Muy interesante novela la que gentilmente Rafael Soler, su autor, me hizo llegar hará cosa de un mes. El último gin-tonic es una obra distinta, diferente, una novela que cuenta una historia narrada de una forma a la que, al menos yo, no estoy muy acostumbrado. De mano, al inicio del relato, surge la sorpresa, el estupor, en el lector al ir apareciendo una serie de elementos cuya concatenación no se alcanza a ver del todo: unos e-mails enviados desde la Argentina, un hombre que está en el hospital y al que visita su familia, unos personajes con nombres bíblicos y evangélicos puestos por unos padres y un abuelo que gustan y conocen al dedillo la literatura que emana del Nuevo y del Viejo Testamento, unas deudas, unas empresas que se entiende son inexistentes, un programa televisivo de cocina, unos costamarfileños que acosan a uno de los hermanos al que le exigen el pago de unas deudas… Este batiburrillo de elementos va acomodándose, ordenándose adecuadamente según  se avanza en la lectura de esta novela que sucede en sólo cuatro jornadas, precisamente las cuatro partes en que se distribuye la historia.

El último gin-tonic, #novela de Rafael Soler, publicada con @edicionescontra, y nominada para el Premio Valenciano de la Crítica. @JuanCarGalan nos recomienda su #lectura. Clic para tuitear

El último gin-tonic cuenta la historia de los Casares, de las tres generaciones de esta familia iniciada por el patriarca D. Moisés que, así como el profeta bíblico dio a su pueblo las dos tablas de la Ley, él tuvo dos hijos a los que llamó Lucas y Alberto Judas Tadeo. Los llamó así por lo mucho que le agradaban los textos bíblicos de manera que en las calurosas siestas de verano obligaba a sus dos hijos mellizos a leerlos:  el Evangelio da su nombre a Lucas, y el Apocalipsis a Alberto. Cuando luego Lucas tuvo hijos con Ana los nombró con los apelativos de los otros tres evangelistas: Marcos, Mateo y Juan. La vida de todos los Casares está marcada por su peculiar carácter en cuya conformación han tenido mucha participación las mujeres: Nina en la ya anciana vida de don Moisés; Ana en la de Lucas; Marga y Begoña en la de Marcos; Carmen en la de Mateo; Lola y Paola en la de Juan; y cerrando el círculo, y al tiempo poniendo a girar todos los elementos que conforman este relato, está María. María es la auténtica causante de todo cuanto acontece: avispada argentina pareja de Diego Wiekmann, guía de turismo en Puerto Madrynn donde Lucas y sus tres hijos pasaron una temporada. Cuando comienza la novela María es la figura de un programa televisivo de cocina que dirige Alberto, hermano de Lucas, regidor a su vez del mismo y hacedor de la venida de María a España dejando al guía turístico con un palmo de narices.

Todos los personajes de El último gin-tonic tienen individualidad y desarrollo propio bien diverso, por cierto. Gracias a su distinta personalidad son muchos los campos en los que incide el relato: el de los abogados como Juan que trabaja en el bufete de Madariaga, padre de su novia Lola; el marginal propio de las timbas de póker a las que es adicto Marcos, ludópata confeso; el del sentimiento de culpa que arrastra Mateo por el accidente de coche sufrido del que salió con pérdidas corporales y emocionales fortísimas; también la figura de Mateo sirve al escritor para penetrar en el ámbito de la creación literaria y de la escritura a través de los guiones cinematográficos en que éste imagina su vida en no pocos  momentos; el del desvarío propio de la vejez personificada en el patriarca don Moisés; el mundo televisivo que se desarrolla en el entorno de Alberto, y en el que varios de los miembros de la familia trabajan (Mateo de guionista, Lucas de regidor, María de estrella televisiva…); y el de Lucas, verdadero continuador de la saga Casares, un hombre que pese a su no muy digno comportamiento inicial se esfuerza por mantener cohesionado el grupo familiar y saldar adecuadamente los errores cometidos en el pasado.

Si todo lo anterior ya de por sí justificaría la lectura de la  novela, la forma que Rafael Soler emplea para presentárnosla, los diversos elementos y técnicas narrativas utilizados para mostrárnosla, hacen que leer El último gin-tónic sea  una auténtica delicia, una delicatesen literaria. No quiero destrozar el placer de la sorpresa que supone esta lectura, por lo que sólo comentaré algunas cuestiones formales:

  • La estructura: cuatro partes, cada una de ellas formada por secuencias narrativas puestas bajo la advocación de quienes las protagonizan. En algunas ocasiones los nombres de persona son sustituidos por los de la localización concreta («Tanatorio», «Bar Los Abrazos»…) de la acción que se desarrolla en dicha secuencia.
  • Mezcla de géneros literarios: La pura narración deviene con frecuencia texto dramático con predomino del guión cinematográfico, en especial cuando el interviniente es Mateo:

Eran preguntas que bien merecían otra ronda, y se disponía a responder cuando Mateo la vio llegar.

INTERIOR. NOCHE. PLANO SECUENCIA, Entra en campo Ana […] (p. 142)

  • Diversidad de géneros discursivos: Lógicamente es el discurso literario el fundamental. Pero dentro de éste hay que señalar sin duda alguna el tratamiento poético dado no pocas veces al mismo. Se percibe constantemente que en el novelista anida un excelente poeta. He aquí algunos ejemplos:
    • En descripciones físicas (prosopografías): «la dentadura entera, y el pecho abotonado de disgustos».
    • También en las de carácter (etopeyas): «su carácter jovial y su querencia a beber entre horas, que es cuando la vida se escurre sin aviso».
    • También en la narración hay poesía: «Paola lanzaba sus patadas donde más duele, a las canillas del contrario y a su confianza traicionada».
    • [el muerto llevaba puestos] «unos zapatos nuevos, para caminar por lo incierto».
    • «Ella también estaba enamorada del amor».
Los diversos elementos y técnicas narrativas utilizados para mostrárnosla, hacen que leer El último gin-tónic de Rafael Soler sea una auténtica delicia, una delicatesen literaria. @edicionescontra. #Reseña: @JuanCarGalan. Clic para tuitear

Fuera del tratamiento poético dado al discurso narrativo y descriptivo, hay en este relato momentos en que aparece con sentido irónico y/o paródico el vocabulario propio del ámbito jurídico-administrativo. Quizás la «Liquidación de haberes» en «Para Marcos, de su Marga» sea la mejor muestra; pero además es frecuente el empleo de expresiones propias del mundo societario («liquidación de haberes», «sociedades participadas externas», «participación minoritaria», «participación mayoritaria», etc.)

  • Metaliteratura. Por si fuera poco lo ya señalado hasta aquí a propósito de la forma, es frecuente encontrar reflexiones sobre la propia creación literaria en El último gin-tonic. Por ejemplo, de metapoesía cabría hablar en la aclaración del sentido de un sintagma, de una frase: «las burbujas negras del paseo» cuya exégesis exigida por Nina es realizada por Lucas: «los paraguas», dice; y completada por ella misma: «¡Claro! Los escarabajos negros, que decía siempre su hermano Alberto»(179). Y cuando el personaje de Mateo se plantea la recreación o simplemente creación de un guion cinematográfico, las dudas que le surgen y las decisiones que toma, todo ello es pura metaliteratura: «Mateo se asignó un papel protagonista en aquella historia nueva, de incierto final y argumento imprevisible» (169).
  • Humor. El último gin-tonic es una novela excelente por donde quiera que se aborde su análisis. Quizás sea el tono humorístico que predomina en todo el texto uno de sus grandes valores. Hay humor en el irracionalismo o cierto surrealismo existente en la relación entre algunos personajes. Así por ejemplo la relación que mantiene Lola (joven escritora de 20 años) con Juan (hijo abogado de D. Moisés) lo revela:

Ayer parecías muy contenta.
Porque no escribí una línea, y tú sabes lo bien que me sienta no escribir —razonó Lola enarbolando su dedo manchado de tinta.

Pues no escribas […] Cierras el cuaderno y nos sentamos a merendar tan ricamente.

Sólo piensas en eso, Juan. Comer y joder. (p. 48)

A veces el humor radica en ciertos personajes como, por ejemplo, en Javier Russo, poeta, un ser curioso. La conversación que mantienen él y Lola cuando ella lee unos versos suyos es delirante, surrealista:

«Escucha —pidió ella reteniéndole—. Una sima de peces abisales que boquean, una sima de voces que nos suman y denuncian, nosotros en la sima ensimismados.

No es así —se quejó Russo arrebatándole malhumorado el cuadernillo.

[…]

Una sima de peces abisales que boquean, una sima de voces que suman y denuncian, nosotros ensimismados en la sima.

En la sima ensimismados —corrigió Lola». (p. 50)

Otras veces el toque humorístico viene dado por la peculiar compatibilidad semántica establecida entre los elementos sintácticos que se relacionan:

[Nina]«había tenido un padre pobre y comunista que no abrazaba nunca».

«Lola hablaba muy deprisa, sin comas ni puntos suspensivos, algo impropio en una escritora con dos novelas terminadas».

«Todos los cojos tenemos muy mala hostia, pero yo estoy empezando».

  • Confluencia de niveles de realidad, irrealidad y/o hiperrealidad en el que los personajes de unos y otros interaccionan. Es algo muy interesante.

El último gin-tonic es una novela que destila literatura por todos sus poros: monólogo interior, pluriperspectivismo, creaciones léxicas, utilización de la elisión, de lo no formulado, creaciones sintagmáticas, distintas maneras de presentar los diálogos, sorprendentes afirmaciones expresadas en negativo, etc. No me resisto a mostrar un ejemplo de cómo el novelista resuelve la recuperación de instantes narrativos anteriores mediante una imagen metafórica: «Lucas recobró de golpe su condición de regidor, en un programa de cocina con salmón en salsa de cerveza y cuernos al vapor» (p. 106).

En una reseña que quiere ser breve nada más cabe decir sobre El último gin-tonic, una buena novela que sorprende constantemente y que de todo tiene salvo previsibilidad. Una novela que es un auténtico rompedor ejercicio lingüístico y literario. Una novela en la que hay poesía, hay guion de cine, hay moderno lenguaje epistolar, hay psicología, hay narración fuerte y magnífica, en definitiva, hay genuina buena literatura. Una novela que se alzará con no pocos galardones allá donde concurra.

El último gin-tonic es una #novela excelente que destila #literatura y sorprende constantemente. Esta novela de Rafael Soler se alzará con no pocos galardones allá donde concurra. #Reseña: @JuanCarGalan. Clic para tuitear

 

El autor (nota biográfica extraída en su mayor parte de wikipedia)

El último gin-tonic, de Rafael Soler. Delicatesen literaria

Nacido en Valencia, Rafael Soler reside en Madrid, donde ha trabajado como profesor titular en la Universidad Politécnica. Poeta y novelista, en los años ochenta tuvo una intensa producción literaria, que fue recibida como una de las más interesantes de la nueva literatura española, y que inició con la publicación en 1979 de su novela El grito, y el libro de poemas Los sitios interiores en 1980, a los que siguieron títulos como El corazón del lobo, El sueño de Torba o Barranco, última de sus publicaciones en Cátedra en 1985, así como dos libros de relatos. Vino luego un largo silencio editorial, que decidió romper en 2009 con la publicación del libro de poemas Maneras de volver, al que siguió en 2011 Las cartas que debía y en 2012 La vida en un puño, antología publicada en Paraguay, y Pie de página, publicada también en 2012 por la Institución Alfons El Magnànim. En enero de 2.014 publicó el libro de poemas Ácido almíbar y en octubre de 2.016 No eres nadie hasta que te disparan. Con la publicación en abril de 2018 de su novela El último gin-tonic, comparece de nuevo ante crítica y lectores como narrador.

Ha participado en Festivales poéticos y encuentros celebrados en Europa, Hispanoamérica y Asia. Obra suya ha sido traducida y publicada en francés, inglés, italiano, húngaro y japonés.

A punto de salir publicada esta reseña el mismo Rafael me informa de que El último gin-tonic ha sido nominada para el Premio Valenciano de la Crítica. Tanti auguri, Rafael, tu novela merece ese premio y muchos más.

 

El último gin-tonic, de Rafael Soler. Delicatesen literaria 1

 

El último gin-tonic

Rafael Soler Médem

Editorial: Contrabando

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Reseña de Juan Carlos Galán

Portada de la reseña: David de la Torre