El cielo en el infierno (Heaven in hell)
Año: 2016.
Dirección: Norberto Ramos del Val.
Guion: Pablo Vázquez, adaptando su obra teatral Querido imbécil.
Música original: Norberto Ramos del Val. Montaje: Norberto Ramos del Val.
Dirección de fotografía: César Montegrifo.
Reparto: Álvaro Lafora, Belén Riquelme, Mariu Bárcena, Isabel Moan.
País: España.
El cielo en el infierno (Heaven in hell), tráiler
Si tomásemos La gata sobre el tejado de zinc (1958) de Richard Brooks, Callejón sin salida (1966) y Lunas de hiel (1992) de Roman Polanski, ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966), Conocimiento carnal (1971) y Closer (2004) de Mike Nichols, Secretos de un matrimonio (1973) de Ingmar Bergman y La guerra de los Rose (1989) de Danny DeVito, destiláramos todo el veneno que encierran en sus visiones sobre las relaciones de pareja, lo fuéramos procesando hasta obtenerlo en estado químicamente puro y lo inyectáramos en una historia sobre una relación sentimental del siglo XXI, aún no tendríamos El cielo en el infierno. Harían falta unas gotas de mala leche adicionales que son las que no tienen miedo en emplear Norberto Ramos del Val en la dirección y Pablo Vázquez en el guion de esta película inclasificable, adaptación de la obra teatral Querido imbécil del propio Pablo Vázquez, que no dejará indiferente a ningún espectador (y es su declarada intención no hacerlo).
Porque a su visión sobre las relaciones de pareja (que enlaza directamente con su anterior película, Amor tóxico —2015—, lo cual nos llevará a preguntar si El cielo en el infierno puede ser considerada como Amor tóxico 2: ya verán la respuesta…) le añaden un planteamiento ajeno a los parámetros de lo políticamente correcto: ¿existe el feminismo como un movimiento único, como un concepto cerrado? ¿o hay que hablar de distintos tipos de feminismo? ¿y si algunos feminismos, a la hora de victimizar constantemente a las mujeres, no estuvieran haciendo ningún bien por la causa que quieren defender? ¿Hay un feminismo bueno y un feminismo malo? Estas preguntas, que acaban provocando feroces polémicas en los medios de comunicación y en las redes sociales, son las que afloran en la película sin rodeos ni florituras porque, con su duración de setenta minutos, El cielo en el infierno no tiene demasiado tiempo para desperdiciar fotogramas y se lanza al ataque desde el minuto cero para no darnos un respiro. A partir de la tormentosa relación entre Romeo (Álvaro Lafora) y Desideria (Belén Riquelme) y la irrupción de un personaje tan sorprendente y poliédrico como Catalina (Mariu Bárcena), El cielo en el infierno quiere dar su ácido y directo punto de vista sobre los roles de cada sexo en este tumultuoso comienzo de siglo.
La película de @Norberfilms, ácido y directo punto de vista sobre los roles de cada sexo @jmcruzbar Share on XPara que el director, el guionista y sus protagonistas nos den su visión sobre la película, nos citamos en el Lolina Vintage Café, en pleno barrio de Malasaña de Madrid. Y allí nos encontramos con todos ellos para hablar de este proyecto, que empezó en el Teatro Alfil de Madrid en el año 2015, y que ha demostrado la capacidad de tener un largo recorrido. Porque no es sólo que, en dicha representación, Norberto Ramos del Val ya fue el director y Pablo Vázquez su autor, sino que el trío protagonista de entonces (Álvaro Lafora, Belén Riquelme y Mariu Bárcena) ha repetido para dar nuevamente vida a los mismos personajes. La continuidad del equipo demuestra su firme convicción en la historia y personajes que defienden. Ya es hora de que ellos mismos hablen de El cielo en el infierno.
De izquierda a derecha, el equipo de El cielo en el infierno: Álvaro Lafora, Mariu Bárcena, Pablo Vázquez, Belén Riquelme y Norberto Ramos del Val en Lolina Vintage Café
Empezamos la conversación hablando de la trayectoria previa del director, guionista y actores de El cielo en el infierno.
Norberto Ramos del Val debutó en el largometraje con una espléndida y contundente muestra de cine noir, Muertos comunes (2004), la cual no tuvo la repercusión que la calidad de la obra merecía. A partir de ese momento, el director se convirtió en uno de los principales representantes de lo que ha venido a llamarse cine low cost o cine underground, términos que, en cualquier caso, no me convencen. No me convence «cine low cost» porque ello hace meramente referencia a la cifra del presupuesto de la película, lo cual no es indicativo de ningún parámetro estético o temático, de modo que dentro de la etiqueta «low cost» caben títulos muy distintos entre sí. No me convence tampoco «cine underground» porque, al contrario, es muy restrictivo y creo que hay que circunscribirlo a una temática y a un estilo muy determinados. Para poner un ejemplo que permita clarificar mi argumento, dos representantes del cine independiente neoyorquino como John Cassavetes y Andy Warhol podrían ser calificados como cineastas «low cost». Sin embargo, Warhol es, claramente, un cineasta «underground» mientras que Cassavetes, no. Por ello, me gusta más el término «cine de guerrilla» que ya utilizó el guionista de El cielo en el infierno, Pablo Vázquez, en un artículo. En los últimos 8 años, Norberto Ramos del Val ha realizado la webserie Hienas (2009), uno de los productos audiovisuales más insólitos e inclasificables que el cine español haya realizado en este siglo y una serie de largometrajes que suponen sucesivas vueltas de tuerca que rompen cualquier expectativa preconcebida del espectador: El último fin de semana (2011), Summertime (2012), Pepón es guay (2013), Faraday (2013) o Amor tóxico (2015). En la entrevista, el director nos explicará su filosofía sobre ese desafío permanente a las convenciones y a las reglas preestablecidas.
Desafía las convenciones y las reglas preestablecidas: @Norberfilms #CineEspañol @jmcruzbar Share on X#Entrevista al equipo de #ElCieloEnElInfierno @Norberfilms. @jmcruzbar Share on X
Pablo Vázquez, guionista de la película, es responsable de la web La paz mundial, coguionista de otras películas de Norberto Ramos del Val como Summertime, Faraday o Amor tóxico y director de Desmadre en la noche de la quietud (2013) (), película que se inscribía en el proyecto #littlesecretfilm y de Los jardines prohibidos, que está en fase de montaje. Nada más comenzar, empiezo confesándole algo a Pablo.
Pablo, yo empecé a escribir de cine sobre finales de 2010. En estos 7 años, hay dos películas que he visto de las que sería incapaz de escribir una reseña o, como mínimo, una reseña convencional. Una, es El cielo en el infierno. Otra, es Desmadre en la noche de la quietud. Y esto te lo debo decir como elogio, ¿eh?
Pablo Vázquez,: Desmadre en la noche de la quietud es de hace 3 o 4 años y se rodó en una mañana. Planos larguísimos… Eso sí que es un atentado de película…
¿Es esa película un ataque irónico contra determinado tipo de cine? Al menos, en su comienzo…
Pablo Vázquez: Sí, básicamente.
Pero eso cambia conforme avanza la película. La segunda mitad no es eso…
Pablo Vázquez: Luego, me acabo encontrando demasiado cómodo en ese tipo de cine y me acaba gustando (risas). Porque yo creo que es lo mío…
Una película con mucha melancolía al final, ¿no?
Pablo Vázquez: El final es una especie de tragedia y es una crítica muy dura a la modernidad. Es una película que está muy emparentada con Faraday. Yo creo que se hicieron en una época muy parecida. Y las dos películas le dan caña a la modernidad. Faraday desde una perspectiva más cómica, más chorra y Desmadre en la noche de la quietud desde una perspectiva más abstracta y simbólica.
A Álvaro Lafora, antes de El cielo en el infierno, lo hemos podido ver en montajes teatrales de La dama boba de Lope de Vega y El juez de los divorcios de Miguel de Cervantes, en los cortometrajes El Productor Ejecutivo de Alberto Utrera, Lo supero de Ainhoa Menéndez Goyoaga y Una familia de verdad de Israel Medrano (que ganó la Biznaga de Plata del último Festival de Málaga en la sección «Cortometrajes Málaga») y en la película Smoking Club (129 normas) (2017) de Alberto Utrera. Creo que la primera pregunta que le hacemos es una buena introducción para explicar la génesis de El cielo en el infierno.
La cuestión no sería cómo llegaste a El cielo en el infierno sino cómo llegaste a Querido imbécil, que es la obra de teatro en que se basa la película.
Álvaro Lafora: Llegué a Querido imbécil porque llegué antes a Amor tóxico. Creo que era una Semana Santa, que yo estaba en Málaga, y me escribió Norberto porque Edu Ferrés, protagonista de esa película, le había pasado mi número de teléfono. Necesitan un actor para un personaje secundario, que era la pareja de Mariu Bárcena en Amor tóxico, me pasó el guion, me lo leí y dije que para adelante. Fue en el rodaje cuando conocí a Norberto y, unos meses después, me pasó un texto para una obra de teatro y ahí fue cuando hicimos Querido imbécil, con la que estuvimos en noviembre y diciembre de 2015 en el Teatro Alfil, con Mariu, Belén y yo interpretando al trío protagonista. Ya luego, a raíz de ahí, termino la obra de teatro y se propuso la idea de hacer una película sobre ella. Como teníamos tan machacados a los personajes y el guion lo sabíamos tanto, ya solo era simplemente poner la cámara y rodar en una localización y para adelante…
Álvaro Lafora en El cielo en el infierno
A continuación, preguntamos a Belén Riquelme por su trayectoria anterior, que incluye un traslado desde Valencia (donde nació y empezó como actriz) a Madrid.
Belén Riquelme: En el cine, lo primero que ruedo importante es el cortometraje Llagas (2012) de Miguel Ángel Font, que se estrenó en el Festival de Sitges, que es cuando yo me introduzco en el audiovisual más guay. Con él, volví a rodar Sinnside (2013), que fue Meliès de plata en el Festival de Amsterdam. También participé en una serie valenciana, Cabanyal Z. La película Los desórdenes sentimentales (2013) de Ramón Alfonso fue la que me trajo a Madrid. Jordi Costa me ve en esa película, le gusta mucho mi trabajo y me dice que me quiere para La lava en los labios (2013). Entonces, me vengo a Madrid, porque en ese momento todavía vivía en Valencia, y ruedo esa película, lo cual, como experiencia, fue una maravilla trabajar con las actrices con las que lo hice. Y, gracias a Jordi Costa, fue cuando me conoció Pablo Vázquez. Ve la película de Jordi y nos mantenemos en contacto. En teatro, yo había realizado en Valencia microteatro con la obra Los hijos de puta y, ya luego, el musical Azotéame, que fue un musical enorme, con vestuario de Francis Montesinos, con producción de músicos en directo, con música de Nacho Mañó, con dirección de José Mañó… También participé en un musical basado en la serie L’Alqueria Blanca de la televisión valenciana. Estando de mudanza para venir a Madrid fue cuando Norberto y Pablo me llamaron para hacer Querido imbécil, sin que yo fuera la protagonista que tenían pensada inicialmente… Pero cayó la actriz que habían elegido para el proyecto y yo acabé participando en él… En Madrid, me he seguido formando y estudiando cine y dirijo mi primer cortometraje, que es Piña colada , cuya protagonista es Mariu Bárcena.
Belén Riquelme en El cielo en el infierno
Finalmente, le preguntamos a Mariu Bárcena por sus trabajos hasta la fecha y por su faceta como pintora, que hemos descubierto mientras preparábamos la entrevista.
Mariu Bárcena: Bueno, de mi faceta como pintora, lo tengo algo oxidado porque hace mucho que no pinto. Antes, cuando tenía un personaje entre manos, como otra forma de trabajar el personaje, me gustaba pintar. Entonces, descubrí que era una forma creativa de decorar mi casa y de hacer regalos a mis amigos. De ahí nace Uiram, que es Mariu al revés, y es la firma de mis cuadros. Pero ya hace mucho que no me pongo con ello. De mi trayectoria previa, hay películas con Norberto Ramos del Val (Amor tóxico), he participado en la última película de Fernando Merinero, Alumbrar: Las 1001 novias [estrenada pocos días antes de la publicación de este reportaje]… He hecho teatro gestual, con Audi Pierre, porque yo estudié 9 años danza clásica, participando en el montaje de La conquista de México . En la primera obra en la que estoy realmente como actriz es en Querido imbécil.
Mariu Bárcena en El cielo en el infierno
Una vez que conocemos a todo el equipo, entramos en lo más importante: explicar qué es El cielo en el infierno.
A pesar de que El cielo en el infierno es la adaptación de una obra teatral, ¿podríamos afirmar que es Amor tóxico 2?
Pablo Vázquez: No, para nada. Para nada. Es decir, El cielo en el infierno nace de la obra de teatro Querido imbécil. Habla también de las relaciones de pareja… Bueno, yo he estado en las dos. Amor tóxico la escribí con Toni Junyent y esta la he escrito yo solo… Las dos corresponden a una etapa de mi vida muy concreta y, por tanto, hablan de las relaciones de pareja desde una perspectiva un poco más de arte y ensayo, un poco más seria y dramática de lo que suele ser habitual. Aquí, no hay tantas chorradas como en Faraday o Summertime, sino nos ponemos un poco más serios porque el tema lo requería así. Entonces, cuando acabamos la obra en el Alfil, después de tanto tiempo representándola, pues a Norberto se le ocurre la idea, como le gustaba y tal, y como ha habido buen rollo entre el equipo, que por qué no hacíamos una película. Y no sé por qué se te ocurrió (dirigiéndose a Norberto)…
Norberto Ramos del Val: Pues no sé, supongo que por pereza…
Como tenías ya la historia, ¿no?
Norberto Ramos del Val: Sí, algo así. Tenía ya mono por rodar algo y era como decir: «Bueno, ya que tenemos esta obra de teatro punkie, cojo la cámara, lío a estos que ya se saben el texto, alquilamos una casa en el campo y ya está». Se lo conté a César Montegrifo [director de fotografía de la película], que me dijo: «Pues acabo de comprar ópticas nuevas y las tengo que probar. Y ya, de paso, te dejo mis casas». Es decir, que César sería como coproductor de la película…
Pablo Vázquez: Lo bueno que tenía es que los actores manejaban ya los papeles y el guion al dedillo, se lo sabían perfectamente… Lo que pasaba es que tenían un código muy teatral. Pero eso lo vimos muy positivo porque la peli tiene también ese código pero contribuye a crear una sensación todavía mucho más incómoda, mucho más extraña y mucho más onírica. Es decir, la convierte en más asfixiante y más rara.
Fotograma de El cielo en el infierno (Heaven in Hell)
De todas formas, vuelvo a la anterior pregunta, si El cielo en el infierno no es Amor tóxico 2, ¿cuál es el origen del argumento? ¿Qué cruce de sentimientos hay para que se escriba una historia como esta?
Pablo Vázquez: Digamos que Amor tóxico es, simplemente, una historia de amor disfuncional entre dos personas que no están muy bien de lo suyo o que no son felices con los personajes que han creado, es un juego de máscaras. El cielo en el infierno, aunque tenga sus elementos de comedia, sus elementos dramáticos, una mezcla de diversos tipos de cine, es, ante todo, una película que surge como respuesta, incluso combativa, a hablar de un cierto tipo de feminismo muy conservador, muy propio de la etiqueta, muy superficial, que es parejo al feminismo que hay en los 80 en Estados Unidos, de autoras como Catharine McKinnon o Andrea Dworkin, que es el que está calando ahora mismo en España. Es decir, un feminismo que intenta alejarnos a hombres y mujeres en vez de unirnos. Entonces, quisimos hacer una historia de amor entre un hombre que no estuviera a gusto en esos roles de masculinidad y una mujer que tampoco se sintiera a gusto y ver qué salía de ahí… Con la excusa de que era una tragicomedia sobre la violencia de género. Yo, cada vez que ponía algún corto o alguna película de Norberto y había un chiste sobre ETA, un chiste sobre el 11-M, la gente decía: «Bah, pero esta gente con el maltrato no se atreven a meterse…». Entonces, claro, aquí lo hemos hecho…
Es decir, la película surge algo así porque alguien dice: «¿A que no hay cojones para hacerlo…?» Y la respuesta es: «¿Cómo que no?»
Álvaro Lafora: Yo, cuando Norberto me pasó el texto, fue irlo leyendo e imaginarme en mi cabeza cómo la gente iba abandonando el teatro. Me iba diciendo: «Aquí, la peña se va… Aquí, la peña, se va… Aquí, la peña se va…».
¿Y la gente abandonaba el teatro?
Norberto Ramos del Val, Pablo Vázquez y Álvaro Lafora (al unísono): Sí.
Álvaro Lafora: No hubo mucha pero sí hubo peña que dijo: «Hasta luego, me voy de aquí». Sí, sí…
¿Y en la peli también?
Norberto Ramos del Val: También ha pasado. En los pocos pases con público que ha tenido, se ha ido gente. No ha sido la mitad, pero siempre hay cuatro o cinco a quienes les estalla la cabeza.
Es decir, sois conscientes de que El cielo en el infierno es una película que saca a la gente de su zona de confort…
Norberto Ramos del Val: Para eso era. Es lo único que puedes hacer cuando estás haciendo películas totalmente independientes. Hacer lo que te da la gana. A mí me parece muy surrealista la gente que hace cosas por su cuenta y parece que son de Tele5. Eso a mi cabeza no le interesa. A mí, me gustaría hacer películas a lo Michael Bay. Pero, como no hay dinero, no se hacen y se hacen otras cosas. Entonces, claro, si tienes que hacer lo que te da la gana, lo haces con todas las consecuencias.
#HeavenInHell de @Norberfilms saca a la gente de su zona de confort. #Entrevista de @jmcruzbar Share on XLe preguntaría al trío protagonista que supongo que, el haber realizado antes la obra teatral, os tuvo que servir de gran ayuda para, después, interpretar a los mismos personajes en la película… Sobre todo porque, en el caso de Álvaro y Mariu, aunque hablan mucho a lo largo de la historia, no coinciden físicamente nunca salvo en el final. Es decir, conocer previamente a los personajes supongo que fue decisivo en el momento del rodaje.
Álvaro Lafora: Estaba tan trabajada la relación con el personaje de Mariu en la historia que en la película no fue necesario practicar porque el vínculo ya estaba más que creado. Eran situaciones muy divertidas, muy locas, muy graciosas y muy duras a la vez.
Mariu Bárcena: Yo creo que sí porque, de ese modo, tienes más profundidad de campo para seguir trabajando. Pero, que si no hubiese estado la obra de teatro, hubiese sido otra cosa y también hubiera muy interesante. Es decir, tampoco te sé decir el grado exacto de ayuda. ¿Me sirvió de ayuda? Sí, lo coges como herramienta. Pero si se hubiera dado el caso de que no, hubiese salido otra cosa en la que me hubiera ayudado ser el primer contacto con el personaje que estaba interpretando.
Dentro de que todos los personajes de la película son bastante complejos, creo que el de Álvaro encierra una dificultad adicional: y es que se aparta de todos los rasgos que se suelen atribuir a un rol masculino protagonista. Se trataba de evitar caer en lo ridículo o en lo grotesco y que pudiera verse un personaje creíble… Y creo que sales bien parado. Tuvo que ser difícil, ¿no?
Álvaro Lafora: Ninguno de los personajes que sale en la película es coherente. Todos son puras contradicciones. Son como somos los seres humanos. Al final, es tal como somos. Hay mucha cosa en el interior de cada uno. Lo que pasa es que es complicado porque lo que Norberto sugirió, porque le gustaba la idea, era plantarme a mí, que soy un tipo más o menos fuerte, en un rol completamente opuesto al que puedo dar como perfil. Que es, para mí, lo más sorprendente y lo que más me atraía: salir un poco del registro que suele marcar el perfil de un actor. Romeo es un personaje sometido. Está sometido a malos tratos fuertes, muy duros por parte de Desideria y, después, por parte también de Catalina. Situación de la que no se atreve a salir. Esa es la historia. La obra se llamaba Querido imbécil. Es decir, la obra iba sobre Romeo. En la obra teatral, la primera escena era un monólogo de Romeo diciendo al público: «esta es mi historia, la historia de un pobre imbécil». En la obra de teatro, Romeo estaba todo el tiempo en escena: en escena, en escena, en escena… Y era su vida. Lo que pasa es que luego, Desi, que era Belén, era un señora que es un puñal… Y lo pasé mal. En el sentido de que yo estaba hora y media arrastrándome por el suelo, sufriendo humillaciones, sufriendo bofetadas, insultos… Hasta que el personaje, cuando ya parece que no puede ir más abajo, termina más abajo, cuando las dos se unen contra él, explota. Y la situación da un vuelco: los estatus cambian y es él el que toma el poder de la relación. Lo que pasa es que dura una escena y vuelve a bajarse y se igualan y se llega al desenlace. Pero era una ruleta rusa muy fuerte. Yo lo pasé mal porque sufría físicamente. Tuve una contractura en la espalda y hubo una semana que les tuve que decir que no podía actuar porque no me podía mover. Sufría mucho. Aunque las cosas están más o menos controladas y más o menos ensayadas, cuando uno está en el escenario se deja llevar mucho. Y cuando hay mucha casquería, de cascarse, de humillarse, de sufrir humillación, el cuerpo se resiente… Estás jugando porque es una ficción pero como que cansa físicamente mucho. Cuando tienes que ir durante hora y media por ese camino y sabes que lo que te espera en la escena 2 es menos fuerte de lo que te ocurre en la 3 o en la 4, pese a que hay buen rollo, es muy duro. Con todo esto, me refiero a la obra de teatro. En la película, no. En la película, me lo pasé pipa. Cortaban y me relajaba. Lo otro es que era del tirón. Pero la película fue una gozada. Disfruté mucho más la película que la obra de teatro. Y en cuanto al resultado, me gusta más la película que la obra de teatro.
Ninguno de los personajes de #ElCieloEnElInfierno es coherente. @AlvaroLafora @jmcruzbar Share on XViendo la película, me asalta una duda: lo que contemplamos, ¿ocurre realmente? ¿O solo sucede en la mente de los personajes?
Pablo Vázquez: Hombre, la película en sí es irreal, es onírica… Y está abierta un poco a la interpretación del espectador. Si hubiéramos hecho una película contando la historia desde un punto de vista cien por cien realista, hubiese sido meternos en unas arenas demasiado movedizas. Algo que no pretendíamos porque queríamos que fuera una película abierta, libre y una película que tuviera cierta moral. Es decir, nos han acusado en algunos comentarios, en algunas críticas de que se dicen ciertas cosas incómodas o molestas pero son los propios personajes los que las dicen y son personajes que no están bien de la cabeza, son personajes muy simbólicos, son personajes muy particulares. Hay que entender eso para saber que no hay una interpretación nuestra- Sí hay un mensaje claro en El cielo en el infierno y es que la violencia engendra violencia. El resto son, simplemente, reflexiones, son apuntes, son chistes para que sea el espectador el que concluya algo. Tú te lo puedes tomar como algo simbólico, te lo puedes tomar al pie de la letra, te lo puedes tomar como una comedia, te lo puedes tomar como una provocación gratuita o como una reflexión. A mí, me gustaría que la gente lo tomara como una reflexión, simplemente. Y que se riera, también. Que rompieran un poco esos prejuicios que tienen. Porque es lo que nos planteamos.
Álvaro Lafora: Ellos están cautivos en un espacio del que solo entra y sale Desi. Él está encerrado. Él podría huir de ahí perfectamente porque tiene las llaves de la casa para salir corriendo pero no lo hace. Es su zona de confort también. Cuando he dicho que sufre humillaciones y malos tratos, no hablo de que los recibe y «¡oh!, pobre de él», sino que él se queda. Él decide quedarse y él decide envalentonarse y él decide recibirlos. Es una relación en la que se complementan: porque a ella le gusta sacudir y a él le gusta que le sacudan. La pregunta es hasta qué punto está bien esa relación. El personaje tiene una necesidad muy fuerte y muy básica de sentirse querido y ello se ve en el momento en que Catalina coge su llamada y se enamora simplemente porque le hace caso, se enamora de una forma muy irracional, muy brusca y muy bizarra… Además, el sexo está muy presente en toda la película. Y, además, sin tapujos. Es muy sórdido, también. Para mí, ocurre de verdad. No está en su cabeza. Lo que pasa es que él está hecho polvo.
Belén Riquelme: Yo creo que tú, como actor, cuando abordas el personaje y te conviertes en él y juegas con él, hay un momento en que te abstraes de lo que está pasando. Es decir, tú te posicionas a favor de tu personaje sea lo que sea, sea loco, sea tonto… Tú eres él. Entonces, desde mi punto de vista, tener una visión objetiva para un actor de una obra general es muy complicado. Yo no sería honesta si te dijera que tengo esa capacidad. Yo puedo tener una visión de mi personaje, de lo que siente, de cómo lo siente, de cómo yo justifico el que reacciones de una determinada manera. Yo cuando leí la obra, yo me reí muchísimo. Me pareció una gamberrada, yo no me tomé en serio cosas que otros igual se han tomado en serio. Es una gamberrada absoluta, muy divertida… La obra en la que se basa El cielo en el infierno apuntaba un poquito más a comedia, aunque la peli también, depende de quién lo mire o de qué «rajado» esté para verla.
Álvaro Lafora: Del momento de esa persona, también. Porque hay alguien que está dejando una relación, o la está empezando y tal, y la película la ve con unos ojos u otros.
¿Y en tu caso, Mariu? Porque tu personaje se presenta diciendo que es el «coro griego»… A veces, parece que es un contestador automático… Un poco etéreo todo, ¿no?
Mariu Bárcena: Ya sí, yo me desdoblo, soy el «coro griego», «la voz de la conciencia», luego Catalina… Sí, algo etéreo y onírico, también. Mi personaje representa siempre el punto en discordia cuando algo va mal, esa tercera persona… Y, bueno, es la que puede ilustrar la catarsis para que luego ya de ahí salga lo que tiene que salir.
Y, al final, ¿cómo te ves como personaje? ¿Como «coro», como «diosa»?
Mariu Bárcena: Claro, es que, en la obra de teatro, era solo Catalina. Pero, bueno, Catalina, en un punto final, también se convierte en una especie de coro griego. En la película, como que lo del coro griego adquiere más relevancia y hay más personajes en el mismo personaje de Catalina. Pero yo me veía como Catalina. Como Catalina, personaje, y como Catalina, digamos, que mira desde un punto de vista más distante, algo más objetivo, la relación tóxica que mantienen Romeo y Desideria.
Fotograma de El cielo en el infierno (Heaven in Hell)
Han salido los términos «catarsis», «coro griego»… Por hacer una pregunta pedante, ¿tiene El cielo en el infierno estructura de tragedia griega?
Pablo Vázquez: Si la tiene, es inconsciente. Así de claro.
Norberto Ramos del Val: No te da para tanto…
Pablo Vázquez: Se puede defender. Se puede defender todo. Es de las películas más trágicas y más serias que he hecho con Norberto, desde luego. Y más la película que la obra.
Belén Riquelme: Y aunque Desi, en la película, no tiene hijos, yo creo que si los tuviera, se los comería. Podría hacerlo.
Pablo Vázquez: Por supuesto. Y, de hecho, que los personajes se llamen Desideria y Romeo, también va un poco por ahí. Yo no voy a ser pretencioso y hablarte de Sófocles, de Esquilo y de todo eso. Pero algo hay. Queríamos tirar un poco por ahí aunque fuera por lo paródico, aunque fuera por el guiño o por el homenaje.
Fotograma de El cielo en el infierno (Heaven in Hell)
La crítica más fácil que se le podría hacer a esta película es que es antifeminista. ¿Qué tendríais que decir al respecto?
Norberto Ramos del Val: Yo creo que lo ha dicho Pablo antes. Es antifeminista si entiendes el feminismo como un movimiento guerrillero absurdo para enfrentar a los dos sexos, que es un poco estúpido. Se trata de un meneo para no ser feminista «subnormal» o, evidentemente, machista, que son todos «subnormales». Es un meneo, sin más, no es una propuesta antifeminista para nada.
Belén Riquelme: Yo creo que es una lucha de roles. Es violencia entre un hombre y una mujer, absoluta, para ver quién va a estar por encima… Qué puede pasar en una relación, qué va cambiando, uno está encima, otro está debajo… Y habla de eso, de las relaciones, llevadas al extremo porque esto es una película, es una fantasía y está filmado de esa manera.
Álvaro Lafora: Para mí, tiene que ver, estoy de acuerdo con Belén, con la lucha de poder. Pero esa lucha de poder se da al final, cuando Romeo ya no puede más, Desi y Catalina están contra él, y él estalla. En ese momento, para mí, es cuando empieza la lucha de poder como tal. Hasta entonces, se trata de una señora que le gusta quedar por encima de él y a él le gusta quedar por debajo. Porque es verdad que él quiere buscar una solución, él se enamora de un contestador automático, que es muy heavy, porque Romeo tiene una necesidad imperiosa de ser querido, pero está con ella porque es lo que conoce, está en su zona de confort y acepta ese rol. Le machaca, le machaca, le machaca, hasta que le quita lo que es, para él, lo más importante. En ese momento, se da la vuelta. Y, enseguida, se resuelve. En mi opinión, hay algo que no sabría decir si tendríamos que llamarlo crítica al feminismo, pero sí hay una persona, que es Desi, que quiere imperiosamente tener el poder absoluto de todo lo que pasa ahí… E, incluso, consiguiéndolo, tampoco está a gusto…
Belén Riquelme: Es que eso no es feminismo. Eso es hembrismo. Es desigualdad. Llámalo hembrismo.
Pablo Vázquez: El problema, Belén, es que las hembristas nunca se llaman a sí mismas hembristas sino que se llaman feministas. Entonces, ese es el problema que tienen.
Álvaro Lafora: Si es un problema de nomenclatura, le voy a decir hembrista. Durante todo ese tiempo, se muestra así. Pero ella tampoco disfruta. Cuando da las palizas, luego se pone a llorar como una jabata. Entonces, es que todo en la película es muy convulso. Para mí, si es antifeminista o no, no lo sé. Para mí es alguien que quiere tener el poder, es lo que necesita y lo que quiere, pero tampoco le convence. Y el otro, es al revés. Entonces, hay una mezcla de muchos factores ahí: feminismo, machismo, hembrismo o llámalo como quieras.
Belén Riquelme: Yo tampoco creo que mi personaje sea hembrista. Ni es hembrista ni feminista ni nada. Es un personaje que sufre y que está enfermo, al igual que su esposo y ambos tienen una horrible dependencia mutua. Es un personaje que no sabe lo que quiere. Lo machaca pero quiere que le quiera. Quiere conseguir cosas que no sabe las que son. Que se le va la cabeza, que se pone hasta arriba, que después no recuerda nada… Y voy a decir una cosa: para trabajar este personaje, y esto es cierto, yo me inspiré en un hombre, o sea, en un tipo de hombre. De hecho, trabajé, primero, físicamente y corporalmente unos movimientos que, luego, los quité y los feminicé un «poquito», pero yo me inspiré en determinado perfil masculino. Esa fue mi manera de trabajar. Aquí, es que le estábamos dando vuelta a todo. Lo decía Pablo: es muy fuerte que, cuando venían a ver la obra de teatro, la gente se reía en una situación que, si hubiera sido al revés (si en vez de Desi a él, hubiera sido él a Desi), nadie se hubiera reído, jamás. Entonces, a los espectadores se les veía muy incómodos. La película es más incómoda aún.
Mariu Bárcena: Yo creo que la película no es ni antifeminista, ni feminista, ni machista, ni hembrista, ni nada. Creo que, igual por esa fusión, unas veces parece una cosa, después parece otra y, así, da lugar a la reflexión. Es lo que yo pienso. Pero no la considero ni una película ni feminista, ni antifeminista, ni machista, ni hembrista. Yo creo que lo confabula todo para que, después, cada uno saque sus conclusiones.
Pablo Vázquez: Yo estoy con Mariu. Estoy totalmente con ella. Creo que hay dos cosas que hay que dejar muy claras. La primera, decir que es antifeminista sería como decir que es antipolítica. Dentro de la política, hay un montón de ramas distintas y tú te puedes quedar con lo que te interesa. Tú te puedes ir hacia un lado o hacia otro. En el feminismo, pasa igual. Hay un montón de feminismos distintos. Hay un montón de ideas. Hay un montón de autoras. Yo simpatizo más con unas autoras que con otras. Y, entre ellas, tienen planteamientos opuestos. Entonces, claro, en la película todo eso está mezclado y revuelto. Hay que empezar por ahí. Decir que es antifeminista es muy complicado porque ¿qué tipo de feminismo criticamos? Es que hay muchos feminismos. Y la segunda cosa es que no es una película con mensaje. No es una película que tenga una lección concreta sino que cada actor defiende su personaje y cada actor es lo que piensa su propio personaje. No hay una toma de posición del director o del guionista, que están igual de perdidos que sus propios personajes en relación a la guerra de sexos. Y, luego, también, hay un componente de provocación, pero no provocación gratuita, es decir, más bien algo punkie, que eso le gusta a Mariu mucho también, es decir, cuando los Sex Pistols salían con esvásticas al escenario o los grupos de la Movida salían diciendo que eran nazis, ¿estaban defendiendo el nacional-socialismo realmente o querían entrar en un juego de provocación e incomodidad? Yo creo que eso es una clave para entender la película.
Como ejemplos de cómo el punk y la Movida utilizó, en ocasiones, una estética nazi, aquí están dos vídeos que se refieren, respectivamente, a una entrevista a Sid Vicious, líder de los Sex Pistols, y a una actuación de Glutamato Ye-Yé:
#ElCieloEnElInfierno de @Norberfilms, ¿un juego de provocación e incomodidad? @jmcruzbar Share on X
Imágenes de El cielo en el infierno (Heaven in Hell)
Hay algo que me sorprende y es la referencia que decís que hay al giallo italiano. Dándole vueltas, me he acordado de una película, del año 1972, cuyo título en español es lamentable, Vicios prohibidos, pero que en italiano sería: Tu vicio es un cuarto cerrado del que sólo yo tengo la llave. No sé si El cielo en el infierno está relacionada con esa idea…
Norberto Ramos del Val: Es que, ahí, nos pillas en una influencia bastante gorda que tenemos tanto Pablo como yo. Flipamos mucho de este rollo de cómo hace cuarenta años, la gente, después de comer, se iba a un cine de barrio y se veía estas películas, que las ves ahora, y dices: «¡Madre mía! Le pones esto a la gente ahora y les explotaría la cabeza». Son superheavies, son superintensas, hacen una cantidad enorme de barbaridades y, sobre todo, a nivel de cabeza, son muy duras. Muchos de estos giallos son una locura. Matan a gente, matan a muchas chicas y tienen un fondo muy retorcido.
El destripador de Nueva York, por ejemplo, es brutal…
Norberto Ramos del Val: Esa, por ejemplo, es muy heavy. Tú haces ahora esa obra y te queman en la hoguera. Y, sin embargo, en los 70 y en los 80 eran películas normales que iba a ver la gente como si hoy fuera a ver Ocho apellidos vascos… Es surrealista.
Pablo Vázquez: Y también había películas que no tenían la estructura policíaca del giallo sino que era gente hablando y discutiendo sobre relaciones personales. Es decir, a nosotros nos sorprende que la gente nos diga: «¿Un giallo? Pero si no hay una investigación policial…». No estamos haciendo un giallo convencional de Mario Bava o Dario Argento. Es una película, más bien, relacionada con autores como Alberto Cavallone o Giulio Questi, que hacían películas que no trataban de nada, que lo único que hacían eran incomodar al público, hurgar en las zonas más oscuras…
Norberto Ramos del Val: Es algo así como crear un ambiente y unas emociones y decir al público: «Anda, toma, vete a casa con ellas. A ver qué haces con esto».
Pablo Vázquez: El cine italiano es, por antonomasia, el más incómodo y el más malsano del mundo. Por eso, a nosotros nos gusta. Nos gusta el cachondeo y el buen rollo, por eso hemos hecho Faraday o Summertime, pero en esta película en concreto queríamos profundizar en eso, en lo más incómodo.
Álvaro Lafora: Más que vicio, yo diría que tienen enganche. Están enganchados. Es una relación de abuso de poder absoluto. Yo me he sentido en parte identificado porque yo he estado en una relación de la que me fue muy difícil salir porque había una dinámica de enganche… Hay como una lucha de poder en la película que, yo creo, prácticamente todo el mundo ha tenido. A veces, el amor es de una manera que te olvidas de ti y de tu felicidad verdadera. Yo, durante mucho tiempo, pensé que esa relación era perfecta. Pero me di cuenta que estaba enganchado a un sentimiento que yo creía que era bueno… O sea, es un concepto absolutamente diferente. Para mí, la felicidad es otra cosa que no tiene nada que ver con esa relación. O sea, luego terminamos bien y tal pero la relación era tóxica.
Fotograma de El cielo en el infierno (Heaven in Hell)
¿Os gustaría hacer cine low cost pero que fuera menos low cost? Es decir, mantener vuestra independencia actual pero disponiendo de más recursos…
Norberto Ramos del Val: Hombre, lo que a mí me gustaría hacer es películas de cien millones de dólares…
Pero, ¿renunciaríais a vuestra libertad de hacer lo que queréis?
Norberto Ramos del Val: Mira: Steven Soderbergh. Steven Soderbergh hace lo que le sale de los huevos. Hace Ocean’s Eleven 1,2 y 3 y, después, te hace una peli en la casa con cuatro amigos. O Joss Whedon: que te hace una adaptación de Shakespeare en su casa con cuatro colegas en blanco y negro y, luego, te está haciendo Los vengadores. Eso, a mí, me parece lo más normal del mundo. Te apetece una cosa, te apetece la otra y pueden hacer las dos cosas. Yo, sólo puedo hacer la barata, evidentemente.
Pablo Vázquez: Yo seguiré escribiendo mis mismas cosas porque no puedo escribir otras. No me salen…
Norberto Ramos del Val: Sí, lo tuyo es más jodido.
Pablo Vázquez: Claro, lo mío es más jodido porque no es una cuestión que pueda demostrar técnicamente. Yo escribo lo que me gusta y si hay gente que le gusta y que lo rueda pues mucho mejor pero yo no puedo escribir por encargo, es mucho más complicado, no sé, tienes que despreciar mucho tu propio trabajo para hacerlo.
Vamos a echarte flores, Norberto. Tienes una mano y un ojo para los repartos que me parecen sensacionales. Ves, en todas las películas, que hay una excelente química entre ellos. No te puedes imaginar a otros actores para los personajes.
Norberto Ramos del Val: Y todas parten de unos castings completamente contrario al que acabo haciendo. Pero eso creo que le pasa a todo el mundo…
¿Es ese el procedimiento? ¿Cómo es la cosa?
Norberto Ramos del Val: No. Siempre empiezas con una gente. Luego, resulta que no puede… Cambia el tiempo, cambia la gente, le da la vena, buscas a otro, y, finalmente, haces la obra de teatro o la peli con quien te vas encontrando que funciona… Es un proceso superabsurdo pero con criterio, el criterio es que no voy a coger a cualquiera, sino, dentro de la gente que tengo, elijo a quien sabes que funciona y vas pillando lo que vas pudiendo… Y terminas la peli, terminas la obra y dices lo que dices tú: «Pues no me lo imagino con otra gente». Pasan años y dices: «¿Te acuerdas quién iba a hacer esto? Joder, ¡qué hubiera podido salir de ahí!».
Por ejemplo, en el caso de Alba Messa y Ana Rujas en Summertime …
Norberto Ramos del Val: En ese caso, la única que estaba segura era Alba. A Ana, la encontramos…
Con los dos protagonistas de Faraday, Javier Bódalo y Diana Gómez, pues, no sé, Javier va a ser Faraday para…
Norberto Ramos del Val: … para toda su vida.
Pablo Vázquez: Pero, fíjate, en principio, el guion de Faraday estaba escrito, en un primer borrador, para gente más mayor. Tenían como 40 años. Fue el productor, Enrique López Lavigne, quien dijo que la historia funcionaría con personajes más jóvenes y más inocentes para que diera mejor rollo la película. Y ahí acertó porque, si no, hubiera sido una peli más frikie, más incómoda, igual más nuestra también…
Norberto Ramos del Val: Pero hubiera sido más rara.
Pablo Vázquez: Sí, hubiera sido más rara.
¿Cómo dirige Norberto? Porque el espectador, desde fuera, como he dicho, ve la química que hay entre los actores, unos personajes y unos actores que parece que están pegados… ¿Cómo os sentís rodando y siendo dirigidos por él?
Mariu Bárcena: Da como mucha libertad. A la hora de la verdad, en el campo de batalla, a la hora de crear, da mucha libertad…
#HeavenInHell. @mariubarcena: @Norberfilms da mucha libertad a la hora de crear. @jmcruzbar Share on XÁlvaro Lafora: Sí. Es verdad. Muchas veces, tiene ese punto de libertad que parece que se la suda: «Sí, sí, sí… Vale…». Eso es estupendo porque te da la posibilidad de sacar lo que el personaje tiene dentro. También es verdad que hay mucha libertad y, muchas veces el propio actor tiene que justificar, tiene que buscarse mucho el por qué se hacen ciertas cosas. Al final, es un trabajo de actor que también es lógico.
Belén Riquelme: Bueno, te da completa libertad en la parte creativa, es cierto. Eso se agradece. Para mí, es un regalo porque te permite crear un personaje con tus herramientas, con tu juego, y si, luego, el largo va por otro lado, él ya te lo corrige, ¿no? Pero esa posibilidad de poder tirar de todo lo que tú tienes como actor-creador es fantástico.
Norberto Ramos del Val: Álvaro, creo que lo ha dicho bien porque hay muchas veces, en el teatro no tanto porque hay que darle más vueltas e ir probando cosas, pero en cine que, rodamos como rodamos, sin dinero y a toda velocidad, los actores, si no han rodado conmigo antes, pues no saben lo que está pasando y los que sí han rodado conmigo los van arropando y les dicen: «Tú, sigue, que todo está controlado. Si haces algo que no mola, ya te lo dirá». En mi último rodaje, el de Call TV, se ha notado que había muchos actores que habían rodado conmigo previamente y estaban muy relajados. Desde fuera, puede parecer que a mí me da igual todo pero, luego, en el montaje, digo: «Esto no, esto no, esto no…». Mola más funcionar de modo que vas quitando cosas que proponiéndolo todo. No soy de los que dicen: «Entra aquí, te pones en esta marca, te sientas porque yo lo digo y, después, hablas con este». Parece raro. Yo digo: «Entra, a ver qué se te ocurre… ¡Ah, vale! Esto te lo compro, esto no y esto sí. Y ya está». Y no es más difícil que eso.
Eso le da a la película un importante tono de espontaneidad…
Norberto Ramos del Val: Sí, esa es la intención. Así parece más normal. Dentro de lo que son las películas, hace que la gente parezca un poco más humana.
Fotograma de El cielo en el infierno (Heaven in Hell)
Para terminar, preguntamos a todo el equipo de El cielo en el infierno sobre los proyectos en los que participan y que podremos ver en el futuro inmediato.
En el momento en que se hizo la entrevista, Norberto Ramos del Val estaba terminando el rodaje de su nueva película, Call TV. Nos muestra en su móvil una imagen de que va a ser primera secuencia del film y la sorpresa es mayúscula: vemos a un personaje, fácil de identificar a quién representa, en una situación complicada. Por desgracia, no nos permiten dar más detalles (es todavía secreto de producción) pero estoy seguro de que cuando se utilice en la publicidad de la película, muchos van a tener ganas de verla. Le pedimos al director que defina cómo es este nuevo proyecto.
Norberto Ramos del Val: Es una especie de thriller cómico o así. Es una comedia muy loca y muy payasa con un trasfondo de asesinato. Otra vez, mezclando churras con merinas. Se puede parecer, si quieres, más a Faraday que a Amor tóxico o a El cielo en el infierno. Es otro rollo.
Es decir, es esta ocasión, te has destensado, ¿no?
Norberto Ramos del Val: Sí, sí… Esto ha sido mucho más complicado de rodar porque ha sido una superproducción comparada con lo que fue la otra y es una película entretenida y divertida y ya está. Es decir, que el espectador diga: «Me he divertido esta hora y media, me he reído». Y ya está. Yo no creo que cause graves problemas. Sí es verdad que, como siempre, hay fondo por algún lado, siempre hay un trasfondo, un pensamiento más o menos intenso por ahí suelto pero es una comedia. La protagoniza María Hervás, sale un montón de gente, repite Álvaro también, por ejemplo… Ya la veréis, no se puede adelantar mucho por ahora… Hasta que no termine de montar, no sé cómo va a salir esto. Pero, básicamente, vamos a hacer el chorra tipo Faraday, con una peli más complicada, con mejor factura incluso…
Call TV, el nuevo proyecto de Norberto Ramos del Val
Pablo, tu próxima película como director va a ser Los jardines prohibidos. ¿Qué nos vamos a encontrar en ella?
Pablo Vázquez: Pues todavía no sé lo que os vais a encontrar en ella. No lo sé todavía. Algo más parecido a Desmadre en la noche de la quietud que a Call TV. Es una película que también he hecho en mi casa, como la anterior… También soy el coguionista de la primera película de Mariu Bárcena como directora, Loca Olivia… Yo creo que lo que hago con Norberto, lo que hago con Mariu, lo que hago yo por mi cuenta, también son cosas distintas. Cuando estoy yo solo, hago lo que me da la gana y hago, no sé, hago cosas más no de autor sino más para mí, directamente.
Imagen del rodaje de Los jardines prohibidos
Álvaro Lafora: El próximo proyecto en el que podréis verme es la serie Conquistadores: Adventum , que emitirá Canal #0 en Movistar+. Es una serie, de muy buena factura, donde se mezcla ficción y documental, con mucha voz en off, y que trata sobre las vicisitudes de los conquistadores españoles en América.
Mariu está a punto de estrenar su primera película como directora, Loca Olivia, en la que Pablo Vázquez también es coguionista junto a la propia Mariu y un reconocido dramaturgo y guionista español, y le preguntamos por ella.
Mariu Bárcena: Pues la idea de Loca Olivia surgió a raíz de una amiga que me animó a que hiciéramos algo o que yo escribiera algo… Inicialmente, iba a ser algo de teatro. Pero yo venía de hacer teatro con Norberto y Pablo y lo pasé muy mal porque yo tengo pánico escénico. Entonces, dije que no porque, además, no sé cómo ganar ni para la caña de después para invitar a quien te ha venido a ver… Me animó a que escribiera otra cosa y decidí escribir una película. Pero, cuando terminé, la película no llegaría a cuarenta minutos. Entonces, me pusieron en contacto con Juan José Alonso Millán y es él quien me enseña a escribir guiones. Finalmente, se incorpora al proyecto Pablo Vázquez y es cuando terminamos el guion de Loca Olivia. Pues nada, es un proyecto del que estoy muy contenta y orgullosa porque lo he rodado con amigos y colegas de la profesión con quienes había trabajado antes y que me habían gustado mucho y espero ver la película de viejita y veros en ella a todos… Es una película un poco loca: sexo, drogas y rock & roll… No sé qué más puedo contarte…
Imágenes del rodaje de Loca Olivia
Se estrena como directora, @mariubarcena: #LocaOlivia. #Sexo, drogas y rock & roll. @jmcruzbar Share on XY nos queda Belén Riquelme, que nos demuestra que está en plena efervescencia de nuevos proyectos e ideas.
Belén Riquelme: He empezado a hacer Cuarenteenager , que no sabemos lo que dará de sí, pero la idea que tengo es que sea una webserie musical y ahora mismo está en preproducción. Además, he desarrollado mi carrera musical también, junto a un músico argentino Martín Muollo que me ayudó a producir temas que quería sacar. Me gustó mucho la banda sonora que hice para Piña colada, que estaba muy influida por el estilo de Françoise Hardy y yo quería hacer música en esa línea. En su momento, ya grabé Despedida a la francesa y ahora, he compuesto un tema brutal, solemne, melancólico, que se llama San Bernardo, que pronto saldrá… Y ahí sigo, escribiendo, dirigiendo, aprendiendo sin parar y metiéndome en locuras. Luego, he tenido la suerte de participar en Loca Olivia, donde tengo un personaje chulísimo porque hago de Amy Winehouse… Y, también, en Los jardines prohibidos de Pablo Vázquez donde tengo otro personaje también chulísimo…
Muy bien. Pues, igual que los ajusticiados tienen derecho a decir unas últimas palabras, ¿qué querríais decir para acabar esta entrevista?
Norberto Ramos del Val: Pues que me voy a empezar a montar la próxima película…
Pablo Vázquez: Yo, sobre Belén concretamente, quería decir que yo la vi en La lava en los labios y en Los desórdenes sentimentales y tuve claro que Belén no era una actriz, sino que era una fuerza de la naturaleza, un terremoto, y que yo tenía que meter a esa persona en mi universo como sea. Yo la voy a querer siempre ahí. Está muy por encima del resto. Mariu y Álvaro tienen también una gran fuerza pero lo de Belén es que lo que ha hecho con el personaje de Desideria es una maravilla y se ve claramente en la película. Y, luego, volviendo al guion de El cielo en el infierno, tiene mucho que ver con Call TV o con Los jardines prohibidos porque tratan de algo que me interesa y es que, en una película convencional, el espectador siempre tiene un asidero, un personaje con el que identificarse. A mí me gusta mucho a la hora de trabajar como guionista que ese asidero no exista, que todos los personajes sean negativos, o que tengan sus defectos, o tengan sus problemas y eso saca al espectador de su zona de confort. Pero esa es también mi responsabilidad como guionista, jugar un poco a ese juego.
Álvaro Lafora: Gracias.
Mariu Bárcena: El punk no ha muerto, el punk ha vuelto.
El #punk no ha muerto, el punk ha vuelto: @mariubarcena #ElCieloEnElInfierno @jmcruzbar Share on XBelén Riquelme: Pues nada, que yo estoy encantada de estar en Madrid, que me gusta mucho. Que aquí me trajeron dos locos, que yo soy una loca más y que he venido a jugar.
Finalmente, no quiero dejar de dar mi opinión sobre una película tan polémica y tan ajena a cualquier tipo de registro o idea preconcebida como El cielo en el infierno. Es cierto que El cielo en el infierno es una película que se mueve en el abismo y que, como nuestros entrevistados han dicho, a muchos espectadores les «estallará la cabeza» si la ven. Pero no es menos cierto que es una provocación que invita a la reflexión y, desde el vacío que nos deja una vez que la contemplamos, a que nos formemos libremente nuestro propio juicio. Su mirada sobre ciertas visiones del feminismo no es precisamente pacífica y ello puede desencajarnos a cualquiera. Pero yo, tras verla varias veces, creo que hay en ella un alegato que es necesario. Y es que, en cualquier proceso de cambio, y yo creo que estamos en uno de ellos en relación a la modificación en los roles y en las relaciones entre mujeres y hombres que se está produciendo, el mismo puede tener lugar de arriba a abajo o de abajo a arriba. Es decir, espontáneo y libre desde el sujeto o dirigido por un grupo que lo controla. Creo que El cielo en el infierno defiende la primera opción y ataca de manera inmisericorde a la segunda (crítica centrada en esa visión ácida de la burocratización inútil que se desprende del servicio de llamadas que atiende el personaje de Mariu Bárcema). En ese sentido, el debate que esta película puede provocar no dista mucho de la conversación que, casi al final de la novela, mantienen Gauvain y Cimourdain en El noventa y tres de Victor Hugo o en la dialéctica sobre la que gira el Marat/Sade de Peter Weiss. Que una obra tenga la intuición de plantear el tema, creo que la hace digna de que merezca nuestra atención.
Cuando me despido de todo el equipo, le comento a Norberto si es duro hacer cine en las condiciones en las que hay que hacerlo en este país. Pero él no se lamenta, al contrario. Piensa que, en relación al pasado, hay más oportunidades que nunca para divulgar y dar a conocer los trabajos y las producciones que se ponen en marcha. Me quedo con esta muestra de optimismo que es el requisito imprescindible para progresar y salir adelante.
El equipo de El cielo en el infierno (Heaven in Hell) posa con el autor de la entrevista, José Manuel Cruz, en el Lolina Vintage Café
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