Descubrimos el año pasado –con escalofrío que perdura– la poesía a tumba abierta, sin concesiones, de Rosario Troncoso. Esta poeta gaditana ejerce como docente de lengua y literatura, y complementa su quehacer poético escribiendo artículos para la prensa. Además d e gestora cultural es miembro integrante del Centro Andaluz de las Letras.

Nuevo #poemario de @RosarioTroncoso, Los ángeles fríos, publicado este año por @CalamburEd. Manu López Marañón #RecomiendaLeer la #poesía a tumba abierta, sin concesiones, de esta #poeta gaditana. Clic para tuitear

El desolado desamor que ocupaba parte considerable de Nuestra orilla salvaje (La isla de Siltolá, 2017) reaparece en este poemario suyo –el décimo–, titulado Los ángeles fríos. Pero a esa temática ahora la acompañan otras bien diferentes. En esta ocasión la autora no ha dividido su libro y prefiere volcar los treinta poemas que lo componen de un solo saque y sin numeración.

Vicente Aleixandre avisaba al poeta de cómo el amor y el dolor eran su reino. Y en estos nueve poemas ([1],[2], [3], [4], [7], [8], [9], [15] y [6]), todos hijos del desengaño más feroz, Rosario Troncoso sigue purificando su espíritu dolorido, limpiándolo con la palabra poética, pero, al mismo tiempo –y gracias a la alquimia de la poesía– sabiendo transformar lo terrible en bello y lo doloroso en placentero. Y es que, asumámoslo, como sentenció Jorge Luis Borges: «La poesía nace del dolor. La alegría es un fin en sí misma». En este primer grupo la necesidad de renovación en otro amante y los encuentros amorosos de la poeta chocan con los lodos del presente, con un radical escepticismo en la búsqueda amorosa; la certificación del fin del amor forzado y, lo que es aún peor, prever el fracaso ante cualquier relación futura, hallan sus evidencias en vestigios como una inocente fotografía o incluso en ese inventario de gozosos recuerdos, un recuento hoy carente de vida que se convierte en hermética lápida para el amor. Menos mal que «Plegaria» [6] muestra cierta esperanza en que los macabros juegos que con la poeta se trae Dios desemboquen en un regreso del amor dado por perdido.

En la calma sobreviene el delirio / y su misericordia. / Un vacío silencioso, absoluto, /  de polvo y de ceniza. / La nada como bálsamo / en la herida final / que abre la tierra si olvido tu nombre.

El poeta chileno Jorge Teillier ya nos avisó: «La poesía es la lucha contra nuestro enemigo el tiempo». Y en efecto, ¿qué mejor herramienta para dejar constancia de tal duro batallar que los versos de uno? Ahí encontramos la magia, la plegaria, la fuerza del rito… Sólo los poemas plasman un tiempo que escapa al tiempo cronológico, algo que para Gottfried Benn nunca puede ser  materia versificable ni –aún menos– llama que encienda la vocación: «Un buen poeta jamás debe prestar atención a su tiempo», sentencia el alemán. Y es que, al final, el talento literario se manifiesta como forma plausible gracias al tiempo ido… En esta segunda división que propongo para Los ángeles fríosb un subgrupo de seis composiciones([12], [17], [21], [24], [26] y [29]), traza una detallada cartografía de la angustia poética marcando muchos de losrelieves de su principal causante: ese tiempo ya pasado.«La niña de las fotos» [12] contrapone juventud efímera con persistente vejez; «Tiempo»[17] describe con conceptista brillantez la brevedad del transcurrir; en «Los tiempos perdidos» [21] se contraponen los invernales recuerdos con un futuro al que hay que mirar trascendiendo lo terrenal; «Sordidez»[24] pinta el proceso de envejecimiento de un cuerpo sin ahorrar explicitudes; en«Carnaval» [26] las fiestas pasan por el ánimo de la poeta como un breve sueño, dejando su poso de tristeza, y, por último, «Un relámpago»[29] revela, en su concisión, cómo la realidad levanta el velo a cualquier acontecimiento pasado.

TIEMPO

No duele en el origen. / Tampoco en el final. / Caprichoso verdugo de los pájaros. / Es eterno en lo efímero. / Frágil. / Corta como hoja de cuchillo. / Llega dulce a nosotros / y nos rompe por dentro.

Otro subgrupo, este de tres composiciones ([10], [11] y [23]), aborda ahora al tiempo poético desde prismas diferentes al de su fugacidad. En «Visión»[10] el pasado se corporiza tumbándose en la cama junto a la poeta, pero, a pesar de sus esfuerzos, ella no lo consigue reanimar; «Refugio» [11] recoge en forma de plegaria deseos de la poeta para que su cuerpo mortal termine en el océano de los días perdidos, y «La tranquilidad de las estatuas» [23] presenta a una estatua y a su persistente espectador que representan dos tipos de tiempo (el humano y el marmóreo) condenados a fusionarse.

VISIÓN

El pasado viene a mi cama / algunas noches, / y se tumba a mi lado. / Rozo su mano. Cambio de postura. / Y a pesar del frío, finjo dormir. / A veces intuyo sus ojos. Parece que me mira. Pero está muerto.

Establezco para Los ángeles fríos una tercera división en la que, cual cajón de sastre, de todo quepa, pero en la que sobresalga una serie de estampas que radiografían a la sociedad actual y a las que cabría denominar como existencialistas ([13], [14], [16], [20]y [28]). En «Piscina comunitaria»[13] se da la visión esperpéntica de una piscina, municipal y veraniega, abarrotada por feos cuerpos que semejan cadáveres; «Estorninos»[14] cuenta el destino de unos pájaros condenados a perecer en chimeneas hogareñas; «Efecto contagio»[16] denuncia el silencio culpable y ominoso de la sociedad (por su propio bien) ante los suicidas; en «Un olvido»[20] un Santa Claus de plástico, superviviente de la Navidad, se agarra con fuerza a los barrotes de una ventana para resistir así los embates del viento levante y «En tardes de visita»[28] la poeta se ve hastiada por esa costumbre burguesa que son las pesadas reuniones familiares y que ella identifica con velatorios.

Un trozo de césped nos dan en fianza / para oler el azul. / Este cloro disuelve el pensamiento / tan rápidamente, / que antes del cierre / desfilan por los bordes / solo almas desteñidas / y jirones de los veranos viejos.

Un par de homenajes ([22] y [30])y otros dos poemas vitales y optimistas([18] y [27]) completan Los ángeles fríos, sobresaliente nuevo poemario de Rosario Troncoso que combina nuevos hallazgos en un tema en el que se sabe fuerte con otros asuntos de los que sale igualmente victoriosa. En «Para Sylvia, a fragmentary girl» [22] rinde homenaje a la escritora norteamericana Sylvia Plath, que se suicidó en Londres en 1963 asfixiándose con gas. La poesía de Plath, paradigma del testimonio confesional llevado al extremo, es una de las más influyentes en la obra de Rosario; «Helena» [30] muestra a esa madre orgullosa de proteger a su hija. «Flotar» [18] es una risueña marina de azules veranos donde está prohibido naufragar y, por último, «Vocación»[27], alega cómo sostener la fe en cualquier cosa hoy día es delirio de locos, pero de ello siempre resulta un sueño benefactor.

FLOTAR

Bracean en la calma, en la superficie, / para no tocar los huesos del fondo. / El mar olvida y se renueva, dices, / si el verano trae azules y fortuna. / Y en la tierra no habla nadie de naufragios.

 

No duele en el origen. / Tampoco en el final. / Caprichoso verdugo de los pájaros. / Es eterno en lo efímero. / Frágil. / Corta como hoja de cuchillo. Llega dulce a nosotros / y nos rompe por dentro. @RosarioTroncoso. Clic para tuitear

 

Los ángeles fríos. Rosario Troncoso. Calambur (2019)

 

 

Los ángeles fríos

Rosario Troncoso

Editorial Calambur

Comprar AQUÍ

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Reseña de Manu López Marañón

Diseño de la portada de la reseña de David de la Torre