Cuando terminas Una tumba sin nombre, lo único que quieres pensar es que Javier Sagastiberri no haya enterrado definitivamente la saga, y que la quinta parte, en cualquier momento va a golpear la tapa del ataúd, para alertar de su estado catatónico, y que no se consuma la tragedia…

Con el peso de sus tres antecesoras a las espaldas, El asesino de reinas, Perversidad, y Un dios ciego, podría parecer que a Una tumba sin nombre le flaquearían las fuerzas y no tendría mucho recorrido. Sin embargo, esa mochila, nada más lejos de ser un impedimento para ascender, Sagastiberri la utiliza como vitualla, nutriéndose de la experiencia y alcanzando la cima del éxito sin necesidad de feos atajos, ni tampoco de la típica bombona llena de etéreas trampas y triquiñuelas, indignas de un buen escalador.

Advertimos a nuestro reseñador Eduardo S, Petite que con Una tumba sin nombre, @javiersagasti1 cerraba definitivamente la saga, pero le ha gustado tanto que... Javier, escribe otra. @ereinargi #escritores vascos. Share on X

Voy a hablar poco, o nada, de las novelas anteriores para introducir esta, primero porque no quiero desvelar nada que pueda destriparlas, y segundo porque al ser historias independientes me lo puedo permitir, se pueden leer por separado y disfrutar igualmente de ellas.

Eso sí, comentar que a lo largo del camino ha habido una clara evolución biográfica de los personajes y es en esta última donde culmina uno de los grandes misterios de toda la saga, que hará las delicias tanto de los seguidores fieles como de los neófitos incautos.

Sagastiberri nos ha malacostumbrado a novela por año, y desde el 2016 hasta ahora, las ertzainas Itziar Elcoro y Arantza Rentería han entrado en nuestras vidas, con intención de combatir el aburrimiento, mediante la razón y la locura a partes iguales, porque como ya sabrán, y si no se lo digo yo, Itziar es lógica y serenidad, mientras que Arantza es vehemencia y misterio. Unidas conforman el mejor, y único, creo recordar, equipo formado por dos mujeres de la literaria Ertzaintza bilbaina.

Tengo que decir que en Una tumba sin nombre, aunque también la capitanean una pareja de ertzainas, Rentería no será una de ellas, ya que lo sucedido en la anterior novela le provocó una espantada a la francesa desde la que todavía no ha dado señales de vida. La nueva compañera de Elcoro será la joven y simpática Idioa Lozano. A pesar de su ausencia, paradójicamente, Arantza estará más presente que nunca en la tinta que recorre los párrafos con forma de revelación.

Una tumba sin nombre arranca con el traslado de Itziar, de la noble villa de Bilbao donde reside, al Goierri (comarca del territorio histórico de Gipuzkoa) para desentrañar un nuevo caso. El empresario madrileño Ernesto Compton, y desde hace tres años, líder fundador de la secta anarquista Comunidad de la Tierra, ha sido asesinado. Pero no solo la insistencia de las altas esferas por su actuación es decisiva para Itziar, lo que realmente hace que acepte, es que el crimen ha sido perpetrado en las tierras que vieron crecer a Arantza. Su compañera de fatigas siempre ha sido una incógnita, para ella, y para el resto de su entorno, y qué mejor ocasión que su desaparición para inmiscuirse en sus orígenes sin sentirse tan culpable.

En esta ocasión, Itziar, se ve envuelta en dos tramas, atrapar al asesino y en paralelo, dar forma al incierto pasado de Arantza. Para averiguar donde se encuentra ahora, cree necesario conocer el origen de todo, desde su infancia, hasta el porqué de la condición fría y lúgubre que oprime su alma.

El Padre Muniategi, sin duda uno de mis personajes favoritos, será el que haga de Cicerone por la memoria de su críptica amiga Rentería. Pero no solo será el cura bizkaino el que ponga voz al pasado, sino que habrá diversos narradores, que dando nombre a los títulos de cada capítulo, nos harán participes de acontecimientos terribles remontándonos a los años del franquismo. Podría considerarse que esta es la novela más dramática y la única con tintes políticos de la saga.

Podría considerarse que Una tumba sin nombre es la novela más dramática y la única con tintes políticos de la saga creada por @javiersagasti1 @ereinargi #escritoresvascos #reseña de Eduardo S. Petite. Share on X

No sé si serán las circunstancias del caso, o la serena belleza de las tierras altas gipuzkoanas, pero todo se desarrolla más despacio que en la urbe bilbaína, y sin embargo, te mantiene de igual manera, pegado al asiento en pos de la siguiente página.

Javier ha conseguido tal atmósfera alrededor de la figura de Arantza, que aunque no hayas leído las novelas anteriores, tienes una curiosidad voraz por conocer un poco más de su vida. Sin querer desmerecer los entresijos policiales, al contrario, corrijo y digo, aun teniendo una trama negra muy interesante, no podía dejar de pensar en el otro lado de Una tumba sin nombre, en ese broche de oro que no solo remata la novela de manera magistral, entretejiendo leyendas vascas con escenarios nefandos, sino que cierra la saga de tal forma que no se le puede objetar un solo pero.

 

P.S. Una vez más, Sagastiberri, nos regala en su novela los ya míticos cameos de esa pléyade que puebla la Txapela Noir, y algún que otro coetáneo amigo que se le ponga a tiro…

 

 

Una tumba sin nombre, de Javier Sagastiberri

 

Una tumba sin nombre

Javier Sagastiberri

Editorial EREIN

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Reseña de Eduardo S. Petite