Cuando el lector finalice La pasión según Karina Krunz, es muy posible que no siga siendo el mismo que antes de abrirlo. El espejo de vida que constituye una obra de narrativa contemporánea como ésta, tan contemporánea y tan bien narrada, tiene la virtualidad de producir un movimiento similar al de un leve terremoto. A poco que el lector se deje llevar por la corriente de escenas que componen la novela, su eje de rotación, su visión de la vida habrá sido desplazada, al menos, unos grados al término de la lectura. No proliferan hoy las obras que puedan presumir de conseguir un efecto sísmico tal.
Desde las primerísimas páginas hallamos pistas para comprender (o simplemente dejarse imbuir de) su narrativa aparentemente deslavazada, el flujo de las conciencias que hablan en ella, el ir y venir de sus puntos de vista constantemente cambiantes, su tiempo narrativo inserto en un eterno retorno, como si procediera de un lugar del universo donde el tiempo humano pierde importancia. Y después de que las claves para la comprensión se hayan presentado en el arranque de la novela, se irán repitiendo, como un camino de migas de pan. Los mitos y creencias clásicas, la cultura popular, el Ulises de Joyce, la filosofía y, por supuesto, la música; en concreto, la barroca; más concretamente aún, Bach, elevado a la categoría de divinidad indiscutible, homenajeado desde el título, que del todo deliberadamente pone al lector en un horizonte de expectativas determinado. He ahí los pilares de la trama de La pasión según Karina Krunz, tanto en lo referido al fondo —argumento, personajes, acontecimientos— como en la forma.
Empecemos el meollo de este comentario por el final, la forma, y detengámonos un tanto en subrayar la riqueza de la prosa de Rosario Curiel. Visceral, desatada, indomable, al igual que la música barroca que da sangre y oxígeno a la obra. El lector, más habituado tal vez a la sencillez y a la legibilidad en novelas que a veces parecen remedar guiones de cine, en busca de un consumo fácil y rápido, se engancha, no obstante, desde la primera línea. Descubre, a la vez, con sorpresa y hasta con pasmo que la primera frase, todo lo que hay antes del primer punto y seguido, es más de una página de libro. Entonces se queda sin aliento y, una vez que lo arrastra esa corriente, ese carácter «desatado», musical, rapsódico y barroco de la escritura de Curiel, no hay manera de dejar aparte el libro. Karina Krunz ha irrumpido en la vida propia con una maleta inmensa de vivencias, remordimientos, errores y pesadillas que ha de cargar hasta un punto final, marca paradójica de una nueva vida. Maravilla encontrar en la técnica narrativa de Rosario Curiel una resonancia perfecta de las emociones de los personajes. Maravilla, a la par que aturde, caer en la ansiedad, en el asma, en la confusión de los protagonistas e identificarse con ellos. Lo cual, dicho sea de paso, no es siempre deseable en una novela donde campan a sus anchas la locura, la interdependencia, la traición, la manipulación, el suicidio, los excesos, el remordimiento.
La prosa de @Rosario_Curiel es visceral, desatada, indomable, al igual que la música barroca que da sangre y oxígeno a la obra. #Reseña de La pasión según Karina Krunz por @rosaggv. @TierraTrivium #RecomiendoLeer. Share on XAñadamos el vocabulario prácticamente inagotable, el control de la metáfora, la acumulación desmedida —y bien mesurada, a la vez— de imágenes. No importa si son reales o fruto de la alucinación de una memoria trastornada; no importa si proceden de una invención o de un pasado lejano. Aplaudamos la construcción narrativa a la sombra del muchas veces incomprendido Ulises de Joyce. Agradezcamos las infinitas referencias al mundo clásico, en forma de alusiones poético-musicales a Orfeo, Pitágoras, a las ménades y a la transmigración de las almas; pero también la presencia de un contexto algo más prosaico, que se construye por medio de, entre otros elementos, alusiones a una crisis económica perfectamente reconocible.
La pasión según Karina Krunz es hija de su tiempo. La España decadente de principios del XXI, los sueños de Europa trocados en fracaso, la sinrazón de las redes sociales en un mundo ahogado de soledad y apariencias, Lady Gaga, omnipresente, como Bach (o Dios, a decir manifiestamente blasfemo de los protagonistas), las calles de Barcelona, de Lleida, las playas de Sitges; más que ambientarla, constituyen un personaje más de la trama.
La pasión según Karina Krunz de @Rosario_Curiel es hija de su tiempo. Una #novela con referencias al mundo clásico y alusiones a esta crisis económica y el retrato de una España decadente. Reseña: @rosaggv. @TierraTrivium. Share on XEn medio de todos ellos, y de un catálogo de antihéroes, víctimas y verdugos de una existencia desquiciada, Karina Krunz vive una crisis de la treintena tópica y esperable, inserta en otra crisis, más honda y permanente, que comparte con su padre, Hans, a las puertas de la muerte. Ambos, personajes esencialmente atormentados, transitan por la novela entre el más punzante descrédito y un anhelo ciego, infantil, de avenirse con lo absurdo de la existencia. La descomposición de la familia Krunz halla su responsión en la del mundo en torno. Karina trata de dominar su vida, paseando entre las ruinas de una casa anegada de negros recuerdos imposibles de adormecer; Hans busca enseñorearse de su muerte, entre la basura de las calles y el vivo desprecio de los suyos.
Pero incluso lo trágico presenta ciertos visos de comedia y, por muy lejos que parezca la reconciliación total, las últimas páginas propician un amago de sonrisa en el rostro del lector. La pasión según Karina Krunz regala un final esperanzador, una primavera, una playa tras el desierto. Tal vez el rescate final de Eurídice, o el momento en que Orfeo se instala, tan a gusto, en el Hades. Después de tanto descenso a los infiernos, de tanto desmembramiento de cuerpo y de alma, de tanto derrumbe del macrocosmos con eco en el microcosmos, la vida continúa o una nueva vida comienza. Y es de agradecer.
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Reseña de Rosa García Gasco
Portada de la reseña: David de la Torre
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