Una vez superada la desconcertante y dura primera semana de este confinamiento causado por la crisis sanitaria del coronavirus, mi família y yo logramos crear un horario y unas rutinas. Dentro de las mismas hay una hora de bicicleta estática diaria. Es recomendable ver la televisión mientras se pedalea, cierto, pero yo opté por flirtear con Alexa, la Inteligencia Artificial que me ha hecho redescubrir a David Bowie con la épica «Heroes» y otros cantantes imposibles de redescubrir como The Boss o Gary Moore que, con su fuego, lograban aportarme esa chispa adecuada (otro día me pondré con Héroes el Silencio) para poder pedalear motivado en plena etapa apocalíptica de muerte y depresión social.

Un descubrimiento tardío

Pero, recientemente, en plena fase de descubrimiento de Iron Maiden, una inesperada chispa saltó de Alexa a mí y me cortocircuitó. Entonces, como dominado por una fuerza diabólica superior, empecé a pedalear como un loco en mi habitación.

Durante estos días aciagos, hemos dispuesto de mucho tiempo para poder pensar en muchas cosas. Es inevitable regresar mentalmente al pasado y visionar escenarios reales de tu vida pasada. En uno de ellos, veía y oía a mi padre tocar «cançó de Bressol» o «Cantares» de Joan Manel Serrat mientras jugaba en mi habitación con cliks de Playmobil. Música de fondo y en directo. Un lujo. Hace unos días le pedí a mi padre un vídeo con esas canciones para oírlas de nuevo. La primera vez, era solo un niño.

Bicicleta estática, música cañera, si es posible echa mano de #Bowie o #Springsteen. O haz como @XavierAlcover, redescubre a #IronMaiden y pedalea impelido por una fuerza diabólica. Así, el #confinamiento es otra cosa. Clic para tuitear

Iron Maiden hubiera firmado esta nana para irse a dormir bien calladito (y acojonado):«El tío Garrampón»

Cada generación de padres usa sus propios recursos para «tomarse un respiro» y gestionar sus neuras o dolores de cabeza producidos por las conductas disruptivas de sus hijos. Es muy legítimo. Yo siempre fui muy buen niño, pero empiezo a pensar que era gracias a las tácticas metaleras de mis padres, cantándome nanas como las de El tío Garrampón, que hacían que me quedara bien quieto, calladito (y acojonado) en la cama. Hoy sería una táctica discutible como tantas otras, pero nadie podrá afirmar que no fuera efectiva. Creo que el miedo me volvío un «santo».

El escritor Manuel Martín Sánchez, en su libro Seres míticos y personajes fantásticos españoles, recoge el término «El tío garrampón» como uno de los muchos nombres locales referidos al «Hombre del saco». El típico asustaniños que en Murcia también era conocido como el «Tío Saín». Por lógica, deduzco que era mi madre quien ocasionalmente me cantaba esa nana, dado que mi abuela era murciana. Mi padre queda entonces, absuelto. 

Resulta que en el año 1900, concretamente en 1905, se fundió en Murcia El Garrampón. A las puertas de la taberna, solía sentarse un personaje con un gran sombrero y un enorme bastón que, o bien porque padeciese la enfermedad del sueño, o por los efectos del buen vino que servía el local, se quedaba dormido a su puerta y las madres amedrentaban a sus hijos para que no se alejasen de sus casas bajo la amenaza… –«¡Que te va a llevar el Tío Garrampón!»–. Hoy, ciento quince años después, se pueden seguir degustando excelentes tapas y vinos no muy lejos del lugar donde estuvo la taberna original.   

Como he dicho, era solo un niño y, a pesar de que la nana describía al Hombre del saco como un hombre de «uñas negras» y «pelo cano», mi primera visualización de El tío Garrampón fue la de este mandril:

 

Mandril-Garrampón

Mandril-Garrampón

Fueron muchas pesadillas vívidas vividas con el Tío Garrampón, el cual solía correr apresuradamente por el pasillo de casa para entrar en mi habitación y acabar conmigo. Sin embargo, la mayoría de veces, durante el sueño y a pesar del terror que sentía, Garrampón no estaba, tan solo daba por hecho que estaba presente. En aquellas pesadillas recurrentes, y como reacción al miedo, acababa dando un bote de la cama para salir corriendo hacia el pasillo con tal de acabar con aquella tortura psicológica. Pero Garrampón nunca estaba. Porque durante el sueño Garrampón estaba en mi mente, estaba en mí, nunca en el pasillo de casa. Con el paso del tiempo, logré vencer a Garrampón, pero no al miedo. 

El cine de terror de los 80 (incluyo el short film «Thriller», de Michael Jackson), siguió amedrentándome

Durante mi infancia, el Tío Garrampón fue vencido, pero, como digo, el miedo seguía ahí. Llegaron Thriller, El exorcista o La Profecía.

 

«La Profecía»

Carátula de «La Profecía», con el número de la bestia asomando en la O.

Con este último filme de terror aprendí cuál era el número de la bestia, escondido en el cuero cabelludo de Demian, el hijo del Diablo. Espeluznante.

En otra ocasión, le pedí expresamente a mi padre que me pusiera Thriller aun a sabiendas de que me provocaba un terror imposible de cuantificar. Mi padre accedió a mi petición no sin varias advertencias previas. «Estás seguro?». Una vez apretó al play de aquel vídeo VHS, la emoción me invadió y todavía me veo a mí mismo tapánome la cara en las escenas más terroríficas. Por suerte, mi hermano me decía que lo que les salía por la boca no era sangre, sino mermelada. Todavía reímos con ello.

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El muerto viviente de «Thriller» interpretado por Michael Jackson

Iron Maiden y los gamberros que los escuchaban no eran unos maleducados, quizá solo eran rebeldes

En 1980, en mi barrio, Sant Andreu, había muchos hombres melenudos vestidos de negro. No entendía por qué, pero mi mente daba por sentado que eran maleantes. Con mi hermano recordamos siempre una anécdota con estos hombres jóvenes a los que llamamos «gamberros negros». Recordamos una escena bajo los porches de nuestro rascacielos horizontal de la Meridiana: varios individuos vestidos de negro, moviendo eléctricamente sus melenas y sus piernas y escupiendo violentamente contra el suelo. Recuerdo a esos grupúsculos urbanos como gente que realmente daba miedo. 

Años después, visto con perspectiva, uno piensa que quizá no era mala educación aquello de comportarse en la calle de ese modo, sino rebeldía, fruto de la injusticia y del inconformismo de la época.

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Santiago Segura y Florentino Fernández, en IsiDici, seguro que son muy fans de Iron Maiden (el del medio, ¿sabéis quién es?)

Iron Maiden y sus icónicas portadas me transportan a la infancia

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Eddie the Head, mascota del legendario grupo británico de heavy metal, Iron Maiden

Esta imagen me transporta al pasado. Nunca los había escuchado hasta hace unos días, pero siempre había visto esta imagen de Eddie que me asustaba, que no comprendía (es lo último que compraría, algo que pudiera asustarme antes de hacerme disfrutar) y que nunca me explicaron. No había sido todavía iniciado al mundo del metal y tampoco sabía lo que entonces me perdía.

La imagen de Eddie tal y como la conocemos es obra del diseñador gráfico Derek Riggs, autor de todas las portadas de álbumes y singles de Iron Maiden desde los comienzos del grupo hasta 1992.

Neil Daniels, autor de la biografía Killers: The origin of Iron Maiden (2014), comenta:

El nombre de Eddie viene de la costumbre de muchos londinenses de comerse la ‘h’ cuando hablan, de modo que ‘Ed’ vendría a ser una derivación de ‘head’ [cabeza], y ‘Eddie’ sería una evolución natural de ‘Ed’.

Por su parte, Rod Smallwood, mánager de Iron Maiden, comenta que «Eddie nació del hecho de que los miembros de la banda eran muy tímidos, así que tuvimos que inventarnos una criatura que diera la cara por ellos».

Menuda sorpresa! Tímidos! Y hasta en eso descubro que aquellos melenudos famosos eran más parecidos a mí de lo que pensaba!

En una entrevista para Classic Rock en 2012, Dereck Riggs comentó que muchos de los fondos infernales que dibujo estaban basados en su conocimiento del arte cristiano medieval.

¡Qué gran paradoja! Sin la religión no tendríamos ahora a Iron Maiden!

En una entrevista, Dereck Riggs comentó: Muchos de los fondos infernales que dibujo están basados en mi conocimiento del arte cristiano medieval. ¡Qué gran paradoja! ¡Sin la religión no tendríamos ahora a Iron Maiden! @XavierAlcover. Clic para tuitear

A finales de los 90, varios amigos metaleros me introdujeron la «semilla» del heavy metal, que no daría sus frutos hasta 2020

Vestían al más puro estilo de Iron Maiden. Eran gente distinta pero siempre conecté personalmente con ellos. Quizá yo también era un poco freak a mi manera. Todos ellos tenían algo en común que me llamó poderosamente la atención: cuando me hablaban de grupos heavy les brillaban los ojos de una forma especial. No entendía aquella pasión. No había para tanto, pensaba. Pero gracias a ellos pude conocer a varios grupos, que ya era mucho para alguien cuyos gustos musicales no estaban aun demasiado definidos y, por tanto, se dejaba llevar, sin oponer resistencia ni remedio, por la música más comercial.

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Largo letargo metalero y en 2010, siguiendo a Bruce Springsteen

Y lo que me ocurriría en 2020 con Iron Maiden, me ocurrió en 2010 con Bruce Springsteen. El heavy metal, latente pero latiendo débilmente, había pasado a un letargo de un par de décadas. Era el turno de The Boss. Jamás lo había esuchado hasta los 30 años. Curioso. Tras indagar en toda su trayectoria discográfica, me cautivó con canciones que jamás había oído antes. Rompí la telaraña de sus canciones más comerciales y descubrí al Jefe. Tanto fue así que me fui solo a Bilbao a verlo en directo, repitiendo la experiencia dos años después en Barcelona.

Apoteósico! Tras las increíbles experiencias musicales de Bruce imaginé sus conciertos como puras abducciones extraterrestres.

Bruce Springsteen

Bruce Springsteen haciendo de las suyas en algún concierto. Puro rock

Iron Maiden: en 2020, la semilla de la bestia brota durante el confinamiento

Un día cualquiera de confinamiento del año 2020, y después de disfrutar a lo grande con David Bowie, Gary Moore o el propio Springsteen, se me ocurrió pedirle a Alexa que pusiera Iron Maiden. De algún modo pensé: «Estos siempre han estado ahí. Por qué será? Cuál es el secreto de su fama?». A pesar de mis tímidos flirteos iniciales con grupos de heavy metal, jamás había escuchado a estos tíos que resultaran ser las «bestias más grandes». Es curioso que mis colegas me hablaran antes de otros grupos de heavy metal y obviaran a Iron Maiden. Ahora pienso que quizá daban por sentado de que los conocería o simplemente andaban explorando otros grupos de metal posteriores a la Dama de Hierro. Al fin y al cabo, la mayoría de grupos han seguido la estela que inició la banda británica, que es la gran referente del heavy metal.

Al principio no comprendía bien aquel sonido estruendoso, pero estuve una hora pedaleando intentando comprender el porqué del éxito de aquella música. Me expuse forzosamente a la «música del diablo», épica y deliciosamente melódica, para mi sorpresa, en contra de lo que jamás hubiera imaginado. Poco a poco, empecé a fusionarme con aquella música  ruda, dura y ruidosa, pero melódica, pedaleando y dando cabezazos que jamás pensé que algún día haría.

En ese momento lo entendí todo: aquellos «gamberros negros» de mi barrio, amantes de Iron Maiden, no habían dudado en deificar a esta banda rebelde tras una quiebra total de los valores de una sociedad capitalista e hipócrita y unos valores religiosos a la deriva. Para aquella juventud ochentera, la cuestión no era cambiar la sociedad, sino cabrear a la sociedad, cabrear a los padres y cabrear a la Iglesia. Seguramente, la proliferación de estos grupos de heavy metal responde a los grandes deméritos históricos de la Iglesia a lo largo de la historia. Como a tantas otras bandas, se acusó a Iron Maiden de ser un grupo satánico, pero en realidad no se daban cuenta de que solo era una reacción, bajo la bandera de la libertad de expresión, para ajustar cuentas con una sociedad perdida todavía en milenarias supersticiones cristianas y gobernada por unas autoridades paternalistas y corruptas.

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Iron Maiden. ¿Ven cómo, tras los gritos del vocalista Bruce Dickinson recitando «Six, six, six!», el número de la bestia, nunca le pasó nada malo y hasta superó un cáncer de lengua?

De alguna manera, la decisión que tomaron muchos jóvenes de los 80 para paliar sus miedos y problemas psicológicos derivados de la dura coyuntura económica y social, fue convertirse en el mismo miedo bajo la máscara de Eddie The Head, con la cual poder ir por el mundo algo más seguros, drogándose con la música de Iron Maiden y quizá también con otras drogas más o menos blandas o más o menos duras.

Se acusó a Iron Maiden de ser un grupo satánico: solo era una reacción para ajustar cuentas con una sociedad perdida en milenarias supersticiones cristianas y gobernada por autoridades paternalistas y corruptas. @XavierAlcover. Clic para tuitear

Iron Maiden: indagué en Internet y me quedé patidifuso: «¿Y el que canta es el que lleva el avión? ¡Qué puto cabrón! Decidido. Tengo que ir a verlos»

Bruce Dickinson

Bruce Dickinson, cantante de Iron Maiden es también el piloto de la gira

Os dejo con varios de los himnos de este grupo legendario, posiblemente el mejor grupo de Heavy Metal de la historia, fundado en 1975 por el actual bajista Steve Harris, que hacen que pedalee a toda pastilla en mi bicicleta estática echando prácticamente a volar.

Han conseguido despertar al «metalero» que llevaba dentro, así que, cuidado ahora conmigo. Iron Maiden ha despertado a la bestia, así que «pedalead» hacia las colinas, ¡«pedalead» por vuestras vidas…!

 

 

Han conseguido despertar al «metalero» que llevaba dentro, así que, cuidado ahora conmigo. Iron Maiden ha despertado a la bestia, así que «pedalead» hacia las colinas, ¡«pedalead» por vuestras vidas...! @XavierAlcover. Clic para tuitear

Me cautivó el chorro de voz de Bruce Dickinson, la música galopante y la letra de «Run to the hills», la cual narra desde tres puntos de vista la «Conquista del Oeste americano»: el punto de vista del Séptimo de Caballería, el punto de vista de los indios americanos y un punto de vista propio: la portada claramente los posiciona a favor de los indios americanos. Aquí ya me tenían en el bolsillo.

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Iron Maiden. Eddie empuñando un hacha india y atacando al mismísimo diablo (¿símbolo del Hombre Blanco?)

Me cautivó la energía de Iron Maiden, esa épica metalera y melódica tan oportuna en tiempos apocalípticos. Una música en mayúsculas que hace que prácticamente pedalees sin esfuerzo alguno, como si fueras galopando a caballo, perdiendo el miedo a la oscuridad, a tus fantasmas y, en general, al apocalipsis.

 

 

Por cierto, ya tengo una entrada para ver a Iron Maiden en el Estadio Olímpico de Barcelona el próximo 25 de julio. Por razones obvias, puede que se cancele o se posponga, pero estoy muy ilusionado con la idea de ir a verlos. De ilusiones también hay que vivir. Sino siempre nos quedará Alexa.

Para acabar, escuchad este otro himno de Iron Maiden! Disfrutadlo.

Alexa! Pon la canción The Trooper, de Iron Maiden!

 

 

Me cautivó la energía de #IronMaiden, esa épica metalera y melódica tan oportuna en tiempos apocalípticos. @XavierAlcover Clic para tuitear

Xavier Alcover Fernández

 

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