The Rise of Skywalker es una andanada blaster de referencias encajadas a la fuerza. J. J. Abrams convierte el «final» de la saga en un satisfyer diseñado para todos los públicos, nostalgia en frío, de intenso pero pasajero orgasmo, dejando un regusto amargo a la postre de tan largo viaje.

Atrás quedan los tiempos de aquella galaxia cada vez más lejana. La acción desenfrenada mantiene al espectador expectante en su butaca, sacrificando todo argumento convincente por un mayor impacto visual, un espectáculo pirotécnico, propio de las grandes producciones a las que Disney nos tiene acostumbrados.

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El episodio IX es entretenido, pero sin pretensiones.

J. J. Abrams es un arquitecto consumado, capaz de convertir su aportación en Star Trek, más centrada en la exploración y diplomacia que en conflictos interestelares, en una arista destacada de la franquicia que abrió paso a un público más extenso.

El director es consciente de que se cimienta sobre un guion renqueante y difuso en esta «última» entrega, por ello ejerce la vieja táctica: La mejor defensa es un buen ataque, capaz de robarnos el aliento antes de darnos cuenta de que nos robaron la cartera. Bastan cinco minutos para contemplar cómo Abrams revela sus cartas, Palpatine y su flota estelar son capaces de sobrecoger desde el inicio.

Por desgracia Palpatine es reducido a un cliché de villano bocazas con la necesidad de desvelar un maligno plan con bravuconadas y pocos hechos, con una flota capaz de destruir planetas y hundir de nuevo la galaxia bajo su pie de acero que se reduce a un arma de Chéjov desaprovechada.

Ocurre lo mismo con los caballeros de Ren. Un aditivo prometedor, apabullante y con una gran presencia escénica, meramente anecdótico y sin trasfondo alguno salvo que acudamos al material expandido.

Un insulto a las expectativas.

Con una amalgama de escenas entrelazadas y enfrentamientos absurdos entre Kylo y Rey, que continúan desarrollando su conexión con la fuerza hasta alcanzar un WiFi de 5G, el impacto inicial se desdibuja, relegando el resto de la película a una aventura al uso, que «rima» constantemente con otras de las grandes sagas de George Lucas: Indiana Jones, «y la maldición del argumento perdido».

Cabalgan sobre destructores, explosiones, enfrentamientos de sables láser, batallas espaciales con triple tirabuzón y despedidas emotivas. Y al igual que el pobre Jones y el arca robada por los Nazis; al finalizar el episodio IX observamos cómo las narrativas que se desarrollan a su alrededor no tienen ningún valor argumental, salvo el de enriquecer a base de cañonazos y búsquedas del tesoro un guion repleto de carencias, que podía finalizar en esos cinco primeros minutos sin cambio alguno.

El Ascenso de Skywalker: Los fantasmas del pasado

La orden sesenta y seis no sólo acabó con la orden Jedi, también se ocupó de enterrar los giros argumentales, los personajes carismáticos y las revelaciones de infarto que hicieron grande aquel pequeño sueño de George Lucas. Un cineasta poco conocido de Modesto, California, cuya ambiciosa propuesta  fue rechazada por los estudios United Artist, Universal Pictures y la mismísima Disney, (he aquí el verdadero giro de la trama), que más tarde fagocitó la compañía, encumbrada por Lucas gracias a su sorprendente visión de futuro y el hábil manejo de la mercadotecnia.

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Un imperio que acabaría por convertirse en uno de los mayores iconos de la cultura pop a lo largo de tres generaciones.

Tras los dos primeros visionados por la crítica especializada y espectadores de control, y tras recibir pésimas puntuaciones, la productora decidió invocar a George Lucas con la intención de dar un giro de timón. El eco de una trilogía inicial cuyo creador ha confesado en múltiples ocasiones dejar resuelta con la redención de Vader.

No se han desvelado los detalles que llevaron a cambiar la cinta por tercera ocasión, pero se deja intuir el regreso de la nostalgia en cada minuto adicional. Las valoraciones ascendieron perceptiblemente, apelando al corazón de los fans primigenios. El resurgir de cada icono, algunos de manera física y otros con la sustitución de personajes cuyo carácter ha sido tan alterado que, El ascenso de Skywalker, bien podría haberse titulado «El regreso de los clones».

Regresa el inmortal conflicto entre la luz y la oscuridad

La estrella de la muerte nos deja algunas de las escenas más impactantes de la película, en una sucesión de escenarios míticos recreados, y en ocasiones reinterpretados, con gran maestría.

R2D2, C3PO, Chewbacca, Lando, Luke, Kenobi, Yoda, Windu, incluso Qui-Gon Jinn…

Ningún ícono de la saga ha quedado atrás.

Han Solo regresa acompañado, uno de los muchos cameos que nos encontraremos, pero toma su presencia corpórea en Poe Dameron, cuya personalidad se ha vuelto cada vez más díscola y arrogante, revelando un pasado oscuro como contrabandista de especias.

¿Resulta familiar?

Poe es tan sólo el primero de una larga sucesión de doppelganger surgidos de ninguna parte.

Finn se desdibuja, la relación que parecía haberse fraguado con Rose pasa a un tercer plano con el fin de introducir un nuevo personaje que a estas alturas de la trama no tiene mucho que aportar, salvo quizás, el de abrir nuevos caminos en las secuelas y dar al traste con las teorías de los fans sobre el posible romance entre Finn y Poe Dameron.

Kylo Ren no se toma muy en serio eso de: «Deja morir el pasado, mátalo si es necesario». Se convierte en su abuelo pieza por pieza, reconstruyendo el casco de manera espectacular, todo un acierto. Se mete cinco cajas de Marlboro entre pecho y espalda para tener esa voz sintetizada con esputo digital y por un momento se convierte en el villano supremo; pura fachada:

—Coge mi mano (¿Luke?) y gobernaremos la galaxia juntos.

Ben Solo replica así el mismo arco de redención que Vader, demostrando que en esta saga el auténtico villano siempre ha sido Palpatine.

El Pollavieja oficial.

Rey por su parte retoma el papel de Luke, su confrontación con el lado oscuro y el regreso de uno de los recursos más tramposos a los que puede recurrir un guionista; las falsas revelaciones con las que retomar las descendencias proféticas que echan por tierra el valiente mensaje inicial que aseguraba que cualquiera puede ser un Jedi, independientemente de su cuna.

Con guiños constantes hacia el material extendido y capaz de desarrollar poderes que nunca habíamos visto antes en las películas, enlazan sospechosamente bien con la nueva serie de Star Wars: The Mandalorian.

Los usuarios de la fuerza, tanto Jedi como Sith, tienden a tener un vínculo específico en su uso; telequinesia, canalización de rayos, el manejo de armas láser, curación…

¿Congelar disparos al más puro estilo Matrix?

Rey ha dejado atrás la orden Jedi para convertirse en la elegida, aquella que liberará Matrix de la opresión patriarcal de Pollaviejas con ínfulas de gobernantes supremos.

Star Wars Episodio IX: ¿El final de la saga Skywalker? 4

Carrie Fisher, homenaje a una estrella inmortal

Sin embargo no todo está perdido, la fuerza es aún muy fuerte en esta saga. Los acontecimientos se encadenan a la perfección, moldeando las pocas pausas que nos ofrece para encarrilar la trama hacía nuevos peligros que no cesan hasta el último momento.

La acción es desenfrenada, desenfadada y muy entretenida.

Contemplar en escena a Carrie es simplemente arrollador, sobre todo en aquellas escenas en las que comparte metraje con su hija en la vida real, Billie Lourd, a quién ya se la augura un prometedor futuro a pesar de tener un peso puramente anecdótico en esta saga.

A pesar de echar por la borda lo construido en la última saga con su «épico» desenlace, J. J. Abrams corrige muchas de sus faltas con el espectacular homenaje póstumo a Carrie Fisher. Al igual que muchos, recibe una reinterpretación de su personaje, siendo sin lugar a dudas el más acertado.

Un nuevo rumbo a un esperadísimo final, en el que Leia deja de ser aquella esclava que tanto aborreció interpretar para convertirse en la legítima heredera de los Skywalker por derecho propio.

Una última y merecida despedida a la verdadera heroína de los mellizos de la fuerza.

A pesar de echar por la borda lo construido en la última saga con su «épico» desenlace, J. J. Abrams corrige muchas de sus faltas con el espectacular homenaje póstumo a #CarrieFisher. #StarWars #ElAscensoDeSkywalker @AlexisFalkas. Clic para tuitear

El lado oscuro permanece

Terminan más de cuarenta años de historia, salvo que las películas venideras de la franquicia dejen de resultar rentables. Volverán las oscuras golondrinas de cantar sintetizado, las recreaciones con efectos especiales y las desgastadas tramas que prometieron concluir; congeladas en aquel arcón junto a Walt Disney.

Star Wars se despide con un espectáculo ameno y para todos los públicos. De gran impacto visual y carga emocional, con un ritmo vertiginoso pero sin pretensión alguna, salvo el mérito de clausurar una leyenda sin atreverse a sorprender ni reinventar un patrón que ha demostrado funcionar a la perfección.

El ascenso de Skywalker es el remiendo de miembros antiguos sin ideas nuevas ni mentalidad propia.

El monstruo de lo que fue, y ya nunca más volverá a ser.

May the force be with you.

 

#StarWars se despide con un espectáculo ameno y para todos los públicos. De gran impacto visual y carga emocional, con un ritmo vertiginoso pero sin pretensión alguna. @AlexisFalkas #ElAscensoDeSkywalker. Clic para tuitear

 

Un artículo de Alexis Falkas

 

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