Ecos del 20 Festival de Málaga, antientrevista a Javier Aguirre, Esperanza Roy y Antonio Peláez

Entrevista a Javier Aguirre, Esperanza Roy y Antonio Peláez, director del documental (aguirre), en colaboración con la revista Aurora Boreal y su redactora Marta Moreno.

Esta es, básicamente, una entrevista cuyo tema central es el anticine. Por lo tanto, lo apropiado es que fuera una antientrevista. Pero, con eso, si lo hacemos sin avisar, corremos el riesgo de que los lectores se nos vayan, confusos y desconcertados. Así que, al igual que Javier Aguirre realizaba sus películas «alimentarias» para poder financiar las películas experimentales que eran las que, en realidad, quería hacer, nosotros vamos a seguir una estrategia similar. Empezaremos siendo mínimamente ortodoxos para ir cayendo en el delirio poco a poco. Es el mejor homenaje que podemos hacer a nuestros entrevistados de hoy. Pero, por otra parte, este artículo de hoy es algo más que esta (anti)entrevista. Porque, en el fondo, es un documento que retrata a dos figuras importantísimas de nuestro cine, Javier Aguirre y Esperanza Roy, que miran hacia atrás y hacen un balance de sus respectivas carreras. Por ello, no es sólo una mera entrevista sino el reflejo vivo de un trozo esencial de la historia de nuestro séptimo arte.

#(aguirre) De la ortodoxia al delirio: (anti)entrevista a dos monstruos del #CineEspanol @jmcruzbar Clic para tuitear

¿Cómo empieza todo? Depende. Podemos decir que todo empieza cuando el 20 Festival de Málaga proyecta en el Teatro Echegaray, el 25 de marzo, a las 17.00 horas, el ¿documental? (aguirre) dirigido por Antonio Peláez Barceló (que por qué ponemos la palabra «documental» entre interrogaciones: a lo mejor, lo explicamos luego), el cual nos presenta la figura del realizador Javier Aguirre y las distintas caras de su filmografía. Pero eso, antes que el comienzo, sería la excusa para hacer una (anti)entrevista que habría que hacer de todos modos. Porque Javier Aguirre es uno de los realizadores más inclasificables de la historia del cine español, autor de obras experimentales que han abierto nuevas formas de expresión visual y, a la vez, para poder afrontar financieramente las mismas, director de obras rabiosamente comerciales con grandes éxitos de taquilla que, aún hoy, cuando se proyectan en las televisiones, obtienen magníficas cuotas de pantalla. Y, por ello, seguro que tendría muchas cosas interesantes que contarnos. Y eso podría ser el comienzo real de esta entrevista. Y aún antes, podríamos iniciar esta historia en San Sebastián, localidad natal de Javier Aguirre, como también lo fue de Iván Zulueta, otro de los grandes innovadores de nuestro cine (y aquí, seguro que tendría que decir algo nuestra directora, Txaro Cárdenas, que también es de Donostia y podría explicar por qué la ciudad es un hervidero de estallidos visuales sumergidos en la heterodoxia).

Con todos estos comienzos a elegir, vamos a escoger el más obvio (provisionalmente), y que es aquel en que tanto Javier Aguirre, como su mujer, la actriz Esperanza Roy, como Antonio Peláez llegan puntuales a la cafetería del Hotel Málaga Palacio y empezamos a hablar con ellos con la fe de que vamos a resolver el embrollo. Evidentemente, no es así.

MoonMagazine (M.M.): La primera pregunta que debo hacer es que ya hemos visto el documental y, partiendo de que gira en torno a un realizador de cine experimental, podemos esperar que se trata de algo sesudo, serio e intelectual. En cambio, lo que yo he visto es que ustedes se han divertido muchísimo rodándolo… Yo creo que se lo han pasado pipa…

Javier Aguirre: Es lo suyo, ¿no?

M.M.: ¿Estaba pensado así desde el principio o surgió sobre la marcha?

Antonio Peláez: Yo estaba esperando que dijeras si te lo habías pasado pipa… Yo me lo he pasado estupendamente. Hay una cosa de la que hay que partir y es que Javier, no sólo por su edad, siempre ha dado una imagen de venerabilidad y sabiduría. Entonces, hay gente que, con ello, se asusta. Eso lo utilizas en Dispersión de la luz (2005) donde hay un momento en que apareces para dar miedo. Y, claro, yo, cada vez que hablo con Javier, veo que tiene un sentido del humor que, además, se transmite en sus películas. En Zero/infinito (2001), que es una película muy seria, muy seria, tiene partes humorísticas, que son en las que sale Santiago Segura. Y creía que era algo importante que, hablando de algo tan serio como el cine experimental, de arte que trata sobre el arte, de cine aleatorio, pues que hubiera un poco de escape, de poder respirar, de disfrutarlo porque, al fin y al cabo, luego vas a disfrutar de todo lo demás. Y así es, también, como yo he disfrutado las películas de Javier. No es que te partas de risa viendo Continuum (1987), por ejemplo, pero en Vida/Perra (1981), con todos los registros que tiene, hay sus momentos de humor. Y, realmente, en ciertos momentos de todas sus películas…

Javier Aguirre: Prácticamente, de todas.

M.M. ¿Por qué un documental sobre Javier Aguirre, Antonio? ¿Qué viste en su personalidad lo suficientemente interesante y atractivo como para hacer partícipe de ello a los espectadores?

Antonio Peláez: La verdad es que en ciertos momentos he tenido con Javier una relación casi de locura… Con Dispersión de la luz (película en la que Antonio Peláez fue el responsable de montaje), nos tiramos un año horrible…

Javier Aguirre: La verdad es que no sé cómo no me llegaste a odiar para siempre… Fue tremendo, le hice trabajar de forma exagerada…

(Aclaración de las frases: en el documental se cuenta cómo Javier iba enviando faxes a Antonio para explicarle cómo quería que fuera el montaje de las imágenes, método que no era, precisamente, el más satisfactorio para transmitir la complejidad visual del film.)

Fotograma de (aguirre)

Antonio Peláez: La verdad es que nos conocemos desde hace tiempo. Mi hermana, que también es periodista, me pasó un libro de conversaciones contigo y yo me dije: «Yo he visto películas de este señor». Yo ya había visto El astronauta, Los chicos con las chicas… Es que es muy difícil no haber visto películas suyas. Pero esas otras que son experimentales y como más raras, pues esas es difícil verlas…

Javier Aguirre: Sí, es difícil…

Antonio Peláez: Esto que cuento, coincidió con un curso de cine que estaba haciendo donde daban una retrospectiva. Y no pude ver una que era Continuum. Entonces, en un programa de radio en el que yo estaba, me inventé un premio y se lo concedía Javier con el fin de poder ver Continuum… Me preguntaron por la película que quería proyectar en el acto de entrega y dije precisamente esa. A partir de ahí, fue una fascinación por un mundo que iba cambiando de película a película. Porque no es que adopte un estilo que aplica a todos sus films, sino que Javier se va retando a sí mismo cambiando de estilo de una a otra película.

Javier Aguirre: Me encanta retarme a mí mismo. Porque para que me maten, ya están los demás. En cambio, si me reto a mi mismo sé que no me voy a morir.

#(aguirre) Me encanta retarme a mí mismo. Entrevista @jmcruzbar @INFOBOREAL Clic para tuitear

 

A la izq., Javier Aguirre. A la dcha., Antonio Peláez. Fotografía de Lorenzo Hernandez

Aurora Boreal (A.B.): Viendo el documental, a mí me llamó mucho la atención el documental sobre Orson Welles, que usted fue retocando fotograma a fotograma…

Javier Aguirre: Sí, sí… He hecho varias así. Esa es, quizás, la más espectacular. Ahora mismo, también estoy haciendo una con celuloide, pintándolo…

Antonio Peláez: Es parte de lo que se ve al final de documental que hemos hecho.

A.B.: Trabaja siempre con celuloide, ¿no? Nunca en digital…

Javier Aguirre: Básicamente, con celuloide porque es la forma de hacerlo. Porque el formato electrónico no se puede pintar.

Antonio Peláez: (hablando en broma) Hombre, lo pintas y lo perforas…

Javier Aguirre: Me encanta retarme a mí mismo: No me des ideas…

M.M.: Viendo la película, se habla de aquello de lo que ya Buñuel habló, de las películas “alimentarias” y de las películas “no alimentarias”, es decir, del dilema entre las películas que se querían hacer y las películas que, comercialmente, tenían viabilidad… Usted hace la misma distinción. Cabe decir que es un problema que ha existido siempre en el mundo del cine.

Javier Aguirre: Pues sí. La suerte que tuvo Buñuel es que su madre era millonaria y le financió Un perro andaluz. Yo, en realidad, lo hice al revés. Yo hice mi “perro andaluz” al final de mi carrera.

Antonio Peláez: Y sin dinero de tu madre…

Javier Aguirre: Por supuesto. Tuve que ganar dinero para hacer las películas que quería. Es otro sistema pero es lo mismo. Pero, vamos, esto es algo que le ha ocurrido a los directores más grandes. Orson Welles también hacía anuncios publicitarios para poder hacer luego su cine. En mi caso, es que no tenía otro remedio. Porque, además, yo empecé haciendo con mis cortos cine experimental. Cuando me pasé al cine comercial, dije: «Tiene que ser cine comercial, comercial. Sin ninguna otra intención». Y aquí sigo.

#(aguirre) Tuve que ganar dinero para hacer las películas que quería. @jmcruzbar @festivalmalaga Clic para tuitear

A.B.: ¿Y cómo logras separar un tipo de cine de otro sin contaminarte?

Javier Aguirre: Bueno, me ayuda que yo soy Géminis. Y parece que a los Géminis dividirnos en dos no nos resulta tan difícil. Me ocurre en mi vida diaria continuamente. Por ejemplo, a la hora de ver televisión, aparte de los documentales sobre animalitos, veo programas que son pura bazofia. Pero, luego, cuando leo, me inclino por obras que son todo lo contrario. Ahora, por ejemplo, estoy leyendo las Memorias de Tennessee Williams… Digamos que me he inventado un procedimiento porque era imprescindible contar con un método. Y eso me trajo problemas porque la gente tardó mucho tiempo en darse cuenta de cuál era ese método. Cuando empecé a hacer de forma radical cine comercial tras hacer cine experimental fue un gran impacto y muchos dijeron: «¡Qué pena!¡Se ha vendido!». Fíjate tú…

M.M.: De todas formas, hay algo que se dice en el documental y yo creo que es verdad. Hasta en las películas más comerciales, hay un componente evidente de riesgo y de ruptura de las soluciones convencionales. Pienso, por ejemplo, en Soltera y madre en la vida. Esa película tiene un componente de crítica a la hipocresía social de la época que no estaba presente en otras comedias de esos años. Además, con esos títulos de crédito con los dibujos de Mingote, que sacan al espectador de su zona de confort… Además, es muy curioso también el tratamiento del personaje que interpreta Blaki, un personaje que apenas habla pero que es sobre el que recae toda la carga crítica. Todo eso se aleja de cualquier camino trillado.

Javier Aguirre: Sí, es verdad. Digamos que ese mensaje se transmite. En eso fue muy responsable el productor, José Luis Dibildos, que escogió a Mingote para que fuera coguionista. Y Mingote era una persona inteligente. Muy inteligente. Por tanto, esa carga crítica ya estaba inherente en el guion, lo que ocurre es que, después, había que llevarlo a cabo, lógicamente. Y en la actuación de Lina Morgan, por ejemplo, es la primera vez que hace un personaje sin aspavientos, por decirlo así…

M.M.: Y Los que tocan el piano es una película muy destroyer… Se ceba usted en Saza como una especie de representante del orden vigente…

Javier Aguirre: Está muy bien lo de destroyer, me encanta…

Antonio Peláez: Destroyer y transformer también…

 

Viñeta de Mingote

                                                                       

A.B.: Antonio, ¿qué es lo que más te ha llamado la atención en el proceso de creación del documental?¿Qué es lo que más te ha sorprendido de Javier?

Antonio Peláez: Yo ya conocía bastante bien a Javier antes de realizar el documental. Siempre es muy difícil o casi imposible encontrar todas las capas. Pero creo que lo que sigue siendo interesante y fundamental de Javier es su capacidad de sacar, adaptar, inventar imágenes de donde otros no lo harían. Dispersión de la luz, por ejemplo, no es una película narrativa. Hila más con otras artes, como con la poesía… Entonces, creo que su conocimiento del arte en general permite películas como Zero/infinito que es como un cuadro en vivo pero que, a la vez, está muy alimentada de literatura. Permite sacar conceptos que vienen de la música, como el de “variaciones”, pero está haciendo variaciones sobre imágenes. Por ejemplo, en Variaciones 1/113, en la que aparecen Javier Bardem e Inés Sastre dándose un beso en el Retiro. O sea, lo que me termina sorprendiendo es que casi todos los días, tanto él como Esperanza, están en el cine o en el teatro, están siempre bañados de cultura…

A la izq., Javier Aguirre. A la dcha., Antonio Peláez. Fotografía de Lorenzo Hernandez

Entonces, Esperanza Roy, a invitación de Javier Aguirre, se incorpora a la entrevista y también nos empieza a contar cosas. Algo que rompe el esquema convencional de lo que una entrevista debiera ser pero que a todos nos encanta porque Esperanza nos puede aportar mucha información que nos puede servir para acabar de dibujar el perfil de este realizador sorprendente ya que ella ha participado en ocho películas de Javier: El insólito embarazo de los Martínez, Ligeramente viudas, Carne apaleada, Vida/Perra, La monja alférez, El amor sí tiene cura, Zero/infinito y Medea 2. Eso explica lo que Antonio Peláez le dice.

Antonio Peláez: Incorpórate porque la primera especialista en Javier Aguirre eres tú…

Esperanza Roy: No. El primer especialista es un niño que, de pronto, se fijó en Javier Aguirre. ¿Por qué? Eso es lo que tendría que preguntar yo a este señor (se refiere a Antonio Peláez). Porque Javier, todo lo que tiene de grande en la expresión de su obra, lo tiene de discreto. Él hace las cosas por gozar él y nada más. Pero este señor (Antonio Peláez) va y le cala y le conoce. Y le admiraba por su anticine… Javier y yo nos quedamos de piedra. Javier pensaba que Antonio, que parecía un angelote, le iba a pedir algo sobre Los chicos con las chicas o alguna película similar y resulta que lo que le interesaba era su anticine… Se quedó sorprendido con el conocimiento que él tenía y sus ganas de conocer a ese personaje. Y eso es lo que nos encantó de él. Porque comprendimos que era un chico que se había fijado en las obras más innovadoras de Javier. ¿Es interesante su cine comercial? Pues sí y mucho más para él que le ha permitido pagar sus obras más personales. Por lo tanto, él adora ese cine comercial. Pero es una cosa aparte a lo que verdaderamente le interesa. Y, entonces, llega Antonio porque quiere saber sobre el anticine de Javier. Hay una cosa que me quedó frita de Antonio. Un día, le dije: «Todo el mundo habla del anticine. Pero, ¿cuál es tu anticine?». Y Antonio me enseñó el anticine que él hacía. Y vi que Antonio era un loco maravilloso, que tiene una creatividad que él no la expresa no sé por qué…

Antonio Peláez: En cualquier caso, por volver a la pregunta original, creo que todo eso que alimenta a Javier, lo acaba procesando para hacer unas películas sorprendentes. Parte del proceso es todo lo que Javier y Esperanza viven de cultura. Pero lo increíble es que también hay personas que se alimentan de cultura pero no terminan realizando las películas y trabajos que Javier realiza.

Esperanza Roy: Hay una cosa que habría que aclarar. Javier es un hombre que adora todo el cine, la sangre que él tiene es celuloide. No es sólo que sea un hombre que esté entregando a la vanguardia. No. Es una cosa extraña. Por eso, comprendo tanto a Antonio porque hay algo que me fascinó de Javier y es que era algo que no era nada de normal… Hemos sido invitados a universidades y festivales por el anticine de Javier. Le conocen más en el extranjero que en España, porque en España no ha habido tanta vanguardia. Entonces, por eso lo conoce más la gente que conoce ese mundo… Pero, entonces, vino Antonio a saber por qué Javier hacía esas cosas…

#(aguirre) Esperanza Roy: la sangre de Javier es celuloide. @jmcruzbar @INFOBOREAL Clic para tuitear

M.M.: Enlazando con esa pregunta, ¿tiene que ver el cine experimental o el anticine con el ansia de ver el mundo de otra manera para intentar cambiarlo?

Javier Aguirre: Hombre, tampoco somos tontos… Tanto como cambiarlo… Hay que ser realistas, Cambiarlo, no. Ahora bien, sí se trataría de descubrir, de dar otros puntos de vista, lograr transmitir que existen otras perspectivas que no se refieren sólo al arte sino a todo en general sería lo ideal… Normalmente, el artista loco es bastante menos loco de lo que parece. Y sabe perfectamente hasta dónde puede llegar. O cuál es la verdadera interioridad que tiene el arte.

#(aguirre): el #anticine es descubrir, dar otros puntos de vista. @jmcruzbar Clic para tuitear

Esperanza Roy: Yo me sorprendo cuando veo muchas cosas en televisión (en los anuncios y en estas cosas que hacen…) y creo que las ha hecho Javier. Y eso que Javier las hizo cuando no existían los aparatos que hoy en día existen, que las hizo a mano.

A.B.: Es que, hasta cierto punto, el artista loco no existe. Es el artista que, por su talento, está tan seguro de lo que puede hacer que se atreve a superar esa raya en que lo llaman loco…

Esperanza Roy: Efectivamente. Y no le importa.

Javier Aguirre: Has hablado de rayas, y yo sé mucho de rayas… Yo tengo una película todo ella hecha a base de rayas…

M.M.: Hasta cierto punto, llamar loco al artista es como cuando llamaron loco a Colón. Se llega a un territorio que la gente no conocía…

Javier Aguirre: Eso es lo apasionante. Partir de donde nadie ha partido… Porque, además, es gratis.

 

Es apasionante partir de donde nadie ha partido. #anticine #aguirre @jmcruzbar Clic para tuitear

 

A la izq., Esperanza Roy. A la dcha., José Manuel Cruz, responsable de la sección de cine de MoonMagazine. Fotografía de Lorenzo Hernandez

En esta antientrevista (que, como están viendo, ya está, afortunadamente, empezando a dispersarse), la irrupción de Esperanza Roy ha sido providencial. Porque con el entusiasmo y la admiración que siente por Javier, nos va desbrozando anécdotas como un torrente y haciendo descubrir el universo cultural en el que Javier se ha movido y que explica, en gran medida, su personalidad y su singular punto de vista creativo.

Esperanza Roy: Hay una anécdota que no puedo dejar de contar. Javier y Jorge Oteiza se conocían. Y cuando venía a Madrid, Javier le decía: «Enséñame lo que has hecho». Porque Javier había descubierto el vacío de las esculturas de Oteiza… Fíjate en la palabra: vacío… Pues a Oteiza, que tenía dificultades económicas, le llamó un vasco millonario y le dijo: «Oye, en la pared de este chalet blanco que tengo, ponme una escultura». Oteiza estuvo un cuarto de hora o así y cuando el dueño de la casa le preguntó si ya sabía lo que iba a hacer, le respondió: «Pero si ya lo tienes. Si no puedo hacer nada. Es el espacio. ¿Lo ves? Pasa del verde del jardín al blanco de la pared…». Este señor, Oteiza, que tenía dificultades económicas, fíjate lo que le responde… Entonces, Javier amaba a Oteiza. Y Oteiza estaba impresionado con Javier porque cuando lo conoció, claro, era un crío. Y, cuando me contó esa anécdota, yo dije, claro,« esos dos señores estaban condenados a conocerse. Mira, ahora, Javier está haciendo una película, que, cuando tiene un rato, se va al despacho y va haciendo pintaditas en el celuloide… Yo le pregunto cuándo la va a terminar y él me dice: «A lo mejor, la termino el año que viene…». ¡No la terminará! Son gozadas que sólo un loco está en ese afán… Pero yo he comprendido al loco y el loco me ha comprendido a mí.

Javier Aguirre: De un loco y de tres más…

Antonio Peláez: Lo de tres más es algo contra lo que yo me rebelo. No son tres más. Antes, sólo podías ver las películas si ibas al cine. Hoy en día, todo es muy distinto. Gracias a Internet, tienes acceso a muchos espectadores que están muy alejados unos de otros. Por eso, he tenido que terminar haciendo esta película. Porque, si no, es que no hay forma de que te promociones. Yo, cada vez que le digo a Javier que hagamos una promoción, me dice: «Sí, pero me voy a la Filmoteca…» o «Es que tengo una obra de teatro hoy…». Hablabas de Welles pero Welles decía que el noventa por ciento del tiempo dedicado a la película te lo pasabas buscando financiación… Tú no…

Esperanza Roy: Bueno, pero es que Welles era un Almodóvar, perdóname…

Javier Aguirre: Esperanza, por favor. Un poco de respeto a… Almodóvar.

(Todos reímos. Hemos captado la ironía.)

Esperanza Roy: ¡Hala! Pero también hay gente que le gusta su trabajo… También es un señor con un mundo increíble hacia dentro…

A.B.: Y todo ese talento, toda esa creatividad, ¿de dónde nace? ¿De dónde viene?

Javier Aguirre: Pues de mi madre.

Esperanza Roy: Es que es impresionante su madre. Su madre dijo a sus cinco hijos: «Estudiad lo que queráis pero, además, estudiad un instrumento». Fíjate qué fuerte lo de esta señora.

M.M.: Y a usted, ¿qué instrumento le tocó?

Javier Aguirre: El más raro de todos. El fagot. Pero, vamos, no le hice mucho caso. Eran cinco años y estudié tres. Con buenas notas y tal… Y no lo hice mucho caso porque, con quince años, me dije: «¿Para qué estudiar música si tengo el cine?» A mí me interesaba la poesía, la música, la pintura, todo… Y el cine lo tiene todo. Haciendo cine, puedes abarcar todo. Esa es una de mis grandes preocupaciones: abarcar todo. No tengo sentido de la síntesis. Bueno, sí, porque he llegado a hacer una película sin película…

[Efectivamente: Sin Film, sólo la pantalla y el proyector. Por delante de la luz del proyector se pasaban «toda clase de artilugios que proyectan sombras o figuras abstractas sobre el lienzo de la pantalla configurando el espacio (color y línea) pero también el tiempo (secuencias de diversa gradación rítmica con la complementación del sonido de uno o más compositores/músicos que improvisan, físicamente, en directo, inspirándose por lo que acaece en la pantalla)». Texto extraído del documental.]

Esperanza Roy: Cuando Javier quiso adaptar el libro de Rafael Alberti Sobre los ángeles, de lo cual salió Dispersión de la luz, dijo el propio Alberti: «Javier, pasar eso a imágenes es muy difícil…». El propio Alberti lo dijo.

Javier Aguirre: A mí me dijeron: «Es imposible llevar al cine Sobre los ángeles». Y yo dije: «Pues por eso lo voy a hacer».

Esperanza Roy: Es que él goza en la dificultad. Mira, las películas más interesantes que he hecho en mi carrera son las que he hecho con este señor. ¿Por qué? Aquí en España, he llegado a hacer cosas que nunca hubiese pensado, porque, aquí, si vas al extranjero triunfas, pues en España yo he triunfado, sin salir fuera, de forma categórica, pero este señor me dio los papeles más interesantes de mi carrera. Y hasta en uno dudé por cómo era el personaje y él me contestó: «Tú sabrás hacerlo porque tienes un hombre dentro, Esperanza». Claro, en la profesión nuestra, si no eres fuerte como el hombre, te pierdes… Y eso fue porque, como él me conocía psicológicamente como no me pueden conocer otros directores, me dio papeles absolutamente dificilísimos. Y luego hubo un postre, que fue cuando hicimos Medea. Él no se basó en la tragedia clásica sino en la de Séneca. El clásico pone a Medea más bien como una  bruja. Y él me dijo: «Séneca descubre que la mayor venganza no la tiene el hombre, la tiene la mujer». Y es una venganza terrible: matar la vida que ha creado… Por eso, yo admiro tanto a Antonio. Por la paciencia que ha tenido de coger a este hombre, que no quiere nada, y haber podido hacer este documental. Antonio me dijo una cosa que tiene razón… Porque Antonio va a ser más raro que Javier cuando sea mayor… En Estados Unidos, la mayor parte de toda la movida es vanguardia. Y todos se conocen y viven de ello… Y, en cambio, a Javier le ha costado dinero. Es una cuestión de carácter, una cuestión del país… Y Antonio lo ha descubierto. ¡Y no sabéis los dieces que le pongo!

 

A la izq., Javier Aguirre. A la dcha., Antonio Peláez. Fotografía de Lorenzo Hernandez

M.M.: Usted tiene una enorme capacidad de convicción de modo que ha podido llevar a sus proyectos a una actriz como Esperanza Roy y a otros como Adolfo Marsillach (en Che Che Che), Fernando Fernán Gómez (en Voz y Medea 2), Javier Bardem (en Variaciones 1/113), Manuel de Blas (en Medea 2)… En Continuum, aparecen Julieta Serrano, Berta Riaza y Maruchi Fresno… Y en Zero/infinito, el elenco de voces es impresionante: Mary Carrillo, José Manuel Cervino, Emma Cohen, Manuel de Blas, Fernando Fernán Gómez, Nati Mistral, Sara Montiel, José María Pou, Francisco Rabal, Esperanza Roy, Santiago Segura, María Jesús Valdés…

Esperanza Roy: Mira, cuando pasaron Zero/infinito, que era la primera vez que yo la veía, yo me quedé plantada… Javier ha estado a lo largo de toda su vida recopilando pensamientos filosóficos y, dichos por esas voces, esa película es una lección de arte que todo el mundo debería ver. No es chico con chica y final feliz. Eso le gusta a todo el mundo. Es otra cosa interior, es la vida.

Antonio Peláez: Además, es una cosa que se puede seguir. Porque, claro, simplificando mucho, es un punto que va creciendo. De todos modos, después de verla, creo que te dije que había momentos en que te habías dejado llevar por el cine comercial (todos reímos con la ocurrencia de Antonio no sólo porque tenga mucha ironía dentro sino porque, a lo mejor, hasta lleva mucha razón en ello porque el humor de Javier Aguirre está lleno de vericuetos), sí, claro, porque al principio son reflexiones sobre el principio y al final son reflexiones sobre el final, es decir, tiene su hilo. Porque claro, te la cuentan y es que es una película de dos horas, donde los primeros veinte minutos son rótulos de crédito y, entonces, vemos un punto que se hace grande y, después, se hace pequeño. Dices: apasionante… Pero es que hay que vivirla. Y es como una clase magistral de literatura.

Javier Aguirre: Y, en general, de antropología porque se basa en las dos dimensiones fundamentales de la humanidad: el espacio y el tiempo. Son los dos fundamentos, incluso, del cine. Entonces, he querido dedicarme a eso que es lo más esencial que existe: el espacio y el tiempo. Uno de mis primeros cortometrajes se llamaba Tiempo dos y otro Espacio dos.

M.M. Hay una definición que me gusta mucho que aparece en el documental que es que «el cine es el arte del tiempo real en formas del espacio virtual».

Javier Aguirre: Sí, hay una definición de uno de los mejores teóricos del cine que ha habido en España, Manuel Villegas López, que tiene unos libros esenciales. El decía que «el cine es el arte del tiempo en formas del espacio». Me encantó esa definición pero yo, dándole vueltas, me di cuenta que no era del todo válida. Porque, para completarla, había que decir que es el tiempo real en el espacio virtual. A Villegas López, que tuvo la revelación de poder resumir en una sola frase la naturaleza del cine, la faltó decir que el tiempo es real pero, en cambio, el espacio es virtual.

A.B.: Yo quisiera preguntarle por los cuadernos que salen casi al final del documental, con su proyecto de hacer una serie sobre los directores más importantes de la historia del cine…

Javier Aguirre: Pues los que salen son sólo una minoría. Es bastante monstruoso todo esto. Lo tengo claro. Pero otra cosa que también tengo clara es que tengo que vivir todo lo que pueda.

Esperanza Roy: Y gozar. Esa es tu gozada…

J.A.: Sí, también de gozar. Esperanza se ha retirado porque ella ha querido. Y yo espero que a mí no me retire nadie.

 

#(aguirre) Vivir y gozar. Y esperar que no me retire nadie. Entrevista @jmcruzbar Clic para tuitear

 

Y, para terminar, siendo coherentes con este ensayo de antientrevista, vamos a hablar de lo que se suele comentar al principio de un artículo como este: de la filmografía de Javier Aguirre, de Antonio Peláez, director del documental que aborda su figura, y de Esperanza Roy.

Javier Aguirre nació en San Sebastián el 13 de junio de 1935. Sus primeros cortometrajes fueron de corte experimental, debiendo mencionar entre ellos a Tiempo dos (1960), el cual fue alabado por François Truffaut, Pasajes tres (lo viejo, lo nuevo y más) (1961), Tiempo de playa (1961), Playa insólita (1963), España insólita (1965), Espectro siete (7 objetos luminosos y cinco complementarios) (1969), Objetivo 40 (1969), Los cuatro elementos (1969), Che Che Che (1970), UTS Cero (1970), Múltiples, número indeterminado (1970), Impulsos óptimos en progresión geométrica (1970), Fluctuaciones entrópicas (1971), VAU 6 (1973) y Underwelles (1973), realizado a partir de imágenes tomadas de Orson Welles en España. Cuando empieza a hacer largometrajes, tal como se explica en la entrevista, opta por hacer un cine comercial, con el fin de obtener recursos para hacer el cine que le interesa, con el que obtiene grandes éxitos de público: Los que tocan el piano (1968), Una vez al año ser hippy no hace daño (1969), Soltera y madre en la vida (1969), El astronauta (1970), Pierna creciente, falda menguante (1970)… Asimismo, también prueba con el cine de terror, de la mano de una estrella del género como Paul Naschy – El asesino está entre los trece (1973), El jorobado de la Morgue (1973), El gran amor del conde Drácula (1973) – y realiza películas protagonizadas por estrellas de la música y de la televisión como Los Bravos – Los chicos con las chicas (1967)-, Raphael – Volveré a nacer (1973)-, Torrebruno – Rocky Carambola (1979)-, Parchís – La guerra de los niños (1980) – o Martes y Trece – Martes y trece, ni te cases ni te embarques (1982) -…  Paralelamente, va desarrollando lo que él llama su cine experimental o su anticine con títulos como Vida/Perra (1981), La monja alférez (1987), Continuum (1987), adaptación del texto El marinero de Fernando Pessoa, Voz (2000), Zero/infinito (2001), Variaciones 1/113 (2003), Dispersión de la luz (2005), adaptación del poemario Sobre los ángeles de Rafael Alberti, Medea 2 (2006) y Sol (2010).

Antonio Peláez Barceló colaboró como montador en Dispersión de la luz de Javier Aguirre. Ha dirigido los cortometrajes Cómo empezar una película sobre Javier Aguirre (2013) —ver ficha aquí—  y ¿Por qué Arturo Soria? (2014),  nominado como Mejor Cortometraje Documental en los Goyas de 2015. (aguirre) es su primer largometraje.

Esperanza Roy nos ha dejado con la curiosidad de saber cómo será el anticine que hace Antonio Peláez. Seguro que un día lo descubrimos…

 

A la izq., Antonio Peláez Barceló. A la dcha., Esperanza Roy. Fotografía de Lorenzo Hernandez

Esperanza Roy es una de las actrices más conocidas y reconocidas de nuestro país, con una larga carrera  cinematográfica y teatral a sus espaldas. En teatro, ha participado en revistas como Por la calle de Alcalá y en montaje de obras clásicas como Así que pasen cinco años de Federico García Lorca, La dama boba de Lope de Vega, La Malquerida de Jacinto Benavente y Divinas palabras de Ramón María del Valle-Inclán. En cine, ha realizado películas de gran éxito como ¿Por qué te engaña tu marido? (1969) de Manuel Summers, Por qué pecamos a los cuarenta (1970) de Pedro Lazaga, El jardín de las delicias (1970) de Carlos Saura, Los novios de mi mujer (1972) de Ramón Fernández, Guapo heredero busca esposa (1972) de Luis María Delgado, El ataque de los muertos sin ojos (1973) de Amando de Ossorio, Un casto varón español (1973) de Jaime de Armiñán, El sacerdote (1978) de Eloy de la Iglesia, Memorias de Leticia Valle (1980) de Miguel Ángel Rivas, A la pálida luz de la luna (1985) de José María González Sinde o los títulos realizados junto a Javier Aguirre, que ya hemos mencionado con anterioridad.

 

Esperanza Roy. Fotografía de Lorenzo Hernandez

 

José Manuel Cruz para Revista MoonMagazine

Fotografías de Lorenzo Hernandez