La razón tiene corazones que el corazón no entiende

De repente, un día, escuchas al corazón, y mandas a la razón de vacaciones. Y mi corazón eligió Nueva York. Le hizo poco caso a Mecano cuando decía: «No hay marcha en Nueva York ni los jamoones son de york… ohhh…».

No sé si a ustedes les ha pasado esto alguna vez, pero cuando me sucedió a mí, me quedé a cuadritos de colores. Sí, como esos de las pinturas de Piet Mondrian

Todo comenzó justo después de la cena de empresa de navidad. ¿Recuerdan? Si, aquella de pero mira cómo beben los peces en el río.

¿No se han preguntado por qué no han vuelto a saber nada de mí desde entonces? ¿Ni siquiera me han echado un poquito de menos?

Ah, que no… Bueno, como diría Joe E. Brown en Con faldas y a lo loco, «nadie es perfecto».

De repente, un día, escuchas al corazón, y mandas a la razón de vacaciones. Clic para tuitear

Date prisa que ya son las dos y diez…

Les cuento cómo sucedió todo. Aquella noche, tras los postres, nos sirvieron unas copas en la zona chill out. Cuál fue mi sorpresa cuando uno de los jefes que habían venido a visitarnos desde Nueva York, se acercó a mí y me dijo:

—¿Nos vemos en diez minutos en la puerta? Me gustaría hablar con usted y aquí hay demasiado ruido.

Aquel chico de Nueva York, que era New para mí, y  mucho más que York  —jamón jamón— estaba quedando conmigo… Mi razón me gritaba ten cuidado con él, no te fíes, no lo conoces de nada… Mi intuición me susurraba déjate llevar, siéntete libre, si está para comérselo.  Y en medio de esa bipolaridad explosiva no se imaginan cuánto puede llegar a subir la bilirrubina…

Mientras me empolvaba la cara y me retocaba los labios, pensaba ¡date prisa que ya son las dos y dieez…!

Salí disimuladamente y allí estaba Mr. Jones, esperándome. Un tipo de dos metros de alto, pelo moreno, ojos verdes, unos treinta y pocos y un cuerpo de escándalo. Mi corazón se revolucionó tanto, que su latido parecía Usain Bolt corriendo los 100 metros lisos.

Tras darme las gracias por acudir al encuentro, me propuso ir a tomar algo y charlar. Así que, entré de nuevo, tomé mi abrigo y mi bolso y me despedí de todos hasta después de las vacaciones de navidad. ¡Ay, qué nervios!

Y allí estaba Mr. Jones, esperándome. Un tipo de dos metros de alto, pelo moreno, ojos verdes, ¡wow! Clic para tuitear

Una proposición in-decente

Tomamos un taxi y fuimos a un local de copas. Sentados en una acogedora cheslón, hablamos de trabajo. Él me contaba cómo eran las oficinas en la Midtown de Nueva York, cómo trabajaban. Pensé que seria el tema excusa para romper el hielo, aunque yo ya me derretía cuando miraba esos ojos verdes como el trigo verde. Hubo un momento en que se me cayó el foulard al suelo, y al ir a recogerlo, se cruzaron nuestras miradas. Yo deseaba sus labios, que parecían de pastel… y esperaba a que me besara de un momento a otro y que me llevase a su habitación del hotel… Pero solo dijo:

Yo deseaba sus labios, que parecían de pastel… y esperaba a que me besara de un momento a otro. Clic para tuitear

—Quería hablarte de una proposición de trabajo. Hemos decidido ofrecerte una beca en Nueva York, dos meses trabajando en la Central para formarte como ejecutiva en la compañía.

Hemos decidido ofrecerte una beca en Nueva York, dos meses para formarte como ejecutiva. Clic para tuitear

Tuve que echar el freno de mano y realizar un aterrizaje de emergencia para no caer de bruces contra la impoluta moqueta de aquel local tan chic.

Y es que, cómo me hubiese gustado que, por una vez en la vida, me hubiesen hecho una proposición indecente.

—¿Qué te parece la idea? Por supuesto, tendrás todos los gastos pagados y apartamento propio. Si estás de acuerdo, en dos días volamos a Nueva York.

No me podía creer lo que estaba oyendo, me iban a ascender a ejecutiva, ¡habían creado una beca de formación y los americanos pensaron en mí!

Por supuesto que acepté, vaya que si acepté, como que ahora mismo estoy con mis maletas en el John F. Kennedy Airport, tarareando aquello de Start spreading the news, I’m leaving today, I want to be a part of it, New York, New Yoork.

Vaya que si acepté, como que ahora mismo estoy con mis maletas en el John F. Kennedy Airport. Clic para tuitear

Me voy a Nueva York, ¡bye bye, babies! ¡Adiós, adiós!

Pilar García

Ilustración de Pablo Noia