A finales de 2017, la Editorial Amarante publicó el volumen Obra póstuma de Carlos Pérez Merinero, que recoge dos novelas del autor fallecido en 2012 a la edad de 62 años: Salido de madre y La casa de todos, esta última escrita con forma de guion cinematográfico. He tenido el honor de escribir la introducción a este libro (introducción en la que realizo una semblanza del escritor y doy un repaso a los principales temas que le obsesionaban) y de participar, junto a David Pérez Merinero, hermano de Carlos, en su presentación, realizada en la Librería Gaztambide de Madrid el pasado 8 de febrero.

Carlos Pérez Merinero
Imágenes de la presentación en la Librería Gaztambide de Madrid de Obra póstuma de Carlos Pérez Merinero

La reivindicación de un autor ignorado: Carlos Pérez Merinero

Carlos Pérez Merinero fue un narrador y guionista con una amplia trayectoria a sus espaldas, autor de novelas como Días de guardar (1981), Las reglas del juego (1982), El ángel triste (1983), La mano armada (1986), El papel de víctima (1988), Llamando a las puertas del infierno (1988), que ganó el Premio Alfa 7 de novela policíaca, Las noches contadas (1990), Desgracias personales (1993), Razones para ser feliz (1995), Caras conocidas (2003), Sangre nuestra (2005) y La niña que hacía llorar a la gente (2010), que fue la última de sus novelas que vio publicada en vida. Con carácter póstumo, se editaron La estrella de la fortuna (2016) y La santa hermandad (2017).

Obra póstuma de #CarlosPérezMerinero, novelista al que se ha comparado con Jim Thompson y autor de los guiones de El crimen de la calle Fuencarral o La buena estrella,, iniciativa de @EdAmarante. @jmcruzbar Clic para tuitear

Como guionista, fue el autor de los guiones de tres de los episodios de la serie La huella del crimen, emitida por TVE en los años 1985 y 1991, y participó en el guion de películas tan estimables como Cara de acelga (1986) de José Sacristán, Amantes (1991) de Vicente Aranda, Asunto interno (1996) de Carles Balagué, La buena estrella (1997) de Ricardo Franco, Al límite (1997) de Eduardo Campoy, Cuando todo esté en orden (2002) de César Martínez Herrada o El ciclo Dreyer (2006) de Álvaro del Amo. Su labor como cineasta de completó con la dirección de la película Rincones del paraíso (1997), protagonizada por Juan Diego, y de obras audiovisuales inclasificables (todas ellas nunca proyectadas en público) como las que integran la trilogía Franco ha muerto, formada por los títulos Valor facial (2001), Hoy toca lección de historia (2002) y Digamos que fue entonces (2003), y Otro cuento de navidad (la cual dejó íntegramente rodada y que fue montada, tras su fallecimiento, según las instrucciones que él había dejado). A su muerte, Carlos dejó una gran cantidad de textos sin publicar, los cuales, en una labor prolija y encomiable, su hermano David ha ido editando en los últimos años.

La mayoría de las novelas de Carlos Pérez Merinero se inscriben en la órbita del género negro o criminal. El autor con el que se le suele emparentar es Jim Thompson creador de novelas como El asesino dentro de mí (1952), La huida (1958) —llevada al cine por Sam Peckinpah en 1972, en una famosa adaptación protagonizada por Steve McQueen y Ali McGraw— o 1280 almas (1964) y ello nos da ya una clave del tono de su estilo y de su temática: las historias de Carlos Pérez Merinero son duras y sin concesiones y están narradas desde el punto de vista de outsiders sin esperanzas de redención, seres humanos profundamente asociales que no encuentran el modo ni de integrarse ni de encontrar su lugar en el mundo. Junto a ello, otra de las obsesiones de Carlos Pérez Merinero como autor es la de recrear el modo en el que se construyen las «verdades oficiales» y los «relatos aceptados», los cuales tienen una relación problemática y, en muchas ocasiones, puramente tangencial con la auténtica realidad. Estos rasgos pasaron a su labor como guionista y como director (aunque insuficientemente conocida y difundida, Rincones del paraíso es, sin duda, uno de los grandes títulos del noir español de las dos últimas décadas), habiendo varios puntos de conexión evidentes.

Las historias de #CarlosPérezMerinero son duras y sin concesiones y están narradas desde el punto de vista de outsiders sin esperanzas de redención. #NovelaNegra #ObraPóstuma. @jmcruzbar @EdAmarante Clic para tuitear

Para empezar, la primera novela suya en ser adaptada es El ángel triste, con el título de Bajo en nicotina (1984), por el director Raúl Artigot. Protagonizada por Óscar Ladoire, Silvia Munt, Antonio Resines y Assumpta Serna, es una historia en la que el personaje principal es un individuo completamente asocial que se pasa el día encerrado en su casa viendo películas en su vídeo (es decir, es un outsider en estado químicamente puro) y que, harto de oír permanentemente los gritos y peleas de su vecina, acaba dando un giro psicopático a su conducta, de forma que se dedica a crear las condiciones para imponer un relato de unos hechos que beneficie a sus propios intereses y objetivos (logra que triunfe una «verdad» oficial ajena a la verdad auténtica).

A raíz de esta adaptación, Carlos Pérez Merinero participa en la redacción del guion de la película Cara de acelga (1986) de José Sacristán y, como hecho clave en su vertiente de guionista (por las razones que ahora daremos), escribe el libreto de dos de los episodios de la primera temporada de la serie de TVE La huella del crimen, «El crimen de la calle Fuencarral» (dirigido por Angelino Fons y protagonizado por Carmen Maura) y «El caso del procurador enamorado» (dirigido por Pedro Costa y protagonizada por Carlos Larrañaga), y el de un episodio de la segunda temporada, titulado «El crimen de Perpignan» (dirigido por Rafael Moleón y protagonizado por Juanjo Puigcorbé y Aitana Sánchez-Gijón), los cuales inciden en muchas de sus obsesiones temáticas. El productor de la serie, Pedro Costa, percibe que una de las historias que se iba a incluir en esta segunda temporada tenía sustancia suficiente para ser convertida en largometraje y, de ella, nace la película Amantes (1991), dirigida por Vicente Aranda y protagonizada por Jorge Sanz, Victoria Abril y Maribel Verdú, en cuyo guion Carlos Pérez Merinero tuvo un papel decisivo (esta película ganó, en la ceremonia de los Goyas del año 1992 los premios a Mejor Película y Mejor Dirección). De otra de las historias que se tuvieron en cuenta para incorporarla a la serie, nace otro proyecto que dará lugar a la realización de La buena estrella (1997), dirigida por Ricardo Franco y protagonizada por Antonio Resines, Maribel Verdú y Jordi Mollà en la que, en su guion, premiado con el Goya al Mejor Guion Original en el año 1998, también tuvo Carlos Pérez Merinero una actuación destacada (la película ganó otros cuatro premios de la Academia: Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Actor Protagonista para Antonio Resines y Mejor Música Original para Eva Gancedo).

Es, por tanto, en el período 1986-1997 cuando tiene lugar la cumbre creativa de Carlos Pérez Merinero como guionista —etapa en las que también hay que destacar su participación en los guiones de Asunto interno (1996) de Norberto López Amado y Al límite (1997) de Eduardo Campoy— pero, en años posteriores, no podemos dejar de mencionar aportaciones tan interesantes como las de Cuando todo esté en orden (2002) de César Martínez Herrada y El ciclo Dreyer (2006) de Álvaro del Amo, dos películas preciosas que se apartan del género negro y que dan cuenta de su versatilidad como autor.

Carlos Pérez Merinero

Dada la amplitud e interés de la obra de Carlos Pérez Merinero, resulta sorprendente que la misma no haya tenido la repercusión que se merecía. Aunque se pueda achacar a la dureza y tono implacable de muchas de sus novelas, esta explicación no es enteramente satisfactoria en la medida en que, a la vez que sus historias y relatos no recibían el reconocimiento de su potencia y originalidad, triunfaban en el mercado literario obras de idéntica o mayor dureza como American Psycho (1991) de Bret Easton Ellis. Habría, más bien, que achacar este «extrañamiento» sufrido por el autor a dos causas bien diferenciadas. La primera, que parece que el público no tiene problemas en aceptar que una sucesión de crímenes tenga lugar en Manhattan, Baltimore, Memphis o Los Angeles pero sí los tiene si tienen lugar en los barrios de Usera, Moratalaz, Vallecas, Gracia, Triana o El Perchel. Parece como si hubiéramos interiorizado determinados parámetros que aplicaba la censura durante el franquismo de modo que determinados guiones con argumentos escabrosos recibían el nihil obstat solo si las historias tenían lugar en el extranjero porque se suponía que había ciertas cosas que no podían suceder en este país. La percepción de la obra de Carlos Pérez Merinero se ha visto perjudicada por esta curiosa renuencia. La segunda, sería ese mal crónico que tenemos que padecer en España que es la existencia de una «cultura oficial» obsesionada en imponer sus gustos y sus criterios, de forma que todo lo que no se acomode a ellos es tratado con indiferencia y desprecio absolutos. Así, en las últimas décadas, la «cultura real» española en toda su amplitud no es ni conocida ni correctamente valorada en toda su riqueza y en todos sus matices, ya que se intenta reducir la misma a un perímetro limitado que intenta ahogar y hacer desaparecer todo lo que no se mueva en unos cauces previamente establecidos. Toda la creación realizada al margen de lo «culturalmente correcto» tiene que malvivir y sobrevivir en condiciones precarias y en una escandalosa desigualdad de condiciones frente a lo proclamado (muchas veces con arbitrariedad intelectualmente grosera) como válido y valioso.

Por ello, la edición por parte de la Editorial Amarante de Obra póstuma de Carlos Pérez Merinero es un acontecimiento cultural de primer orden que puede ayudar a dar conocer la obra de un autor insuficientemente valorado. Adentrarse en los textos de este escritor no es transitar por caminos fáciles sino por rutas escabrosas y por los territorios de lo «políticamente incorrecto» pero, a cambio, recibiremos el regalo de una crítica mordaz e implacable a unas situaciones y a unas mentalidades que, en el fondo, no son tan diferentes a las que imperaban cuando Carlos Pérez Merinero las abordó con un bisturí ácido y absolutamente desacomplejado.

La edición por parte de @EdAmarante de Obra póstuma de #CarlosPérezMerinero es un acontecimiento cultural de primer orden que puede ayudar a dar conocer la obra de un autor insuficientemente valorado. @jmcruzbar Clic para tuitear

Carlos Pérez Merinero

Obra Póstuma

Autor: Carlos Pérez Merinero

Género: Novela negra
Colección: Novela negra
Fecha: 20/12/2017
Palabras: 124707
Páginas: 466

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Un artículo de José Manuel Cruz