Lost fue uno de los grandes sucesos de la historia de la televisión y la serie que cambió la relación entre la audiencia y el producto en pantalla. Convertida en fenómeno de masas y después en objeto de culto, Lost terminó por convertirse en algo mucho más elaborado, complicado y también decepcionante de lo que nadie supuso en su estreno. 

#Lost fue uno de los grandes sucesos de la historia de la televisión y la serie que cambió la relación entre la audiencia y el producto en pantalla. 10 años después @Aglaia_Berlutti nos recuerda las claves de este gran hito de la #TV. Clic para tuitear
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¿Dónde estamos?

Lost y su trascendencia

Lost fue un suceso incluso antes de llegar a pantalla de la televisión: con un costo de 14 de millones de dólares, el piloto de la serie fue el más caro grabado jamás para un programa de audiencia comercial en franja horaria nocturna. Como si eso no fuera suficiente, se lanzó una estrategia de mercado que dejó atónitos a buena parte de la audiencia: para su estreno, el 22 de septiembre de 2004, nadie sabía bien sobre qué iba el argumento de Lost. ¿Se trataba sólo del aparatoso accidente? ¿lo que ocurría entre los sobrevivientes? Ni los productores ejecutivos Jean Higgins y Jeff Pinkner o los creadores J. J. Abrams‎ y ‎Damon Lindelof dieron demasiadas pistas al respecto. La idea era ambiciosa y atrevida: jugar con las expectativas del público.

Para su estreno, el 22 de septiembre de 2004, nadie sabía bien sobre qué iba el argumento de la #serie. La idea era ambiciosa y atrevida: jugar con las expectativas del público. #Lost @Aglaia_Berlutti @PrimeVideoEs @PrimeVideoLat. Clic para tuitear

De hecho, la ambición de Lost siempre fue su sello distintivo: la necesidad de crear un producto experimental bajo las reglas de la televisión tradicional, a la vez que sostenía la noción sobre el argumento de la confusión. Se trató de un complicado juego de espejos que intentó reinventar el formato episódico para crear una construcción novedosa: Lost se hacía preguntas pero respondía muy pocas, sus hilos argumentales se enredaban entre sí, lo que permitía a la audiencia crear un amplio género de teorías. Pero el argumento no tenía la intención de reflexionar sobre puntos definidos ni tampoco analizar de forma clara lo que sea que sucediera en la historia. El misterio se basada en la incertidumbre, en la imposibilidad de explicar de inmediato los arcos narrativos que se elevaban hacia algo cada vez más sorprendente.

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El humo negro y Mr. Echo

Con una osadía que ahora mismo sería impensable  — en vista de los altísimos costos y el riesgo que conllevaría —,  Lost se atrevió a crear una historia en la que cada personaje tenía la habilidad mutable de un símbolo, pero a la vez, tenía el peso humano de toda su falibilidad. Lo sobrenatural, como una insinuación que jamás llegó a cumplirse del todo y que, de hecho, jamás fue otra cosa que un anuncio poco claro hacia una versión sobre un suceso oscuro, se convirtió en el punto de atención que distraía o atraía la atención del público, en un trampa extravagante sin verdadera resolución. Y quizás, eso era el punto más fuerte y de interés en Lost, que rompió cada convención de transmisión imaginable, que no obedeció a ningún parámetro y que de una u otra forma, construyó la televisión actual, tal y como la conocemos. 

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Not Penny’s Boat

Por supuesto, en la actualidad la narrativa de Lost (basada en flashback y en un tipo de hilo narrativo disruptivo) no es una novedad, pero en 2004 no sólo lo fue, sino que convirtió a la Isla y lo que en ella ocurría, en una amplia colección de percepciones sobre la memoria, la manera en que se recuerda y la narrativa privada de los personajes, algo que cambió la tensión del universo interno de la serie como sucesión de fragmentos de una historia más amplia y lo transformó en otra cosa. Más extraño resulta el hecho que, al principio, tanto productores como creadores estuvieron de acuerdo en que la historia no podía basarse únicamente en la supervivencia, aunque el mayor impacto había sido ese accidente de avión que había dejado a un grupo de desconocidos aislados en medio de lo que parecía un enigmático espacio atemporal. Para Higgins la respuesta era obvia: el misterio residía en lo que podría ocurrir o no, en un lugar en que todas las reglas de la física parecían estar a punto de ser desafiadas por motivos sin explicación. No era sólo un misterio, era también la forma en que afectaba al grupo de sobrevivientes, personas que en apariencia no tenían ninguna relación entre sí, pero que compartían  — en apariencia —  un pasado en común.

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LaFleur

Pero detrás de cámara, la serie también sufría todo tipo de rápidas transformaciones: el originario equipo de producción sufrió una ruptura considerable cuando J.J Abrams abandonó la serie para dirigir Mission: Impossible III. Quedó a cargo de las funciones Damon Lindelof junto Carlton Cuse, quienes analizaron las primeras ideas detrás del espectacular piloto  — un accidente, un misterio que une a desconocidos, lo sobrenatural al margen —  para analizar algo más profundo, extraño y doloroso. La idea de retroceder en el tiempo para buscar explicaciones de lo que había ocurrido antes que enfocarse en cómo los sobrevivientes lograban luchar contra la posibilidad de morir en medio de un pasaje desolado, resultó mucho más atractiva para ambos. Pero ¿cómo llevar a cabo algo semejante?

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Ben Linus, enorme Michael Emerson

La idea de los flashback traía todo tipo de complicaciones al argumento. Para comenzar, los personajes debían ser lo suficientemente atractivos como para que el público deseara conocer sus historias. Y en este caso, se trataba de un grupo de actores clase b en su mayoría desconocidos que, de una forma u otra, había que convertir en estrellas televisivas en menos de una temporada. Para Lindelof lo ideal fue crear en la isla una versión sofisticada y elegante de la estructura general del programa: las elegantes cajas misteriosas que llenaban la isla era una manera de interconectar la narración con algo más elaborado. A medida que transcurrían los capítulos y la Isla dejaba de ser un mero contexto para convertirse en amenaza. Poco a poco, la serie se transformó en un rompecabezas de enorme interés que mezclaba trozos de historias, de idiomas y parajes: historias de trasfondo que, juntas, elevaron el nivel del programa a un gran riesgo narrativo que asombró al público y, por supuesto, terminó por cautivarlo. Lindelof diría después que tanto productores como creadores descubrieron muy pronto que no necesitaban convertir en superestrellas a sus actores y actrices — aunque después lo fueron — sino que tenían que hacerlos interesantes. Y lo lograron por un mero golpe de efecto: integrarlos en el misterio de la isla.

¿Por qué te resulta tan difícil creer?

Para su segunda temporada, Lost ya era un fenómeno de culto que había desconcertado por completo al público, había convencido de la posibilidad de la experimentación a los ejecutivos más renuentes y sin duda, se había convertido en parte de la historia televisiva. A pesar de las críticas  — que las hubo: Variety llamó a la serie pretenciosa y vacía, mientras que EW la tildó de «incomprensible» —  el formato-rueda, en que cada episodio estaba dedicado a explorar y a contextualizar a cada uno de los personajes, mientras ocurrían todo tipo de situaciones disparatadas en la isla, se había convertido en el principal atractivo de la historia. El conflicto seguía todavía sin ser claro  — ¿qué ocurría en la isla en realidad? ¿había algo misterioso detrás del accidente —  pero lo que sí se convirtió en un éxito inmediato fue la capacidad de la serie para crear un revuelo a su alrededor. No sólo era la serie más vista, sino la más comentada en una época en la que Internet era una excepción y antes que las redes sociales tuvieran verdadera repercusión en la programación televisiva. Lost lo era todo: era una serie atractiva, una historia conmovedora, tenía personajes extraordinarios y un trasfondo enigmático imposible de ignorar. En conjunto era un éxito colosal que rebasó la ambición del comienzo y lo transformó en otra cosa: posibilidades.

En su inicio, #Lost lo era todo: una serie atractiva, una historia conmovedora, unos personajes extraordinarios, un éxito colosal que rebasó la ambición inicial y lo transformó en otra cosa: posibilidades. @Aglaia_Berlutti. Clic para tuitear

De pronto, había todo tipo de sugerentes versiones sobre la realidad: monstruos de humo, números mágicos, la posibilidad del viaje en el tiempo de la isla entera, una poderosa y despiadada corporación que claro está, estaba detrás de lo que sea que sucedía en la isla. En realidad, todas las líneas abiertas eran hilos a medio completar de historias posibles, que guionistas, productores y creadores debatían hasta el cansancio, sin verdadera resolución. «Averigüemos cómo hacer esto tan grande como podamos. Y eso es lo que hicimos, siempre. Las historias eran grandes, la visión era grande, creo que la ejecución fue grande, y funcionó», dijo Higgins a Variety años después del debatido capítulo final. «No sabíamos qué ocurriría, pero si era obvio que sería algo extraordinario».

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Todos morimos alguna vez, hijo

Según Lindelof, Lost nunca quiso responder todas las preguntas. Jamás se planteó la posibilidad de que el fenómeno pop que trajo aparejado atentara contra la estructura central del programa. Los guionistas sabían de las teorías que los fanáticos creaban y que rebasaban por mucho las ideas que se discutían en salas y oficinas en medio del más estricto secreto. El excrítico de Entertainment Weekly, Jeff Jensen, se convirtió en una fuente de referencia para teorías de expertos que irritarían a legiones de fanáticos, porque casi todas contradecían a las transcendentales visiones que los seguidores de la serie imaginaban para ella. En realidad para los productores y el guionista, sólo algo estaba muy claro en Lost: el poder de cautivar, a pesar de los errores de tono y ritmo de la temporada cuatro, convertida en una pesadilla de crítica y argumento. De ese final ambiguo y básicamente sencillo, en el que se insinuó — y jamás se confirmó — que todo lo vivido, había sido ¿un purgatorio? ¿una experiencia trascendental? Nadie lo sabía.

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Vivir juntos, morir solos. Simetría y opuestos

Higgins atribuye el malestar generalizado que provocó el último capítulo a la necesidad de entender, cuando la serie estaba enfocada más en la necesidad de ser asumida como un misterio desde su origen.«A veces, creo que el público quiere que le digan exactamente qué son las cosas. Pero no creo que debas golpear al público en la cabeza» —dijo Higgins en mayo de este año en una entrevista para EW—  «[…] la ambigüedad puede ser todo lo que una serie necesita para ser recordada». Quizás, la explicación más cercana, sincera y poderosa que pueda brindarse a Lost como fenómeno y al final, como un capítulo trascendental de la historia del entretenimiento.

Nos vemos en otra vida, colega.

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Un artículo de Aglaia Berlutti

 

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