Un ángel menos, de Juan Carlos Suñén, vio la luz en 1989. Es un poemario difícil, en absoluto amable. Encontradizo, muy de poeta-poeta. Un libro de poesía de los que busca anclar cada poema en el pasado eterno de la poesía sin tiempo. Pero que sabe ser, a la vez, o eso creo, anhelante de futuro. Yo lo acabo de leer. Poco sabía de Suñén (que es o ha sido editor y es o ha sido crítico literario, también profesor de enseñanza superior, muy superior). Algo creo intuir ahora. De su poesía, quiero decir.
«Siete silencios por venir». Y los puentes tendidos por el poeta para llegar hasta ellos. De ahí el futuro.
Un ángel menos, de Juan Carlos Suñén, es un poemario difícil, en absoluto amable. Encontradizo, muy de poeta-poeta. Un libro de poesía de los que busca anclar cada poema en el pasado eterno de la poesía sin tiempo. @ibanezsalas. Share on XUno (primer silencio)
Mi primer silencio de los siete de Suñén es todo esto, que no es su primer silencio (que se me perdone la profanación), que es sólo un poema verdaderamente como el cielo:
El primer silencio pertenece a los hombres que se hunden en
lo alto, a los hombres tallados por la fascinación
de la música,
y a su paso se aparta el infinito
(mientras un hombre muere en todas partes).
Conozco sólo tres profanaciones:
limpiar la superficie de un espejo,
exhumar una hoguera,
ser un músico.
¿«El corazón es un arbusto que crece a su pesar en el desierto corazón del universo»? La pregunta es mía, el verso de Suñén.
Dos (segundo silencio)
Más silencios que yo hilo a mi aire sin rasguñar uno solo de los versos (que de él elijo para que el segundo silencio de Suñén sea un poco mío, comprensible en su helor de poesía prístina, pulida, muy trabajada, casi inhumana).
En este mar sin costas
sabes que no hay más mundo que el mundo consentido:
sueño con un único dios que se ha pasado la eternidad rezando,
y este antiguo silencio
es la sal en el agua de las rosas.
Tres (tercer silencio)
Mi/su único poema de los siete del tercero de los silencios:
Este tercer silencio anda por todas partes,
comprende nuestro amor por la distancia.
Por todas partes vida protegiéndose del desorden.
Este tercer silencio reserva su rigor para el final de una estirpe.
Aquí en estos poemas, el mar únicamente escucha el rumor, el mar, «que existe sólo para turbarnos» (y sin saberlo).
Un ángel menos, de Juan Carlos Suñén: un poemario, siete silencios. Acompañamos a José Luis Ibáñez Salas, @ibanezsalas, en su #lectura de estos «Siete silencios por venir». @adehistoria. Share on XCuatro (cuarto silencio)
Incomprensible, sin sentido ni tino, como improvisado, poesía surgida de un extintor muy agitado, así es el primer poema del cuarto silencio que te reto a buscar y leer. Y leer.
Las palabras no se hicieron para la razón, se hicieron para el oído, dice Suñén en versos del segundo de los poemas del cuarto silencio: ahora lo entiendo todo. Poesía como soniquete, ¡sin música!
Cada palabra es
un ángel menos.
Cruzar un puente, que es una promesa, eludiéndolo. «Algunas noches para una palabra», sin más, ligera, con la presencia «de una cuenta pendiente, de una culpa pospuesta», una palabra que hace llorar a toda criatura antes de extraviarse «como una estrella más entre la nieve». El cuarto es «el silencio sin término de la palabra», el que «pone manos a la música».
Cinco (quinto silencio)
La libertad «es la causa de las mareas».
En este quinto silencio, en el que vemos «pastores de árboles» (sic), «un destello en el ojo de los reptiles», «pañuelos orquestados» y «la tumba de un ángel», Suñén nos canta «desde un lugar vacío de la mirada de dios» que «todas las voces llegan del silencio».
Seis (sexto silencio)
La memoria es «una estrella constante en el pasado», y eso «no es bastante riqueza para un hombre».
[En el sexto silencio, el autor repite lo de la libertad y la causa de las mareas (sic).]
Quien «todo lo ha visto» y su «cuerpo innumerable» te dice
que aquello que es velado
anda por todas partes
como la joven muerte.
El sexto silencio es fe, también «el musgo en las piedras del paraíso».
Siete (séptimo silencio)
El último silencio es el séptimo, y ni un solo verso de sus siete poemas me conmueve ni me causa ningún efecto, a favor o en contra de su pretendida belleza o su pretendido dolor, ni siquiera cuando Suñén escribe que este séptimo silencio, su miedo en concreto, es «el miedo terrible de la soberbia».
Me digo: los siete silencios han ido apareciendo ante tu estupor incorregible de quien desea ver en las palabras lo que la realidad no se atreve a mostrar. Y ya no están, ahora todo es ya silencio. El silencio de los ángeles solitarios, diezmados. Fin.
Un ángel menos
Juan Carlos Suñén
Libertarias. Libros del egoísta
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