Teresa Suárez ya nos dio su opinión sobre La Red Púrpura de Carmen Mola, e incluso nos sugirió director para su posible adaptación cinematográfica. Hoy nos habla sobre La Nena, la tercera entrega de la saga de la inspectora Elena Blanco.
Reseña: La Nena
Tras el desmantelamiento de la Red Púrpura, la inspectora Elena Blanco, totalmente devastada, dejó la policía y se marchó una temporada a Italia para tratar de olvidar, dejando a la BAC (Brigada de Análisis de Casos) huérfana de madre.
La sustituye al mando Chesca (solo temporalmente, como no se cansa de recordarle, cada vez que tiene ocasión, el Comisario Rentero, convencido de que Elena volverá), que mantiene una relación afectiva con el inspector Ángel Zarate.
La Nena comienza con una cita fallida para cenar: Zarate da plantón a Chesca y ésta, ofuscada, decide salir por su barrio para celebrar la llegada del Año del Cerdo (en la cultura popular china existe la creencia de que, si es tu año, algo importante te sucederá). Conoce a un hombre y lo acompaña a su apartamento para pasar la noche juntos. Después de tomar una copa de vino, Chesca pierde la consciencia. Cuando despierta, incapaz de moverse, tres hombres rodean su cama: gruñidos y un repulsivo olor a cerdo impregna la habitación.
La inspectora empieza a darse cuenta, demasiado tarde, de todos los errores que ha cometido esa noche…
Ante la falta de noticias de su colega, la BAC se moviliza y Zarate pide ayuda a Elena Blanco quien, en principio reacia, sabe que no puede darle la espalda a una compañera y amiga. El antiguo equipo, y una más, se reúne en una carrera contrarreloj para buscar a la desaparecida.
¿Mi resumen de la, hasta ahora, trilogía sobre la BAC? Después de La novia gitana (una inesperada sorpresa) y La red púrpura (excelente ejemplo de lo que es una buena investigación policial), La Nena ha supuesto una decepción, una enorme decepción.
La repetición del esquema que tanto hizo brillar a La novia gitana y La red púrpura (presentación de un delito muy violento, recurso de la cursiva para narrar hechos del pasado, devenir de las relaciones entre los miembros de la BAC y retrato hablado de calles, plazas y edificios emblemáticos de Madrid), en esta tercera entrega se muestra insuficiente y agotado.
La repetición del esquema que tanto hizo brillar a La novia gitana y La red púrpura, en esta tercera entrega se muestra insuficiente y agotado. #Reseña de #LaNena, de #CarmenMola, por #TeresaSuárez @pitosporum. @Alfaguara_es. Share on XEn La Nena se amplían horizontes y en esta ocasión, casi un rural noir (los delincuentes llevan mono, apestan a estiércol y viven en granjas apartadas), además de los habituales recorridos por la capital del reino y su periferia, una parte importante de la trama principal se traslada a diferentes pueblos de las provincias de Cáceres, Segovia, Cuenca y Toledo.
No obstante, la novedad más llamativa de La Nena es la presentación en sociedad de la inspectora Reyes, sobrina de Rentero para más señas, que se define a sí misma como perteneciente al denominado género fluido (alguien que no se identifica con una sola identidad de género, sino que transita entre ambas), término que la autora trata de explicar, de manera bastante simplista pienso, centrándose en la ropa y en su predisposición, dependiendo del pie con el que se levante, a comportarse de manera modosa y delicada o hacerse la dura («Nos estas dando muy poco —habla Reyes— y me estoy cabreando. Saca el arma y juega a pasársela de una mano a otra. Orduño se queda estupefacto con la salida de tono de su compañera»).
La insistencia en esto del gender fluid en más de un capitulo me ha resultado bastante cargante. Supongo que la intención de la autora es reflejar todas las realidades existentes para captar a los miembros de esas nuevas generaciones que son, en teoría, cada vez más abiertas. Pero el intento de plasmar ese universo, donde diversidad y autenticidad van de la mano, también fracasa y se queda, únicamente, en una referencia al aspecto exterior de la inspectora («lleva un traje masculino, gris oscuro: americana, pantalón y chaleco, una camisa blanca […] y una corbata a rayas […]. Tiene el pelo corto, con los lados y la parte de atrás casi rasurada. Pese a todo, pese a sus aparentes esfuerzos por parecer un hombre, no logra ocultar que es una mujer muy bella») sin profundizar en la parte no física del concepto.
Que se recurra a hijos secretos para animar las tramas, típico recurso de telenovela, da un poco de risa, la verdad.
En esta tercera entrega, Carmen Mola (sea una mujer, dos, tres o cuatro hombres) cede todo el protagonismo a la TRUCULENCIA («Chesca no ve venir el mordisco. Al principio oye un ronroneo, como si estuviera disfrutando por adelantado, después nota un lametazo muy breve, con la punta de la lengua, que es la que marca el lugar de la incisión, y por fin los dientes clavándose en su piel y desgajando un trozo de carne») en detrimento del resto de los elementos imprescindibles en todo thriller que se precie.
Busca más incomodar que enganchar a la investigación policial y persecución del criminal. Y lo consigue, vaya si lo consigue. Porque los delitos y los delincuentes son tan repulsivos como el olor que, según se insiste también varias veces, precede cada una de sus apariciones en escena.
La historia de la granja de los horrores, no apta para estómagos delicados, es una digna aspirante a formar parte de Saw, la saga gore más famosa del universo cinematográfico.
A cambio pierde capacidad de sorprender.
Menos suspense y desenlace bastante previsible.
Al igual que las anteriores, La Nena es una novela entretenida que hará pasar un buen rato veraniego a los seguidores de Carmen Mola, que son legión. Pero nada más. Lectura fácil de olvido veloz.
Al igual que las anteriores, #LaNena es una novela entretenida que hará pasar un buen rato veraniego a los seguidores de #CarmenMola, que son legión. Pero nada más. Lectura fácil de olvido veloz. #TeresaSuárez. @pitosporum. Share on XComparada con sus predecesoras, La Nena es, sin duda alguna, la peor de las tres.
El «último fenómeno de la novela negra española» pierde fuelle.
La Nena
Carmen Mola
Editorial Alfaguara
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Reseña de Teresa Suárez
Portada de la reseña: David de la Torre
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