Corría el año 1972, y Gene Wilder atravesaba una mala época. Su segundo matrimonio estaba en crisis, se sentía ignorado por la industria del cine y la depresión estaba haciendo acto de presencia. Como terapia, empezó a escribir, primero una especie de diario, y luego algunas historias que pretendía transformar en cuentos o guiones de cine. Una de ellas surge de un título que le gustaba, “El jovencito Frankenstein”, de la que hizo una sinopsis de dos páginas. Cuando Mike Medavoy, su representante, la leyó, se entusiasmó y lo animó a escribir un borrador de guion para que lo leyeran Peter Boyle y Marty Feldman, actores a los que también representaba, y el director Mel Brooks. Wilder le dijo Medavoy, «si a Mel le interesa, mi condición es que no participe como actor y que no toque el guion. Es mío y no quiero que lo estropee saltándose la cuarta pared como hace siempre». Una vez que Brooks leyó el guion, aceptó todas sus condiciones, aunque se las arregló para hacer un pequeño papel en la película.

#GeneWilder exigió a Mel Brooks que no tocara el guion ni participara como actor. @plasencia_oscar Clic para tuitear

Para Gene Wilder, el proyecto tenía un cariz romántico: «De niño me impactaron mucho las películas de Frankenstein. Me lo pasaba en grande, pero además quería cambiar sus finales, para que acabaran como a mí me gustaría». Para Brooks, sin embargo, la historia tenía algo sexual que le interesaba. «El monstruo nace de la rabia de un científico que es incapaz de hacer lo que cualquier mujer: dar a luz».  Sin embargo, los dos no podían ocultar su temor a enfrentarse a un mito como Frankenstein,  ya que suponía repasar la práctica totalidad del árbol genealógico de ese cine de género y hacer algo que estuviera a su altura.

Se marchó Gene Wilder pero nos queda El jovencito Frankenstein. Un artículo de Óscar Plasencia.

Cuando todo estuvo listo para empezar a rodar, la Columbia se echó atrás porque se negaba a que la película se rodara en blanco y negro, algo innegociable para Wilder y Brooks.¿Cómo podías hacer un homenaje a las películas de Frankestein si no es en blanco y negro?”, dijo Wilder. Le presentaron el proyecto a Alan Ladd jr (el mismo productor que aceptó hacer La guerra de las galaxias después de que todos los estudios la rechazaran) y esta vez tampoco lo dudó y dio luz verde al proyecto.

Mel Brooks habló  con el director de fotografía, Gerald Hirschfeld, y le dijo que se deshiciera del zoom y de otras novedades en las lentes. «Se verá difusa», contestó. «¡Eso es lo que quiero, que parezca el Frankestein de James Whale!». A ello colaboró también el uso de grandes angulares o el empleo del material original de atrezzo de las películas de Whale.

El rodaje duró 45 días y fue tan divertido que Mel Brooks ordenó que les dieran pañuelos a los actores que estaban detrás de las cámaras y a los técnicos para morderlo en cuanto les entrara un ataque de risa.

El verdadero artífice de la historia de El jovencito Frankenstein fue #GeneWilder. @plasencia_oscar Clic para tuitear

Gene Hackman, que estaba en la cúspide gracias a The French Connection le pidió a Wilder que lo dejara actuar en la película ya que quería probar hacer algo cómico. Hizo un papel muy corto pero inolvidable como “Harold, el ciego”.

El último día de rodaje, Mel Brooks se encontró a Gene Wilder llorando. «No quería irse a casa, pero le dije a Gene que nos habíamos quedado sin decorados y sin personajes, que igual podía hablar con la autora, esa tal Mary Shelley que había muerto en 1851…». Wilder le contó que se sentía profundamente triste, «No quería dejar Transilvania, no quería volver a casa». Fuera, su vida era bastante más tenebrosa que en el castillo de Frankenstein: se acababa de divorciar y temía que la depresión volviera a apoderarse de él. Brooks lo abrazó y le dijo: «si el cénit de Shakespeare es Hamlet, el de Gene Wilder será El jovencito Frankenstein, vamos que nos queda mucho por hacer».

El resto ya es historia.

 

Se marchó Gene Wilder pero nos queda Frederick Fronkonstin

Un artículo de Óscar Plasencia