No se puede emocionar explicando las emociones

En las obras ficcionales, los autores proponen personajes, situaciones, emociones, cosas ficticias todas, y el único camino de poder entrar en ellas es a través de la lectura. La permanencia del lector en este mundo ficcional dependerá del grado de estímulo que provoquen en el receptor-lector, y por ende el principal estímulo son las emociones que se despiertan en él.

La literatura, fuente de emociones, Mónica Silvina Martínez Viscio

¿Qué es una emoción?

Una emoción es la respuesta psicofísica que representa el modo de adaptación a ciertos estímulos (sensaciones), externos o internos, y que viene acompañada de reacciones orgánicas visibles: palpitaciones, sudoración, temblores, estrés, llanto, insomnio, excitación, etcétera. Por ejemplo, el miedo y el asco son emociones programadas de serie –por decirlo de algún modo–, que constituyen un mecanismo de protección para nuestra vida; sin ellas, con toda seguridad, duraríamos en este mundo el mismo tiempo que un cubito de hielo en el Sahara. Sin el miedo, nos atropellarían al cruzar la primera avenida; y sin el asco, beberíamos agua estancada y putrefacta sin ningún titubeo.  Lo que ocurre ante una situación de peligro es que nuestro cerebro activa la segregación de una hormona denominada cortisol, que alerta todos los mecanismos de protección. Un estado prolongado de miedo, como sería al despido laboral, eleva los niveles de cortisol en sangre de forma permanente y produce lo que conocemos como estrés.

Según los especialistas, las emociones básicas, con sus distintos grados, son seis: alegría, tristeza, enfado, sorpresa, miedo y asco. Cuando hablo de grados emocionales, me refiero a que el asco puede ir desde la repugnancia hasta el desprecio o el disgusto; es decir, todo aquello que nos produce algún tipo de rechazo.

La diferencia esencial entre emoción y sentimiento es la duración en el tiempo: una emoción puede durar un instante o unas horas, y un sentimiento ocupa un espacio temporal amplio. La alegría de encontrarnos con un amigo del alma dura, más o menos, el rato que compartimos con él, a partir del cual la emoción se convierte en melancolía (un grado de la tristeza); sin embargo, el amor hacia ese amigo perdura sobre ese instante de reunión, superando la alegría y la melancolía.

Las emociones, entonces, tienen una manifestación visible, concreta, a través de gestos, acciones y re-acciones que cobran mucho significado en el entorno o atmósfera creada. Este aspecto tiene para el narrador un valor literario infinito. Las emociones son visibles, directas, evidentes. Las emociones se pueden MOSTRAR.

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Las emociones en  literatura

No se puede emocionar explicando las emociones

Katherin Mansfiel. Mostrar las emociones.

Las emociones, en literatura, juegan en dos planos. Por un lado, las de los personajes y por otro, las que provocamos en los lectores, y que son las que estimulan la continuidad en la lectura. Ambos planos emocionales –personaje y lector– confluyen en una misma acción narrativa: MOSTRAR. No vale decir «Carmen esta triste». Hay que construir esa tristeza con elementos visibles, representándola mediante la acción, los gestos y las voces directas de los personajes, los detalles propios del ambiente, la creación de una atmósfera adecuada. No se emociona al lector con palabras emocionantes. Hay que dramatizar.

Veamos cómo lo hace Katherine Mansfield en su relato El canario.

¿Ves aquel clavo grande a la derecha de la puerta de entrada? Todavía me da tristeza mirarlo, y, sin embargo, por nada del mundo lo quitaría. Me complazco en pensar que allí estará siempre, aun después de mi muerte. A veces oigo a los vecinos que dicen: «Antes allí debía de colgar una jaula». Y eso me consuela: así siento que no se le olvida del todo.

A partir de un clavo y una jaula, la autora nos relata la historia, pero también nos involucra emocionalmente en la tristeza por la muerte de un canario entrañable para el personaje. Podría haber informado su tristeza por la muerte del canario, pero esta forma visual, que impacta en los sentidos y produce sensaciones, es mucho más eficaz para movilizar las emociones del lector. Una vez más, la dramatización se hace presente en la narrativa de calidad.

 

No se emociona al lector con palabras emocionantes. Hay que dramatizar. @NessBelda Clic para tuitear

Néstor Belda, CURSO ONLINE DE TÉCNICAS NARRATIVAS