Cuando me llega 5 Jotas, el último libro de Paco Gómez Escribano, lo devoro en dos tardes. Y no puede decirse que sea corto. Son trescientas páginas por las que me deslizo sin apenas darme cuenta. Entro en el bar que Félix montó con el dinero de un atraco y allí conozco a sus «parroquianos, en su mayoría exyonquis que cambiaron la aguja por la botella. Siguen con sus tendencias suicidas, pero es un suicidio más lento, más llevadero, aunque seguramente el Estado habría preferido que la palmaran de un mal pico, mucho más rápido que una hepatitis alimentada de birra y copas a lo largo de décadas. Se habrían ahorrado un buen puñado de pensiones y mucho dinero en pruebas médicas y medicinas». El Estado y algún alma bienpensante de esas que opinan que el Estado no está para sufragar vicios.

Con #5Jotas @gomezescribano vuelve al barrio con personajes que son de siempre pero radicalmente nuevos. Una #novelanegra de barrio con ritmo de blues y referencias que harán sonreír al aficionado. @AlrevesEditor @RosaBerros. Clic para tuitear

En un rincón del bar de Félix, pidiendo la enésima birra, nos topamos con el Charli, uno de esos exyonquis que ahora consuelan con la bebida sus otras adicciones. También es expresidiario porque mantener sus vicios y demás necesidades sin trabajo remunerado le llevó desde muy joven a mantenerlos con el producto del robo. Luego ya fue tarde para aprender otro oficio. Actualmente lo que saca con sus golpes no le llega apenas para seguir pagando las birras y la pensión de sus hijos que su exmujer le reclama continuamente allí donde lo encuentra. Pobre, pero no tacaño, el Charli reparte dinero con quien lo necesita y ahora hay que enterrar a Manolín el Tablón y, entre participar en la colecta para el ataúd y el entierro y encargar unas flores, se ha quedado sin los treinta y pico euros que aún portaba en sus agujereados bolsillos. Menos mal que acaba de recibir una llamada providencial del Ñapas tras la bronca con su ex:

—Dime.

—El caso es que me ha salido un trabajo. Ya sabes.

—¿Un curro?

—Sí, pero no de esos que te llaman del paro. ¿Te coscas?

—[…] Pos yo estoy a dos velas.

—Pos mira, si puedes pasarte por mi chiringuito te lo cuento que por teléfono no me mola […] hay bacalao que te pasas.

Más que bacalao lo que hay son jamones. Unos miles de jamones 5 Jotas de Sánchez Romero Carvajal.

Y a partir de aquí, la historia se desboca y empezamos a conocer a los personajes que irán conformando la banda o como tacha Charli en su lista, La peña para el palo. Y la peña la encabeza el Banderines, que a veces es Nora, y que es el cerebro del golpe. Es el cerebro de todos los golpes del Charli porque con un cociente intelectual de 180 tiene cerebro para todos los golpes imaginables y alguno inimaginable.

También el Pestañas tiene cerebro y por eso es el jáquer que necesitan para el golpe, porque como le dice al Charli el Banderines, lo que necesitan es un informático, «un nota de esos que puede entrar en el ordenador de la CIA y reventarlo, no un nota de esos que sabe manejar Word y Facebook».

El golpe se planea y se realiza a ritmo de blues, del blues que es la única música que escucha el Banderines, la que nos encontramos nada más abrir el libro con una estrofa del tema Manish boy, de Muddy Waters, que es la primera de las citas que a modo de dedicatoria encabezan el libro. Hay mucho blues en la novela. El blues a cuyo ritmo baila el Banderines mientras observa desde su ventana la plaza repleta de inmigrantes que deambulan en su intento de buscarse la vida.

Se pregunta por el número de nacionalidades que se pueden distinguir en un breve vistazo. Se pregunta por el pasado de todos los hombres y mujeres que parecen caminar decididos hacia alguna parte. Se pregunta por el futuro de los que simplemente vagan con las manos en los bolsillos.

El blues que escucha en un vinilo mientras se calienta un bote de Fabada Litoral… Incluso hay un sueño en el que Muddy Waters le pide al Banderines que se arroje a un precipicio como forma de salir, antes de que sea tarde, de algo que se le puede escapar de las manos. «Sal de aquí. Mientras puedas».

Y me fijo en los músicos que se mencionan y veo que son todos negros, al menos los que controlo (el que entiende de blues en casa es mi marido); Big Bill Broonzy, Sonny Boy Williamson, Smiley Lewis o el propio Muddy Waters. Y veo que también es negro el autor de otra de las citas que abren 5 Jotas, el genial Chester Himes, «Nunca se me ocurrió pensar que estaba escribiendo absurdo. El realismo y el absurdo son tan parecidos en la vida de los negros americanos que no se puede decir dónde está la diferencia». Puede que el realismo y el absurdo sean también muy similares en la vida de algunos personajes de algunos barrios de nuestro solar patrio. Porque se nos ocurre que absurdo es el robo de un almacén repleto de jamones 5 Jotas de Sánchez Romero Carvajal, pero cuando lo pensamos bien, nos damos cuenta de que cosas más absurdas se han visto y de que el robo termina siendo algo tan real y rentable como el mejor robo de joyas o de dinero en efectivo. Solo que estas prosaicas mercancías son más fáciles de transportar.

Paco Gómez Escribano nos cuenta la idea del golpe y nos cuenta cómo se planea y cómo se pone en práctica, y nosotros pensamos que, igual que nos lo cuenta, podía haberlo llevado a cabo. Puede sonar absurdo, pero robar un almacén repleto de jamones, es algo que suena demasiado real en esta novela.

#Reseña de #5Jotas: @gomezescribano nos cuenta la idea del golpe y nos cuenta cómo se planea y cómo se pone en práctica, y nosotros pensamos que, igual que nos lo cuenta, podía haberlo llevado a cabo. @AlrevesEditor @RosaBerros. Clic para tuitear

No es negro, sin embargo, el autor de la tercera cita. David Goodis es blanco y es uno de esos autores americanos de novela negra ya clásicos. La cita es de su novela La calle de los perdidos. «[…] un lento desfile de chiquillos abandonando, alicaídos, el país de las vacaciones para regresar a las aulas donde el maestro, un demonio sin nombre, les enseñaba la misma y vieja lección, día tras día, inculcándoles la idea de que no valían lo más mínimo, que eran solo basura». Así nos imaginamos a los personajes de 5 Jotas. De niños, en una escuela o en una casa desoladas, en manos de unos padres o maestros desencantados que vertían en ellos sus propias frustraciones, cuando no su violencia, convenciéndoles de que nunca valdrían más de lo que ellos mismos valían, no más que la basura.

Hay también referencias literarias y hay un capitán de la Guardia Civil que lee novelas descatalogadas de los años ochenta, y lee La mano armada (ya no está descatalogada, la acaba de reeditar en 2020 Grupo Tierra Trivium), y cuando alguien le asegura que no conoce al autor, le responde:

—Ni usted ni nadie. En este país los genios pasan bastante desapercibidos. Lo que se fomenta es la mediocridad y la corrección política.

Puesto que en ningún momento se menciona el nombre del autor, yo lo dejo también en suspenso, a la curiosidad del lector que no lo conozca. Lo que no voy a dejar a su curiosidad es algún otro guiño de los que Paco Gómez Escribano nos brinda en esta novela (a saber cuántos se me habrán escapado). Hay una referencia a la librería Burma de Madrid, una de las buenas en cuanto a novela negra se refiere; y hay un personaje, un ejecutivo de la empresa que produce los jamones 5 Jotas, Manuel Pérdigo, que no puede dejar de sacarnos una sonrisa al sugerirnos el nombre de Ilya Pérdigo, el editor de Alrevés.

5 Jotas es la historia de un robo y vuelve a ser la historia de los personajes de Canillejas, esos que son los de siempre, «la misma peña, pero con caras de esas chungas, tío, como si estuvieran desesperados. Caras largas y ojos de esos que se te ponen cuando ya no sabes qué hacer cuando tienes que llevar pasta a casa y no sabes de dónde sacarla». Canillejas cambia en las novelas de Paco. De pueblo sin asfaltar ha pasado a barrio al que llega el metro. Sus personajes también cambian. Han dejado el pico y la farlopa (los que han llegado a tiempo) para pasarse al alcohol y los porros, pero lo que no cambia es su condición de base de la pirámide. En las duras y en las maduras a ellos nunca les tocan maduras.

#5Jotas es la historia de un robo y vuelve a ser la historia de los personajes de Canillejas, «la misma peña, pero con caras de esas chungas, tío, como si estuvieran desesperados». @gomezescribano @AlrevesEditor @RosaBerros. Clic para tuitear

Sigue habiendo garitos que son «eso, un apeadero de mala muerte en donde todos esperan un tren hacia el infierno» y donde le visitan a uno los colegas que ya hace mucho que abandonaron el apeadero en un tren más rápido de lo deseable. Y allí vuelven algunos viejos amigos de los que frecuentamos las novelas de Paco: Javi el del Cúter, el Chino, el Tocho. Para que no los olvidemos. Para que no los olvide el Banderines.

 

 

5 Jotas, de Paco Gómez Escribano: novela negra a ritmo de blues

 

 

 

5 Jotas

Paco Gómez Escribano

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Reseña de Rosa Berros Canuria

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Portada de la reseña: David de la Torre

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