El teatro de Shakespeare carece de telón. También la compañía Trece Gatos, en un escenario tan decimonónico como el teatro Arlequín (con embocadura, palcos, anfiteatro…) presenta Sueño de una noche de verano sin cesura entre teatro y mundo. Se mezcla así, desde la entrada a la sala, la realidad y la ficción: las hadas nos esperan sobre el escenario, en el patio de butacas, como diciéndonos: «Estás en mi bosque. ¡Prepárate para la magia!».

De magia, imaginación y fantasía va la extraordinaria versión que Carlos Manzanares ha realizado de Sueño de una noche de verano, donde las hadas adquieren un protagonismo especial del que carecen en el texto de Shakespeare.

La puesta en escena, además, logra una estética gótico-siniestra, postpunk, cuya referencia más cercana es el cine de Tim Burton. La adaptación tiene mucho de fílmica: la música adquiere las características de una banda sonora; se proyectan sobre el escenario fragmentos de películas que tienen en común el idealismo de sus protagonistas, quienes, de un modo u otro, creen en las hadas.

Sin duda la compañía Trece Gatos logra la magia que se propone. Es una obra coral y equilibrada, en la que destacan las interpretaciones de cada uno de sus trece actores y actrices: el pícaro hedonismo que Raquel León confiere al duende Puck; la vanidad inofensiva y lúdica del hada Telaraña, de Macarena Robledo y Alba Gutiérrez; la loca ingenuidad con que Nini Dols construye el hada Pizca; la gracia pizpireta del hada Polilla, de Ainhoa Molina; la sabia contención del rey de las hadas Oberón, interpretado por José Mora; la inocente travesura del hada Mostaza, de Eva Martínez y Laura Luna

El acierto está en el equilibrio, en el estilo común que adoptan los intérpretes: el desenfado, cierto infantilismo muy matizado, la frescura de la actuación.

María Díaz y Marta Álvaro en Sueño de una noche de verano

María Díaz y Marta Álvaro en Sueño de una noche de verano

La comicidad, que es mucha, queda encuadrada en lo fantástico. Al fin y al cabo, nos estamos riendo de las ocurrencias y peripecias de un grupo de hadas del bosque. El contrapunto, tan del gusto de la época, permite que los excesos románticos de Lisandro y Hermia, Demetrio y Helena sean enseguida contestados por las hadas: «¡Qué cursis!».

Así pues, las hadas cobran el papel que en el texto original corresponde a los artesanos. Aquellas asumen los trabajos de estos, y preparan la representación dramática para la boda de Teseo e Hipólita basada en los tristes amores de Píramo y Tisbe. Los gremios londinenses de la época desaparecen así en la versión de Carlos Manzanares.

El cambio, que coloca en el centro de la trama a unos personajes femeninos en detrimento de otros masculinos, moderniza el texto. En el teatro isabelino y jacobino la presencia de la mujer sobre el escenario estaba prohibida por razones morales. Las hadas hubieron de ser representadas por varones. ¿Podemos imaginar hoy en día toda esta cohorte de hadas interpretada por varones? Sin duda el efecto cómico tuvo que remover los cimientos de The Globe.

Pero hay más planos de acción en Sueño de una noche de verano. Por un lado, la realidad, en la que están a punto de producirse las bodas de Teseo e Hipólita, para cuyos banquetes las hadas preparan la representación de Píramo y Tisbe.

Por otro, el mundo pergeñado por Oberón y Puck, verdaderos motores de la trama, quienes vierten sobre los párpados de los caballeros enamorados y de Titania, reina de las hadas, el jugo de una flor afectada por un dardo de Cupido. La pócima de amor surtirá efecto, y cada uno de ellos se enamorará del primer ser, bello o feo, animal o persona, que vea al despertar.

Finalmente, las tramas amorosas entre Lisandro y Hermia, y entre Demetrio y Helena, con repentinos enamoramientos, equívocos y promesas de amor eterno seguidas de súbitos rechazos provocados por la acción mágica de Oberón y Puck. En efecto, los enamorados habrán de pasar toda clase de peripecias. Al fin y al cabo, Shakespeare concibió Sueño de una noche de verano para servir de divertimento en el marco de las celebraciones nupciales de personajes nobiliarios de la corte isabelina.

Raquel León y Niní Dols en Sueño de una noche de verano

Raquel León y Niní Dols en Sueño de una noche de verano

Hay también una reflexión hilarante sobre el propio teatro, no solo en el hecho de que presenciemos los propios ensayos de las hadas en su preparación de Píramo y Tisbe, sino también en los prólogos que ellas mismas inventan para explicar su representación. Así, se ven obligadas a aclarar que Mostaza, que representa al león, no es verdaderamente un león, sino Mostaza. El público, pues, no ha de temer, aunque el león ruja.

Escrita en torno a 1595, en plena juventud de William Shakespeare, cuando también ven la luz obras como Trabajos de amor perdidos, Romeo y Julieta o El mercader de Venecia, se revelará Sueño de una noche de verano como uno de sus mayores éxitos. Entre la comedia y la fantasía, esta compleja riqueza es también el producto del genio juvenil e indómito del Cisne de Avon.

William Shakespeare, que conecta con los gustos del público y supera en ingenio a los autores eruditos provenientes de Oxford y Cambridge, quien sabe tan poco latín como griego, utiliza en cambio como fuentes las Metamorfosis de Ovidio, los Cuentos de Canterbury de Chaucer, la Diana de Montemayor, el Asno de oro de Apuleyo, El descubrimiento de la hechicería de Reginald Scot, o el folclore de Gales.

La adaptación llevada a cabo por Trece Gatos, por otro lado, es para todos los públicos. Muy recomendable para pasar un muy buen rato con un texto de altura y unas interpretaciones de gran calidad. Estoy deseando llevar a mis sobrinos.

Delicioso #SueñoDeUnaNocheDeVerano por @Trece_Gatos en @ArlequinGranVia Reseña @avazqvaz Clic para tuitear

Sueño de una noche de verano estará del 7 de julio al 27 de agosto en el Teatro Arlequín, en Madrid, viernes y sábados a las 21.00 h.

Pero hay más. Este verano la compañía Trece Gatos aterriza en el Teatro Arlequín no con una obra, sino con dos. También representará, los sábados y los domingos El maleficio de la mariposa, de Federico García Lorca, otra de sus magníficas adaptaciones, que ya tuvimos ocasión de comentar aquí.

Enhorabuena, pues, a la compañía por estos dos magníficos y refrescantes trabajos que acercan al público de todas las edades dos clásicos de la dramaturgia.

Se pueden adquirir las entradas en la web del Teatro Arlequín.

O bien en Atrápalo: Sueño de una noche de verano (enlace); El maleficio de la mariposa (enlace).

Sueño de una noche de verano

Autor: William Shakespeare

Adaptación y dirección: Carlos Manzanares Moure

Intérpretes:

Oberón: José Mora

Puck: Raquel León

Titania: Lucía Bravo

Hermia: Marta Álvaro

Helena: María Díaz

Lisandro: Carlos Vellisco

Demetrio: Aitor Gata

Telaraña: Macarena Robledo / Alba Gutiérrez

Manivela: Ángeles Laguna

Pizca: Nini Dols

Polilla: Ainhoa Molina

Mostaza: Eva Martínez / Laura Luna

Canilla: Marina Adeva / Nuria Simón

Reseña de Alfonso Vázquez