La humanidad no posee regla mejor de conducta que el conocimiento del pasado
Polibio, Historia del ascenso de Roma, I, 1
Adelante batallón / de la quinta del biberón
La quinta del biberón es el nombre que recibieron los nacidos en los años 1920 y 1921, que fueron reclutados para defender la Segunda República española en abril de 1938 y a principios de 1939. Cuando entraron en batalla, sin apenas instrucción ni equipamiento, la mayoría no había cumplido los dieciocho años. Ante su movilización hubo un clamor de protesta por parte de los propios reclutas y de sus familiares, pues se anticipaba en tres años las levas de los años 1941 y 1942, cuando los «biberones» cumplirían los veintiuno. Su reclutamiento, en efecto, era contrario a las normas de la guerra.
A pie de trinchera, los «biberones» enfrentaron las balas en una guerra que había comenzado cuando tenían catorce y quince años. Encararon la muerte con la inconsciencia propia de la juventud, pero con la sospecha creciente de que aquello iba a ser una carnicería.
Con estos materiales, Lluís Pasqual, director de Teatre Lliure y autor de In memoriam. La quinta del biberón, hace un «documental en teatro»[1]. Vuelve Lluís Pasqual a hacer teatro apegado a los hechos, cercano al deber de memoria, esto es, al deber de reparación y justicia. Lo hizo recientemente con su montaje de Mujer no reeducable, de Stefano Massini, sobre la figura de la periodista y disidente rusa Anna Politkóvskaya, asesinada en 2006. Lluís Pasqual definió aquel monólogo, en el que se denuncian los crímenes de Estado y de guerra rusos y chechenos, como «teatro urgente y necesario»[2].
No menos urgente y necesaria es una visión realista sobre muchos de los episodios de la Guerra Civil española. Es un tópico insoportable que se hayan hecho demasiadas obras, películas, libros, canciones… sobre la Guerra Civil española. Sencillamente: no es verdad. Han tenido que sucederse varias generaciones para que ahora, tras el aflojamiento de la presión social y política, los abuelos y abuelas narren in extremis sus testimonios a sus nietos.
Lluís Pasqual, atento a la historia viva de la generación que se acerca a los cien años, arrima el hombro para la recuperación de esa memoria colectiva que va muriendo de modo natural. Gran parte del texto de In memoriam. La quinta del biberón está basada en los testimonios recabados por el propio autor mediante entrevistas a los «biberones» supervivientes. La fijación del testimonio es la forma más perfecta de aprehender la historia que se escapa entre los dedos.
#InMemoriamLaQuintaDelBiberón los niños que defendieron la #IIRepública Reseña @avazqvaz Share on XLluís Pasqual construye a partir de este material una pieza dramática soberbia, emocionante, necesaria y, sin duda, urgente. Y, sin embargo, al margen del oficio del autor y director, la pieza se constituye con una sencillez abrumadora. Seis jovencísimos actores encarnan a seis reclutas de la quinta del biberón. Los «encarnan» más que los representan, pues los actores comparecen como los propios reclutas que van a narrar lo que les ocurrió en el frente del Ebro. (De modo análogo, afirma Lluís Pasqual que Miriam Iscla en Mujer no reeducable «encarna» a Anna Politkóvskaya[3]).
Se quiere ir más allá de la re-presentación. Se quiere alcanzar la comparecencia real de los verdaderos protagonistas. La argucia dramática es coherente con el compromiso de Lluís Pasqual con la verdad, con su apuesta estética por la verdad sin filtros. Una verdad, en todo caso, poetizada, que no exige necesariamente el verismo sobre la escena.
Pero, además, In memoriam. La quinta del biberón es también un acto político. No se trata de un simple alegato, sino de un alegato muy sofisticado. ¿Qué poder de convicción, si no, es necesario para que todo el público se levante en cada función para guardar un minuto de silencio por los «biberones» muertos en el frente? La frontera entre escena y patio de butacas, entre drama y espacio político, se esfuma en este y otros momentos de In memoriam. La quinta del biberón.
Lluís Pasqual integra en el texto apelaciones reales al espectador. No se trata de preguntas retóricas, sino que los seis reclutas se dirigen realmente a la segunda persona presente en el teatro.
Bueno, es que ustedes ahora saben mucho de la guerra. Han visto películas, han leído periódicos, y libros… Pero nosotros, ¿qué sabíamos en la España de 1938 a los diecisiete años? Menos que un niño de once ahora.
El desarrollo dramático se estructura, pues, a partir de los testimonios de los reclutas, que, como si fuesen un grupo de amigos que se reúnen, rememoran sus vivencias comunes, desde su salida del amparo bajo las faldas maternales hasta los momentos en que cada uno encontró la muerte, ya en el frente del Ebro, ya en su huida hacia la retaguardia, ya en campos de concentración a uno u otro lado de la frontera de los Pirineos.
La narración está trufada de hechos que pertenecen a esa memoria colectiva que se realimenta cuando sus protagonistas se reúnen, pues la memoria, de acuerdo con Maurice Halbwachs (1877-1945), es un acto colectivo: solo adquiere significado pleno en relación con otros sujetos que recuerdan[4].
Así, unos toman la palabra y otros asienten, o refutan, en todo caso completan. Se explica, singularmente, la crueldad de los mandos al cargo de aquellos reclutas:
¿Recordáis a aquel muchacho que, al poco de estar en el cuartel, regresó a su casa? Sus padres lo convencieron para que volviese al frente. Lo hizo, y lo fusilaron por desertor. Al día siguiente, los padres volvieron al cuartel para ver cómo estaba su hijo. Al enterarse, la madre no podía dejar de culparse. «¡Lo he matado yo —decía—, lo he matado yo!».
Y se culpa a los mandos comunistas, muchos de ellos civiles, que tomaron el control del ejército republicano. Singularmente, se repite la acusación sobre el último presidente de la Segunda República, Juan Negrín, a quien se atribuye la decisión catastrófica de seguir resistiendo sin las fuerzas precisas, cuando ya todo estaba perdido:
Resistiremos hasta la última gota de sangre del último soldado de la República.
Los reclutas reprochan las palabras de Negrín más que los ataques de la artillería franquista. Así, Lluís Pasqual consigue que esas viejas fotografías de la guerra cobren movimiento y respiren. Son nuestros abuelos en la flor de la vida, con sus pasiones, sus miedos, sus contradicciones…
Hay en In memoriam. La quinta del biberón, un rosario de atrocidades que describe perfectamente los horrores de la guerra. Pero, además, su materia y su forma de presentación —un conjunto de testimonios—, confiere a lo narrado la categoría de «verdad probada más allá de cualquier duda». En efecto, además de su calidad artística, el teatro de Lluís Pasqual tiene algo de prueba forense. Es también, pues, un ejercicio sincero de memoria histórica, que no tiene por qué limitarse a los reconocimientos, actos, conmemoraciones y monumentos oficiales.
#InMemoriamLaQuintaDelBiberón. ¡Bravo #LLuísPasqual @TeatreLliure! Reseña de @avazqvaz Share on XBravo por Lluís Pasqual y por Teatre Lliure, que, con estos elementos, han logrado llevar a las tablas una obra necesaria y de una calidad artística indiscutible.
In memoriam. La quinta del biberón
Autor y director: Lluís Pasqual
Reparto: Joan Amargós, Enric Auquer, Quim Àvila, Eduardo Lloveras, Lluís Marquès y Joan Solé
Músicos: Oriol Algueró e Isaac Bachs / Ricart Renart (violines), Guillermo Martínez y Joan Palet (violonchelo), Dani Espasa y Marc Díaz (clave y órgano), Robert González (voz)
Escenografía: Lluís Pasqual
Vestuario: Alejandro Andújar
Iluminación: Pascal Merat
Dirección musical: Dani Espasa
Caracterización: Eva Fernández
Sonido: Roc Mateu e Igor Pinto
Vídeo: Franc Aleu
Ayudante de dirección: Iban Beltran
Fotografías: Ros Ribas
Cartel: ByG / Isidro Ferrer
Coproducción de Teatre Lliure y Temporada Alta-Festival de Tardor de Catalunya Girona/Salt
Notas:
[1] Cf. Europa Press, «Lluís Pasqual, sobre “In memoriam. La quinta del biberón”: “Vamos a intentar hacer un documental en teatro”», EPCultura, 20 de febrero de 2017.
[2] Cf. Julio Bravo, «“Mujer no reeducable” lleva a escena la historia de la periodista rusa Anna Politkóvskaya», ABC, 10 de febrero de 2017.
[3] Cf. José Luis Romo, «Lluís Pasqual: “Pese a la crisis, el espectador no nos ha abandonado”», El Mundo, 15 de febrero de 2017.
[4] Cf. Maurice Halbwachs, Les Cadres sociaux de la mémoire, Alcan, 1925.
Fantástico comentario crítico de la obra de Lluís Pasqual, Alfonso. Creo que no dejas sin tocar ningún aspecto de la misma.
Vi «La quinta del biberón» hace unas semanas. Me impresionó. Hice comentario en mi blog. Pero tu entrada me ha descubierto elementos en los que yo no había reparado. Por ejemplo, desconocía lo referido a «Mujer no reeducable».
Gracias por todo ello
Gracias, Juan Carlos. Me alegro mucho de que te haya gustado. La obra lo merece. Como dices, impresiona, al igual que la mayoría del teatro de Lluís Pasqual.
Solo por debatir
La verdad es que suelo centrarme en los temas que más me interesan en cada reseña. Cada obra se puede abordar desde muchos puntos de vista, pero no soy de quienes se sienten obligados a repasar cada uno de los aspectos más identificables de la obra: el texto, la dirección, la interpretación, la escenografía, la luz… Creo que en ‘In memoriam’ también destacan las interpretaciones de los seis actores y la música, singularmente la voz. Pero me encuentro más cualificado para opinar sobre el texto y sus implicaciones políticas.
Muchas gracias, un abrazo.