Citando el inicio de La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, se nos presenta Yo, señor, no soy malo, que, como define su autor, Jesús Tíscar Jandra, se trata de «tres novelitas lóbrigas y tremendistas de las que ya no se estilan».
Yo, señor, no soy malo,
aunque no me faltarían motivos para serlo.
Estas tres historias nos presentan una sociedad sucia, degenerada y vulgar. Personajes misóginos, homófobos, madres castradoras en grado superlativo, acosadores y maltratadores, algo que en un mundo políticamente tan correcto y falto de autocrítica se agradece, la verdad.
Mientras leemos Yo, señor, no soy malo, no nos queda más remedio que compadecer a esos protagonistas. El mundo que les rodea es oscuro y cruel aunque es cierto que algunos de ellos, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, se resarcen de todas las estocadas que la vida les ha dado.
Si Cela leyera Yo, señor, no soy malo aplaudiría esta obra. Jesús Tíscar retoma el tenebrismo, corriente que Cela lideró, mostrándonos el lado oscuro de la vida, mostrando una sociedad deforme y grotesca, una realidad reflejada en los espejos de los circos. Sin embargo, el lector no siempre puede pensar que las historias que se presentan sean una exageración de la realidad, no lo hará si cena viendo cualquier telediario.
Cela aplaudiría esta obra. @JesusTiscar retoma el tenebrismo de Cela, mostrándonos el lado oscuro de la vida, una sociedad deforme y grotesca, una realidad reflejada en los espejos de los circos. @almudenatalias. @TierraTrivium. Share on XEl primero de los tres, «Los zapatos de mi padre», nos presenta un día en la vida de los años 80, hoy en día tan venerados sin que yo aún sepa por qué. Al morir la madre del protagonista éste debe buscar a su hermano para que asista al entierro. El padre, la hermana, la difunta y el joven protagonista, algunos con más tino que otros, pasan como pueden por la vida que les ha tocado vivir. Unos actúan y otros padecen.
Tengo ganas de empezar a probar qué tal la vida sin la presencia de esa señora tan dañina que me encontraba en mi casa nada más levantarme de la cama durante todos y cada uno de los días de mi vida.
En «Salchichas crudas» descubrimos un mal día en la vida de Aemegé (A.M.G) que, desde el momento en el que desayunando ve a través de su ventana una disputa entre un gitano y un jubilado, se le va torciendo el día de manera vertiginosa hasta que termina mirando el atardecer sin un cigarro que echarse a la boca.
Estar aquí y así, tan a gusto, tan relajado, pero sin cigarrillos, esperando, es una tragedia en la que procura no pensar más porque, si piensa, sería capaz de impulsarse hacia adelante y matarse.
En «Días de sangre y leche» conoceremos a un pobre joven, que a pesar de la gente que la suerte le ha puesto alrededor, consigue tener destellos de bondad ante nuestra estupefacción.
Y yo no podía, no debía, tenía que obedecer a Madre, que nunca me decía dónde iba, que nunca traía nada a su vuelta, si acaso cansancio y mal humor.
Así que os deberíais animar a leer Yo, señor, no soy malo. Si una mujer, madre, asalariada y humilde bloguera como yo ha sido capaz de sonreír leyendo a Jesús Tíscar, vosotros y vosotras también podéis.
Si una mujer, madre, asalariada y humilde bloguera como yo ha sido capaz de sonreír leyendo a @JesusTiscar, vosotros y vosotras también podéis. #Reseña: @almudenatalias. @TierraTrivium. Share on X
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Reseña de Almudena Natalías
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