The Mandalorian: Impactante inicio de la segunda temporada

Vuelven Los sumarios de Aglaia Berlutti acompañando al estreno de esta segunda temporada de The Mandalorian. ¿Qué nuevas aventuras nos traerá El Niño?

The Mandalorian: A la búsqueda de los secretos

Si la primera temporada de The Mandalorian fue una travesía trepidante por una dimensión mucho más adulta, sobria y sólida del universo Star Wars, sus nuevos capítulos reafirman la intención del argumento de explorar el universo imaginado por George Lucas desde una perspectiva en que confluyan tanto los viejos elementos que enriquecen el canon tradicional, como una mirada novedosa  — y sin duda ambiciosa —  al hecho de la serie convertida en un puente generacional entre la forma en que la franquicia ha evolucionado. El primer episodio de la segunda temporada es, de hecho, una confluencia afortunada entre todos los mundos y matices que sostienen una mitología rica y llena de detalles, junto con la inspirada y elegante convicción que The Mandalorian puede ser el futuro de la space opera más querida de la historia del cine.

Por supuesto, para el regreso a la pantalla chica, la serie recupera sus elementos más reconocibles, pero sin duda hay también un aire renovado en la idea sobre una confrontación ideal entre el bien y el mal. The Mandalorian es un wéstern en cada uno de sus detalles y esa percepción sobre la violencia solapada en pequeñas capas de significado, no sólo sostiene el sentido profundo de la belleza y la percepción sobre su valor como producto independiente, sino además, analiza la concepción sobre el núcleo central de su argumento. Mando está a la búsqueda de respuesta y en semejante trayecto, también trata de encontrar todo tipo de indicios sobre su pueblo, como si se tratara de una vuelta de tuerca a los orígenes y en especial una mirada de profundo significado hacia las razones que le mantienen en pie, como sobreviviente de una raza orgullosa, digna y misteriosa. Mando va en busca de Mandalorianos pero también de respuestas sobre el enigma de la mera existencia del Niño a su cargo. La perspectiva de su búsqueda — que a juzgar por los avances anteriores al estreno le llevará por toda la galaxia —también es una percepción sobre la evolución de la serie y la forma como establecerá límites con el canon tradicional. Toda una mirada renovada que intenta revitalizar la raíz principal de la historia después de la decepcionante trilogía dirigida por Rian Johnson y J.J Abrams.

El regreso de The Mandalorian apunta en dos direcciones específicas: en primer lugar su identidad como serie independiente, lo cual permite a Jon Favreau tomar algunas decisiones brillantes sobre la puesta en escena y argumento sin tener la necesidad inmediata de complacer los requerimientos mayores de la historia central de la saga. Por ahora, todo lo que ocurre en el mundo de Mando es un recorrido personalísimo, lo cual dota a la serie de una personalidad poderosa. Y en segundo, que la historia de Mando puede extenderse y tocar (de manera tangencial o directa) la de otros tantos excluidos y marginados, como lo es él mismo o el Niño, lo cual hace que el programa explore nuevas regiones acerca del miedo, la amenaza y en especial, el peligro esencial que debe enfrentar el dúo.

El regreso del personaje a Tatooine establece además una circunstancia que ya se ha insinuado en varias ocasiones pero que en esta oportunidad es más evidente que nunca: la República no tiene total control sobre el cosmos o al menos, no lo tiene en la medida que no puede garantizar el imperio de la ley en lugares tan inhóspitos como el plantea en que creció el legendario Luke Skywalker. Esa percepción del caos podría explicar que al totalitarismo intergalactico no le haya llevado mucho tiempo reagrupar fuerzas y, de hecho, podría ser el origen mismo de La Primera Orden, símbolo del mal en la trilogía más reciente.

La segunda temporada comienza con un capítulo autoconclusivo que muestra a grandes rasgos la situación general de Tatooine  — y presumimos que planetas semejantes —  lo que incluye un desorden a nivel judicial y político, que permite la aparición de figuras como The Marshal (Timothy Olyphant), el líder visible del planeta en estado salvaje y que además lleva una armadura mandaloriana, sin ser por supuesto, un mandaloriano. La premisa se resuelve con una secuencia de acción brillante con toques de oportuno humor, pero además, resuelve un viejo enigma de la temporada pasada. ¿Las botas y las espuelas que se mostraron en uno de los capítulos pertenencían a Boba Fett? Ahora es evidente que los Jawas trafican con el tradicional armamento de Mandalore, lo que podría hacer más complicado para Mando rastrear y localizar a otros de su tribu.

Uno de los elementos más interesantes del episodio es la forma como The Mandalorian describe y profundiza la vida al Borde Exterior: Favreau intenta de nuevo y con éxito, relatar la historia de los pequeños personajes anónimos de la serie y lo hace con un capítulo de estreno que no sólo se toma el cuidado de ser un recorrido argumental sólido sobre todo lo que podemos esperar en los siguientes capítulos, sino la forma limpia y naturalista en que muestra en los rincones más lejanos y salvajes de la Galaxia. La decisión indica que Favreau sin duda usará la amplia mitología de Star Wars, pero lo hará con la sabiduría suficiente como para que The Mandalorian no dependa de ella por completo para narrar una historia cada vez más profunda y enrevesada. 

¿La gran sorpresa del capítulo? Esa escena final que da la bienvenida  — finalmente — a un viejo conocido. Lo esperábamos pero jamás supusimos que la llegada de Boba Fett sería tan elegante y en especial, significativa. ¿Qué significa su llegada? Sólo nos queda esperar al siguiente viernes para conocer las respuestas.

Un artículo de Aglaia Berlutti

Montaje de portada: David de la Torre

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