Vuelve Teresa Suárez, esta vez, directamente desde Éire, para hablarnos sobre esta novela de Salva Alemany.

Éire, de Salva Alemany

Durante unas obras en una población cercana a la capital irlandesa, habían aparecido varios esqueletos enterrados. Se hablaba de al menos cinco cadáveres, aunque de momento las informaciones eran confusas.

En Irlanda el inspector Aiden Savage fantaseaba con sus merecidísimas vacaciones de verano. «Eso había sido antes de que a un puto fontanero se le ocurriese escarbar en el patio trasero de una casa en Shankill y empezara a sacar huesos de niños como quien recoge patatas en el huerto».

En España esa misma noticia, escuchada con atención en el telediario a la hora de la cena, traslada a Sixto Bruno, detective privado, hasta aquel lejano verano en el que sus padres «decidieron enviarlo a estudiar a Irlanda en un programa de esos que convive con una familia del lugar». Por aquel entonces él tenía 13 o 14 y «la casa de los hallazgos», cuyas imágenes aparecían ahora en televisión, «era contigua a la que él ocupaba en su estancia irlandesa, estaba casi seguro de ello».

Durante aquel viaje iniciático, desde la adolescencia a la madurez, Bruno escribió un diario. Más allá de las aventuras y experiencias de la pubertad, en esa libreta se narran unos hechos que se revelarán vitales a la hora de resolver los horrendos crímenes.

Sin conocerse, el inspector Savage y el detective Bruno iniciarán investigaciones paralelas que acabarán entrecruzándose gracias a la figura de una periodista irlandesa que actuara de nexo entre ambos hombres… Y de fondo la presencia de la poderosa Iglesia Católica irlandesa.

De mi pasión por Éire he dado cumplida cuenta en las reseñas de Black, Benjamin Black, para la revista Calibre 38.  Mi primer encuentro con el señor Black no fue demasiado amistoso, pero mi pasión por su escritura, por su país, por su cultura, quedó patente, se desbordó, en Quirke.

Así que para ésta que escribe, siempre es un placer volver a la verde Irlanda, y si es para investigar un crimen mejor que mejor.

Es la segunda novela de Salva Alemany a la que me enfrento y, como me suele pasar últimamente, he ido hacia atrás. Primero leí Alacrán, su tercera novela, y ahora le ha tocado el turno a Éire, la segunda.

Leer de este modo tiene ventajas e inconvenientes.

Con Alacrán disfruté de veras. Mucho. Por eso era inevitable que la sombra de este bicho se proyectara sobre la lectura de Éire.

Ejerciendo de «criatura sentenciosa de meseta» (la frase no es mía sino de Laura Mavor en su excelente novela No eres lo que busco) voy a afirmar con rotundidad, porque yo lo valgo, que Alacrán es mejor novela que Éire.

Veo imperfecciones en Éire que, de no haber leído antes Alacrán, probablemente me habrían pasado desapercibidas.

En Éire intuyo mucho en la cabeza para contar y dudas sobre si serás capaz de hacerlo como realmente deseas.

En Éire veo prisa, precipitación. Se narra sin control, a borbotones. Aún falta aprender a perfilar.

En Éire, más que como crítica como cosa llamativa y graciosa, tienen excesiva presencia «los genitales» del inspector Savage y colegas (pag. 49: «acaban de poner sus pelotas en remojo en un cazo»; pag. 50: «empieza a notar un calor suave en sus pelotas»; pag. 83: «sus pelotas siguen caldeándose a fuego lento»; pag. 100: «me van a apretar las pelotas hasta que se me pongan moradas»; pag. 164: «una vuelta de tuerca sobre sus ya de por si retorcidos testículos»; pag. 206: «tomar las decisiones erróneas no supondrá otra cosa que avivar las brasas sobre las que descansas sus pelotas»). Conste que con esta apreciación no pretendo tocarle «las pelotas» al autor (guiño, guiño).

En Éire ya hay motos y excelente música y curiosidad por otros pueblos.

En Éire hay deseos de expandirse, de traspasar fronteras, de borrar límites.

En Éire se ven destellos de esa capacidad que tiene este escritor para dotar a sus novelas de un halo de ternura, algo que no deja de sorprenderme tratándose, como se trata, de historias de violencia y muerte.

En #Éire se ven destellos de esa capacidad de Salva Alemany @jacksshadows para dotar a sus #novelas de un halo de ternura, algo que no deja de sorprenderme tratándose de historias de violencia y muerte. Teresa Suárez. @EdAmarante. Share on X

Con Alacrán disfruté de veras.

Pero con Éire, su hermana menor, un embarullado y entretenido revoltijo de ideas e historias interesantes que se empujan unas a otras intentando captar la atención del lector, también lo he hecho.

Por eso les recomiendo que lean ambos libros, pero en el orden correcto.

Si lo hacen así verán, al igual que yo lo he visto, cómo un escritor, un buen escritor, es capaz de evolucionar de una novela a otra y cómo, a pesar de los borrones, la costumbre de la lectura siempre te permite detectar a los autores que merecen la pena.

Ustedes deciden.

 

Lean #Eire y luego, #Alacrán, de @jacksshadows, y así verán cómo un buen #escritor es capaz de evolucionar y cómo la costumbre de la #lectura siempre te permite detectar a los autores que merecen la pena. Teresa Suárez. @EdAmarante. Share on X

 

 

Éire

 

Éire

Salva Alemany

Editorial Amarante

Comprar AQUÍ

 

 

 

 

La opinión de Teresa Suárez

Portada de la reseña: David de la Torre