Pocos libros de relatos presentan una homogeneidad temática y formal tan poderosa como la que se percibe en Contracuentos, aun cuando desde la sinopsis y el índice se alude a su división estructural en tres partes: «Huellas de frontera», dedicada a los refugiados; «Turbulenta Zafra», con historias que beben de la actividad de la Plataforma Antidesahucios y de la crisis inmobiliaria; por último, «Contracuentos», que su autor, Víctor Claudín, considera la más literaria e inclasificable y que, ciertamente, resulta una sorpresa a cada página.

Sin embargo, se trata de partes entrelazadas y ligadas a algo que podríamos considerar motto u objetivo central del libro. Así, hay una unidad innegable en los temas, el tratamiento y la intención. Desde un punto de vista formal, no es de desdeñar el que el autor refuerce deliberadamente esta relación a todos los niveles por medio de un curioso artificio: cada uno de los títulos o encabezamientos incluye una especie de sub-etiqueta o subtítulo, relacionado sobre todo fonéticamente, aunque también a través de una amplia semántica, con el título del libro, Contracuentos. Así, por ejemplo, el primer relato, «La niña de las coletas descoloridas», es también Contra, y las historias sucesivas añaden Contraseña, Contrapicado, Contramuro, Contractura… a sus títulos principales. Todos los contra recorren las páginas del volumen en un guiño muy cuidado y poético, que redunda en la continuidad y equilibrio de apariencias y fondos a la que ya hemos aludido.

Baste citar algunos relatos como «Balance», donde la propia naturaleza decide vengarse de dos hombres de negocios, erigidos en paradigma casi mítico del capitalismo multiforme, que celebran sus ganancias gracias a una lucrativa guerra. O «Asamblea», donde una intensa reunión, muy reconocible para quienes hayan formado parte de movimientos de reivindicación en los últimos años, se vuelve telón de fondo para una sorprendente relación de amor. Insectos, reptiles y otros animales de lo más diverso pululan por el ambiente, atraviesan carne y piel, como si se tratara de un sueño. Aunque se encuentran próximos en estos y otros aspectos, «Balance» pertenece a la primera sección del libro, mientras que «Asamblea» se encuentra en la tercera.

Otra muestra de la cercanía de forma y tema recíproca de los Contracuentos de Claudín,  podemos hallarla en la comparación entre relatos como «Un largo viaje» y «Suicidios», pertenecientes a la primera y la segunda sección, respectivamente, y similares en el tratamiento desgarrador, de un realismo atroz y sin ambages. Completan el conjunto joyas repletas de dulzura y amor («El kiosco de Parenesti»), piezas donde la venganza más retorcida ocupa el lugar preeminente («Familia feliz»), textos experimentales que homenajean a Cortázar, sumas de pequeños o medianos pensamientos y vivencias en torno al amor y al sexo, reflexiones de realidades que luego no fueron en un tren cualquiera («Viaje en tren»), retazos de vida, flujo de diálogos, vidas relatadas y conciencias («En Atocha»).

Dolor, miedo, ironía, aunque también el amor, pueblan las páginas de Contracuentos. Cierto ambiente onírico y, por si fuera poco, un humor de aire surrealista se percibe en varios relatos de la última parte. ¿Existe un denominador común único? Si lo hubiera, sería el efecto logrado en el lector, que queda emocionado, sacudido y retorcido. La identificación con los personajes y sus peripecias resulta brutal y tanto más descarnada cuando somos conscientes de algunas de las experiencias vitales del autor. Voluntario en campos de refugiados, denodado activista en la PAH, víctima él mismo de la estafa que llamaron crisis, Víctor Claudín es capaz, sin embargo, de ir más allá de la mera vivencia y de sublimarla por medio de la literatura.

Dolor, miedo, ironía, aunque también el amor, pueblan las páginas de #Contracuentos de @VClaudn. #Relatos plenos de belleza y #poesía que consiguen que el #lector quede emocionado. #Reseña de @rosaggv. Clic para tuitear

La envoltura de belleza no amortigua el mazazo de realidad que le aguarda al lector. Sin embargo, la esperanza sigue ondeando, hecha jirones, en las acciones aparentemente pequeñas de cada día, en el asambleísmo, en la amistad, en la ternura. Jugando entre la identificación y la lejanía de lo poético y lo sublime, que separa en apariencia autor, persona, personajes y lectores, Contracuentos se vuelve arma eficacísima de advertencia, arranca a golpes la anestesia y deja revuelta la conciencia. Una necesidad de primer orden en «estos tiempos» de posverdades e intereses que ya duran demasiado.

Voluntario en campos de refugiados, denodado activista en la PAH, víctima de la estafa que llamaron crisis, @VClaudn es capaz de ir más allá de la mera vivencia y de sublimarla por medio de la literatura en #Contracuentos. @rosaggv. Clic para tuitear

Contracuentos, de Víctor Claudín: un mazazo de realismo envuelto en belleza y poesía 2

 

 

 

Contracuentos

Víctor Claudín

HG Editores, 2019

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Reseña de Rosa García Gasco

Portada de la reseña: David de la Torre