Cuarenta y tres años tiene esta novela, escrita en 1976 por Newton Thornburg, que reeditó en 2017 Sajalín Editores. Cutter y Bone debería ser un clásico, porque es una obra maestra. De esas de las que nadie habla, de las que no se citan en recopilaciones con lo mejor del género negro, de las que nadie recuerda haber leído. Y es una puñetera lástima, porque deja en pañales al 99% de la producción actual de género negro, ese género en el que pensamos que con una pistola, algunas drogas y unos cuantos chorizos ya hemos construido una historia. Y una mierda. No sabes qué coño es una buena novela negra hasta que no has leído esto. Y cuando lo haces no dejas de asombrarte de la cantidad de matices que tiene. La complejidad de sus personajes, los diálogos afilados, el humor descarnado, la crueldad, la desesperanza, el retrato de una sociedad en descomposición, la amistad, el sexo y el amor, la locura. Todo eso y más está dentro de esta maravilla de novela. Y lo está dentro de una historia potente, creíble, adictiva.

#CutterYBone debería ser un clásico porque es una obra maestra. No sabes qué coño es una buena #novelanegra hasta que no has leído esto. @sajalin_ed. #Reseña de Salva Alemany @jacksshadows. Clic para tuitear

Cutter y Bone debería ser un clásico porque retrata una sociedad, la americana, que se descompuso tras una guerra, la de Vietnam, que dinamitó ese sueño de paz y amor que floreció durante los sesenta, en los que la música y las drogas impregnaron cambios sociales sin precedentes.

Pero no solo por eso. Cutter y Bone contiene una de las mejores semblanzas de personajes que servidor ha leído nunca. Cutter, un ser devastado y mutilado que malvive con una mísera pensión a su regreso del horror. Bone, un brillante empresario que pese a quedarse en casa durante la contienda descubrió que su éxito solo era una caída en picado hacia el vacío y lo dejó todo para convertirse en un buscavidas, un gigoló acogido en casa de Cutter que esquilma a la mujeres que se dejan seducir por su innegable atractivo. Y entre ellos, como vértice de un triángulo amoroso, Mo, hermosa, delicada, sensual. Y adicta a los tranquilizantes.

Y en el centro de ese triángulo desquiciado un bebé con el que nadie parece saber qué hacer, hacia dónde ir. Porque la desesperanza, la ausencia de planes y de futuro transita durante toda la novela. Hasta que una noche Bone observa a alguien arrojar algo en un cubo de basura. Y se desata el absurdo, ese plan que los sacará a todos de esa existencia funesta, que los colocará en el sitio que merecen, ese que les brindará un objetivo, una esperanza, un futuro.

Uno se podía pasar la vida entera subiéndose a cruces para salvar a la gente de sí misma, y no cambiaría nada. Al final los seres humanos estaban cada uno tan solo como una estrella muerta, y por más esfuerzo, amor o letanías que uno le pusiese, no conseguiría modificar ni un centímetro la precisión terrible de sus trayectorias.

Cutter y Bone contiene unos diálogos que deberían figurar en el manual de todo buen escritor de novela. Afilados, profundos, divertidos, siempre al servicio de sus personajes y de la historia. Reflexiones sobre la locura, el amor, el sexo, las drogas, todo aquello que nos hace humanos y a la vez nos deshumaniza.

—Puede que sea solo una cuestión de estilo, de discreción, nada importante. Pero eso no cambia el hecho de que cada día me levanto de la cama como si fuera el fin del mundo. No soporto la idea de ver caras y escuchar voces. No soporto comunicarme. Prefiero besar a Mo en el clítoris que en la boca. Prefiero hacer botar una pelota que a ese puñetero niño en las rodillas. Ya no quiero leer. No quiero ver películas, no quiero estar aquí sentado viendo el puto mar. Porque todo me da ganas de vomitar, Rich. Me da temblores. Supongo que la palabra es desesperación. Y se ha convertido como en mi corazón. Me refiero a que bombea día y noche, sin parar. No me lo quito de encima. Me encuentro mal todo el tiempo. Por eso pienso en la muerte. Pienso que más me valdría estar muerto.

Cutter y Bone es la historia de un naufragio, personal, ideológico, social, amoroso. Y también es un thriller, una roadmovie de perdedores, una elegía de un tiempo que envenenó a una generación de jóvenes que creyeron tenerlo todo y acabaron en el infierno de sus fantasmas. Un retrato que contrapone la costa de California con la américa profunda, con sus códigos morales, sus leyes, sus costumbres.

Soy consciente de que tal vez esté generando demasiadas expectativas sobre esta novela, pero no recuerdo haber leído nada que me haya impresionado tanto como Cutter y Bone. Es una obra magistralmente escrita, construida con precisión, en la que cada párrafo contiene reflexiones en las que merece la pena detenerse.

Cuando tu mortalidad es tan real para ti, ¿cómo pasar tus tal vez últimas horas trabajando para otro, haciendo, vendiendo o sirviendo basura de usar y tirar?

Es ese tipo de obras que cuando terminas necesitas difundir, hacer proselitismo, gritar a los cuatro vientos que es una puñetera maravilla, una celebración, un ejemplo de lo que debería ser siempre una buena novela.

#CutterYBone es ese tipo de obras que cuando terminas necesitas difundir, hacer proselitismo, gritar a los cuatro vientos que es una puñetera maravilla. @sajalin_ed. #Reseña de Salva Alemany @jacksshadows. Clic para tuitear

Lean Cutter y Bone, búsquenla, como sea, y aunque no lean otra cosa este verano, ya habrá merecido la pena. Y si no les gusta, entonces están autorizados para no hacerme ni puñetero caso nunca más.

Cutter y Bone, de Newton Thornburg: Una puñetera maravilla

 

 

Cutter y Bone

Newton Thornburg

Sajalín Editores

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Reseña de Salva Alemany

Portada de la reseña: David de la Torre