School of Skulls, del escritor Marco Brunengo y del ilustrador Matu Santamaría es un libro que con su juego de palabras inicial y sus excelentes ilustraciones ya te invita automáticamente a abrirlo (la calidad de impresión de la obra también suma). School of Skulls es una obra difícil de clasificar, pues no es propiamente un cómic, pero rima con cool, que en inglés significa «guay», así que lo primero que me viene a la mente cuando quiero definir esta obra es que «mola» y, además, es un libro doble, lo que lo hace aún «más guay». La primera parte del libro está compuesta por una serie de relatos ilustrados aptos para skulls, freaks y demás curiosos, mientras que la segunda parte consiste en una Guía Básica para ser un buen Skull. Aquí ya hay que ponerse serios,  sobre todo porque skull significa, como muchos sabéis, calavera. Lo primero que pienso al ver una calavera es en el personaje de Skeletor, de He-Man, el famoso supervillano de los Masters del Universo. ¿Lo recordáis? De pequeño nunca quise ser Skeletor, porque las calaveras siempre me han asustado bastante. Sin embargo, fue más tarde cuando descubrí que mi yo interior era un skull. Es un horror aceptarlo, pero una vez lo asumes, te das cuenta de que el primer dia que naces ya eres una perfecta calavera, de modo que, ya que estamos muertos de antemano, ¿para qué sufrir en vida? Sin duda, a medida que uno va leyendo esta Guía Básica va comprendiendo que es importante vivir la vida al máximo, como haría cualquier buen skull (de hecho, todos tenemos un skull dentro, nunca mejor dicho, solo que simplemente hay que redescubrirlo, contactar con nuestro esqueleto «interior», más allá de si hay un alma o no, pues eso no tiene aquí relevancia).

 

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School of Skulls

Ilustración de Matu Santamaría

School of Skulls es un libro que tras esa aureola de broma permanente que lo envuelve —y que desprende— encierra mensajes poderosos (y no hablo precisamente de la batería de «consejos» que nos brinda el autor, hechos precisamente para no aconsejar, sino para reír). En efecto, se trata de un libro hecho para entrentener, aunque quizá más de uno se deje «iluminar» o instruir al pie de la letra por esta fabulosa guía básica para skulls, pero la cuestión aquí es conseguir pasar un momento entretenido, divertido y, bueno, también formativo, ¿por qué no? Puede que, si sigo las freak-instrucciones al pie de la letra caiga por un acantilado y muera, o bien decida comer comida basura cada día y acabe muriendo igual a largo plazo, lo cual significaría, sin duda, una mala praxis dentro de la Escuela de Calaveras. Aquí se trata empero de arriesgar un poco en la vida, solo un poco. Es un buen mensaje. El humor inteligente del autor, acompañado siempre de las soberbias ilustraciones del ilustrador, es irónico y absurdo, lo cual provoca que el lector huya inmediatamente de la realidad —cosa siempre muy gratificante, por cierto— una realidad que los autores no se toman ni quieren tomársela en serio, porque, en verdad, la vida nunca tampoco nos ha tomado en serio a nosotros, los seres humanos.

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El simple hecho de nacer para tener que morir ya lo explica todo. La vida parece una broma de mal gusto y su creador (o creadores) no nos han explicado cuál es la finalidad de la existencia, lo cual es muy grave, opino, a no ser que este creador o creadores pretendan que seamos nosotros mismos quienes descubramos las claves de la vida. Por esta razón, creo que nace School of Skulls, una broma literaria que encierra una filosofía de vida que consiste en vivir el momento presente (carpe diem), sentir emociones extremas (adrenalina), escuchar música (melomanía), reírse de la vida para relativizar, desdramatizar. Y ahí lanzo al aire un Consejo Skull: «si practicas salto extremo no te preocupes en exceso de que algo salga mal, hay que ser siempre positivos y recordar que en este deporte jamás fallarás más de una vez».

Hay que extraer el meollo a la vida, vaya, si se me permite citar aquí la frase del profesor Keating en El Club de los Poetas Muertos. En definitiva, ir por la vida dejándose llevar por la curiosidad y las emociones fuertes, pero sin tomar demasiados riesgos ni tampoco tomando siempre excesivas precauciones, reírse de la vida, amar y ser amado, querer superarse, entregarse al amor y a las amistades a pesar de los riesgos del desengaño. Otro ejemplo de buena praxis skull: cuidarse día a día pero sabiendo hacer excepciones para disfrutar de los placeres más prohibidos y peligrosos como  una hamburguesa con huevos fritos, queso, bacon y patatas fritas. O una pizza. O la nutella… Pues eso, es importante romper las reglas para ser feliz, «como un cerdo —en palabras textuales del libro— que come pienso cada día y que, de vez en cuando, husmea en las basuras encontrando la felicidad». Y no tomarse la vida (ni los insectos) demasiado en serio… porque, en realidad, según el autor, sin querer nos comemos un kilo de insectos al año. Aceptémoslo y hagámonos la idea de que quizá deberíamos empezar a comerlos conscientemente y desde bien pequeñitos en formato piruleta de tequila con un gusano verdadero dentro…

School of Skulls

Ilustración de Matu Santamaría

Quisiera comentar una de las frases que, al abrir el libro, puede leerse en la solapilla de la Guia Básica: «La desnudez es una forma de sinceridad». Y atentos a la ilustración de Matu: la desnudez es pureza, pero en un entorno urbano, el propio de un skull, ¡se convierte en multa! Cierto, de hecho, incluso podríamos ir a una playa nudista y ver allí desnudo a nuestro jefe, el jefe más cabrón del mundo, y entonces sentiríamos que no somos muy diferentes a él a pesar de las diferencias jerárquicas en el mundo laboral. Incluso podríamos sentir que ese hijo de puta desprende en su desnudez un puntillo de inocencia, pues, de hecho, así vino al mundo, completamente desnudo. Sin embargo, en School of Skulls, podemos profundizar un poco más y llegar a la conclusión de que, la auténtica desnudez del ser humano está en el esqueleto. Me explico. Si miráis fijamente una calavera veréis el rostro de la muerte, un rostro que, sin embargo, parece reírse del resto del cuerpo, a saber: músculos, piel, cerebro… La verdad está ahí dentro y es que, en realidad, somos calaveras y esqueletos, y ese rostro de muerte es también pura sinceridad: nacemos siendo calaveras, vivimos como calaveras vivientes y moriremos siendo calaveras antes de pasar a ser polvo, pues polvo somos y en polvo nos convertiremos. De modo que, como decía, si estamos ya sentenciados solo al nacer, ¿por qué preocuparse, por qué no vivir la vida? Es más, por qué no vivirla según la filosofía skull propuesta por este par de artistas? Por qué no visitar una vez en la vida la Meca de los skulls: las catacumbas de París.

En cuanto a los relatos, cabe decir que son muy originales y entretenidos, siendo imposible olvidarse de esas buenísimas ilustraciones de Matu Santamaría, omnipresentes en cada página. Es muy original, irónica y humorística la idea de que unos extraterrestres abduzcan al azar a una persona homosexual con la finalidad de estudiar la raza humana. El novio del abducido, tratando de convencer a toda costa a los foráneos interestelares, alega que ellos no son, precisamente, especímenes humanos normales dignos de estudio, que para «humanos normales» ya dispone de una extensa lista de cabrones heteros de todo tipo. La venganza, en este primer relato ufológico, está servida…

En «Apocalipsis Zombie» —un apocalipsis zombie poco convencional y hasta decepcionante para los amantes acérrimos de los films clásicos de Muertos Vivientes aunque en clave de humor— es muy dura y sincera la crítica hacia la raza humana («chonis», «gamers» pero también «gente común» como tú o como yo…). Vaya, que como especie no tenemos remedio, aunque dentro del caos y del absurdo hay momentos de lucidez e inteligencia, como querer conocer en su versión zombie al creador de la Nutella antes que a cualquier zombie famoso como Tina Turner o Marylin Monroe… Ese nivel de «freakismo chocolatero» tampoco tiene remedio… ¡ni desperdicio!

Luego, en «Así en la Tierra como en el Cielo», el autor compara a la administración pública y su «burrocracia» con el infierno, directamente… ¿Ironía o realidad? Caer por error en un infierno burocrático es propio de nuestra sociedad, aunque caer en el infierno verdadero, ya es otra historia…

Finalmente, «Problemas en el Paraíso» sugiere que aunque tengas dos novias idénticas —un par de siamesas buenorras, en el caso que nos ocupa— nunca tendrás suficiente y querrás una tercera mujer, con lo cual los problemas en el «paraíso» estarán asegurados.

En general, en School of Skulls encontramos unos relatos auténticos, divertidos, alocados y también críticos con nuestra propia especie.

School of Skulls

Ilustración de Matu Santamaría

Respecto a las ilustraciones, quisiera hacer mención especial a la de Carlitos en el sofá de la consulta, un hombre pequeñito, quien apenas toca con los pies en el suelo.

#SchoolOfSkulls, humor inteligente y soberbias ilustraciones. #Reseña @XaviAlcover Clic para tuitear

School of Skulls

 

School of Skulls

Autor: Marco Brunengo
Ilustraciones: Matu Santamaria
Género: relatos ilustrados, manual
Páginas: 94
Publicación: marzo 2017
Impresión: a color
Edición: tapa blanda con solapas

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Reseña de School of Skulls por Javier Alcover