Siempre dado a tramas duras y explosivas elige Aritza Bergara (Sestao, 1972) para su quinta novela, Sueños ahogados, como temas peliagudos y de rabiosa actualidad el tráfico de drogas (concretamente la heroína, sustancia que tras décadas de ostracismo regresa a nuestras calles con similar fuerza a la de los ‘80) y otra lacra, la que supone para cualquier país europeo —en teoría, benefactoras tierras de asilo— la llegada de los mal llamados inmigrantes «ilegales»… Como si hubiera personas legales e ilegales en función del sitio donde les ha tocado nacer.
Estamos por tanto dentro de lo que cabría denominar «literatura de denuncia». Y más aún en el caso de estos Sueños ahogados, que vienen avalados con el sello de Ongi Etorri Errefuxiatuak, una plataforma que trata de sensibilizar a la población vasca sobre el drama de las personas refugiadas para tratar así de crear una sociedad más solidaria que sea capaz de atender necesidades tan primarias como los derechos a la vida y a no morirse de hambre.
#SueñosAhogados, una trama policial en torno al tráfico de drogas y el drama de las personas refugiadas. @aritzabergara, invitado a la mesa debate Costas Negras de @bruma_negra. #Reseña de Manu López Marañón. @errefuxiatuakB. Share on XGusta Aritza de usar un estilo directo, que vaya al grano. Utilizando la palabra que en cada momento él considera oportuna, su quehacer, ajeno a cualquier barroca filigrana, recuerda —y permítaseme que haga un símil futbolístico ahora que han comenzado los Mundiales— al toque de esos jugadores de regate corto y pase largo que buscan la verticalidad como mejor forma de encarar la portería. Nada, por tanto, de horizontalidades ni de desesperantes «tiqui-tacas» en el centro del campo: las páginas repetitivas y sin sustancia aquí no encuentran titularidad.
El experiodista del Diario de Euskadi, ahora freelance, Martín Alustiza vuelve a protagonizar Sueños ahogados. Muerto en acto de servicio otro de los personajes recurrentes de Aritza, aquel inspector Garastazu de tan grato recuerdo, Martín pedirá ayuda a su viuda, Laia Goikouria —agente retirada de la policía científica de la Ertzantza— para investigar un complicado asunto que arranca con las muertes de varios yonquis en la margen izquierda debidas a una heroína de gran pureza.
Al mismo tiempo la otra trama —de mayor trascendencia— nos presenta a Nasha, quien tras ver morir a su madre tiroteada debe abandonar su aldea del Congo, arrasada por unos mercenarios al servicio de multinacionales interesadas por un mineral que abunda en esas tierras, el coltán. La odisea de esta joven inmigrante termina, de momento, en el puerto de Ondarroa, adonde dos agentes de la Unidad Marítima de la Ertzantza, Carlos Nieto y David Blanco, a bordo del «Izurdi», han amarrado y transportado un carguero lleno de inmigrantes, 40 de ellos ya fallecidos. Entre la media docena de supervivientes está nuestra Nasha.
Intempestivas operaciones de carga y descarga en un pabellón de Trápaga, aparentemente dedicado a la carpintería metálica, son objeto de seguimiento y vigilancia por parte de Martín y Laia. El esbirro de don Rafael Berros —el capo de todo esto—, un tal Txiki, se ocupa de bajar a las subsaharianas a punta de escopeta. José Melguizo, mano derecha de don Rafael, introduce a las africanas en una amplia estancia.
Gracias a Iratxe Arribalzaga, ex compañera de Laia en la Ertzaintza, Martín consigue un listado de pabellones, de los cuales alguno como «Carpintería metálica Santillana» está, sin duda, implicado en la distribución de la heroína. Al mismo tiempo las subsaharianas retenidas son destinadas a puticlubs de la zona.
Con gran agilidad Aritza Bergara cohesiona las tramas de Sueños ahogados consiguiendo así una narración sólida y bien atada. Y al mismo tiempo durísima de leer. Esos inmigrantes acogidos en condiciones infrahumanas, a los que cobran un dineral con la promesa de trasladarlos a Gran Bretaña, y que acaban convertidos en cebo para que los agentes de aduanas acudan en su rescate y dejen vía libre para que la droga entre por algún otro punto, alejado y sin vigilancia; ese, —y no otro—, es el destino (aparte de la prostitución) que espera a esta pobre gente en la «civilizada» Europa.
Estas dramáticas peripecias consiguen sobrecoger hondamente el ánimo del lector y hace volver sus humedecidos ojos ante un drama que requiere de la ayuda material de todos.
Vuelve a ser el solterón Martín, ese protagonista algo cínico y desencantado (y con situaciones como las que vive en esta historia, todavía más), quien juntando buenas dosis de paciencia y de osada temeridad acaba siendo capaz de llegar al fondo de sus averiguaciones. En este caso ha contado con la ayuda de Laia e Iratxe, dos mujeres involucradísimas en este retorcido caso.
Inolvidables también, en su rotunda maldad, el capo de la droga y sus secuaces a los que espera un merecido «premio», algo que supondrá cierta recompensa para los abatidos lectores de estos Sueños ahogados que, a la vez que consiguen un entretenimiento de primera categoría, dejan profunda marca.
#SueñosAhogados de @aritzabergara es una #novela sólida y bien atada que sobrecogerá al lector, dejándole profunda marca. #literaturadedenuncia #PersonasRefugiadas. #RecomiendaLeer Manu López Marañón. Share on X
Manu López Marañón, autor de Alcohol de 99º
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