Primer centenario del nacimiento de José Luis Sampedro

Los hombres sabios no deberían morir

Así es, queridos lectores. Los hombres sabios no deberían morir porque están, como lo están los sabios de la antigua Grecia, los de Roma, inmersos en la piel de la historia; porque la sabiduría avanzó y avanzó a través del tiempo y eclosionó en los siglos XX y XXI con nombres tan reverenciales como Ortega y Gasset, María Zambrano, Eduardo Galeano, José Mujica, Emilio Lledó, como José Luis Sampedro. Los hombres sabios deberían tener el privilegio de la eternidad para deleite y disfrute de quienes tuvimos la suerte de conocerlos, de ser sus seguidores.

Durante su infancia en Tánger, convivió con las culturas musulmana, judía y cristiana

Van dos años desde que perdimos a Sampedro. Aún tenemos el privilegio de gozar a los que quedan vivos, pero los hombres sabios no deberían morir porque ellos, solo ellos, tienen el don de la clarividencia, de la verdad, y nos han puesto en aviso de los avatares que nos aguardan de seguir en este mundo de avaricia desquiciada, de sumiso alineamiento, de irresponsabilidad despreocupada, de este dejar nuestro destino en manos de supuestos paternalistas sin que atinemos a ser ciudadanos responsables capaces de dirigir el timón de nuestro propio barco.

Es difícil hablar sobre José Luis Sampedro porque ya sus palabras lo dijeron todo. Así que serán sus palabras y no las mías las que llenen este espacio. El homenaje ya se lo hizo él a sí mismo sin pretenderlo, porque la condición sine qua non de los sabios es la humildad. José Luis Sampedro sabe ahora dónde está, pero nunca antes le preocupó a dónde iría. A sus noventa y seis años, ya no quería vivir, no lo necesitaba, pero sentía la obligación de alentar, porque así lo querían quienes le amaban. En sus últimas horas de vida confesó a una amiga:

 

 

 

La muerte me lleva de la mano, pero se está portando bien porque me deja pensar.

 

Catedrático de Estructura Económica, exsenador, intelectual de izquierdas, novelista, economista y humanista, pero sobre todo humanista, fue miembro de la Real Academia Española desde 1990. El 29 de noviembre de 2011 fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras, el más prestigioso de España después del Cervantes, y a decir del ministro de cultura del momento: «Es la suya una producción prolífica, desarrollada al margen de las corrientes literarias, y marcada por su postura vital de contribuir, desde la educación, la cultura y la transmisión del saber, a la consecución de un mundo mejor».

Cuando alguien le preguntó qué le había aportado la literatura, el pensador Sampedro respondió: «Yo no sé, nunca digo si un libro está bien o está mal, lo que sí digo es que nunca he publicado un libro sin hacer por él todo lo que podía. Es decir, yo he hecho mi trabajo lo mejor que he podido y eso es todo lo que se le puede pedir a uno.  A uno no se le puede pedir que sea un genio cuando no lo es, que es mi caso, pero sí se le puede, se le debe pedir que lo haga con fervor, con entusiasmo, que lo haga lo mejor posible.

Escribir es vivir en muchos sentidosdiría en otro momento—. Primero, en un sentido realista, uno profundiza. Escarbando en las galerías interiores de uno mismo, encuentra cosas que no sospechaba y cosas de los demás que no sospechaba. Pero además, en el sentido ilusorio, uno ha vivido lo que ha imaginado».

La concepción humanista de José Luis Sampedro tiene un hondo calado en su producción literaria; obras de intensa calidad como Congreso en Estocolmo (1952), Octubre, octubre (1981), La sonrisa etrusca (1985), La vieja sirena (1990), Real Sitio (1993) (estas tres últimas compondrían la trilogía “Los círculos del tiempo”), El amante lesbiano (2000), Escribir es vivir (2003), La senda del drago (2006), y La ciencia y la vida (2008), amén de un buen número de obras dedicadas a la economía humanista, es decir, y en sus palabras, «la que procura hacer menos ricos a los ricos y menos pobres a los pobres».

Nunca en sus libros olvidó su preocupación didáctica, de ahí estas sus palabras:

En el siglo XX la población humana se triplicó. Pasó de un poco menos de 2 mil millones a un poco más de 6 mil. Ahora somos más de 7 mil millones. ¿Usted cree que en ese siglo la capacidad de producción y de regeneración de la Naturaleza, de todo lo que se ha explotado, se ha triplicado también? Es completamente imposible. Es insostenible.

«La convivencia requiere un mayor cuidado no de lo cognitivo, el saber mucho, el saber una técnica, sino lo afectivo. Todos necesitamos afecto y no nos educan bien en ese aspecto. La revalorización de lo afectivo sería muy importante para una convivencia más pacífica. Y también la revalorización de lo volitivo, lo que queremos. ¿Qué quiere usted? ¡Quiero mandar, quiero que me obedezcan! No. Lo que habría que decir es: quiero armonizar con los demás, quiero armonizar con el universo, quiero encajarme dentro de esta ciudad, quiero admitir, aceptar y sobre todo, no atropellar. Son valores que se atribuyen a las mujeres y que se toman como defecto. Pues no, no es un defecto».

«Pero sobre todo, os animo a avanzar en la lucha hacia una vida más humana. Los medios oficiales no se van a volcar con vosotros y encontraréis muchos obstáculos en el camino, pero está en juego vuestro futuro»—decía en su manifiesto de adhesión al 15M. Fue el primer intelectual español en apoyar el nuevo movimiento y ya había prologado unos meses antes, el panfleto ‘Indignaos’ del francés Sthépan Hessel.

“La convivencia requiere un mayor cuidado no de lo cognitivo, sino de lo afectivo. #100Sampedro Share on X

«Podría gobernar una élite que crease una situación de simulación de libertad, ofreciendo determinados atractivos. Pero la libertad es como una cometa. Vuela porque está atada y la cuerda es la responsabilidad».

«El poder económico domina los medios de información. La gente hoy juzga sobre todo por lo que ve en televisión y lee en los periódicos (…) y vota según lo que ve en televisión, y no piensa para nada en lo que le ocultan», diría.

Y estas fueron sus palabras de aliento a la juventud: «No tenéis derecho a recurrir a la violencia, porque tenéis la razón y el futuro. El sistema está roto y perdido, por eso tenéis futuro».

El sistema está roto y perdido, por eso tenéis futuro. #100Sampedro @CarrascalMara Share on X

Este hombre, ejemplo de pensamiento consecuente en todas las facetas de la vida, cuando fue interpelado acerca de cómo concebía él la muerte, añadió: «La muerte que deseo la he contado muchas veces: el final del río, en una ría gallega, estoy pensando en Santa Marta de Ortigueira, por ejemplo, donde pasé unos días excelentes… ¿Qué pasa cuando un río llega, no cuando se deja caer de una roca como pasa en los fiordos noruegos, sino cuando llega apaciblemente hasta el mar? Si está uno en el agua empieza a notar que el agua sabe de otra manera, que es otro gusto, y mientras lo piensa, cuando se da cuenta, uno ya es mar, el río ya es mar, no es río». «Les diría que lo importante es vivir, que hay que vivir, que para vivir hay que ser libre y que para ser libre hay que tener el pensamiento libre y que se eduquen para tener el pensamiento libre y que con ese pensamiento se vayan construyendo a sí mismos y procuren educarse mejor y contribuyan a que los demás se eduquen también porque el poder, que organiza la enseñanza, nos prepara para ser productores y consumidores que es lo que le interesa para el mercado»

El pensador junto a su mujer, la filósofa y escritora Olga Lucas

Su viuda, la filósofa y escritora Olga Lucas, dio a conocer la muerte de José Luis Sampedro algunos días después de ser incinerado porque él quería irse sin ruido, sin homenajes. En cierta ocasión le preguntaron si había pensado un epitafio para sí. Después de meditarlo unos segundos, replicó: «Que ustedes lo pasen bien».

Estoy segura, admirado don José Luis Sampedro, que donde quiera que esté, lo estará pasando bien. A pesar de su clarividencia y hondo reflexionar en este mundo que nos toca vivir, humor no le faltaba.

 

El humor de #100Sampedro, en este epitafio improvisado: Que ustedes lo pasen bien. @CarrascalMara Share on X

 

José Luis Sampedro. Primer Centenario. Los hombres sabios no deberían morir

Artículo de Antonia María Carrascal

#100Sampedro

1 de febrero de 2017