He de decir que no conocía a Yolanda F. Rodríguez Toledo, ni había leído nada de su autoría, quizás por encontrarnos en continentes alejados. Pero fue a primeros de este año, cuando, habiendo resultado yo nominado al I Premio Arquero de Plata, con mi poemario Palabras y Suspiros en el aire, en la Editorial Adarve de Madrid, quise leer los primeros poemas de mis dos compañeros, también nominados, y ese fue mi primer contacto con la literatura de Yolanda. Posteriormente me picó la curiosidad por leer Dóminus —su libro completo—, lo adquirí y tomé contacto con ella a través de Facebook.

Una vez leído y saboreado cuanto en Dóminus se expresa, me entraron las prisas por manifestar mi opinión en forma de reseña. Debo aclarar que me dejó una muy buena impresión su lectura.

#Dóminus, de @FelicitaYolanda: #poesía terrenal y espiritual, con algunas cicatrices del pasado y preguntas sin respuesta. #Poemario nominado al Arquero de Plata. @adarveeditorial. #Reseña de J. Mª García Plata. Clic para tuitear

Yolanda ha sabido hacer con palabras sencillas, pero cultas, una obra genial. Nos adentra en sus poemas como si nadáramos en aguas calmas, donde ni la pequeña ola de nuestro braceo se nota en la superficie. Es una obra íntima, intensa, que engancha y absorbe de principio a fin y nos transporta a un mundo idealizado, alejado de la simple realidad, pero a la vez inmerso en ella y cargado de simbolismo. Presiento que Dóminus  será de los que perdurarán en el tiempo por su calidad, originalidad y contenido. No en vano, fue, como antes dije, nominado al Premio Arquero de Plata.

El poemario se divide en tres partes: «Dóminus propiamente dicho».

Veamos algunas estrofas:

Aquí abajo caen voces, no es mi voz;
voces cuchichean sobre la mesa de pino,
(escucha) mi madre acuna lluvias centenarias
que miran por la rajadura, alza la vista (queda) en la cima de las llamas blancas.

O esta otra:

La lluvia fue quemada bajo el limo, a contraluz,
y quedan citaras en el lastre de la multiplicación.

O esta:

No entiendo. Escucho la oruga, se acerca
para comer mis ojos. La veo en la esquina,
subiendo al laberinto de mi casa:
a la entrada dos eran tres.

Como podemos observar nos presenta, desde el principio, un mundo real e irreal a la vez, que interactúa entre los vivos y las ánimas. Aplicando, además, hermosas imágenes que le dan visibilidad al verso: (mi madre acuna lluvias centenarias). (La lluvia fue quemada bajo el limo). Y como se comentó antes, es un texto íntimo, familiar, en el que su autora no deja nada por decir. A la larga, van a ser vidas vividas después de la vida. Conversaciones que pudieron quedar pendientes, que hubiesen gustado tener antes de la partida de algunas de las ramas del árbol genealógico. En ocasiones evoca pasajes de la Biblia y del Nuevo Testamento o se adentra en lo arcano.

La segunda parte del libro la titula «Espacios del aire». He aquí algunas estrofas:

Hermano mío, sentado sobre los hombros
de todos los amaneceres,
al centro del café y el azúcar.

O esta otra:

Esas gotas para cavar en pleno invierno,
esas revelaciones que nos convierten en cemento frío,
en una fosa impávida.

O esta:

Suelta de ti, no más reclamos ni oscuridad
ni pájaros imaginados desde la melancolía.

O este verso que con tan pocas palabras dice tanto:

Vine por ti, quédate en mi gravidez.

Hermano mío, sentado sobre los hombros / de todos los amaneceres, / al centro del café y el azúcar. #Dóminus, de @FelicitaYolanda: un mundo real pero idealizado, cargado de simbolismo. #Poesía. J. Mª García Plata. @adarveeditorial. Clic para tuitear

La tercera parte lleva por título «Kilómetro 12». Un tren, el maquinista, un fogonero, los viajeros y el bar frente al kilómetro 12, donde nunca se detiene, conforman esta  parte. Veamos algunas estrofas:

El maquinista viene en su pájaro centelleante.
Los ojos del pájaro iluminan las puertas,
rechinan los tejados a su paso tremebundo
que traspasa las celosías.

El toro negro pasta el hierro mullido de los rieles,
brama, inyectándome su fuerza.

Vagones cerrados, curvos, con numeraciones interminables.
Algunos traen a los operadores,       
los regresan a la ciudad o los alejan de sí mismos.

Preciosas las metáforas, los símiles e imágenes que hace del tren.

Yolanda F. Rodríguez Toledo viaja por Dóminus a campo abierto y se libera, pienso, de algunas cruces que le pesaban sobre sus hombros, y en un largo y profundo versar, sin despeinarse siquiera, ni alzar la voz para no molestar con estridencias, nos adentra en un mundo de placidez, mostrándonos, además, su altura poética.

Vaya desde aquí mi enhorabuena, compañera, y mi agradecimiento por permitirme reseñar tu insigne obra. Fue un placer.

 

José María García Plata

 

 

Dóminus, de Yolanda F. Rodríguez Toledo. Poesía terrenal y espiritual

 

 

Dóminus

Yolanda F. Rodríguez Toledo

Editorial Adarve

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