«I am», séptimo episodio de Lovecraft Country sobre el que, como cada semana y sin destripes, nos informa nuestra compañera Aglaia Berlutti.

Nueva entrega de #LosSumarios de @Aglaia_Berlutti. Hoy, el séptimo episodio de #LovecraftCountry, «I am». @LovecraftHBO. Share on X

Lovecraft Country (séptimo episodio): «I am»

El rostro real de los horrores

La mayor parte de lo que sabemos sobre H.P Lovecraft es falso. O al menos, fue manipulado por el autor para pulir su biografía. Lo hizo en vida, con un sentido de la importancia que desbordaba sus escasos éxitos literarios del momento y, en especial, con toda la intención de ocultar la oscuridad en su interior. Porque Lovecraft  — severo, enigmático, obsesionado con las palabras, envilecido por una infancia atroz —  era uno de sus monstruos, aunque por entonces no lo sospechara y ni siquiera pudiera predecir el alcance de su legado literario. El Lovecraft escritor, que recibió más rechazos que aplausos, lleno de rencor hacia la diferencia, pero que, a la vez, era capaz de una generosidad extraordinaria e inexplicable  — se cuenta que podía corregir textos ajenos sin cobrar ni pedir reconocimiento, sólo por el impulso de la solidaridad —  se convierte en un personaje complejo, dolorosamente escindido y sin duda, en busca de un rostro en medio de la oscuridad en la que habitaban sus demonios privados.

El séptimo episodio de Lovecraft Country «I Am», tiene mucho de esa visión desdoblada y confusa sobre el origen de la verdad. Los personajes, despojados de sus máscaras favoritas y en la búsqueda de respuestas a lo sobrenatural, recorren un trayecto en medio de dolores y temores que tiene más relación con el terror que les habita — los traumas y heridas a medio cicatrizar —, que con lo que sea que ocurra a su alrededor. Si el sexto fue un flashback gigantesco que sostuvo de una manera u otra el recorrido interno de Atticus a través de su propia historia, el séptimo episodio tiene un impulso renovado hacia lo que yace debajo de las tinieblas a las que Lita y Atticus se enfrentarán antes o después. Hasta ahora, la serie había jugado con el apartado visual para crear un cuidadoso escenario en la que el ritmo, el tono y la forma en que el ojo del espectador sigue las secuencias, crean una tensión irrespirable, la mayoría de las veces inquietante y, en otras, directamente desconcertante. En Lovecraft Country nada es sencillo y tampoco se prodiga con facilidad, porque la esencia integral del argumento se basa en la cualidad del programa para mostrar los dos rostros de la verdad, la realidad e incluso las confusas sombras que se mueven en medio de una historia cada vez más compleja y dura.

Lo desgarrador, lo tenso y lo violento crean una concepción sobre el sentido esencial de Lovecraft Country como conjunto: ¿Atticus trata de comprender su historia, a la vez que se enfrenta a algo más duro sobre su pasado? ¿O Lita es una víctima de las circunstancias que le rodean? Ambas convergen entre sí y avanzan hacia un espacio inexplorado que la serie construye con pulso cuidadoso. No es sencillo reflexionar sobre temas emocionales y de consecuencias tan dispares por medio de líneas argumentales específicas, a la manera en que el show lo hace: Desde el horror corporal, las referencias a la historia oscura de EEUU relacionada con el racismo hasta los enigmas de la trama esencial, el programa entero parece responder a esa máxima que define casi todos los relatos de Lovecraft: la noción de lo misterioso y lo aterrador, como solo un fragmento de información en busca de otros. Cada capítulo ha sido un recorrido retorcido por la identidad de la Norteamérica profunda, por lo que se esconde en las penumbras de la psiquis de una cultura que crea sus propios horrores y los alimenta con la pérdida, el miedo y la crueldad.

Cada capítulo de #LovecraftCountry ha sido un recorrido retorcido por la identidad de la Norteamérica profunda, por una cultura que crea sus propios horrores y los alimenta con la pérdida, el miedo y la crueldad. @Aglaia_Berlutti Share on X

¿Es Lovecraft Country una serie que debate y elabora una percepción sobre la identidad a través de lo sobrenatural? o por el contrario ¿busca una forma de comprender las cada vez más complejas ramificaciones de una historia que se esconde bajo lo inexplicable? Ambas disyuntivas se mezclan, a la manera en que Lovecraft describió sus mundos aterradores basado en lo que se escondía en su interior, en ese monstruo voraz y determinado a mostrarse en la pluma y en las historias de un hombre herido y enfurecido. En el libro de Matt Ruff, Lovecraft Country es una alegoría, es un lento trajinar por entre el miedo cultural y algo más refinado y tenebroso. La serie no sólo se sostiene sobre la misma idea, sino que la lleva a un nuevo nivel, como si de una de las criaturas inabarcables e incomprensibles de Lovecraft se tratara.

Lovecraft Country (séptimo episodio): I am

Por supuesto, el séptimo episodio deja a un lado la recapitulación y sigue la línea trazada por los anteriores, que apunta al descubrimiento de todos los misterios que aguardan en medio de la quietud de bosques y ciudades con espacios inexplorados. En «I Am», el guion tomó la inteligente decisión de asumir el peso de los recuerdos (y su significado) como un recurso concreto: si en el capítulo seis, el formato episódico pareció dar paso a un juego cinematográfico con alucinantes metamensajes, en el séptimo episodio la multiplicidad en las dimensiones de la narración permite al show desdoblarse en varias capas de en forma simultánea: «I Am» podría ser un vínculo de conexión en la forma en que conocimos la historia de Atticus, Ji – Ah o Lita. Al final, el argumento evoca un juego de capas, en que el viaje multidimensional ahora sí, cobra el símbolo del autodescubrimiento, a la vez que los monstruos y los terrores, se ensañan con lo que se esconde en el tiempo, convertido en una línea que avanza con firmeza, pero que no define el ritmo del programa. Lita sigue en su incesante necesidad de encontrar respuestas, pero a la vez retrocede para encontrar que lo que define semejante empresa es algo tan duro como cruel, casi imposible de comprender. Mientras Atticus acude a St. Louis (una decisión largamente aplazada) y la metáfora del viaje los une a ambos, la serie se cuestiona el origen mismo de la realidad: sostiene la versión de un mundo que habita en la periferia de lo que consideramos creíble. La moralidad y el conflicto de lo que habita en la oscuridad de cada uno es de nuevo el centro de la historia y ese quizás, es su mayor triunfo.

Lovecraft pasó buena parte de su vida ocultándose detrás de las máscaras de seres milenarios, inclasificables y letales. Lovecraft Country sostiene su argumento desde la calma plomiza que antecede a la tormenta. A sólo tres capítulos para el final de temporada, el miedo comienza un nuevo lugar en el tablero de pequeñas piezas que crean un tapiz monumental de una historia más elaborada y cruel. La serie está a punto de revelar toda su oscuridad, como tentáculos en busca de rostros e historias a los cuales asirse.

Lovecraft pasó buena parte de su vida ocultándose detrás de las máscaras de seres milenarios, inclasificables y letales. #LovecraftCountry sostiene su argumento desde la calma plomiza que antecede a la tormenta. @Aglaia_Berlutti Share on X

 

 

 

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Un artículo de Aglaia Berlutti

Portada: David de la Torre

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