Se dice pronto y se puede llegar a resumir en unas líneas, pero cincuenta años de intenso trabajo delante y detrás de la cámara son muchos años. Cinco décadas, que hacen de Daniel Michael de Vito Jr., Danny de Vito, indiscutible merecedor del prestigioso Premio Donostia. Y lo recibirá el próximo 22 de septiembre, durante la celebración del Festival de Cine de San Sebastián que alcanza ya su sexagésimo sexta edición.
Un nada desdeñable actor de doblaje
Apenas un rápido vistazo a la filmografía de Danny de Vito, nacido en 1944 y descendiente de italianos afincados en Nueva Jersey, permite comprobar lo prolífico de su carrera. Casi sesenta títulos de filmes lo presentan en su reparto, desde 1973 hasta 2005, las más de las veces como actor de imagen. Su peculiar aspecto lo hace imposible de olvidar para el espectador. Pero no es desdeñable su labor como actor de doblaje: ha puesto su voz al servicio de películas de animación como Space Jam o la incalificable Hércules de Disney, donde los rasgos físicos del personaje Filoctetes se corresponden con las del actor en cierto modo; que el sátiro del filme comparte altura escasa y formas redondeadas con nuestro actor es innegable. En Lórax. En busca de la trúfula perdida, escasamente publicitada animación de 2012, pone la voz a la criatura que da nombre a la película. Y no sólo en inglés, sino en un total de cinco idiomas entre los cuales se cuenta el castellano, que De Vito habla con fluidez y particular encanto. En el Festival de Cine de San Sebastián se presentará Smallfoot, de 2018, donde el actor vuelve a prestar su interpretación por medio de la voz a un personaje de curiosa apariencia, limítrofe entre lo humano y lo animal.
La lista de roles interpretados por Danny de Vito nos reserva todavía algunas sorpresas: encontramos cameos (Austin Powers: el miembro de oro, de 2002, a título de ejemplo) y hasta un vídeo musical de One Direction (Steal my girl, de 2014). Más sorprendente resulta al espectador corriente encontrarlo en papeles dramáticos. Sus personajes en Alguien voló sobre el nido del cuco, Las vírgenes suicidas o L.A. Confidential son, prácticamente, los únicos ejemplos de un inventario más bien exiguo, tendente, por lo demás, a desaparecer en la frágil memoria del cinéfilo medio.
Son sus dotes cómicas, ligadas inevitablemente a ese característico aspecto que Danny de Vito ha sabido explotar de manera impecable, las que han grabado en la retina colectiva sus interpretaciones. La lista, sin ánimo de exhaustividad, puede comenzar en Los gemelos golpean dos veces, La guerra de los Rose, Tira a mamá del tren y continuar en otras producciones bien conocidas y reconocibles, algunas de ellas repuestas hasta la saciedad en televisión: En busca del corazón verde, La joya del Nilo, Junior, Mars Attacks!…
¿Sabías que #DannyDeVito habla un perfecto castellano? Es un gran actor de doblaje en películas de animación y ha llegado a hacer doblajes en cinco idiomas. @rosaggv. #Cine #66SSIFF @sansebastianfes. Share on XUn prolífico Danny De Vito
Pero, al igual que en sus doblajes de animación, Danny de Vito brilla con luz propia cuando transita personajes de apariencia y comportamiento semianimal; así ocurre con el inquietante Pingüino de Batman Returns, de 1992, y de nuevo, aunque con matices opuestos, en la maravillosa Big Fish, de 2002, ambas de Tim Burton. Metido en la piel del empresario Amos Calloway, el director del circo de Big Fish, De Vito pone carne a un personaje a priori antipático, déspota e interesado. Pero lo envuelve, como sólo él podría, en una pátina de ternura. El personaje se levanta, cobra entidad, hueso y aliento ante la cámara gracias al cuerpo y al trabajo de Danny de Vito, que arranca del espectador un estremecimiento de compasión y una sonrisa agridulce. Inolvidable.
No podemos dejar de mencionar al gesticulante y voceador Louie de Palma, personaje que puso a De Vito, sin discusión, en el camino de la fama. Su aparición en Taxi, una comedia de situación que el lector recuerde tal vez por su reposición en la televisión pública, le valió en 1980 el Globo de Oro a mejor actor de reparto de serie o miniserie. En esta línea, Danny de Vito cuenta con un apreciable número de candidaturas en su camino: en tanto que actor, fue candidato a los Globos de Oro, además del caso señalado, en 1986 (Tira a mamá del tren) y 1987 (Por favor, maten a mi mujer). El Sindicato de Actores lo nominó como actor de reparto en L.A. Confidential. Los Óscar, por su parte, sólo se han acordado de él por Erin Brockovich, donde actuó como productor, cuando la nominaron como mejor película, premio que terminaría llevándose American Beauty.
La faceta de productor, director y narrador de Danny de Vito no acaba ahí: en 1996 desempeñó las tres tareas en Matilda; en 1994 había producido Pulp Fiction; más adelante vendría Gattaca (1997) y en 1999, la internacional Man on the Moon.
La retahíla de candidaturas diversas y la breve lista, casi inexistente, de reconocimientos concedidos de facto, nos habla de la escasa generosidad de los premios de la industria norteamericana, y casi cabe decir mundial, con Danny de Vito. Su palmarés parece escaso, si sólo contemplamos la concesión del Globo de Oro de 1980 y si se tiene en cuenta la extensión de su trayectoria. En ella, el Premio Donostia cubrirá, en cierto modo, un vacío, a todas luces, inmerecido.
Poco generosa ha sido la industria del #cine con este productor, director, narrador y actor. #DannyDeVito, sin duda, un merecidísimo #PremioDonostia. @rosaggv @sansebastianfes. #66SSIFF Share on X
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