La confluencia, —la fusión—, entre alma y materia la encontramos en [13], donde espíritu y cuerpo logran una mirada totalizadora abarcando cielo e infierno en un tiempo inmortal; [14] muestra la vida entendida como una sucesión de ascensos y caídas de cielo a suelo, y [15] y [55] enseñan cómo confluyendo alma y sangre —materia, cuerpo— el ser humano logra su síntesis pura; en [57] un cuerpo lleno de luz cristaliza en el alma, localizada en la boca, pero ese cuerpo [58], con sus presencias y ausencias, asimismo produce sobre nosotros incomprensibilidad; la voraz fusión amorosa en [61] genera poemas al alba, en [62] Venus recomienda a Cupido mayor duración en su acción propiciatoria, no ser tan breve como el rocío, y en [69] la carne se hace eternidad desde la velocidad del rayo pero también desde el detenido instante.
EL ESTUARIO ROJO [15]
me muero de puro encarnar el alma
mi sangre entra y sale
como una espina.
ABSOLUTO [55]
alma tuya tan cuerpo mío
cuerpo tuyo tan alma de mi
cuerpo.
JARDÍN DE VIDRIO [57]
ten en cuenta que la luz se espina
si no la comprendemos.
hay que no podarle los cuerpos,
jardín de vidrio,
y tú lo has entendido al fin.
ahora el alma cristaliza en tu boca
al decir «te esperaré del todo»
porque del todo es esperarme
a la salida de tu espuma,
«te esperaré del todo» dices
y una gota de pie sobre tu memoria
te abre la vida
del todo
qué vas a hacer ahora si tienes el alma
en la boca
como una piedra expectante,
a quien besarás ahora
sin herir de eternidad.
¿Cómo Naturaleza y confluencia entre materia y espíritu afectan y/o motivan a esta poeta? Implicada por las realidades naturales y por los cambios anímicos que aporta la vida, ella ve crecer dentro de sí —desde su yo poético— ese fecundo lago de sangre que lleva a la escritura. En [5], habitando su cuerpo, la luz solar hace sentir a su sangre libre, y en [6] el breve rayo, deshaciéndose, busca a quien sepa herir y amar; desde su esqueleto [7] la poeta percibe esa gris electricidad que la conduce por su deshuesada vida; harta de sentirse una sierva flotante, la rebelde poeta acaricia el cabello del abismo [8]; eterna insatisfecha, su soledad y extrañeza se ejemplifican en un ascua destinada a ceniza [9]; en [12] cantando a la lluvia que sobre ella cae siente cómo la incita a la escritura, y en [70] el cariño de la poeta por sus salamandras queda como goce privado en su oscura casa, iluminada solo por sus ojos [72]. En [84] la poeta se identifica con la soledad e infinita nostalgia que le dan las olas.
SOL [5]
qué clase de templo serás
si se te cae la altura desde abajo,
viejo adolescente,
celebras tu desolación abriendo
el cuerpo que habito
y descubres que hay sangre rubia subiendo
que no te pertenece.
sal a prender las uniones de todas las formas
y deja que nuestros pechos se encarnen
en las espigas
que no hay nada más libre que vivir
como una herida mientras la mece el aire.
PEQUEÑA SIERVA FLOTANTE [8]
¿qué es cada línea de un templo sin estar
adiestrada?
el cabello invisible del abismo.
cabello invisible del abismo
yo te acaricio
la pequeña sierva flotante
te muevo te voy soltando
y el aire
se me va clavando
para siempre entre las yemas.
meciéndolo estalla la noche
con mis dedos absolutos.
En [16] el enorme tamaño del alma de la poeta, desentrañada y doliente, no cabe en su pecho y ruega por desprenderse de ella; sintiendo la debilidad de su sangre [17] percibe ahora la necesidad de un bastón para transitar, y en [18] incómoda, por sí misma agolpada, la poeta recurre al bastón, su puerta al infinito; a través del dibujo [19] experimenta esa «invisible revolución» que conlleva la explosión de color en sus ojos; el limitado y finito cuerpo [20], escenario de ruinas y salvación, sale adelante gracias al grito; en [21] la poeta administra su pureza con igual brevedad que pierde su perfume una flor, en [22] manjares luminosos son llave para una tierra donde el miedo no existe, y en [23], desde su soledad y el silencio, escucha la lengua grave de la vida. En [82] la poeta constata la presencia de la muerte aporreando todas las puertas, y en [83], preparándose para dejar de ser mujer existente, persigue el otro lado del lenguaje para la nueva fusión, espiritual y poética, con el más allá.
LAS PRUEBAS [21]
herirme de flores
que pierden la guerra hacia adentro
leve lucha
por demostrar su perfume.
administrarme la pureza
con la piel al oeste.
desvestirme la elevación
de los labios
a ver si tengo un rayo.
oírme la fulminación
desde la sangre
pájaro empedernido
es que te digo que de rayo sangro
que como un caballo de golpe huye
así el rayo me tensa
dicha vertical
incandescente
y por eso tengo que hacerme estas pruebas.
Pero es en el amor donde abunda la síntesis corporal y espiritual. En [59] la poeta, muerta de amor, exige fusionarse con otros muertos de amor; en [60] sus ojos se dilatan al contemplar su propia alma; en [65] los labios del amado encienden su pasión; en [66] desecha morir en soledad para hacerlo en compañía; en [68] deseando la completa fusión con el amante, para ser su propia carne encaja en él hasta su nombre; el profundo y oscuro sueño mostrado en [67] simboliza un amor aún sin revelarse; en [73] sintiéndose humilde piel esta mira al cielo solo cuando es tocada por el amante; en [74] la necesidad de pasión hace comprender a la poeta cómo la mano del amante es la medida de la vida; en [79] el amante entra en ella como luz al galope y su voz escapa en aullidos; en [80] el amor traspasa ahora a la poeta en forma de viento y rayo por sus arterias.
LA ROSA ANTIGUA [60]
dilatan carne de pétalos
tus ojos
al contemplarme el alma.
debe ser que los ojos florecen
donde nos mira incesantemente
la rosa antigua.
CÓMO SE ARDE [68]
rompe la espuma de la noche
en mi boca nueva.
los peces de mis pulseras laten
como códigos azules
contra sus ojos
contra su espalda
contra todo
hablo de meter mi nombre
en su nombre
como se arde siempre,
hacia el fuego,
como se respira cada día,
hacia el aire,
como el fondo mío abre una lengua
para lamer sus pulmones
y su propia carne
acaricie la voz suya
o lo bese todo
su propia carne.
Llegado es el instante de indagar cómo entiende esta vate la creación poética: en [37] avisa cómo debe de haber espacios entre las palabras para que quepan abismos, de cómo las palabras llenas de verdad son las no escritas; [38] muestra a la poeta dando golpes de belleza azul a sus palabras para evitar así romper el techo del mundo; «El vivir en carne mía sin encarnar» [39] queda ejemplificado por una vértebra haciendo el amor y en la rosa amarilla del horizonte; en [40] es a través de la palabra con voluntad propia como la poeta lame las cosas de este mundo; [41] define al silencio como «la palabra sin enamorar»; en [42] las palabras brotan de su boca con dificultad, como piedras, pero son capaces de decir bellas cosas como «pájaro» y «rayo de amor»; a la hora de nombrar «vida» «amor» o «muerte» [43] la palabra debe ser visceral prolongación del cuerpo que la expele; en [44] la poeta se define como un desnudo cuenco, como río que necesita otra boca para saciar su voz; en [45], resignada a no vivir sin que la palabra resuene en su pecho, estirándose, esa palabra desea caber en la luz del mundo; la poeta reza [46] para que su palabra brote desde una forma original a la hora de dirigirse a los seres vivos; [47] reúne actitudes para dirigir su voz a la variopinta realidad que la circunda y ante la que quiere vaciarse para caber dentro de la luz; en [48] descubre cómo las palabras pierden significado y se desespera; en [49], levantando un pliegue de la tierra, el ojo de la poeta descubre esa hundida luz que ilumina amores extraños; [50] define la poesía como ese mudo ascenso a piedras que algún día serán estrellas; en [51] se afirma que las noches son propicias para versos hambrientos; en [52], muerta su voz poética, la poeta presenta una elegía en la que recuerda aquella vitalidad de la que hoy solo quedan palidez, derrota y muerte; transparente y limitado [53], el cuerpo no salda su deuda con la muerte hasta que otro verso lo fecunde y permita seguir adelante, y en [54] enmudecida la verdad de las palabras, convertidas en algo inanimado, un peso muerto, solo desde el milagro de la poesía triunfante puede esperarse que el lenguaje reviva.
TESTAMENTO UNIVERSAL [37]
dejo a cada palabra dicha todos los huecos de la humanidad,
para que entre las palabras y sus cosas
haya un abismo.
dejo a las palabras nunca dichas la verdad,
para que las palabras más cerca de la verdad
sean las nunca dichas.
SILENCIO [41]
el silencio es una palabra sin enamorar
como la noche se olvida de crecer
para seguir en mi mano
como un solitario se desviste primero del pecho
y luego huye
como los pájaros hacen del vacío laberintos
como todo lo que está lleno de pasos.
ORACIÓN [46]
deja que mi boca salga de un cuerpo
como una luna
que salga mi boca de un pecho
como la espada,
deja que salga de todos los dedos
que salga de una lengua
toda enterrada,
deja que mi boca altere la dirección de sus sangres
dame una nueva forma de hablar a los seres vivos.
los poemas rezamos toda la vida.
LEVANTARÍA [50]
me paso la vida subiendo a esas piedras
que llaman poemas
¿por qué vive en mi voz algo que nunca he escuchado?
si las estrellas me dejaran su carne
algún día levantaría los dedos para nacer.
El tamaño de la tragedia del hombre contemporáneo queda reflejado en cuatro poemas: [75] aboga por nuevos símbolos, frescos y decididos, necesarios para alcanzar los cielos y desde ellos renombrar a la libertad; en [76] se diagnostica al hombre como ausente y analfabeto, perdido en el tiempo y en el espacio; [77] culpa a los dioses, siempre indiferentes y mudos, ineficaces, de que el hombre conviva con el caos, y en [78] el impulso de las manos hacen que el cuerpo se mueva, pero siempre dentro de su atonía.
TEOREMA [76]
el espacio es lo que sana antes de nacer
para darnos su carne ausente
el dolor de la naturaleza
nos distribuye
y nosotros encorvándonos
hablando desdichados
ocupando el alfabeto
murmurando que hemos perdido el tiempo
no,
hemos perdido el espacio.
Dejamos para el final otro grupo de versos en los que la poeta se identifica con los pájaros. En [24] ellos, fábricas de respirar que vienen y van, eternos en cualquier rama, son ejemplo a imitar; [25] muestra los bellos y volátiles tobillos de la poeta elevándose hasta los astros; en [26] ella descubre en el vuelo de los pájaros la cristalización de su propia poesía, porque es en ese río donde se bañan [27] donde la poeta bebe, convertida en ave hasta olvidar su humano cuerpo; salvada en compañía de los pájaros [28] se siente solidaria en su congénita tristeza; en [29] el recuerdo de un gorrión que crió se hace desde la vida; [30] descubre que así como el pájaro pierde plumas, las palabras caen sobre su alma generando poemas y en [31] que existen pájaros con vocación de infinito y pájaros terrenales (los que están llenos de vida y esos siervos flotantes sin alas); en [33] para sentirse pluma movida por el viento, la poeta pide ser cercenada por la luz nocturna y en [34] ser atravesada por las ramas de un árbol para que los pájaros aniden sobre ellas. Y en [35], sintiéndose palomo con una sola ala, la poeta vuela ingrávida, feliz en su buscada soledad.
LOS HUESOS CADA DÍA [30]
cuando un pájaro muere
se le caen todas las plumas
al alma,
nunca sabe que está muerto.
yo levanto mi carne a solas
para que caiga alguna palabra
como un cabello o un hueso
o como una pluma.
y meterme en silencio los huesos cada día
y meterme estas cosas alargadas
que llaman poemas
UNA PLUMA [33]
luz penetrada de piedras
sangra rasgada
y cáeme ahora
en la garganta
que me pese el alma
hacia la sangre mía
y los pájaros piensen que me arrastro
como una pluma sin remedio.
En la contraportada de este excepcional poemario leemos: «El gran lirismo de El estuario rojo discurre como el resultado de la alta tensión entre el saber humanista y un misticismo que retumba». Partiendo de sus vivencias Graciela Amorós Seller, creando, encuentra una trascendencia que abarca a la experiencia colectiva. Desde ella, esta poeta enorme encuentra su propio rostro y su propia voz; una voz que la llena y que, sobre todo, atrapa a los lectores.
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