Como escribió Blake, el mundo se redime por actos de imaginación. Uno ve el infierno, mueve la cabeza, y se desvanece.

Mariano Antolín Rato: Abril blues. Punto de Vista Editores

El argentino Enrique Caracciolo Trejo, traductor y prologuista de la Antología bilingüe publicada en 1987 por Alianza Editorial por vez primera (aunque la edición que yo he leído es la de 2002), dice en la introducción que William Blake (1757-1827) es un místico y un visionario cuyo mundo «es mitológico y no histórico».

Enrique Caracciolo Trejo, traductor y prologuista de la Antología bilingüe, @alianza_ed, dice en la introducción que William Blake es un místico y un visionario cuyo mundo «es mitológico y no histórico». @ibanezsalas. Share on X
William Blake: en ocasiones veo poemas 2

William Blake por Thomas Phillips, 1807

Esbozos poéticos

En Esbozos poéticos, que muestra la precocidad de Blake, puesto que, si bien fue publicado en 1783, había sido escrito entre 1768 y 1777, hay un poema inmenso titulado «Canción» dedicado a la memoria («Memoria, ven a mí») del que destaco estos versos.

«He de yacer soñando

Durante todo el día;

Al caer de la noche

Iré a esos lugares

Donde habitan las penas,

Y por valles oscuros

Seguiré caminando

Con todo este silencio

De mi melancolía».

Cantos de inocencia

En Cantos de inocencia, publicado en 1789, «manifestaciones de admirable madurez» (a decir de Caracciolo), podemos leer un canto al cordero («Cordero, Dios te bendiga. / Dios te bendiga, Cordero») y otro al capullo (sic).

«Alegre, Gorrión Alegre […].

Lindo, Lindo Petirrojo,

Cerca de mi corazón».

En «Canción de la risa», Blake describe «cuando ríen los bosques con la voz del gozo»; y en «Canción de cuna» hace fluir versos así…

«Sueño dulce, con flojel delicado

Teje tu frente una corona de niño.

Sueño dulce, Ángel bueno,

Inclínate sobre mi niño feliz.

Dulces sonrisas en la noche

Vuelan sobre mi deleite;

Sonrisas dulces, sonrisas de madre,

Que llenan mi noche de mágico encanto.

Dulces lamentos, suspiros de palomas,

no ahuyentaron el sueño de tus ojos.

Dulces lamentos, sonrisas más dulces

Hechizan lamentos que son de palomas.

Duerme, duerme, feliz niño,

Toda la creación durmió y sonrío;

Duerme, duerme; feliz duerme,

mientras por ti tu madre llora».

William Blake: en ocasiones veo poemas 5

La Lástima, William Blake

Y Dios, por supuesto. En el poema «La imagen divina» une a Dios con el amor: «Donde Amor, Paz y Piedad moran, / Allí también Mora Dios».

Despido este poemario sorprendente con lo que más me gustó de tres de sus poesías.

Del poema «Noche»

«La luna, como una flor

En la alta glorieta del cielo,

Con silencioso deleite,

Se siente y sonríe a la noche».

(The moon like a flower…

Sits and smiles on the night».)

De «Un sueño»

«Un sueño tejió una sombra

Sobre mi lecho que el Ángel guarda».

En «Sobre el dolor de otro» se puede leer esta estrofa de devoción blakiana:

«Ni un solo suspiro exhalas

Sin que tú Dios esté cerca;

Ni una lágrima derramas

Sin que a tu lado esté Dios».

William Blake: en ocasiones veo poemas

Cantos de experiencia

En Cantos de experiencia, publicados en 1794 en un solo volumen junto con los anteriores Cantos de inocencia (los de experiencia con el tigre como protagonista, los de inocencia con el cordero), destaca su poderosa introducción, que arranca con estos versos:

«¡Oye la voz del Bardo!

Que ve el presente, el pasado y el futuro,

Cuyos oídos han escuchado

El Verbo Sagrado,

Que ha caminado entre los árboles antiguos».

Blake, que continúa escribiendo cantos desaforados a la divinidad, escucha en «Respuesta de la Tierra» al padre de los hombres antiguos.

En el poema «El terrón y el guijarro», de entre la canción de uno y de otro, dedicadas ambas al amor, me quedo con la del terrón:

«El amor no busca buscarse a sí mismo

Ni tiene por sí mismo cuidado alguno,

Sino que a otro da su paz

Y construye un cielo en la desesperación del infierno».

También hay amor, amor a lo Blake, en «La rosa enferma», a la que el amor «sombrío y secreto» del «gusano invisible» le «consume la vida».

En «La mosca», tres versos encumbran al pensamiento, ese fluir consciente de los seres humanos: ¿dónde está Dios mientras tanto?

«Si pensar es vida

Y fuerza y aliento,

No pensar es muerte».

Y el tigre, que tiene su propio poema, un espléndido poema donde descuella esta estrofa y en la que brilla el otro pensamiento, sí, el de Dios:

«¡Tigre! ¡Tigre!, luz llameante

En los bosques de la noche,

¿Qué ojo o mano inmortal

Osó idear tu terrible simetría?»

El girasol también es objeto de uno de los cantos de esperanza del poeta londinense: «¡Ah, girasol!», que buscas «aquel país dulce y dorado [..] donde la Juventud lánguida de deseo y la pálida Virgen ataviada de nieve se yerguen de sus tumbas».

Blake, no te entiendo cuando en «La esencia del hombre» nos cuentas que «los dioses de la tierra y el mar» buscaron en vano un árbol que en realidad «crece en el cerebro humano»: ¿de qué árbol hablas, del árbol de la Crueldad o del árbol de la Humanidad? ¿Y qué decir del recién nacido del poema homónimo que saltó «hacia este mundo peligroso como un demonio escondido en una nube»?

«luna roja

y en la radio la precisa melodía

proyecta tus arpegios endiablados

viejo Jim Morrison

arqueas la cintura

la sensualidad de tus labios

y entre filtros de peyote

y vasos de aguardiente

te diriges peligrosamente

hacia el fin

—enciendes el cigarro

alzas la copa de vino

y brindas por ti, por Blake

Artaud, tus oscuros fantasmas—

la mirada extraviada

el seco gemido

nadie entiende el descarnado alarido

que parte el cielo en pedazos

la muerte traidora danzando

sobre tu cuerpo

la soledad desnuda en medio del escenario

el baile indio

 

el suicidio anunciado

 

entregando en cada concierto

tu más rotunda agonía

rey de los lagartos».

Leo Zelada: «Underground blues para Jim Morrison»

El matrimonio del Cielo y el Infierno

De El matrimonio del Cielo y el Infierno (escrito entre 1790 y 1793, publicado en 1794) dice Caracciolo que es «fundamental para la comprensión del poeta». Y es curioso, porque es el único de sus libros que no es un poemario, aunque su primer texto, «Argumento», sí es un poema:

«Ahora, la futura serpiente se desliza

En dócil humildad

Y el justo se enfurece en los desiertos

Donde vaga el león».

De El matrimonio del Cielo y el Infierno dice Caracciolo que es «fundamental para la comprensión del poeta». Es el único de sus libros que no es un poemario, aunque su primer texto, «Argumento», sí es un poema. @ibanezsalas. Share on X

El Cielo y el Infierno, sí, ¿el Bien y el Mal? La dialéctica moderna y contemporánea:

Sin Contrarios no hay progresión. Atracción y Repulsión,

Razón y Energía, Amor y Odio, son necesarios a la humana

existencia.

De esos contrarios nace lo que los religiosos llaman Bien y

Mal. Bien es lo pasivo que obedece a la Razón. Mal es lo activo que surge de la energía.

Bien es Cielo. Mal es Infierno.

En sus cerca de ochenta «Proverbios del Infierno», William Blake fulge en estado puro, en ese grado de entendimiento y pasión que nos es más reconocible (que se lo digan a Héroes del Silencio):

«El camino del exceso lleva al palacio del saber».

«La ira del león es la sabiduría de Dios».

«El exceso de pena ríe. El exceso de gozo llora».

«El gozo fecunda. El dolor engendra».

«Lo que hoy es evidente, una vez fue imaginario».

«La Eternidad está enamorada de los frutos del tiempo».

«Todo lo creíble es imagen de la verdad».

«Si otros no hubieran sido necios, nosotros lo seríamos».

«Crear una pequeña flor es trabajo de siglos».

«La verdad nunca puede ser dicha de modo que sea comprendida sin ser creída».

Isaías, el profeta, le dice a Blake (sic) que «la voz de la indignación honesta es la de Dios». Y Blake le pregunta entonces: «¿Acaso la firme convicción crea las cosas? A lo que el profeta le responde que «todos los poetas creen que sí», que fue algo capaz de mover montañas.

William Blake: en ocasiones veo poemas 3

Divina Comedia: Dante huyendo de las bestias, William Blake

De América: una profecía, El primer libro de Urizen y El Evangelio eterno

De América: una profecía fue acabado de escribir en 1793 y publicado al año siguiente.

«Y como todo lo que vive en sagrado,

La vida en vida se deleita;

Porque el alma de suave deleite no puede ser profanada. […]

¿Qué Dios escribe leyes de paz y se viste de tempestades?»

América no se perdió, «sumergida en el Atlántico». No, la Tierra no perdió «otra porción del infinito».

El primer libro de Urizen es también de 1794. Urizen, uno de los megapersonajes de la peculiar cosmogonía de William Blake, es (nos lo explica Caracciolo, claro) el intelecto y su saber es «racional y científico, y por tanto temporal y fragmentario». El artista inglés, poeta, pintor, no lo olvides, narra (sigo al traductor y prologuista, una vez más) «la ignorada prehistoria de nuestra alma», pues «de la frustración de Urizen surge la Red de la Religión que aprisionará a los hombres».

Leamos una vez más a Blake, esta vez, mejor dicho, a Urizen («un Rey, un Dios, una Ley»):

«Aquí, yo solo, en libros de metal

He escrito los secretos de la sabiduría,

Los secretos de la contemplación oscura».

Se cierra esta antología con la selección de El Evangelio eterno, un poema inconcluso, no ordenado, en el que William Blake trabajó nueve años, desde 1818 hasta su muerte, y lo escribió, nos cuenta Caracciolo, mientras «se dedicaba casi exclusivamente a sus grabados»,

¡Cesa de escribir, dedo de Dios!

Tan sólo tú eres bueno.

 

Sólo la propia satisfacción busca el amor,

Forzar al otro para propio disfrute,

Gozar de la inquietud del otro,

Y construir un Infierno a pesar del Paraíso.

No es la propia satisfacción lo que busca el amor,

Ni en absoluto se preocupa de sí,

Sino que por el otro se inquieta

Y construye un Paraíso en la desesperación del Infierno.

William Blake

 

¡Cesa de escribir, dedo de Dios! / Tan sólo tú eres bueno. #WilliamBlake. Antología bilingüe, traducción y prólogo de de Enrique Caracciolo Trejo. A través de @ibanezsalas, que nos recuerda la obra poética del gran autor británico. Share on X

 

William Blake: en ocasiones veo poemas 1

 

 

Antología bilingüe

William Blake

Traducción y prólogo de de Enrique Caracciolo Trejo

Alianza Editorial, 1987

Edición de 2012

 

 

 

 

José Luis Ibáñez Salas

Director de Anatomía de la Historia

 

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