A veces, la muerte es mejor

La nueva adaptación de la novela (¿o el remake de su primera adaptación de 1989?) Cementerio de animales resulta ser un ejemplo perfecto de decepción. Decepción por cómo se queda en terreno de nadie cuando parte de una premisa tan poderosa. Y es que… ¿Para qué romper algo que funcionaba bien? Esa es una de las preguntas claves que se nos presentan cuando vemos cómo los directores de la versión de 2019 no captan de qué iba en realidad la historia. Sí, cuando hablamos de este libro de Stephen King podemos definirlo como ese donde un padre decide resucitar a su hijo pequeño, pero, en realidad, si nos centramos en el corazón, en la esencia de la obra, Cementerio de animales es una historia sobre la pérdida, el pesar tras la muerte de un ser querido y lo que supone para una familia. Sonará a moraleja demasiado «intelectual» (qué palabra tan desgastada) para aquellos que no aprecian el trabajo del escritor de Maine, pero imaginamos que serían las mismas personas que tampoco apreciarían el trabajo de Charles Dickens en vida por lo prolífico y por su nivel de aceptación en el público. Stephen King, queramos o no, es una de las voces más potentes de la literatura del siglo XX  y, por supuesto, el autor vivo más adaptado al cine.

Cementerio de animales (2019): deberían haberlos dejado descansar en paz 2

PET SEMATARY, from Paramount Pictures

Lejos de la mercadotecnia o la publicidad (que también la hay, para negarla hay que ser idiota), Stephen King ha sabido captar nuestros propios miedos y llevarlos al territorio del terror, por mucho que sea un género que ciertos «intelectuales» (¿o «intelectualoides»?) detestan. Como apunte, Stephen King sigue considerando Cementerio de animales como su obra más dolorosa: no por su calidad (King siempre se ha quejado más de otras como The Tommyknokers), sino por cómo le recordaba a cierto período de su vida, cuando vivió cerca de una carretera cruzada por enormes camiones entre los cuales estaba el que se llevó la vida del gato de su hija y otro que estuvo a punto de acabar con la vida de su hijo pequeño. Estos hechos (de los que hablo más en este vídeo) inspiraron una historia que a duras penas pudo terminar de leer su primera lectora, Tabitha (la esposa de King), que sentía que su vida (o una versión alternativa de esta, marcada por la muerte) se había reflejado entre las páginas escritas por King. Nadie quiere leer sobre cómo muere uno de sus hijos ni cómo ese hecho trae el dolor a su familia, pero, irónicamente, es de lo que trata la novela. A través de la enorme metáfora que es el género fantástico, puedes pensar que es una historia sobre zombis cuando, en realidad, es un relato sobre el dolor, la amargura tras la muerte de un ser querido, pero claro, tú ya has empezado la novela esperando meros sustos y, en cambio, te llevas todo un ensayo sobre el dolor. En la película de 2019 no hay nada de esto.

La #novela de #StephenKing #CementerioDeAnimales no es solo un relato de #terror, es todo un ensayo sobre el dolor, la amargura tras la muerte de un ser querido. En la #película de 2019 no hay nada de esto. #Crítica: @Carlos_Eguren. Clic para tuitear

En la nueva adaptación, perpetrada por Dennis Widmyer y Kevin Kolsch, tenemos sustos y muertos, pero tenemos menos alma que los retornados. Un ejemplo: algunas de las escenas más memorables del libro, como la terrible discusión entre el abuelo materno y el padre, Louis Creed, durante el funeral del pequeño Gage, desaparecen para pasar rápido al susto banal y a otros cambios, apenas justificados, en una versión cuyo único mérito es cargarse algunas potentes escenas del libro que funcionaban perfectamente en la versión fílmica de 1989, que, por cierto, había escrito el propio King. Podremos acusar de muchas cosas al escritor estadounidense (como sus finales, algunas soluciones sacadas de la manga, «excesiva» verborrea para aquellos que buscan un R. L. Stine…), pero creo que sería injusto acusarle de no saber cómo contar una buena historia o, al menos, decir que Cementerio de animales es una historia mal contada, porque no lo es, en ningún momento. En cambio, en la película sí podemos hablar de una estructura más endeble que las cruces de la necrópolis para mascotas. Al convertir al vecino Jud en un viejo terrorífico más (un desaprovechado John Lithgow) y dejar a Victor Pascow como una especie de… de… ente para rellenar segundos (dudamos de que su imagen sea tan icónica como la de la versión del 89, que ha llegado a ocupar pósteres), la cinta cinematográfica de 2019 es un sinfín de sustos fáciles y espectacularización superficial (no, tampoco han entendido de qué iba, en realidad, la muerte de Norma ni la muerte de Zelda) que conducen a un final más digno de una paranoia de un mal Tim Burton que de una obra que reflejaba el dolor por la muerte.

Cementerio de animales (2019): deberían haberlos dejado descansar en paz 3

Si ya nos centramos solo como película y nos olvidamos de que es una adaptación de un libro o remake de la anterior película, poco bueno tenemos que decir sobre una dirección anodina basada en los efectismos del terror actual, donde se cae en el gore en el momento innecesario y no se usa la sangre o la visión de la muerte para la escena del desentierro (donde sí era necesario que captásemos qué significa la muerte, lejos de romanticismos), o un reparto que intenta, más o menos, cumplir con unos roles que se vuelven planos, con un Jason Clarke que ni siquiera sufre una transición creíble entre el hombre de ciencia y el hombre capaz de creer en lo insólito (todo esto lo «logra» en la nueva versión con una consulta rápida en Internet… ¿Inesperado espejo social de lo capullo que nos hemos hecho?). El mayor problema está en ese guion, que salta de un evento a otro sin explicar, y en todas esas posibles mutilaciones sufridas en la sala de montaje, que hacen que las transiciones se conviertan en brincos sin más, indignos incluso de una serie de televisión actual. De pronto, un personaje se teletransporta de un lugar a otro porque sí o el cementerio tan inaccesible es, de repente, como el salón de una casa. Por supuesto, no se le puede pedir más a un guion que se olvida de moralejas para entregarse al esperpento más trivial y, sobre todo, vacío como ese maquillaje zombi de postín o esa atmósfera y esa fotografía forzadas hasta el punto en que solo falta ver la máquina que hace la niebla. Puede que el apartado más destacable sea la música de Christopher Young que, cuando no es anodino, deja algún tema interesante.

No se le puede pedir más a un guion que se olvida de moralejas para entregarse al esperpento más trivial. Cementerio de animales #PetSematary2019, ya en #BluRay.#Crítica de @Carlos_Eguren, que te recomienda la #novela de#StephenKing. Clic para tuitear

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Si ya entramos en comparaciones y nos olvidamos del cutre cementerio de la versión de 2019 (mucho mejor el conseguido hace treinta años y, seguramente, con menos recursos) y si reconocemos que la versión del 89 tampoco era una obra maestra (pero sí una película de terror entretenida, lógica y con cierta huella, y, sobre todo, personalidad), podemos concluir que Cementerio de animales de 2019 es como la versión de la canción Pet Sematary que realiza el grupo Starcrawlery que suena en los créditos si la comparamos con la versión original de Los Ramones para el film de 1989: más débil, más desganada y mucho menos carismática que la original, más hueca, más carente de significado y más, mucho más fácil, porque puede que cualquier tiempo pasado sí fuese mejor (al menos en el género de terror) y, como ya decían los personajes y el propio Stephen King en su novela, a veces, la muerte es mejor. Hubiese sido mejor que dejaran descansar en paz a Cementerio de animales.

 

Crítica de Carlos J. Eguren