Carta a un Rey Mago muy majo

Querido Rey Mago Jesús Lens:

¿Acaso no eran cuatro los tres mosqueteros y una, aunque en comunión, la Santísima Trinidad?

Tanto hablar de comprensión lectora para que luego vengan los autores —¿a cuál de ellas se encomendaría Don Alejandro?— a marearnos con sus «jueguecitos»…

Por ello, y desoyendo las ordenanzas de la Agencia para la Preservación de las Tradiciones Navideñas (APPATRAÑAS), os escribimos con el convencimiento de que nuestra petición será escuchada con gran placer y suma atención por vuestra Magnánima Majestad. Y por supuesto, os hacemos llegar nuestro más firme apoyo a vuestra candidatura como cuarto y legítimo Rey Mago.

Sin más dilación y dicho lo dicho, os confiamos nuestro mayor deseo:

Contadnos un cuento. Un cuento mágico, digno de un Rey Mago del Zaidín (así de original sois, Majestad: vos no venís de Oriente sino de la Granada morisca. ¡Para sí quisiera el gordo de la barba blanca vuestro linaje!).

Contadnos un cuento que nos haga sonreír y disfrutar de una amena velada alrededor del abeto navideño.

Contadnos un cuento, Majestad.

Pero que no se entere la Otra.

Relato:

Un servicio plenamente satisfactorio

Jesús Lens

No. A esa dirección, la de su domicilio familiar, no podía llegar aquel regalo. De hecho, como llegara allí, se iba a armar. Y bien gorda. Porque ese regalo tan especial tenía como destinataria a la Otra, que por fin se había emancipado y estrenaba apartamento.
Aunque ella odiaba que la llamara así. La Otra. Decía que le parecía denigrante y despectivo, pero tampoco era para tanto. Era una broma inocente, que ella bien lo supo desde el principio: siempre sería la Otra. Y lo aceptó. Y bien que se aprovechaba…

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