A menudo, la fotografía crea grandes escenas que los fotógrafos plasman sin saber a qué lugar de la historia les conducirán. La mujer de extraordinaria belleza le dedica a la fotógrafa una sonrisa tímida que le sorprende. Después, se tiende sobre la cama y se desnuda, pieza a pieza. La fotógrafa aguarda, asombrada por la muestra de timidez. ¿No eran ciertas las historias sobre la salvaje sexualidad de la mujer rubia que ahora acomoda con cuidado las sábanas? En realidad, pensará la fotógrafa en ese momento y lo repetirá en el futuro en varias oportunidades, Marilyn Monroe era un misterio, un alma rota y sensible, una niña deslumbrada por su propio mito. Y Eve Arnold lo descubriría durante una sesión fotográfica que hizo historia y que, además, creó un eslabón nuevo en la larga mitología de la actriz.

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Marilyn por Eve Arnold

Eve Arnold: La mirada elocuente

Por supuesto para Eve Arnold, fotografiar era un vínculo directo con una manera de mirar el mundo sincera y elocuente. Para la fotógrafa, la cámara era un recorrido por la belleza invisible, la noción sobre la identidad y algo mucho duro que solía llamar «el rostro oculto». Mucho de eso fue lo que encontró Eve Arnold en esa ya histórica sesión con Marilyn Monroe, pero antes, ya había logrado captar esa especial relación entre la cámara y lo que se oculta, en otras tantas fotografías de sorprendente y portentosa belleza. Rara vez Eve Arnold dejaba de fotografiar antes de encontrar esa otra perspectiva del personaje, esa vulnerabilidad amable y humana que convertía su manera de fotografiar en un discurso sobre la fragilidad del hombre y su entorno. Con Marilyn fotografió por horas, hasta que la mítica Diosa del sexo, la mujer más sensual de la época se despojó de su máscara prefabricada y descubrió a Norma Jean, la joven de rostro tímido que habitaba bajo el maquillaje y el cabello platinado. Todo eso, gracias a la insistencia de Eve Arnold en mirar más allá de lo obvio, que sería un elemento persistente en la obra que la haría famosa. Cuando la fotógrafa fotografió durante casi un año a Malcolm X, el propio líder político confesaría que le asombró la delicadeza y respeto de la fotógrafa al construir un mensaje fotográfico sobre su vida y obra. «Miro lo esencial y descartó cualquier otra cosa» llegó a comentar.

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Malcom X por Eve Arnold

Eve Arnold concibió la fotografía como una combinación de medios y conceptos. Desde sus famosas fotografías de rodajes (fue pionera de la llamada foto fija y, también, del documento registro detrás de cámara del Hollywood de casi dos décadas) hasta su trayectoria como reportera, Eve Arnold supo encontrar el equilibrio entre el discurso, el mensaje y la referencia, en medio de un contexto íntimo y poderoso que dotó a su trabajo de una indudable personalidad propia. Su trabajo tenía tantas aristas como intereses, la fotógrafa: Arnold fue la primera fotógrafa en seguir el rastro de los inmigrantes africanos al norte de Estados Unidos y lo hizo con un respecto étnico que le permitió obtener un documento de profundo valor sociológico. También fotografió las audiencias del Macartismo y lo hizo con tanta seguridad y pulso firme, que le permitió captar la humanidad incluso en los enconados acusadores, convertidos en villanos sociales. Una y otra vez, Arnold demostró su pericia para analizar lo social y lo cultural a través del prisma de cierta emotividad sobria y serena. Una comprensión sobre los alcances de lo humano en el hecho fáctico y sobre todo, un análisis directo sobre sus implicaciones. «Todo lo que ocurre es emocional y tiene un alto contenido humano. La labor del fotógrafo es descubrirlo».

La #fotografía de #EveArnold, el «rostro oculto» de sus personajes: «Todo lo que ocurre es emocional y tiene un alto contenido humano. La labor del #fotógrafo es descubrirlo». Artículo de @Aglaia_Berlutti. Clic para tuitear
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Marilyn Monroe por Eve Arnold

Cuando Eve Arnold fotografió a Marilyn Monroe, la actriz atravesaba una etapa especialmente dura de su vida. Tenía problemas de dependencia a todo tipo de medicamentos, su trabajo como actriz era menospreciado en favor de su turbulenta vida privada y sobre todo, sufría las críticas y sinsabores de un entorno hostil. Eve Arnold se encontró con una mujer que no deseaba ser fotografiada y que se sentía incómoda frente al lente de la cámara. «Sólo mostraré lo que tú deseas se muestre» se cuenta que insistió Arnold, con el lente del cámara aún cubierto. La actriz aceptó continuar con la sesión.

Las fotografías de Marilyn Monroe se convirtieron en iconos de la belleza, pero también de un sensible acercamiento a la soledad y cierto desarraigo personal. La actriz se muestra en el cenit de su atractivo físico y personal, pero también desde una vulnerabilidad casi conmovedora. Arnold no sólo supo captar la combinación entre ambas cosas sino también, un rasgo misterioso sobre Monroe que aún asombra y se celebra: su infalible instinto para comprenderse así misma. Monroe no era una mujer simple a pesar de la insistencia en lo contrario y fue la fotografía de Arnold la que reveló al mundo esa extraña y brillante complejidad.

Las fotografías de Marilyn Monroe se convirtieron en iconos de la belleza, pero también de un sensible acercamiento a la soledad y cierto desarraigo personal. #EveArnold, la mirada elocuente. @Aglaia_Berlutti Clic para tuitear
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Marilyn Monroe por Eve Arnold

Historias semejantes se multiplicaron durante la larga carrera de la fotógrafa. Eve Arnold era una mujer ejemplar o esa la opinión mayoritaria de quienes la conocieron. Y no lo era por un comportamiento impecable  —al contrario, era obstinada, ruidosa, impulsiva y con un gran carácter—  sino por su asombrosa sensibilidad en una época en la que la fotografía se distinguía por su pulcritud directa y en ocasiones cruda. Arnold era conocida por su nobleza y humildad, rasgos que se ensalzan como los más reconocibles de su personalidad y que forman parte del mito a su alrededor. Algo de esa percepción sobre la vulnerabilidad del espíritu humano, es parte profunda de su visión fotográfica.

James A. Fox, editor y archivista de la agencia Magnum, recuerda a Arnold como una mujer formidable, divertida, pero sobre todo «nada pretenciosa», que estaba obsesionada con la perfección, pero a la vez, estaba convencida que la creación fotográfica era un motivo para la celebración.

Eve Arnold sabía que la fotografía era un medio para mostrar emociones, a pesar de la insistencia en la pulcritud del documento en estado puro. Pero ella era rebelde y no obedecía la noción la imagen sólo como registro. Insistía en encontrar lecturas, dobles miradas. Mundos enteros escondidos en el rostro de quien fotografiaba.

Una opinión que comparte Zelda Cheatle, socia del Tosca Fund y antigua responsable de ventas de la Photographer’s Gallery londinense: «Arnold tenía una enorme voluntad para conectar con las personas y su sentido común, ya se tratara de retratar la pobreza, la excentricidad o la fama». Para Arnold, era de enorme importancia encontrar lo que había bajo el icono, el glamour de las grandes estrellas, lo inalcanzable de las grandes tragedias imposibles de comprender, hasta convertirlo todo en algo humano y accesible. Y con su maravillosa sensibilidad, pero sobre todo, su sincera percepción sobre lo que nos hace humanos, lo logró.

 

Artículo de Aglaia Berlutti