El asesinato de un mendigo en un cajero, la detención de otro sintecho como sospechoso principal del crimen, la escalada del criminal real en una serie imparable de actos violentos, constituyen, podríamos decir, los núcleos de la trama de La sonrisa de Darwin.

Estaríamos cerca, por tanto, del género negro.

Sin embargo, la novela de Anna Maria Villalonga que tenemos entre manos resulta, como buena literatura que es, una pieza nada fácil de encasillar. Antes bien, bebe de distintos géneros y se resiste a quedarse dentro de una única categoría. Diversos factores de peso apuntan en esta dirección: para empezar, la ausencia de una investigación policial explícita en la novela, ni por parte de ningún personaje de la novela. La identidad del autor del crimen no es en ningún momento, ni siquiera al comienzo, un secreto para el lector, que tampoco se sorprende en exceso cuando uno de los personajes principales llega, por casualidad, a descubrirlo. Pero es sobre todo el entramado de antecedentes, reflexiones, historia personal y carga vital que arrastra cada uno de los protagonistas lo que nos introduce de lleno en una brillante muestra de narrativa contemporánea, fuera de clasificaciones.

#LaSonrisaDeDarwin de @AnnaVillalonga, una brillante muestra de narrativa contemporánea, fuera de clasificaciones. #reseña @rosaggv. @NavonaEditorial. Clic para tuitear

Tres personajes humanos confluyen en La sonrisa de Darwin: Max, Noemí e Iván, con numerosos puntos en común y otros tantos que los alejan. El sintecho orgulloso, pero cansado; la solitaria gestora en una pequeña oficina de barrio; el taciturno y atlético vecino que siempre viste de negro.

Los tres comparten, aun sin saberlo, una soledad tremenda. En el caso de Iván y Noemí, parece consciente y buscada, como si fuera a ser el bálsamo para acallar recuerdos dolorosos, rencores sepultados en el tiempo o una violencia que cada vez parece más difícil y menos deseable domar. La soledad de Max es, en cambio, la menos punzante de todas, por más que, desde el punto de vista de lo material sea el más desposeído de la tríada protagonista: desde hace dos años tiene un compañero inseparable que lo calienta en invierno y que apacigua la pesadumbre del pasado.  

Darwin, el enorme perro de Max, constituye un elemento de cohesión fundamental en el devenir de los caracteres y los acontecimientos. @rosaggv #LaSonrisaDeDarwin @AnnaVillalonga, @NavonaEditorial. Clic para tuitear

Podría decirse, a la luz de todo esto, que la novela de Anna Maria Villalonga es una novela de personajes. En torno a ellos, a sus vivencias pasadas y presentes, en torno a lo que los une y separa, pivota el desarrollo de la obra. No hacen falta grandes ostentaciones de suspense ni acción en demasía cuando se bucea tan bien en la profundidad de los personajes como lo hace la autora.

El nivel de ternura, la indignación contagiosa, la sencillez de las emociones más puras, orquestadas a la perfección por Villalonga gracias a la mezcla de tiempos verbales y al uso hábil del monólogo interior y del flujo de conciencia, bastan para que, desde la primera página, el lector acompañe con gusto a los tres personajes en su descenso a los infiernos.

Por lo que respecta a la forma, hallamos una patente originalidad estructural. Desde la sinopsis sabemos que va a tener lugar una tragedia, un asesinato del que Max, el mendigo, será culpado injustamente. Pero tal acontecimiento no tiene lugar hasta prácticamente la mitad de la novela. Concretamente, en el cuarto apartado, lo que concede a La sonrisa de Darwin una curiosa simetría: El día de autos, tras un brillante Preámbulo, una presentación de los Personajes, la de sus Circunstancias, pero antes de los capítulos titulados «(In)justicia», «Sucesos y desenlaces» y del Epílogo. El equilibrio es tal que, justo a la mitad, todo se confunde y el ritmo se instala en un crescendo vertiginoso, un suceder y casi superponerse de las escenas, un ir y venir enloquecedor de voces y sucesos.

El nivel de ternura, la indignación contagiosa, la sencillez de las emociones más puras son orquestadas a la perfección por @AnnaVillalonga en #LaSonrisaDeDarwin @NavonaEditorial #reseña @rosaggv. Clic para tuitear

Además, antes del hecho anunciado y esperado por el lector, ya hemos asistido al vaivén de la conciencia de los tres, hemos revivido el pasado de cada uno, nos hemos estancado en un recuerdo doloroso o nos hemos sobrepuesto por medio de un olvido artificioso, de un silencio que lo sepulta o de una rabia atroz. Corremos, incluso, el riesgo de identificarnos hasta con quien no quisieráramos, porque, desdichadamente (o no), hemos vivido experiencias cercanas a las de los personajes. ¿Quién no ha sentido que decepcionaba a sus padres? ¿O a la inversa? ¿Quién no ha deseado huir de su cotidianeidad, incluso de sí mismo?

Los personajes de La sonrisa de Darwin son perfectamente humanos en muchas medidas, sobre todo por lo reconocible de sus emociones, pero también porque, en medio de su huida, ha caído con más empeño en aquello de lo que quería escapar, como héroes trágicos.

La mezcla de tiempos verbales y el uso hábil del monólogo interior y del flujo de conciencia de @AnnaVillalonga en #LaSonrisaDeDarwin hacen que acompañemos, con gusto, a los tres personajes en su descenso a los infiernos. @rosaggv. Clic para tuitear

Hay violencia, injusticia, silencio, rencor a raudales en la novela de Villalonga. Pero también resignación para con el tiempo, ternura y mucha, mucha verdad en este triple descenso a los infiernos no desprovisto de justicia poética en el desenlace.

En medio de lo absurdo del mundo en el que se mueven Iván, Noemí y Max, Darwin, su perro, demuestra la tesis compartida en las primeras páginas y que resuena a lo largo de todas las demás: los animales son seres más evolucionados que nosotros. Al menos, la sonrisa de Darwin, contagiosa para todo aquel que se abre a ella, nos permite cerrar el libro con un suspiro de alivio y la impresión, casi convicción, de que hay almas puras capaces de guiarnos hacia un fondo hostil del que saldremos renovados, a pesar de todo.

Darwin, el perro, demuestra la tesis compartida en las primeras páginas y que resuena a lo largo de todas las demás: los animales son seres más evolucionados que nosotros. #LaSonrisaDeDarwin @AnnaVillalonga #reseña @rosaggv. Clic para tuitear

La sonrisa de Darwin

Anna María Villalonga

Navona Editorial

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Reseña de Rosa García Gasco

Montaje de la portada David De la Torre

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