Arantxa Esteban López (Alcora, Castellón), autora de Y si me define el agua, anteriormente ha publicado otro poemario: Salir de la noche (Hades, 2012). Esta profesora de Enseñanza Secundaria participa en antologías poéticas, como Mediterráneas (Lastura, 2018). En su faceta de escritora de relatos citemos su libro La voz conversa (Uno y Cero Ediciones, 2017). Otros cuentos suyos vienen incluidos en libros colectivos como Próxima estación, Benicàssim y Volvemos a viajar (Publicacions de la Universitat Jaume I, 2005 y 2008, respectivamente). Ha sido finalista en el certamen Twinings, historias de té (revista Qué Leer, 2004); en el IV y V Premio Internacional de relatos de Mujeres Viajeras (Casiopea 2012 y 2013), y en el III Concurso de relatos contra la violencia machista convocado en 2015 por el Ayuntamiento de Terrassa.
Y si me define el agua, de Arantxa Esteban, es el segundo #poemario reseñado por Manu López Marañón en su sección Poemarios para un verano sin crímenes. Share on XEl segundo poemario de Arantxa Esteban, del que hoy nos ocupamos, consta de cinco partes: «Mujeres desnudas»; «Nado»; «Aguas bravas»; «Jacuzzi», y «Somos solo agua».
Cuatro temáticas recorren con igual intensidad —y duradero acierto— la totalidad de los versos de Y si me define el agua: autobiografía, sensación, deseo y símbolo. Reseñamos el libro repasándolas:
1. Autobiografía
Con once poemas concebidos desde la primera persona, y desenmascarándose en un integral striptease emocional que descarta recrearse en sentimientos de inferioridad, la poeta sabe transformar experiencias propias en vida verdadera. Esquiva así el obstáculo, a menudo falso y artificioso, que pretende lindar literatura y biografía particular…
Desechando expresarse oculta en una máscara que pudiese adoptar la apariencia de un personaje, Arantxa Esteban aleja de sí cualquier indicio decorativo y lúdico para centrarse en el compromiso; un compromiso que, en su caso —y de manera radical—, ella acepta consigo misma —y con nadie más.
Carlos Edmundo de Ory dijo: «Un poema es la autobiografía del sueño». Y Octavio Paz que «los poetas no tienen biografía. Su obra es su biografía». De afirmaciones tan atinadas, seguro que asimismo intuidas por la autora, se alimenta esta personalísima serie.
En «La voz que me define» la poeta remarca la búsqueda de una voz propia; «Tan cálida tu mano» y «Ese instante detenido» reflejan el amor, primero, en esas manos que cobijan calor y después en su ventura al posarse sobre el cabello del amado; en «Naufragio» el comienzo del viaje y la lejanía de la ciudad por fin despedida generan angustias; «Aguas bravas» pone la libertad en el desorden de un río; en «He cerrado los ojos» el placer muere ante la ausencia del amado; «En el umbral» desvela las incertidumbres de la poeta al llegar a un destino; «El sol a cuestas» es un largo lamento ante la llegada de la nieve invernal; «Divagar» describe las ventajas del pensar, solo o en fértil compañía; en «Los versos que nos desnudan» la poeta se siente cómplice e intima con lo que lee, pero lamenta no poder comunicarse con el autor, y «Quiero que conste» es el pataleo de quien se siente inoportuno en los sitios.
LA VOZ QUE ME DEFINE
He cruzado desiertos
para oír la voz que me define
para ver la voz que me dibuja.
He vagado por el mundo
en busca de otras vidas,
para observar los soles
y las lunas.
He huido de mi casa
para refugiarme
en cabañas sin puertas,
entre gente de otras miras.
He cambiado mi sillón
por la acera de una plaza,
mi jardín
por el lodo de un camino,
las certezas fieles
por las dudas sabias.
He recorrido sendas
para probarme,
para ver qué hay más allá
de más allá.
Y he querido vivir en otra piel
en otros ojos, en otra boca,
para entender al fin,
que soy un dibujo inacabado
y una voz en tránsito.
2. Sensación
Para Friederich Hölderlin, «la poesía no debe ser ni mera explosión caprichosa, patética o soñadora ni un artefacto frío y forzado, sino que ha de brotar al mismo tiempo de la vida y del entendimiento ordenador, de la sensación y de la convicción». De afinadísima sensibilidad, tanto para auscultar su mundo interior como a la hora de captar lo que fuera de él acontece, Arantxa Esteban —grandísima espigadora de sensaciones— no se queda en la contemplación: sabe verterla maravillosamente en su nítido y sensual lenguaje poético.
Sensaciones que acontecen intramuros germinando al estro las hay en: «Reencuentro», o el paso del tiempo fijando lo sustancial; «Aquella mujer en Nôtre Dame», o cómo el agnosticismo resiste mal en un ambiente religioso verdadero; «Para no acompañarme», o la belleza de la música interior; «La hora del sueño de los otros», o la creación poética como atalaya; «Nado», o la agradable rebelión que provoca una zambullida de piscina; «Cuando la niebla», o la melancólica soledad; «Estalactitas», o el llanto por una despedida destemplada, y «Dormir sobre la nieve», o la plenitud de la conciencia callada.
ESTALACTITAS
La noche se satura de recuerdos,
el ojo de la memoria se para
en la diapositiva de lo inconcluso,
doloroso como el peso de la nieve
cuando vence a un árbol,
con la impotencia del que llega
a una meta helada
donde ya no queda nadie.
Estalactitas de llanto
por la mano que no se estrechó
en la hora de la partida.
Extramuros, la poeta encuentra el mundo y de él proceden: «Mujeres desnudas», o la relatividad del cuerpo; «Todo sería herida», o cómo las agresiones externas despiertan el temor; «Sin palabras», o como sin la palabra el amor pena; «Todos los pobres en la misma esquina», o la definición de este mundo desalineado; «Jacuzzi», o ese pequeño mar controlado; «Del Perú, recuerdo», o el valor y la osadía; «Que se mueran los tímidos», o cómo la ordinariez hace a la buena educación sentirse extranjera; «Animal y vegetal, el dolor», o el infinito dolor humano, y «Amantes», o el poder de la palabra.
TODOS LOS POBRES EN LA MISMA ESQUINA
Un hombre en una esquina,
después una mujer, un niño, un pueblo,
y cada vez más pobres
ocupándolo todo.
La espina vertebral del mundo cruje
desalineada.
3. Deseo
En nueve poemas conviven el deseo colmado con ese otro deseo en un mundo que niega su saciedad. Desnudos y lisos, estos versos de Y si me define el agua describen o reclaman la satisfacción con potentes imágenes. Arantxa Esteban se las arregla muy bien para que el oído fiel y el mirar hermano completen las músicas del deseo, plasmando la creatividad como enajenación de una realidad circundante que todo lo absorbe.
El soneto «Prohibido entrar aquí con pantalones» insta a beberse la vida; «Tirante» refleja el temor de la convención frustrando el deseo carnal; en «Donde hallar la paz» el sosiego a la hora de recibir la muerte se perfila tras ganar no pocas batallas; «Para perderme», o los cerros de Úbeda como ideal isla para hallar el anonimato; en «Las horas inoportunas» asistimos a un combate contra el insomnio que la poeta libra usando sus armas; «Soñándome» refleja la satisfacción ante la visión, llena de enigmas, que crea otra poeta; en «Ni tan siquiera los dioses» el peso del dolor es tan grande que no basta compartirlo; «A veces recuerdo esa noche» confunde deseo y recuerdo cuando se evoca al amante, y en «Y que eso baste» el listado de peticiones que a este se le exige se resume en una: la tranquilidad.
Y QUE ESO BASTE
Necesito llegar contigo
donde las cosas defienden su núcleo
donde custodian su piedad más íntima.
Necesito que me salves del miedo
cuando lo haga mío,
y que digamos que no pasa nada
aunque todo pase.
Quiero que nos riamos de lo hostil,
y de lo inevitablemente hostil.
Que seamos generosos,
muy generosos,
como lo es la tierra y el sol del invierno,
y la música y un libro.
Deseo una vida tranquila,
que la arena resbale por la playa
de las manos,
y que eso baste.
4. Símbolo
Para Borges un libro es un conjunto de símbolos muertos. Pero entonces llega el lector adecuado, y las palabras (o, mejor, la poesía que ocultan las palabras —pues las palabras solas son meros símbolos—) surgen a la vida, y asistimos entonces a una resurrección del mundo…
Arantxa Esteban transforma experiencias en versos a través de un lenguaje que rehúye el cultismo, con símbolos universales, accesibles para todos, que facilitan su visión del mundo. No solo eso, su lira también nos acerca a una sensible y exquisita personalidad, la suya, percibida por los doce poemas de esta serie, cuando no dejan de producirnos un mantenido placer estético.
En «Donde no quedan puertos» un barco a merced de las olas simboliza la vida; «Circunvalación» muestra a una ciudad muy comunicada pero en la que resulta imposible encontrar tu propia casa; «Estació de tren d’Àger» señalando el deterioro evoca el mar y el descanso; «En las nubes» la variedad de nubes despierta sentimientos de amor y amistad, y en «Cita» un arcoíris vislumbrado presagia un feliz encuentro; «Visita mi ciudad» muestra las dos caras de una urbe: la luminosa y la tenebrosa que ilustran el alma de la poeta; en «Huye de esas tardes» cobijarse de la lluvia es un ejercicio de supervivencia, y en «Conducirse en la tormenta», bajo otro diluvio, la poeta se siente una invitada; «La noche africana» ruega preservar el respeto a los dioses; «Praga en globo» describe esa ciudad desde un aerostato; en «Lo que queda atrás» la partida de un ser querido amalgama pérdida y recuerdo, y «Somos solo agua» refiere estados del líquido elemento que definen a cada persona.
SOMOS SOLO AGUA
Porque somos solo agua,
un océano desvanecido,
un mundo de islas poríferas
y acueductos conectados
a un motor que da la vida.
Porque también somos iceberg,
lágrima
lluvia.
Y de nieve son nuestros sueños
muchas veces.
Porque podemos ser estanque o río,
ser sed
o derramarnos.
Porque incluso
la niebla en la carretera
nos define.
La variedad temática y el lenguaje poético claro, lleno de matices e íntimo, convierten a este poemario en una deliciosa lectura, ideal tanto para enfervorizados amantes de la poesía como para neófitos voluntariosos del más complejo arte literario. Cuando está logrado, como resulta en el caso de Arantxa Esteban, es el que más satisfacciones depara. Un consejo para leídos y principiantes: no os perdáis Y si me define el agua.
La variedad temática y el lenguaje poético claro, lleno de matices e íntimo, convierten a Y si me define el agua, de Arantxa Esteban, en una deliciosa lectura. Reseña de Manu López Marañón. Share on X
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