En el último año la mitad de los españoles se han sentido solos y ocho de cada cien conviven con la soledad día a día. En Reino Unido las cifras se duplican. Tan preocupados están que han creado un ministerio solo para tratarla: las altas esferas políticas y los ciudadanos trabajando juntos para ayudar a las millones de personas que se ven afectadas cada año por esta enfermedad del alma. La pintura, siempre ha actuado como un medio de representación plástica de la conciencia del ser humano: sus miedos, sus deseos, sus atributos, sus defectos. Por eso los pintores empezaron a retratar la soledad en sus obras, en el momento en que este mal empezó a convertirse en un tópico que caracterizaba a la sociedad.
Martín Sánchez, psicólogo e investigador predoctoral en Psicología Social en la Universitat Jaume I, explica que la soledad es un sentimiento que se caracteriza por la ausencia de compañía de otra persona e implica una separación no deseada que puede derivar en multitud de dolencias psicológicas como la depresión. No obstante, Sánchez destaca que también existe una soledad escogida. Esta tiene cabida en el arte e inspira muchas de las pinturas de artistas contemporáneos. Es el caso de Alejandra Caballero que ha decidido dedicar su carrera a la exhibición de personas aisladas. «Mis personajes son solitarias pero no están deprimidas porque están reflexionando o contemplando un paisaje y lo están disfrutando. Están solas pero de una manera positiva», afirma.
Por lo tanto, que una persona esté dibujada sola en un cuadro no significa que esté en soledad. No es una figura sola, es una sola figura. Los retratos religiosos protagonizados por evangelistas o santos en solitario no evocan soledad porque ellos mismos buscan ese estado de aislamiento. «En un icono o en una estatua de un César Romano o de un Dios del Olimpo se puede encontrar una única silueta, pero solo se puede hablar de soledad cuando hay una especie de homogeneidad entre la silueta representada y el mundo que la contempla», explica José Antonio Palao, teórico de la imagen y doctor en Comunicación Audiovisual. Es por eso que las pinturas de paisajes heterourbanos de finales de siglo XX son las que transmiten más sentimiento de aislamiento forzado a sus espectadores. Porque el contexto en el que se encuentra la silueta solitaria del cuadro es compartido con el de aquel que la observa. No obstante, las primeras investigaciones en profundidad sobre este fenómeno no tuvieron lugar hasta 1973, que fueron escritas por el sociólogo Robert Weiss en su obra Loneliness: the Experience of Emotional and Social Isolation. Weiss dividía la enfermedad del alma en dos vertientes: soledad emocional y soledad social. Ambas reproducidas en el arte en diferentes momentos a lo largo de la historia.
El arte de la #soledad o cómo los pintores han representado este fenómeno social y emocional a través de sus obras. Un artículo de @monicasmenero y Carlota Martel. Share on XLa soledad emocional en la Ofelia de Millais
La soledad de tipo emocional es romántica, es aquella que se siente cuando se pierde a alguien importante, es una ausencia de relaciones especialmente significativas para la persona y que proporcionan una base segura (Bowlby, 1982). La ausencia de este tipo de relaciones está asociada con sensaciones de vacío. Un ejemplo de la representación en el arte de esta tipología es la Ofelia (1952; óleo sobre lienzo) de John Everett Millais (1829-1896). Este cuadro refleja el abandono y la soledad a través de la figura de Ofelia (característico personaje de la tragedia Hamlet de William Shakespeare) que se ha visto abocada al suicidio tras la pérdida de su padre Polonio y el rechazo sentimental de Hamlet. En este caso, el sentimiento de desamparo que transmite el cuadro no viene dado por el entorno aislado en el que se encuentra la protagonista, sino por una profunda soledad interna que padece por el abandono de sus seres amados.
Una técnica que se suele emplear en pintura para crear esta afección del alma es la mirada perdida de quienes la padecen. Así Millais plasma la soledad profunda en el rostro de la joven Ofelia, el último sentimiento que la acompaña en el momento justo antes de morir. De este modo, tanto en la tragedia clásica como en el cuadro de Millais, se evidencia cómo este sentimiento puede derivar en trastornos mentales como la depresión, demencia o incluso el suicidio. «Creo que la enfermedad del siglo XXI son las trastornos psicológicos, principalmente la depresión que es provocada en gran medida por multitud de aspectos que tienen que ver con la soledad y con la adaptación al cambio», así lo explica el psicólogo Martín Sánchez. Este personaje está construido en una postura que recuerda a las obras plásticas de mártires religiosos que solían escoger el aislamiento como método de mediación para llegar a Dios. No obstante, el autor del cuadro ha sabido cómo representar a Ofelia de manera que sea palpable que la soledad que ha padecido hasta el momento de su muerte no ha sido escogida.
La soledad social en Los bebedores de absenta de Edgar Degas
La soledad social es la sensación personal de no pertenecer a ningún grupo social. «A menudo tiene que ver más con un sentimiento del sujeto que con el hecho objetivo de estar realmente solo. Suele experimentarse cuando la persona siente que sus emociones no están alineadas con su entorno. Esa sensación de incomprensión, o de estar hablando un lenguaje que los demás no comprenden», explica Grela Bravo, Psicóloga y Mediadora Social e Intercultural. En Los bebedores de Absenta o El Ajenjo (1876; óleo sobre lienzo) de Edgar Degas (1834-1917) dos personas están juntas, pero no existe ningún tipo de contacto entre ellos. Ninguno de los dos parece tener interés en comunicarse con la otra persona, ambos están sumidos en sus propios pensamientos: el hombre observa algo fuera del cuadro, mientras que ella tiene la mirada perdida y se muestra derrotada. Aunque físicamente están juntos, mentalmente están solos. Un sentimiento que se ve reforzado ante la descentralización de las figuras, que se encuentran en una esquina del lienzo.
La pintura ha retratado el cambio de las grandes ciudades convirtiéndose en un espejo en el que se
puede observar cómo ha aumentando el aislamiento social. En las metrópolis actuales el individuo
está rodeado de gente, siempre en movimiento y, sin embargo, uno se encuentra más solo que nunca. El pintor demuestra perfectamente esa soledad que sienten los ciudadanos de las grandes urbes a través de dos personas bebiendo en un bar a centímetros el uno del otro sin cruzar palabras ni miradas. Degas representaba este sentimiento mediante personas que bebían solas, a pesar de estar rodeadas de gente. El psicólogo Martín Sánchez explica que en la actualidad el fenómeno del aislamiento social se aprecia cuando en un bar hay un grupo de amigos y uno de ellos está mirando el móvil sin hacer caso a su alrededor.
Hopper, máximo impulsor de la soledad en la pintura
El pintor estadounidense Edward Hopper (1882-1967) dedicó gran parte de su vida a retratar lo que se conoce como realismo sucio. El autor superponía la necesidad de pintar escenarios que reflejaran la mentalidad y el contexto de la época a la representación de escenas idílicas en sus cuadros: la mayoría de sus obras tienen lugar en cafeterías, gasolineras o habitaciones de hotel, porque a pesar de que no eran lugares estéticamente bonitos, era en esos ambientes urbanos donde el ciudadano medio pasaba gran parte de su tiempo. Decide tratar el tópico de la soledad porque es lo que caracterizaba a la sociedad metropolitana que se encontraba perdida en un nuevo mundo marcado por los avances tecnológicos e industriales. La obra de Hopper son personas solitarias en escenas costumbristas urbanas.
La mayoría de sus cuadros están protagonizados por mujeres. De hecho, es el primer pintor que utiliza el retrato de mujeres solitarias (que no solas) como elemento característico de sus creaciones.
En sus cuadros ellas suelen estar rodeadas de gente, pero están física o mentalmente aisladas de las
personas que las acompañan. «¿A qué nunca pensamos que una persona está sola si está posando
para un retrato? Pero en Hooper sí, porque la mujer nunca está posando» comenta Palao. Además,
para acentuar la sensación de soledad, el autor emplea juegos de luces y sombras que dotan a la escena de dramatismo y melancolía. El contraste de colores entre el vestuario de la mujer y el lugar en el que se encuentra, la mirada perdida y los rostros desenfocados son algunas de las características que presentan la mayoría de estos retratos. Algunos ejemplos representativos son La autómata (1927; óleo sobre lienzo) o New York Movie (1939; óleo sobre lienzo).
Uno de los ejemplos más representativos en la pintura del aislamiento de los ciudadanos en las sociedades urbanas es Halcones de la noche o Noctámbulos (1942; óleo sobre lienzo), la obra más conocida de Edward Hopper. El mismo título remite a cómo los protagonistas del cuadro (halcones) buscan atrapar compañía en la noche para hacer frente a la soledad. Hopper afirmó que si bien no vio especialmente solitario este cuadro, era probable que inconscientemente estuviera pintando la soledad de una gran ciudad. Se trata de una escena cotidiana, una noche en la que un grupo de desconocidos se reúne en un bar para no estar solos, pero se quedan inmersos en sus pensamientos, ajenos al resto. Son cuatro personas que comparten espacio, aislamiento y vacío, pero no cercanía.
#Hopper es el primer pintor que utiliza el retrato de mujeres solitarias (que no solas) como elemento característico de sus creaciones. #Arte. @monicasmenero y Carlota Martel. Share on XAprender a querer la soledad
La soledad es inevitable, por ello es necesario que se enseñe cómo afrontarla. El problema radica en que se educa de manera que no se puede percibir el aspecto positivo de esta y no se sabe cómo aprovechar lo que puede ofrecer. «La sociedad ha cambiado mucho hacía un entorno más individualista. Esto se aprecia en el número de relaciones y trabajos que tenemos: nos hemos vuelto individuos mucho más autónomos. Esto puede ser un avance, porque nos permite ser seres sociales, pero, independientes. Schopenhauer ya dijo que la búsqueda de la excelencia pasa por la soledad, que acompañados no somos iguales», explica Sánchez. El arte no solo refleja el aislamiento social e interno, también lo combate mediante la arteterapia que utiliza la creación artística como vía terapéutica. Grela Bravo piensa que es igual de beneficioso el proceso de elaboración de una obra de arte que el resultado porque la creatividad es una de las acciones más sanadoras y que mejor impulsan el crecimiento individual. Al igual que observar un cuadro que representa la soledad puede hacer que uno se sienta solo, pintarlo puede mitigar ese sentimiento.
Autoras:
Mónica Serrano Menero
Carlota Martel Cros
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