Perfecto Herrera Ramos, además de Los esteros de las mareas, ha publicado los siguientes poemarios: Cuando pase el tiempo (Ediciones Albores), Luz vibrante en mar que riela (Lampedusa), Poemas Turineses (Instituto de Estudios Almerienses) y El sauz de los desvelos (Vitruvio). Este andaluz de Berja, licenciado en Derecho y miembro del Instituto de Estudios Almerienses en el Departamento de Arte y Literatura, ha participado con éxito en importantes galardones poéticos. Así, fue finalista del Concurso Ediciones Literarte 2010 de Argentina y ha ganado, entre otros, el Premio Erato en 2010 y el de Concurso de poesía convocado por ALCER en 2015.

Los poemas que conforman Los esteros de las mareas vienen divididos en tres innominadas partes pautadas con versos de Maurice Blanchot, Mario Benedetti y Oliverio Girondo —referencias importantes en la labor de Perfecto Herrera. Nosotros preferimos encarar este trabajo uniendo sus sesenta y tres composiciones por familias temáticas.

La creatividad es la enajenación de la realidad circundante, lo absorbe todo, como el deseo: es una pasión de la inteligencia que contamina todos los ámbitos de la existencia cotidiana. Centrada en el terreno poético, el poeta y novelista francés Pierre Jean Jouve avisó: «No hay poesía si no hay absoluta creación, y, en torno a esta creación como un nimbo permanente, el misterio debe permanecer. Creación y misterio forman el tesoro de la Poesía». El acto creativo como vocablo virgen de todo prejuicio; el verbo creado y creador, la palabra recién nacida —en suma— ocupa a este almeriense en suficientes composiciones como para constituir un bloque temático.

Así, la fuerza creativa ofrece una nueva y eterna existencia [1]; superando a la materia, el verbo se hace carne poética [2]; la palabra precisa naciendo de la afilada sombra [3]; cómo de cualquier proceso de disolución emana una poderosa fascinación creadora [4]; la fértil memoria llena los espacios del vacío que deja tanto palabrerío [5]; la creación entendida como persecución de esa belleza que nace del corazón del poeta [7]; la voz del poeta sumándose al telúrico canto de voces y ecos [13];  la inmensa riqueza del lenguaje permite que en él arda el fuego de la memoria [14];  el camino machadiano seguido por el poeta aviva las ideas poéticas [40]; un cuadro quemado trae el recuerdo del artista comprometido [41]; el destino de tanto verso descartado, al margen del poemario del tiempo [50]; la inspiración en los pájaros frente a la monotonía de los días [52], o descubriendo que todo está por (re)crear en un mundo que hay que hacer más amable [58] y el poeta [60] animando a vates y locos a perseverar en el camino de la lucidez —esa sagrada e inmortal actitud.

[1] CREACIÓN

Alumbraré la luz, el espacio lumínico,
el silente vocablo cuando el vendaval calla
y quedan los objetos en formas primigenias,
saldrá de mí, inconcluso, desnaciendo perenne,
para que árbol y piedra recreen su vital hálito
de ser nuevos y a la vez resurrección visiva
de lo que, oculto, siempre es irrepetible.

Descúbreme en el limo, fermentación orgánica
de los significados, de los conceptos neutros,
en el adolorido fondo de la memoria,
a sabiendas de ser polvo de tus zapatos,
entidad animal, vacua, perecedera;
descúbreme
desgarramiento íntimo, desangre especular
que en otros debe hallar mejor transcender,
la fuerza creativa capaz de dar al mundo
nueva existencia,
hacer que sienta el hombre
que es su vida, a la vez,
eterna y temporal.

La ausencia y presencia de la amada sustenta el otro gran grupo de Los esteros de las mareas. Ya lo dejó escrito el poeta argentino Roberto Juarroz: «El poema es presencia y ausencia a la vez, inmanencia y trascendencia, lo uno y lo otro, ser y no ser simultáneamente».

Cuantitativamente, las amorosas ausencias generan en Perfecto Ramos mayor número de versos, como sí, paradójicamente, la carencia de la amada generase, al mismo tiempo, mayor deseo y ganas de contarlo… No es de extrañar; recordemos que el francés Pierre Reverdy ya dijo que «la ausencia es la madre de todos los poemas».

El poeta sufre hasta lo indecible lamentando la ausencia de su amada, que le impide seguir padeciendo amorosamente [15]; tras la despedida surge la amargura y las dudas de la permanencia del amor [18]; el vacío y el irreparable desaliento del desamor [19]; aquel corazón que ardió enterrado hoy en sosa caustica [20]; a la muerte y el rigor existencial los palían el recuerdo de la ausente [21]; la naturaleza y sus dones como motivo de optimismo para el reencuentro [24], pero también la naturaleza ciega y muda ante las nostalgias por la ausente [26]; la noche presagiando la ciega huida de quien se encuentra desvalido sin amorosas miradas [25]; la tensión amor/odio agudizada hasta hacer sangrar al enamorado mientras la ausencia dura [27]; un doloroso soneto muestra el lacerante malvivir tras la partida de la amada [29]; el recuerdo de tantos desayunos compartidos [30] y el de las prendas físicas —y espirituales— de la amada palían la herida de su ausencia [32]; el final del verano aviva los sentimientos de pérdida [34], y [37]  la imagen de la amada se desvanece ante la impotencia del enamorado poeta.

[29] CUANDO TODA MAÑANA ES FRÍA LLUVIA

Cuando toda mañana es fría lluvia
y la noche sombría luz de ausencia,
cuando el alma requiere tu presencia
y solo halla el afecto de la gubia,

cuando el sauce cabecea, doliente,
alejado, ajeno a la pena mía,
cuando las rosas blancas en la umbría
traen duelos pasados al presente,

vengan prestas las huestes del olvido
a sacar, de sangrante y condolido,
al dolor. Lacerante malvivir

es esperar en lo que ya ha partido,
inútil, lastimoso revivir
el desamor: pues tórnate a herir.

La presencia del amor —celebraciones y júbilo—, en menor medida, ocupa su lugar en este poemario. El psiquiatra Jacques Lacan dijo: «Hay poesía cada vez que un escrito nos introduce en un mundo diferente al nuestro y dándonos la presencia de un ser, de determinada relación fundamental, lo hace nuestro también». Mostrando la presencia constante del amor como razón del mundo que se manifiesta —poética e inefablemente— a través de las palabras, Herrera nos muestra, indica mejor, su correspondencia en el presente con esa amada de carne y hueso. Tanto abiertos como cerrados, los ojos de la amada hacen feliz al poeta [17]; su mirada alumbra el vital camino del poeta amante [22] y esa misma mirada, al despertar, da luz a la vida [23]; incluso dormida mantiene la amada su inexpugnable aura [28]; y [31] el vuelo conjunto de amante y amada resulta siempre un vuelo libre y sin cadenas.

[31] VUELA AMOR

Vuela Amor, vuela libre
como águila y halcón
lo harían, pero nunca
sujetos, nunca dos
atados por cadenas;
libres por el amor,
libres cada uno, amantes
áureos hacia el sol.

La percepción del paisaje conforma grupo en este poemario.

Predominan visiones externas, como la vespertina y melancólica del otoño [6], la de la luz haciendo que la vida renazca [10], la de la lluvia, entristecedora e inmisericorde [11] y [42], esa rosa cuya belleza se compara a la del humano espíritu [12], el crepúsculo identificándose con el sangrante corazón del poeta [13], el cotidiano amanecer sentido como un milagro [38] y también [45] cómo el propio poeta interioriza el paisaje tras descubrir en un estero el pez muerto.

[45] PAISAJE

[…]

Las pisadas estrujan las arenas.
En el rompeolas hay un pez muerto.
Tumbado, siento el aire y el mar.

Definitivamente, soy paisaje

Siguiendo la estela de este poema, Perfecto Herrera profundiza en una percepción interna del paisaje, como cuando enumera las bellezas naturales de cada uno [16] o a la hora de acopiar paciencia para que el corazón genere el aliento necesario para afrontar el desapacible futuro de ahí afuera [36], y también [46] cuando enumera —estoico— las penurias que abarca su cuerpo.

[46] HE HABITADO

he habitado la luz /
los desconsuelos de la noche / las manos de la aurora/
la soledad de los inviernos / el daño del olvido / el dolor de la ausencia /
lo encarnizado del insomnio / las cicatrices del desvelo /
el desamor / la penuria del desengaño /
la sutura y la herida /
la incontenible fuerza del deseo /

he habitado sin límite
la extensión corporal de mi ser.

Nos referimos, por último, a tres estremecedores composiciones donde el poeta denuncia estragos de la civilización occidental que le sirven para ofrecernos un diagnóstico poco complaciente sobre los tiempos presentes. «Chernóbil en la memoria» [39] avisa del peligro de desentrañar todo misterio por el conocimiento científico; En «Siria» [62] al poeta, instalado en una opulenta ciudad, le atenaza un sentimiento de culpa ante las vicisitudes padecidas por los niños de ese país, y en «Día de playa» [63] los placeres del verano se contraponen a la tragedia de descubrir el cadáver de un emigrante.

[63] DÍA DE PLAYA

[…]

Por favor, sabed que los peces sí ven mi rostro,
que mi nombre y apellido es recordado en mi aldea,
que tengo padres tal como vosotros

[…]

Con Los esteros de las mareas descubrimos a un egregio poeta autor de un sistema de relaciones nuevas, un nuevo orden, que es como decir que crea un mundo. Perfecto Herrera atrapa la realidad con el lenguaje: sin repetirla ni imitarla la hace suya. Él pertenece a esa selecta estirpe de los que trabajan la palabra y utilizan, de forma magistral, el idioma.

Los esteros de las mareas. Perfecto Herrera pertenece a esa selecta estirpe de los que trabajan la palabra y utilizan, de forma magistral, el idioma. #Poesía #Reseña: Manu López Marañón. @Olelibros. Share on X

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