Noemí Trujillo (Barcelona, 1976) escribe poesía desde los doce años y Este bosque inmenso, que reseñamos hoy, es, como ocurriera con Un mundo (presentado en MoonMagazine el pasado verano), una antología personal extraída de sus once poemarios publicados. Aquí se añaden —como importante novedad— poemas seleccionados de tres colecciones inéditas que ven ahora, por vez primera, la luz. Autora de relatos y de literatura juvenil, Noemí Trujillo es editora del sello La Playa de Ákaba. No obviamos sus colaboraciones con Lorenzo Silva; de entre ellas, destacar dos de esas novelas escritas a cuatro manos: Nada sucio (2016), primer caso de la detective Sonia Ruiz, y Si esto es una mujer (2019), debut de la inspectora de homicidios Manuela Mauri.

Este bosque inmenso, @NoemiTrujillo @Olelibros. Antología poética personal extraída de sus once poemarios publicados a los que se suman poemas seleccionados de tres colecciones inéditas que ven por vez primera la luz. Clic para tuitear

Los poemarios editados de esta poeta catalana residente en Getafe son: La Magdalena y Lejos de Valparaíso (2009); La muchacha de los ojos tristes (2011); Sólo fue un post (2013); Brooklyn Bridge (finalista, en 2014, del Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla), La princesita en el asteroide B612 (2015), La mujer acecha y Un gigante sentado en el abismo del mundo (2016), Decir un «Te quiero» (2017), Un mundo (2020) y Largo viaje a Caravaggio (2021). Pendientes de publicación están: Días en casa (2020); Introducción al blanco y Mujer y poeta (2021).

Este bosque inmenso consta de 70 poemas. Dos poemarios lo nutren principalmente: Solo fue un post y Días en casa aportan 12 composiciones cada uno. Importantes, cuantitativa y cualitativamente, resultan asimismo las contribuciones de Brooklyn Bridge (7 poemas) y Decir un «Te quiero» (5). Por el contrario, otros tienen presencia casi simbólica, así Un mundo (2 poemas)o Un gigante sentado… (1). Cada composición de esta antología viene anotada en números romanos y lleva, debajo, el nombre del libro del cual procede, con fecha de publicación. Citados los 14 títulos, para mejor agrupar nuestra reseña en bloques temáticos, saltamos de unos a otros refiriéndonos siempre a cada poema con la numeración dada por su creadora.

1. El amor

A veces quiero decirte muchas cosas,

pero no sé cómo hacerlo.

El amor es una cosa muy extraña,

tanto como la vida misma.

A veces estás tan lleno de misterios

para mí,

que despiertas mi curiosidad,

o mi ira,

no sé muy bien,

lo despiertas todo.

A veces quiero decirte muchas cosas,

pero no sé cómo hacerlo.

No me sale.

Debería ser fácil:

«no me abandones»

«no me dejes»

«no te marches».

(Decir un «Te quiero», 2017. Este bosque inmenso)

Belén Artuñedo, profesora en la Universidad de Valladolid, escribe: «La poesía es la intuición de la belleza, de la plenitud y del desgarro, y el latido que hace de la intemperie un lugar habitable». A la hora de celebrar el amor en su plenitud, despejándolo de anteriores (y posteriores) estragos, Noemí Trujillo se muestra generosamente variada: en efecto, en 17 composiciones de su libro percibimos los latidos de este proteico sentimiento con el viento soplando en popa: así, en explícitas preferencias sexuales y subsiguiente insaciabilidad (III y IV), en ver cómo cada edad le aporta sus ventajas (XIII), en cómo a la muerte de un amor bestial sigue otro más poético (XVI), en descubrir sus rasgos favorables (XVII), en la permanencia de un amor que se desea eterno (XIX) o en su poder absoluto, siempre vencedor (XXII y XXVII); también tenemos ese otro amor «quita penas» (XXIV), el sincero atrevimiento en una completa declaración al amado (XLI), el misterio del amor, poderoso e inefable (XLII), la enumeración de las virtudes del amado (XLIII), ese amor salvaje —libre y bello— que brota del viaje (XLIV) y cómo las dificultades —superadas gracias al diálogo y a la resolución de ser feliz— fortalecen al amor (XLV y Decálogo).

El poeta francés Pierre Reverdy dejó dicho que «la ausencia es la madre de todos los poemas». Y el poeta argentino Roberto Juarroz apostilló: «El poema es presencia y ausencia a la vez, inmanencia y trascendencia, lo uno y lo otro, ser y no ser simultáneamente». La congoja y el deseo que provocan las ausencias del ser querido las tenemos en 8 implacables poemas de Este bosque inmenso, extraídos de los iniciales poemarios de su autora: así, en la soledad de la ausencia generando el deseo voraz (I), en la actividad poética y el período femenino aliándose para alejar al amado (II), en los grados de pasión que provocan los viajes del ausente (V), en la noticia del embarazo de la poeta coincidiendo con otra desesperante separación (VII), en la soledad del alejamiento no mitigada ni por Rilke ni por las sofisticadas invitaciones del amado, de nuevo en viaje (VIII); aparece también un listado de peticiones redactadas por la poeta —para superar su nostalgia— al no presente (IX), la ausencia que ocupa el espacio vital de la poeta y despierta sus celos (XII) o esa soledad invadiendo los rincones domésticos y que extiende su manto por la noche sin música (XVIII).

XVIII

La llave en la cerradura, quitarse los tacones,

entrar descalza en la casa vacía,

llamar al sueño sin que venga a arroparte,

escuchar caracolas en el sofá de casa,

ver la tristeza del mar en tu vaso de agua.

En un mes solo uno aprende a estar solo

pues no hay mujer más sola

que la que elige amar a un hombre libre.

Aquella canción que ya no suena,

los días de desorden y la cama sin hacer,

tantas noches sin cena y tan pocas ganas de comer.

No sé si queda algo de música para mi noche.

(Solo fue un post, 2012. Este bosque inmenso)

La maternidad. Hasta en 7 composiciones se ocupa Noemí Trujillo de este proceso biológico que lleva a convertirse en madre, insuperable experiencia de vida que ella poetiza con finísima sensibilidad. Una madre calma los miedos de su hija (VI); una operación quirúrgica deja como secuela no poder engendrar más —secuela superada con el aliento del marido y padre— (XI y XV); el amor a la hija reflejado antes de su nacimiento y a quien se dedica, después, poemas tan intensos como este (XXVI); la maternidad vista desde los 44 años de existencia englobando a todas las madres del mundo (LXVI), y la maternidad según el poeta Antonio Gamoneda, acariciadora y acompañante (LXIX).

VI

No llores por la noche, niña mía.

No llores.

No te quedes al borde de las pesadillas.

No me llames con miedo como si pudiera dejarte.

Sabes que estoy ahí, que soy tu madre.

No temas la oscuridad y la calma.

(La Magdalena, 2009. Este bosque inmenso)

2. Las ciudades

Para Fernando Pessoa encontrar poesía en la ciudad resultaba un hecho evidente. Sentado en A Brasileira, su café preferido, frente a papel y tintero, la poesía brota espontánea desde la trepidación de los coches por la calzada o en cada vulgar movimiento de un pintor que, al otro lado de esa calle, se esmera con el rótulo de un comercio… 8 poemas de Este bosque inmenso recogen experiencias muy vividas de la autora, ahora en ciudades de países diversos. Una Nueva York poco acogedora suscita su extrañeza (XXVIII), pero, al mismo tiempo, despierta una identificación con su multitud interracial y con el puente de Brooklyn (XXIX) así como sensaciones de refugio en pequeñas iglesias, durante sus recorridos por la Quinta Avenida y Wall Street (XXXI y XXXIV). Roma, en compañía del amado y el pintor Caravaggio, representa una fusión perfecta (XLVI y XLVII); de Malta destaca el cruce de culturas y la música por sus calles (XLVIII), y Madrid es rebautizada como «capital mundial del beso» (LXIII).

XXIX

Me asesinó el cielo, la lluvia, las ninfas,

me fracturé el pie, morí de tétanos,

me estrangulé a mí misma.

Hasta que llegué aquí,

el lugar donde se confunden las fronteras,

y he podido ser judía, árabe,

siria y libanesa.

Daría cualquier cosa por recuperar la mirada

de aquella muchacha enamorada que era,

aquellos ojos míos que no conocían la impureza.

No me preguntéis nada, ya cesará este vértigo,

me llamo puente colgante.

(Brooklyn Bridge, 2014. Este bosque inmenso)   

3. Vida cotidiana y familiar

El poeta chileno Ludwig Zeller dijo: «La poesía es una forma de iluminación con que los seres podemos sobrellevar lo cotidiano, acercarnos a la magia, al mundo paralelo de los sueños». A esta definición responden exaltaciones domésticas como la de una familia alrededor del árbol navideño (L), o esa otra en la que, satisfactoriamente, se conjuga vida familiar con creación (LXVIII). Opuestas a ellas tenemos composiciones donde se canta, —con fiereza—, a la vida no doméstica (XXXV) y al más atroz individualismo (XXXVI). El confinamiento provocado por la Covid 19 genera una cascada de versos que inciden en el día a día provocado por esta circunstancia: la maldición de que durante esos meses fallezca un familiar (LII y LIV); la monotonía de un tiempo sin suspiros (LIII); los actos cotidianos desvelando a la familia bajo ángulos diferentes (LVI); bailar como terapia (LVII); la incertidumbre global contestada desde el amor particular (LVIII); la felicidad disfrutable gracias al padre que lee cuentos a la hija (LIX), y los efectos del confinamiento sobre el Libro, con ferias aplazadas y librerías cerradas (LX).

LIX

No hay momento en el que me gustes más

que cuando, tumbado en la cama, abres un libro

y te dispones a leérselo a nuestra hija

y los dos podemos, entonces, disfrutar

de un momento de felicidad: solo para nosotras.

Y tú, despojado de tu aura de hijo del Sol,

eres solo un marido, un padre leyendo,

un hombre cansado al final del día, una voz

en un bosque de palabras.

Sí, ¡adoro ese instante!

El dulce milagro de escuchar,

de querer saber, de mirarte,

solo mirarte.

(Días en casa, 2020. Este bosque inmenso)

4. Creación poética

El poeta francés Pierre Jean Jouve escribió: «No hay poesía si no hay absoluta creación, y, en torno a esta creación, como un nimbo permanente, el misterio debe permanecer. Creación y misterio forman el tesoro de la Poesía». En este grupo en el que Noemí Trujillo habla de poesía —y de poetas— muestra cómo su propio conocimiento poético, al desarrollar cualquier vago asunto —ese «nimbo permanente» (o misterio sin concretar aún en precisiones verbales)—, busca hacerlo de la forma más natural posible: sin romanticismos ni desvergüenzas. Y con un tipo de comunicación en el que su proceso creador (como artista que ella es) contacte con el mundo exterior participando de sus realidades y haciéndolo tangible. La exclusividad de la labor poética (X); la poesía autobiográfica (XXIII); el lugar de la poeta entre la multitud y sus limitaciones (XXV y XXXIX); la inutilidad de la poesía y su agotamiento (XXX y XL); las identificaciones con las poetas que no renunciaron a su grandeza, con poetas extranjeros, y con quienes escriben poco y logran mucho (XXXII, XXXIII y LXI), y, por último, la necesidad de reconocimiento de la poeta (LI), son temas desplegados aquí por un talento de primer orden.

LI

Ganas de ser río y cruzar el mar,

ganas de dejar la soledad de hoy para anteanoche,

muchas ganas.

Ganas de plantar racimos

y recoger alegría,

ganas de cortarle la barba a mi tristeza.

Ganas de estar viva, de cruzar el desierto,

llegar a Àqaba y que alguien me llame:

¡Poeta!

Ganas de tropezar con Dios,

ganas de amor,

tengo ganas.

Ganas de escribir y ser rosal,

ganas de contar lo que me pasa,

demasiadas ganas.

(Un mundo, 2020. Este bosque inmenso)

El poeta gerundense Rafael Santos Torroella sentenció: «Una confesión no es poesía. Una lágrima o un recuerdo tampoco. Por ello, la sinceridad no constituye un valor supremo en un poema. Sí, en cambio, la autenticidad en la creación que, aunque no se contradiga a aquella, no es la misma cosa». Sobre cada temática abordada Noemí Trujillo Giacomelli nos demuestra cómo ser sincera desde la autenticidad poética. Os animo a perderos por Este bosque inmenso, antología magistral.

Sobre cada temática abordada @NoemiTrujillo nos demuestra cómo ser sincera desde la autenticidad poética. Os animo a perderos por #EsteBosqueInmenso, antología magistral. #Reseña: Manu López Marañón. @Olelibros. Clic para tuitear
Este bosque inmenso, antología poética de Noemí Trujillo.

Este bosque inmenso

Noemí Trujillo Giacomelli

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Reseña de Manu López Marañón
Diseño de la portada de la reseña: David de la Torre

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