Cuando destapamos La caja negra podemos contemplar con alborozo que el contenido se desborda, a diferencia de lo que ocurre con los paquetes de patatas fritas. En este caso, no es aire sino cantidades ingentes de humor, del mismo color que el de la caja, o incluso más oscuro, lo que hace grande al producto que tenemos entre las manos. En cuanto al regusto que nos aporta, es de una acidez al nivel de la sangre del octavo pasajero de la nave Nostromo, capaz de perforar, capítulo a capítulo, los cimientos de la familia, el capitalismo actual y hasta el mismísimo Wall Street.

#LaCajaNegra, del autor búlgaro #AlekPopov, es de una acidez capaz de perforar, capítulo a capítulo, los cimientos de la familia, el capitalismo actual y hasta el mismísimo Wall Street. #HumorNegro @AutomaticaEdit Eduardo S. Petite. Clic para tuitear

El escritor, columnista y guionista búlgaro Alek Popov, al igual que los hermanos protagonistas de la novela, nació en Sofía. Pero no solo este es un punto de coincidencia autobiográfico, sino que la historia parte de un suceso dramático sufrido en su vida real. El padre de Alek residía en Estados Unidos como profesor visitante de matemáticas en la Universidad de Filadelfia, mientras él cursaba su último año de estudios en Sofía, cuando de manera inesperada recibieron la noticia de su fallecimiento. En una época donde de manera inminente llegaría el caos tanto económico como político, propios del fin de la transición en Bulgaria, lo único que recibió la familia Popov fue una caja negra de plástico. El contenido: las cenizas del progenitor y ninguna explicación, ya que a día de hoy, la causa de su muerte sigue siendo una incógnita.

La caja negra es la primera novela del autor traducida al castellano y viene de la mano de Automática Editorial. Con ella, como dijo el propio Alek, quiere dejar claro que el sentido de identidad nacional es una mezcla de orgullo y vergüenza. Incluso las naciones más vanidosas, en realidad todas ellas, tienen esqueletos en el armario.

Según vas avanzando en la novela, de lo que no hay duda es que Kurt Vonnegut ha sido un importante referente literario para Popov.

La estructura dicotómica de la novela se basa en la contraposición de dos mundos, en principio, totalmente diferentes como son el búlgaro y el estadounidense, plasmados en Ango y Ned Banov.

Los hermanos Banov, quince años después de recibir las cenizas de su padre, sufren un cambio radical en sus vidas. Ango, habiendo fracasado en el intento de crear su propia editorial, decide huir hacia el sueño americano, donde tras reencontrarse brevemente con su hermano, y de casualidad, acaba trabajando como paseador de perros. Este trabajo le proporcionará contactos buenos y malos, así como se verá envuelto en situaciones, unas veces maravillosas, y otras terribles. Y Ned pasa de vivir en Nueva York y de estar posicionado entre los grandes de Wall Street, a ser relegado a recorrer el camino a la inversa de su hermano, para controlar una sucursal de la empresa localizada en su ciudad natal, como consecuencia de un error ajeno a su control.

Cada hermano se reparte un capitulo alterno, elaborando dos tramas totalmente diferentes, pero con un nexo tanto físico como psicosocial que los mantendrá unidos sin ellos darse cuenta.

Tengo que dejar clara mi absoluta predilección por los autores de la Europa del este, véanse; Stanisław Lem (Polonia), Karel Čapek (República Checa), Arkadi y Borís Strugatski (Rusia), Mircea Cărtărescu (Rumanía). De todos ellos, en su estilo propio y abarcando muy diversos temas  —ciencia ficción, misterio, fantasía, filosofía, poesía, y un sinfín de ramificaciones existenciales—, lo que más me ha gustado siempre ha sido su aderezo en grandes dosis de humor, en todas su modalidades. Y es por eso que cuando Automática Editorial me dio la oportunidad de conocer a un escritor búlgaro, que por desgracia, recalco, hasta ahora ninguna de sus novelas había visto la luz en castellano, me lancé de cabeza sabiendo que iba a ser una apuesta segura, y así ha sido.

Aunque La caja negra tiene un trasfondo muy duro, tanto en la piel de alguno de los personajes, como por motivos políticos y económicos, en este caso la sátira balcánica suaviza, mediante un humor incisivo, la problemática que ha existido, existe y existirá siempre, no solo en los lugares que se nombran sino en el mundo entero.

La novela está plagada de metáforas geniales, prácticamente una alegoría de una sociedad intemporal, que como mínimo me han sacabado una sonrisa, y, en la mayoría de los casos, una profunda carcajada. Aquí se hace patente el dicho no hay mal que por bien no venga, ya que debido al confinamiento, he tenido que leer el libro única y exclusivamente en casa, evitando así la vergüenza de reírme como un tonto delante de desconocidos en cualquier transporte público. Y de paso aprovecho para dar las gracias a la editorial y en especial a Alek Popov, ya que La caja negra me ha servido de bálsamo contra un terrible dolor de espalda que estoy padeciendo, pues a nivel psicológico, está demostrado científicamente que la risa es un liberador de endorfinas, lo que hace que se generen sustancias que combaten la ansiedad y la depresión.

#LaCajaNegra de #AlekPopov está plagada de metáforas geniales que como mínimo me han sacado una sonrisa, y, en la mayoría de los casos, una profunda carcajada. @AutomaticaEdit. #Reseña: Eduardo S. Petite. Clic para tuitear

Un pequeño ejemplo rápido de cómo incluso mediante unas simples siglas, el autor es capaz de categorizar sarcásticamente a los personajes que pueblan la novela: BTE (Búlgaros que Triunfan en el Extranjero), GFAB (Gilipollas Fracasados Atrapados en Bulgaria), CTB ( Club de los Búlgaros Triunfadores), CTM ( Club de Triunfadores Muertos).

Pero no solo es puro solaz, La caja negra también nos aporta un subyacente toque de atención medioambiental y una interesantísima guía didáctica del mundo financiero: funcionamiento del mercado de valores, diferencias entre opciones y derivados, e incluso nos adentra en la exótica leyenda «momento Baruch».

Completando el binomio de los hermanos Banov, a otro nivel, pero de la misma importancia, nos encontramos con dos sindicatos dedicados a gestionar el mundo del paseo perruno. El primero y dominante, «Dogsters», y el segundo y emergente «La Gente de la correa». Junto con la marca de comida para perros «Caníma» y un puñado de variables, sindicatos y hermanos, forman una complicada ecuación cargada de incógnitas que se irán despejando con cada volteo de hoja, y que una vez solventada nos dará como resultado una trama ingeniosa, divertida y muy reflexiva.

La caja negra es una novela deliciosamente surrealista y delirante que recomiendo a todo el mundo, y en especial, a la gente que disfruta con una literatura que duerme sobre un lecho relleno de mullidas ganas de vivir.

 

#La CajaNegra, una novela deliciosamente surrealista y delirante que #RecomiendoLeer en especial a quien disfruta con una #literatura que duerme sobre un lecho relleno de mullidas ganas de vivir. @AutomaticaEdit. Eduardo S. Petite. Clic para tuitear

Bonus track La caja negra

P.S. No me puedo resistir a seleccionar al azar alguna de las muchas metáforas o símiles que aparecen en la novela:

«He mezclado alimentos y bebidas que, claramente, están teniendo una discusión existencial».

«Es casi la antítesis de Hull, cuya cara lavada parece fundirse con la tonsura que ya ha llegado hasta la parte frontal de su cráneo».

«Mi cartera cuidadosamente seleccionada no dejaba de depreciarse. Día a día, hora a hora perdía centésimas, a veces décimas de puntos porcentuales, como la carne de una nariz sifilítica».

«Melva Blaine estaba sentada al lado del decano y le susurraba algo al oído, lo que hacía que sus cejas pobladas se movieran arriba y abajo como las palancas de un pinball».

 

La caja negra, de Alek Popov: El humor negro vuela alto

 

 

La caja negra

Alek Popov

Automática Ediciones

 

 

 

 

 

 

Reseña de Eduardo S. Petite

Diseño de portada de la reseña: David Verdejo

 

 

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