Sobre pseudopoesía…

El mayúsculo abanico de posibilidades que nos presenta Internet es motivo de satisfacción personal para unos y ataque de nervios continuo para alguien como yo. Siempre me he considerado mejor lectora que inventora de versos, me gustan los libros, no lo puedo remediar, defecto de fabricación, supongo. Sobre gustos no hay nada escrito, ya lo decía mi madre, aunque el hecho de haber leído poemarios de todas formas y colores me ha facilitado el auto proclamado don de diferenciar la verdadera poesía de una pseudopoesía facebookera, en la que por supuesto, me incluyo.

Hay que diferenciar la verdadera poesía de una #pseudopoesía facebookera. Clic para tuitear

Hace unos cuatro años, empecé a vomitar mis primeros intentos poéticos de forma pública. Las llamadas páginas literarias fueron mi pistoletazo de salida en este complicado mundillo de la poesía virtual. Casi de inmediato, aparecieron solicitudes de amistad por todas partes, gente que ni siquiera conocía alababa de manera celestial cualquier cosa que escribiera. Pronto racioné mis publicaciones, la cotizada inspiración, musa, bombillita o como lo queráis llamar, no aparecía a menudo en mi bloc de notas, para qué vamos a engañarnos.

En vista de la sequía poética que sin lugar a dudas me invadía, empecé a interesarme por lo que los compañeros publicaban. Normalmente, la regla principal de estas comunidades consiste en no publicar más de tres poemas diarios. No tardé en darme cuenta del inagotable torrente de inspiración que planeaba por aquellos lares. Todos escribíamos «poesía», todos éramos poetas de indudable inspiración. Y allí, justo en aquel instante, me di cuenta de que la pseudopoesía había invadido, sin remedio, Internet.

Todos escribíamos “poesía”, todos éramos poetas. La #pseudopoesía había invadido Internet. Clic para tuitear

Facebook, Twitter, Google +; cualquier medio es válido para consagrarnos como grandes artistas de la palabra. Si alguna vez el tiempo os lo permite, pasearos por los comentarios que los lectores regalamos. Apenas existe la crítica constructiva, no nos atrevemos a dar nuestra opinión sincera por no herir los sentimientos del autor. Es indistinto si el poema se ha escrito con faltas de ortografía, es secundario que las palabras utilizadas sean correctas o incorrectas, es total y absolutamente indistinto. La frase más utilizada para justificarnos es: «El poema nació del corazón», y si el poema nació del corazón, compañeros, todo está perdonado.

El poema nació del corazón, y si el poema nació del corazón, todo está perdonado. Clic para tuitear

En definitiva, echo de menos la pulcritud de la palabra, una nueva época donde poesía y afán de superación sean una misma cosa. Quiero publicaciones donde la gente recomiende poemarios, novelas, autores, épocas y estilos diferentes. El hecho de trabajarse los escritos para no caer de nuevo en la afamada pseudopoesía no es sinónimo de insensibilidad, más bien es un acto de justificada superación. Si pretendemos escribir poesía, debemos nutrirnos de verdadera poesía. Y recordad, en cualquier objeto, sensación, bajo cualquier sombra limpia, existe lo que verdaderamente buscáis, solo hay que tener los ojos abiertos y aprender, tener los ojos abiertos y aprender, tener…

 

Si pretendemos escribir poesía, debemos nutrirnos de verdadera poesía. Clic para tuitear

Un gramo de poesía

Escucho el canto dulce de un libro

donde hoja y verso

imitan el aroma

de la fruta dulce en verano.

 

Con el tiempo aprendí

la forma inquieta en que la hiedra

araña la tarde entre los muros.

Gusto dejar nuestros besos

en sus últimos retoques,

bajo frisos de papel pintado

por el juego y la mentira.

 

Y en cada esfuerzo

comulgo con el remedio,

contando innecesariamente

cómo este pecho sordo, casi frío,

se llena de sorpresas recién estrenadas

para volver a escribir de nuevo,

un gramo de poesía.

 

Pilar Molina

Autora de El tramoyista de Lorca

Fotografía de Quino Al

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