Con la recomendación de La mujer menguante, segundo poemario de Petra Desiderata, el escritor de novela negra Manu López Marañón aparca el noir y la pistola un año más para enfrentarse a su reto veraniego: la lectura de ocho poemarios notables sobre los que nos irá informando cada semana con puntualidad británica.

Poemarios para un verano sin crímenes: la mejor poesía para afrontar los calores del estío.

La mujer menguante: Madurez poética que no admite discusión

Con La mujer menguante, la malagueña Petra Desiderata —seudónimo literario de Patricia Cortés Maldonado— continúa su carrera poética, jalonada ya por reconocimientos a su obra en certámenes de prestigio como el Ágora (fue galardonada por el poema «Virgo» incluido en este libro que reseñamos) o la Muestra Cultural Nómadas (allí fue premiado «Fábula», recogido también en La mujer menguante). En 2017 Petra Desiderata publica su poemario inaugural Más dura será la caída, y en 2019 El enjambre, recopilación de reflexiones sobre la sociedad en la que vivimos y en donde se nos invita a (re)conocer pensamientos y situaciones por los que todos hemos pasado o pasaremos alguna vez.

En su segundo poemario Petra Desiderata utiliza la poesía como elegante ariete en lo que, sin duda, es un asunto que la motiva a escribir: su batalla sin tregua contra una realidad desgastada que, en los frentes que ahora vamos a diferenciar, le resulta desasosegante, incapacitadora, y, en la mayoría de las ocasiones, odiosa. Reflejo de este racimo de sensaciones es que, en no pocas ocasiones, los versos de La mujer menguante nos lleguen anegados de reprensiones existencialistas, ilustrando así esta angustia del hombre —de la mujer, en su caso— que perdió la fe en el sentimiento y sus retóricas, sobre todo en las de tipo amoroso.

Para Petra Desiderata la poesía prolonga, y ejercita, la oscura e imperiosa angustia (instalada desde su origen en los corazones del ser humano) que crea el querer poseer nuestras propias vidas. Un deseo que, para quien tiene la fortuna —o desgracia, según se mire— de nacer poeta, no puede conformarse con la inane actitud, ante lo recibido, del testigo mudo. A Petra Desiderata, en efecto, ante las erosiones que la mellan, vamos a verla patalear, enfadarse, gritar: crecer desde la indocilidad, en definitiva. En La mujer menguante son diseccionados con pulso milimétrico fragmentos de una existencia, más o menos cotidiana, que siempre nos afectan. Cada poema de este libro enriquece, al unísono, a la creadora y a sus lectores durante un proceso sin altibajos, ascendente, imparable.

#Reseña del #poemario #LaMujerMenguante por J. M. López Marañón. @AzimutEdiciones. A Petra Desiderata, ante las erosiones que la mellan, vamos a verla patalear, enfadarse, gritar: crecer desde la indocilidad, en definitiva. Clic para tuitear

El desgaste, parece advertirnos Petra Desiderata, resulta inapelable: que frente al Cosmos exista ese proceso es un hecho que conmueve a cualquier ser pensante. Pero solo los poetas excepcionales exponen bellamente —y de forma lúcida— cualquier plano esencial de esta realidad que nos mengua incluso en lo más protegido. Para Mallarmé «lo poético es una trasposición divina del hecho al ideal», y así imágenes tan logradas como presenta este impactante poemario, aunque las caracterice el desmoronamiento, acaban por ser una forma lírica del ansia de no quedarse parado, de aspirar a más.

Un tono airadamente pesimista predomina en La mujer menguante. Pero sobre él se enreda la presencia (menos abundante, destaca con intensidad mayor) de unos elogiosos sucesos a los cuales la poeta quiere agarrarse con urgencia de posesión trascendental. En esas pocas y exaltadas composiciones, a veces muy sensuales en la celebración del amante, cifra ella, con fuerza, la esperanza en una salvación —la suya—, la cual, al mismo tiempo, sea la de los que día a día menguamos sin remedio —todos—.

La parte más amplia de este poemario viene constituida por 13 poemas que interiorizan el desgaste sufrido por la poeta. 5 de estas composiciones tratan el desamor. En «La mujer menguante» [1] se habla de uno sin ninguna heroicidad al que resulta imposible insuflar vida y que empequeñece a la mujer. «Yo» [5] ensalza los placeres de la mujer que se ha librado de un amor que la atenazaba. En «Poemas de amor» [7] la poeta, tras un funesto desamor que deja dolor, duda que las ganas de querer vuelvan. «Ida» [12] muestra cómo la poca sensibilidad de un amante es pagada con igual frialdad por parte del inexplorado cuerpo de su pareja, y «Expectativas» [14] reflexiona sobre cómo encaran el sexo diferentes tipos de hombre, igualados —parece ser— por su necesidad de desaparecer una vez colmados.

La Mujer Menguante

[…]

¿Qué hay de heroico en amar sin ser amado?

No es un misterio místico, no es un dogma de fe,

No es una justificación constante y reiterada.

Es un dilatar de poros que exudan denso almizcle,

Una implosión de todos los colores del universo,

Un sinfín de heridas frescas y cicatrices añejas.

[…]

Otros 5 poemas se ocupan de los perniciosos efectos de la vida sobre la piel de esta poeta. En «Fábula» [4] manifiesta cómo la vida dejó de ser vida, cómo solo la indiferencia permite seguir adelante. «Versalles» [9] es una composición de corte histórico que se vale de las costumbres de la Corte para describir el vacío de existir, y «Ataraxia» [13] define la vida como un rutinario pasar donde el alma enmudecida solo accede a placeres desabridos. En «Pequeño pony» [15] se avisa de cómo la cobardía vital vence a cualquier amor, y en «La hermana fea» [17] de cómo poesía, valor y perdón son engullidas por la muerte.

Ataraxia

[…]

Yo te descifro, amiga mía.

Con la desazón de tus días que son los míos.

Que fuimos amadas, misteriosas, arrebatadoras quizás.

Se dirá de nosotras que fuimos.

Y entonces sabremos que éramos humo y después… ¡La nada!

[…]

Finalmente, 2 composiciones explican el desgaste aplicándolo sobre la propia actividad poética. En «El canto del cisne» [3] la poeta que es esta mujer menguada declara —harta— cómo en su alma ya no cabe una pena más que merezca ser cantada, y en el último poema del libro, «Escritura automática» [18], ataca a esa forma automatizada de escribir que tienen algunos poetastros que manufacturan versos contando las palabras y las metáforas para crear «sentimientos» y que solo ofrecen… Basura.

Escritura automática

[…]

No seré yo quien se preste al juego.

Dejo el pasatiempo para otros.

Aquellos que se solazan con el alivio

De contaminar con ingentes cantidades de basura

Aquello que no pueden alcanzar.

Estipular horarios, contabilizar metáforas,

Calcular sentimientos cronómetro en mano.

Administradores de prosa

Que se dan palmaditas en la espalda.

Con toques de fanfarria.

[…]

Frente a este crudo panorama, insertados entre los poemas del desgaste, Petra Desiderata abre una ventana para que por ella entre el sol en su libro y sus lectores tengamos propuestas para hacer más llevadero el hecho imparable de nuestra merma vital. Son cinco composiciones caracterizadas por los salvadores elogios destinados a enriquecedoras actividades humanas. En «Mi musa, la música» [6] la mujer menguante nos informa de los beneficiosos efectos que para ella tiene la música, que consigue que su sangre «hierva como lava de volcán». En «Sin título» [8] y «Virgo» [10] tanto enumerando las hábiles caricias de un amante diestro, como describiendo, sin rubor, la intensa relación carnal con otro, igualmente preparado para el aspecto más carnal del amor, se nos hace una apología de la pasión física. Por último en «Come tierras» [16] Petra nos habla de la función catártica de la poesía, de la dificultad de hacer poesía auténtica y de cómo, así, resulta siempre un revolucionario estallido, un arma victoriosa cargada de futuro.

Sin título

¿Quién puede hacer que esta tristeza seca y amarga

Se convierta en alegría?

¿O que el radiante sol se oscurezca,

Y por mi mente vuelen mariposas de alas negras?

Cuando su leve brisa acaricia mi cuerpo,

Son como las caricias de un instante,

Que llegan al alma.

Porque, tal vez, «podría escribir

Los versos más tristes esta noche»,

Solo al mirarte.

Tú inundas mi ser de constante serenidad.

Tú, divino e inalcanzable

Que vas anidando en mí.

Es como un fuego interior

Que nace en mi vientre.

Entrelazadas nuestras piernas,

Siento tu suave calor.

Entre mi vida terrenal y tu limbo

Un cordón de plata nos une.

Con los versos que conforman La mujer menguante, su autora regala una muestra de madurez poética que no admite discusión. Arthur William Symons dijo que «ser moderno en poesía, representar realmente lo que uno es y lo que son las cosas que lo rodean, así como describir el mundo actual, es, tal vez, la más difícil y ciertamente la más interesante de todas las realizaciones artísticas». Parece que pensaba en este libro, el poeta inglés.

Sin dejar al margen la modernidad en ningún momento, la poeta recoge sentimientos que tienen su origen en el mismo nacimiento de la humanidad. Como bien adelanta en su prólogo Victor Frías (otro maravilloso vate malagueño, autor del inolvidable poemario Los seres transparentes) Petra nos descubre cómo «la mujer menguante es más de una mujer, incluyendo a la hermana fea, y también que las acepta a todas ellas». Desde MoonMagazine nos ponemos a contar los días que faltan para el próximo trabajo de Petra Desiderata.

Tras leer #LaMujerMenguante, en MoonMagazine nos ponemos a contar los días que faltan para el próximo trabajo de Petra Desiderata. @AzimutEdiciones #Reseña de José Manuel López Marañón. #Prólogo: @VictorFriasJim. Clic para tuitear
La mujer menguante, Petra Desiderata. Ediciones Azimut (2020)

La mujer menguante

Petra Desiderata

Ediciones Azimut

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Reseña de Manu López Marañón
Diseño de la portada de la reseña: David de la Torre

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