Ni cine negro, ni novela negrocriminal: esta vez Teresa Suárez se nos va a Nápoles —no es la primera vez— con la serie La amiga estupenda, que la pone tras la pista de la tetralogía Dos amigas, de Elena Ferrante. Estas son sus impresiones sobre la serie, la obra literaria en la que se basa y una ciudad inolvidable.

Nápoles. Teresa Suárez

Fotografía de Teresa Suárez

Dos amigas. Y una ciudad inolvidable

Hace por lo menos treinta años que me dice que quiere desaparecer sin dejar rastro, y solo yo sé qué quiere decir. Nunca tuvo en mente una fuga, un cambio de identidad, el sueño de rehacer su vida en otra parte. Tampoco pensó nunca en suicidarse [..]. Su propósito fue siempre otro, quería volatilizarse; quería dispersar hasta la última de sus células, que de ella no encontraran nada. Y como la conozco bien, o creo conocerla, doy por descontado que ha encontrado el modo de no dejar en este mundo ni siquiera una migaja de sí misma.

La amiga estupenda (Dos amigas 1). Elena Ferrante

Cuando Raffaella Cerullo, su mejor amiga desde la infancia, desaparece sin dejar rastro, Elena Greco, una mujer de 67 años que vive en una vivienda llena de libros, decide escribir la historia de su amistad que se remonta a 1950.

Aunque ahora se puede ver en HBO, encontré la adaptación televisiva de La amiga estupenda, primer tomo de la saga Dos amigas de Elena Ferrante, en uno de los canales de televisión en abierto, en concreto Paramount Network.

Al principio pensé que se trataba de una de esas telenovelas turcas tan de moda últimamente. Pero hubo algo en ella que captó mi atención y frenó en seco mi neurótico zapeo.

¿Fue su estética? ¿Fue su emotividad y realismo? ¿Fue la maravillosa ambientación? ¿O tal vez la excelente interpretación de las actrices que dan vida a las protagonistas tanto de niñas (Ludovica Nasti y Elisa del Genio) como de adolescentes y jóvenes (Gaia Girace y Margherita Mazzucco)? No sé decir qué fue, pero sembró dentro de mí una semilla que no solo me obligó a quedarme hasta el final del capítulo y volver al día siguiente a por más, sino que me hizo desear, como hacía tiempo que no me ocurría, leer los libros en los que estaba basada la serie.

Las novelas de Elena Ferrante me han tenido atado al sillón, leyendo y celebrando unas páginas donde la emoción nunca es banal: el dolor y la alegría de sentirse vivos están ahí para que el lector los haga suyos y todo lo que se dice es necesario, sin que sobre ni falte un solo adjetivo.

Esas palabras aparecen en la contraportada de La amiga estupenda, primer volumen de la tetralogía Dos amigas de Elena Ferrante, y pertenecen nada más y nada menos que a Juan Marsé.

La serie La amiga estupenda me hizo desear, como hacía tiempo que no me ocurría, leer los libros en los que estaba basada. Y acabé leyendo la saga Dos amigas de Elena Ferrante. #Reseña: Teresa Suárez. @pitosporum. Clic para tuitear

Cuatro novelas (La amiga estupenda, Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida) que descubrí, por casualidad, a principios de la emergencia por el COVID-19 y que a través de la Librería Taiga de Toledo (gracias Alberto), que durante la pandemia han mantenido un servicio de venta a domicilio que me permitió tenerlas en casa rápidamente, han logrado que el confinamiento fuera más llevadero, casi leve, cada vez que me sumergía en sus páginas.

Las novelas que componen la tetralogía Dos amigas de Elena Ferrante han logrado que el confinamiento fuera más llevadero, casi leve, cada vez que me sumergía en sus páginas. Reseña: Teresa Suárez @pitosporum @SigueLumen. Clic para tuitear

La historia de Lila y Lenù, que transcurre a mediados del siglo pasado en un barrio pobre de la ciudad de Nápoles, se inicia en la infancia («Lila apareció en mi vida en primer curso de primaria y enseguida me impresionó porque era muy mala. Todas éramos un poco malas en esa clase, aunque solo cuando la maestra Oliviero no nos veía. Pero ella era mala siempre»), se consolida en la adolescencia, se refuerza en la juventud y se resquebraja, sin llegar nunca a romperse, en la etapa adulta.

Durante estos días he recordado a menudo una reseña con la que, pese a haber dejado claro que me había gustado mucho el libro, la autora se molestó por estas palabras: «su novela, poco ambiciosa en la forma, resulta de una sencillez y cercanía que engancha, porque todos, en algún momento, nos podemos sentir identificados con sus tramas y personajes». No entendí su enfado, la verdad, y sigo sin entenderlo. Asumió como críticas «sencillez» y «poco ambiciosa en la forma». Pero no lo eran en absoluto.

Si tuviera que hablar ahora mismo del estilo narrativo de Elena Ferrante, sea quien sea (al igual que ocurre en España con Carmen Mola, en Italia se fantasea con la identidad de esta autora), salvo destacar que la novela tiene una estructura de las que llaman circular, donde la acción consiste en una novela que se desarrolla dentro de otra («Como siempre, Lila se pasa, pensé [..] No solo quería desaparecer ella, ahora, con sesenta y seis años, sino borrar toda la vida que había dejado a su espalda. Me dio mucha rabia. Veremos quién se sale con la suya, me dije. Fue entonces cuando encendí el ordenador y me puse a escribir hasta el último detalle de nuestra historia, todo lo que quedó grabado en la memoria»), no sabría por dónde empezar.

¿Qué quiere decir eso? Pues que ha sido tanto el interés, casi devoción, por lo escrito que el cómo ha pasado desapercibido totalmente.

«De la primera a la última línea es puro placer de contar», le dice su editor a Lenù a propósito del libro que acaba de escribir sobre el barrio que la vio nacer. Por mi parte añado que toda la tetralogía ha sido «puro placer de leer». He estado tan absorbida por lo que estaba sucediendo en la novela que no me he sentido lectora en ningún momento sino participe de la misma. Me he fundido en ella.

#DosAmigas: «De la primera a la última línea es puro placer de contar», le dice su editor a Lenù. Por mi parte añado que toda la tetralogía de Elena Ferrante ha sido «puro placer de leer». Teresa Suárez @pitosporum. @SigueLumen. Clic para tuitear

He asistido a la escuela de la maestra Oliviero. He pasado un maravilloso verano en Isquia junto a Lila, Lenù y Pinuccia. He comprado verduras a Assunta Scanno y embutido en la charcutería, la nueva y la vieja, de los Carracci. He tomado café en el bar-pastelería de los Solara. Me he indignado junto a Pasquale, Enzo y Antonio por la explotación de la clase trabajadora. He despreciado a Sarratore, padre e hijo. Y siempre que me sentido atacada, he escupido palabras en el dialecto más vulgar y duro del barrio. Mi barrio.

La amiga estupenda: cómo descubrí la saga Dos amigas de Elena Ferrante  

Fotografía de Teresa Suárez

He detestado, casi odiado, ¡Dios cuanto!, a Nino Sarratore y Elena Greco, las dos personas, no personajes, que desde pequeños se han avergonzado de sus orígenes, creyéndose siempre por encima de amigos y familiares gracias a que ambos pudieron acceder a la educación superior, pero cuya envidia y egoísmo no les impedía regresar a su antiguo vecindario cada vez que las cosas les iban mal o necesitaban inspiración.

He compadecido el destino de la mayoría de las mujeres de esta historia: las madres (Nunzia, Immacolata, Maria, Lidia, Assunta, Rosa, Giuseppina y especialmente Melina, la viuda loca), envejecidas antes de tiempo y condenadas a una existencia de trabajo duro y escasas alegrías, y las hijas (Lila, Lenù, Pinuccia, Carmela, Ada, Marisa y Gigliola) que se prometieron a sí mismas tener unas vidas distintas de sus progenitoras y que pronto descubrieron las diferencias entre los sueños y la cruda realidad.

He sufrido, mucho, por Lila («es inaceptable que una persona tan dotada haya dejado los estudios en quinto de primaria») y por la incapacidad de Lenú, su amiga estupenda, para entender el suplicio que supuso para ella no poder estudiar («resulta difícil constatar a diario que tú eres libre y ella está presa. Si hay un infierno, está dentro de su cabeza insatisfecha, no me gustaría entrar en él ni un segundo»).

La mayoría de las veces sin ponerles siquiera nombre, Elena Ferrante habla de los abusos en el hogar, del embrutecimiento que provoca la violencia, del cuestionamiento de la maternidad, de las estrategias de ascenso de clase que tienes a tu disposición cuando perteneces a la más baja de todas ellas y entre las que, si eres mujer y guapa, parpadea en letras mayúsculas la trampa del matrimonio (confort para los hombres, cárcel para las mujeres), la relación con el propio cuerpo, auténtica dictadura en el caso femenino.

Haciendo gala de una exquisita sensibilidad, con un atinado espíritu crítico, Elena Ferrante se introduce en el complejo universo femenino y revela el sentir de las mujeres, la ebullición de su mundo interior: sus miedos y angustias, sus roles heredados e impuestos, sus ambiciones, su sometimiento y su rebeldía.

Haciendo gala de una exquisita sensibilidad, con un atinado espíritu crítico, Elena Ferrante se introduce en el complejo universo femenino y revela el sentir de las mujeres. #DosAmigas #LaAmigaEstupenda @SigueLumen @pitosporum. Clic para tuitear

Asuntos, todos, de los que madres y abuelas jamás se atrevieron a hablar en voz alta. Mucho menos a cuestionarlos.

Con Dos amigas he vuelto a caer rendida a los pies de Nápoles, estrella rutilante de la tetralogía («a través de los relatos de Inma, comprendí [..] que el objeto al que Lila dedicaba su atención, sobre el que escribía tal vez durante horas y horas inclinada sobre el ordenador, no era este o aquel monumentos, sino Nápoles en su totalidad»).

La amiga estupenda: Cómo descubrí la saga Dos amigas de Elena Ferrante   5

Fotografía de Teresa Suárez

Con Dos amigas he vuelto a caer rendida a los pies de #Nápoles, estrella rutilante de la tetralogía de Elena Ferrante. @SigueLumen. Reseña: @pitosporum. Clic para tuitear
La amiga estupenda: cómo descubrí la saga Dos amigas de Elena Ferrante   4

Fotografía de Teresa Suárez

En abril de 2017, tuve la suerte de viajar a la capital de la región de Campania, la ciudad más poblada del Sur de Italia, y quedé prendada de ella: el Golfo de Nápoles, el poderoso Vesubio, los magníficos monumentos cuya capa de polvo exterior te impedía prepararte para la belleza que después encontrabas dentro, el Museo Arqueológico Nacional, la maravillosa Catedral Metropolitana de Santa María de la Asunción, también conocida como Catedral de San Gennaro. Las calles, las plazas, las librerías de la Via Port’Alba, la pizza, las Sfogliatellas, los atascos…

La amiga estupenda: cómo descubrí la saga Dos amigas de Elena Ferrante   1

Fotografía de Teresa Suárez

La suciedad de las calles en ese momento, las numerosas pintadas, no me impidieron percatarme de la belleza de Nápoles. Y me enamoré, vaya que si me enamoré.

La amiga estupenda: cómo descubrí la saga Dos amigas de Elena Ferrante   2

Fotografía de Teresa Suárez

Ah, qué ciudad, le decía la tía Lina a mi hija, que ciudad tan esplendida y significativa; aquí se han hablado todas las lenguas, Inma, aquí se ha construido de todo y se ha destrozado de todo, aquí la gente no se fía de ninguna charla y es muy charlatana, aquí está el Vesubio que todos los días te recuerda que la más grande empresa de los hombres poderosos [..] en segundos, el fuego, el terremoto, las cenizas y el mar de la pueden dejar en nada.

Nápoles. El Vesubio.

Fotografía de Teresa Suárez

En 2017 prometí amor eterno a la caótica, colorida y ruidosa Nápoles. La lectura de la saga Dos amigas de Elena Ferrante me ha permitido renovar mis votos.

¡Qué ganas de volver!

 

En 2017 prometí amor eterno a la caótica, colorida y ruidosa Nápoles. La lectura de la saga Dos amigas de Elena Ferrante me ha permitido renovar mis votos. Teresa Suárez. @pitosporum. @SigueLumen. Clic para tuitear

 

 

 

Reseña de Teresa Suárez

Fotografías interiores de Teresa Suárez

Portada de la reseña: David de la Torre

 

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