Custodia compartida llega sin previo aviso, para golpearnos con la espeluznante realidad de una mujer madre de dos hijos, que se mantiene en la práctica clandestinidad huyendo del que ha sido su ruina y tormento, durante más de dieciocho años. Sin artificios, con una dirección notable y un tacto ejemplar, el actor y guionista Xavier Legrand logra ponernos sobre la pista de una historia muy dolorosa, que nos va revelando poco a poco, con pequeños indicios que en un segundo visionado percibimos con perfecta claridad, ofreciéndonos una ópera prima encomiable.

Custodia Compartida: ¿Puede un maltratador ser un buen padre?

El recorrido que realiza el director novel a lo largo de noventa minutos, es una acumulación de detalles y situaciones corrientes en el divorcio entre un hombre y una mujer. El primer acto, puesto que Xavier Legrand es también un actor de teatro  y el planteamiento de su historia está realizada en dicha clave escénica, se inicia en una sala de reuniones de un Palacio de justicia cualquiera. Hay un hombre y cinco mujeres. El hombre, Antoine Besson (Denis Ménochet), acaba de mudarse a la región para acercarse a sus hijos. Esto lo explica su abogada, que responde a su colega, representante de Miriam Besson (Léa Drucker). A través de la misma, la madre argumenta que Julien y Josephine, el niño pequeño de doce años y la adolescente, fruto de esta unión destruida, ya no quieren ver a su padre.

Custodia Compartida: ¿Puede un maltratador ser un buen padre?

La magistrada lee el testimonio de Julien, a través de una carta diciendo  que «no tiene nada más que decir» a su padre y que no quiere verle jamás, y la empleada  registra las palabras de cada uno de los presentes. Todo es preciso, convincente, así como la monopolización del discurso de los profesionales de la justicia, ante el silencio paralizado de los excónyuges, que solo logran romper con algunas banalidades del tipo «quiero que todo vaya bien».

Del modo en que el director expone la situación, desconfiamos de las palabras de uno y otro cónyuge y al final de la audiencia, ha conseguido sembrar la duda sobre la realidad. Denis Ménochet no oculta su dolor de padre rechazado por sus hijos que, según él, su exesposa Lea Drucker ha puesto en su contra y la actitud que presenta ella, distante y seria, podría interpretarse como indiferente, pero que en realidad es la tensión interior de un miedo que le impide expresarse.

A pesar de las acusaciones de maltrato que pesan sobre el padre y el deseo de los hijos de no ver a su padre, la juez no se deja influir por ninguno de los cónyuges y ante la falta de pruebas «contundentes» , le otorga a Antoine acceso a su hijo Julien, ya que su hija pronto será mayor de edad y será libre de decidir si ve a su padre o no, otorgando la custodia compartida del niño.

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Los encuentros entre padre e hijo constituyen la parte central de la película. Aquí es donde Xavier Legrand refleja con tanta habilidad, como sensibilidad, la realidad de la relación e interés de este padre hacia su hijo y obliga al espectador a hacer un balance de lo que está sucediendo en la pantalla, a través de un gran interpretación realmente creíble del niño Thomas Gioria y su transmisión del miedo.

 

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Las ambigüedades iniciales dan paso a circunstancias claramente definidas, convirtiéndose en una amenaza  cada vez más opresiva. El hombre, despojado ya de su hipócrita interpretación del «papel de padre», no quiere renunciar al poder que ha ejercido sobre su exesposa y que de un modo obsesivo quiere conservar a toda costa.

Este proceso se ve ralentizado en la película por una digresión dedicada a Josephine, la adolescente, que quiere escapar de la unidad familiar a toda costa, a riesgo de reconstruir la trampa que se ha cernido sobre su madre. Durante los dos momentos que Julien y su padre pasan juntos, los acontecimientos nos llevan a presagiar de modo inexorable que se avecina una catástrofe.

El último acto de Custodia compartida se desarrolla alrededor de la fiesta de cumpleaños de Josephine, una celebración corrompida por la presencia de su padre, fuera de la habitación, en la que ya no podemos ignorar la capacidad de destrucción del mismo. La incomodidad inicial que sentíamos ante la pesadilla que vive esta madre y sus hijos, se convierte en una de las formas de terror que el cine ha reproducido en películas de dicho género, como por ejemplo, El resplandor (1980) de Stanley Kubrick.

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Si realmente sentimos que el comportamiento final del individuo nos sorprende, el director nos ha puesto numerosas señales desde el comienzo y lo que pretendía Xavier Legrand era escenificar la ceguera de la justicia, la sociedad y los medios de comunicación ante esta forma de terrorismo del que es imposible escapar.

La sensación de que la película ha pasado demasiado rápido por nuestras pantallas está en contraposición a la actualidad del tema y a las numerosos víctimas que se producen. Dice Xavier Legrand en una entrevista:

Quería mostrar el punto de vista del niño porque los niños son las víctimas olvidadas en estos conflictos. Se cree que los niños están al abrigo de la violencia doméstica, se habla de violencia conyugal, de una agresión de un hombre a una mujer, pero en cuanto comencé a estudiar el tema descubrí que también hay niños asesinados en estos conflictos. Me parece importante hablar de ello y también me parece importante adoptar el punto de vista del niño, es un elemento que permite acercarse al espectador: todos hemos sido niños, todos hemos tenido padres, todos hemos vivido alguna situación dolorosa, aunque no tanto como la descrita en el filme.

Según Miguel Lorente,  forense, profesor de la Universidad de Granada y exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género, en España unos 700.000 hombres, según la Macroencuesta de 2015, maltratan a las mujeres con las que comparten una relación. Como consecuencia de esa violencia de género, alrededor de 900.000 niños y niñas viven expuestos a ella sufriendo importantes consecuencias sobre su salud y comportamiento, al normalizar la violencia como una forma de resolver conflictos.

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De entre esos menores, unos 600.000 sufren además violencia directa, puesto que el padre que entiende que la violencia es una forma adecuada de resolver los problemas, también la utiliza contra sus hijos e hijas. Y la convivencia con la violencia de género es tan terrible, que en la última década 44 niños y niñas han sido asesinados por esos padres violentos, y 60 mujeres son asesinadas cada año.

En la última década 44 niños y niñas han sido asesinados por padres violentos, y 60 mujeres son asesinadas cada año. #CustodiaCompartida. #cine con @OrdunaMaite. Clic para tuitear

Lorente ha continuado detallando sobre la violencia de género y las consecuencias que se producen sobre menores que conviven con ella:  

Representan el 10% de nuestra infancia. Entonces, cuando nos preguntamos por qué la juventud sigue reproduciendo la violencia, al margen de toda la influencia de las series, la publicidad y las redes sociales, es porque están aprendiendo a ser maltratadores y a normalizar la violencia en sus propios hogares.

Según Lorente, la idea de que un maltratador no tiene por qué ser un mal padre está muy instaurada y no se tiene en cuenta en muchos casos la voluntad de los menores:

Cuando no se toman medidas no se piensa en el hecho de que un hombre que maltrata sistemáticamente a la madre de sus hijos les está produciendo un daño emocional terrible.

La idea de que un maltratador no tiene por qué ser un mal padre está muy instaurada y no se tiene en cuenta en muchos casos la voluntad de los menores. #CustodiaCompartida, de @XavierLegrand. #cine #reseña @OrdunaMaite. Clic para tuitear

Custodia compartida y su director ganaron en 2017 el León de plata a Mejor Dirección y Mejor Ópera prima y el premio del público al Mejor Film Europeo del Festival de San Sebastián, realmente muy merecido. Así hemos llorado viendo la película, al igual que Xavier Legrand recibiendo su merecido premio.

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EFE/EPA/CLAUDIO ONORATI

En 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer (Resolución de la Asamblea General 48/104 del 20 de diciembre de 1993), en la que se definió como:

Todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vía pública o en la vía privada.

 

Custodia compartida (2017)
País: Francia
Director: Xavier Legrand
Guion: Xavier Legrand
Fotografía: Nathalie Durand
Reparto: Léa Drucker, Denis Menochet, Thomas Gioria, Mathilde Auneveux, Saadia Bentaïeb,Jean-Marie Winling, Martine Vandeville, Florence Janas, Jenny Bellay
Productora: K.G. Productions

 

Una reseña de Maite Orduña