Hace cuatro décadas, la historia de una galaxia muy, muy lejana no sólo englobó buena parte de los mitos de la cultura pop, sino también modernizó buena parte de ellos para una nueva generación. Corrían tiempos convulsos y Todos somos Star Warsefervescentes: las calles del mundo estaban llenas de manifestantes, las luchas por los derechos civiles se hacían cada vez más firmes y había un definitivo aire de renovación que, por supuesto, llegó al cine. Y lo hizo de una manera inesperada: mostrando cómo la fantasía y la ciencia ficción podían narrar nuestra historia. 

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Star Wars no es sólo una buena saga y mucho menos, una tendencia friki que nace de la noción más emblemática sobre el bien, el mal y el poder. De hecho, una de las mayores virtudes de la historia de George Lucas ha sido la de construir una visión sobre lo mitológico desde un punto de vista asombrosamente actual y sobre todo, con un profundo peso emocional. Y ese valor, que enaltece el género hasta convertirlo en un vehículo para celebrar ideas profundas a través de una, en apariencia, narración sencilla, es toda una metáfora de nuestra época. La saga está llena de héroes, villanos y hombres en busca de la redención. También sostiene con firmeza la pulcra capacidad de la fantasía para crear emblemas sobre personajes y las historias que la contienen. Hasta ahora, Star Wars ha enfocado su noción sobre la moral desde una óptica curiosamente sesgada. Durante la mayor parte de la saga, la historia central se ha mantenido alejada de discusiones culturales de corte específico y, de hecho, parece más concentrada en analizar la universalidad de los temas que maneja que en reflejar las inquietudes de cualquier época. De modo que, Star Wars  — como concepto —  se mantiene incólume y sobre todo, como una cuidada revisión sobre la percepción de lo ético y el bien común.

#StarWars siempre será un símbolo de esperanza y lo ha sido desde su estreno: en @RevistaMoonM te contamos cómo la saga más querida de la historia del #cine es mucho más que una buena colección de películas. @Aglaia_Berlutti. Clic para tuitear

Aun así, con toda su carga histórica y simbólica, resulta evidente que la saga no deja de asumir su solidez como propuesta emocional y cultural, sin dejar a un lado su origen como drama épico de proporciones galácticas. Tal vez por ese motivo, Star Wars: Episode VIII - The Last Jedi (Rian Johnson , 2017) comienza con una escena habitual dentro de las películas de la saga: Cameron Poe  — el piloto insigne de la Resistencia —  encabeza un ataque definitivo contra la Primera Orden. Poe, que hasta ahora representó al héroe rebelde y al espíritu definitivo de la Resistencia, encara el reto de enfrentar un armamento mayor y un enemigo tecnológicamente superior y mucho más violento de lo que hasta ahora había sido. Por tanto, el piloto asume la responsabilidad de sacrificar un considerable número de naves de la tropas rebeldes en beneficio de lograr lo que asume como un bien mayor e incluso, una noción sobre el poder (a futuro) más eficaz de lo que podría interpretarse a primera vista. O al menos, esta es la conclusión de Poe, cuando regresa para celebrar su victoria.

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No obstante, en el puente de mando de Leia no hay nada que celebrar y, de hecho, la General Organa recibe a Poe con un bofetón y una inmediata orden de degradar su cargo, por contradecir sus órdenes de manera directa. Para Leia, centro intelectual de la película y sin duda, de la saga en muchos de sus aspectos primarios, la desobediencia de Poe no revista heroicidad alguna: es una evidente insubordinación que tiene un costo evidente en vidas y un necesario armamento. A primera vista poco trascendente, la escena conlleva quizás el mayor cambio de paradigma en la saga desde que la Princesa Leia Organa tomara un blaster para defender los secretos de la República. Con un interesante golpe de efecto y sobre todo, una meditada vuelta de tuerca, Brian Johnson asume la noción sobre el peso de la autoridad de una manera por completo distinta a lo que hasta ahora se había estado haciendo. Es entonces, cuando Star Wars: Episode VIII -The Last Jedi muestra sus colores  — su invisible pero pertinente discusión ideológica — y sostiene un importantísimo debate sobre la moral, la fuerza de la voluntad y la autoridad que transforma la película en una intrigante visión sobre el poder que se ejerce desde la emoción y lo intelectual que sorprende por su buen hacer y su interesante implicación en el debate actual sobre género, equidad y diversidad.

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La película Star Wars: Episode VIII -The Last Jedi ha sido criticada por esa escena y otras tantas. Por su sentido del humor absurdo, parajes que no parecen coincidir con la mitología de Star Wars, la forma en que el director desacralizó por completo a los mejores personajes, en busca de una redención tardía que resulta ominosa. Pero incluso a pesar de todas las críticas en su contra, la película demuestra la capacidad de la saga de Lucas para asimilar los cambios y crear algo novedoso, para sacudir conciencias, para crear debate incluso, luego de cuarenta años de su primera proyección. Si Rogue One: A Star Wars Story de Gareth Edwards, ponderaba sobre el idealismo y la reciente The Mandalorian, mira con firmeza el universo de la saga en busca de nuevas aventuras con una integridad espiritual que conmueve, la nueva trilogía  — a la que tanto se le ha criticado y señalado —  es una versión para los más jóvenes, de la vitalidad de una historia que pertenece a la cultura pop, que la sostiene y la nutre con una rica simbología de enorme valor intelectual.

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Sin duda, Star Wars es un icono cultural que no admite grandes revisiones ni tampoco enormes construcciones argumentales que puedan basarse en debates sociales o ideológicos específicos. Aún así, durante los últimos años demostró el poder de crear un contexto lo suficientemente poderoso que aprovecha las flexibles particularidades de la Space Opera para enviar un mensaje resonante y valioso sobre tópicos más o menos universales. La franquicia se ha vuelto más política  — y medita con mayor interés sobre la historia bajo líneas que sostiene la versión más poderosa de la historia —  es evidente que tiene toda la intención de reflexionar en aspectos culturales de mayor profundidad de los que hasta ahora había tocado. Lo hace además, desde un elegante punto de vista que sorprende por su precisión.

Durante toda su historia, Star Wars ha sido pionera en su manera de asumir el peso de la Ciencia Ficción como vehículo de comunicación y expresión de ideas complejas. Desde la figura de Leia —convertida en ícono de lucha feminista por su innovadora reflexión sobre la autoridad y el poder —  hasta la noción sobre lo moral basado en una expresión de fe casi Panteísta —  la Saga ha meditado con cuidado sobre ideas de profundo contenido humanista. La historia no sólo establece la tensa relación entre el poder absoluto y sus vicios, contra la libertad y la independencia, la dicotomía compleja entre las decisiones colectivas y el heroísmo como una toma de responsabilidad profundamente consciente. Con un inteligente golpe de efecto, las nuevas trilogías de Star Wars, series y el más reciente canon que se añade a la historia origen, elaboran una visión renovada sobre sus héroes pero sobre todo, realza la importancia de una figura del liderazgo tan audaz como intelectualmente ponderada. Un paso adelante en la comprensión de la heroicidad como puerta abierta hacia una visión mucho más amplia, ponderada e inteligente sobre el poder, el uso del argumento intelectual como punto de vista y sobre todo, una poderosa reflexión sobre la voluntad, la fe y la capacidad para asumir los cambios necesarios en su visión del contexto histórico que rodea a la saga a través del tiempo. Con sus aires renovados, su persistencia en la memoria colectiva, Star Wars es, para la nueva generación, un paso en una importante dirección hacia la diversidad, sin intentar glorificar al género, sino reflexionando de manera sagaz sobre los dolores y temores culturales desde una perspectiva fresca y emocionante. Quizás justo lo que la cultura pop necesita.

Con sus aires renovados, su persistencia en la memoria colectiva, #StarWars es, para la nueva generación, un paso en una importante dirección hacia la diversidad, sin intentar glorificar el género. @Aglaia_Berlutti. Clic para tuitear

 

 

Un artículo de Aglaia Berlutti

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