El planteamiento de Emilia, de Noelia Adánez, con dirección de Anna R. Costa e interpretación de Pilar Gómez, incide mordazmente en uno de los problemas irresueltos de nuestra sociedad, la vergonzosa exclusión de la mitad femenina de la población de los puestos de responsabilidad y reconocimiento en el ámbito laboral y público.
La cuestión es que el asunto, aunque se han producido avances, se parece aún demasiado al que padecían las mujeres y la sociedad en su conjunto en el ocaso del siglo XIX y albores del XX. Es cierto que la mentalidad misógina está hoy en día acorralada y en retroceso (al menos en los sectores sociales más progresistas), pero en cuanto a inclusión y presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad seguimos en las mismas. Emilia, que recrea la relación de Emilia Pardo Bazán (1852-1921) con la Real Academia de la Lengua, refleja esta situación inconmovible.
El planteamiento no es estrictamente histórico, pero condensa acertadamente gran parte de los escollos con que hubo de enfrentarse la condesa de Pardo Bazán en su pretensión de entrar en la Academia, pues pesarían más los rechazos fundados en su condición femenina que la consideración de sus méritos como autora e intelectual de primera fila.
Emilia Pardo Bazán escribió más de cuarenta novelas, una docena de ensayos, diez libros de viaje, siete obras de teatro, un poemario, multitud de cuentos y relatos cortos, seis libros de biografías y más de mil quinientos artículos de actualidad y crítica literaria. Además, fue presidenta de la sección de literatura del Ateneo de Madrid desde 1906, Consejera de Instrucción Pública desde 1910 y catedrática de Literatura Contemporánea en Lenguas Neolatinas en la Universidad Central desde 1916.
Fue la introductora del naturalismo en España y destacó también por su defensa del derecho de las mujeres a tener las mismas oportunidades que los hombres. Continuadora del pensamiento de Concepción Arenal y próxima al krausismo a través de Francisco Giner de los Ríos, prologó y publicó en español La esclavitud femenina (John Stuart Mill, 1869), que tanto influyó en el feminismo británico.
Sin embargo, no fueron estos méritos suficientes para vencer el asentado prejuicio machista en la sociedad española y, en particular, la misoginia de gran parte de los miembros de la Real Academia de la Lengua, que la rechazaron en tres ocasiones, en 1889, en 1892 y en 1912. Recibió, no obstante, algunos apoyos masculinos, entre ellos los de Francisco Giner de los Ríos, Emilio Castelar y Lázaro Galdiano.
Este material histórico sirve a las promotoras del ciclo Mujeres que se atreven, que se lleva a cabo en el madrileño Teatro del Barrio, para plantear con perspectiva histórica un asunto que todavía hoy nos lacera. El texto de Noelia Adánez, Emilia, es la primera parte del ciclo, que se completará con las figuras de María Teresa León y Gloria Fuertes.
Pilar Gómez, única intérprete, se dirige al público como si este fuera el pleno de la Academia molesto por la pretensión de la Pardo Bazán. Así, va singularizando a los académicos de entonces y señalando sus vergüenzas, algunos de los cuales se comportaron —todo hay que decirlo— como unos verdaderos asnos.
El caso de Leopoldo Alas Clarín es paradigmático, pues contrasta en su persona el prestigio intelectual del crítico y novelista español más moderno del siglo XIX con las más soeces de las opiniones en relación a Emilia Pardo Bazán. Esta inquina es anterior al intento de Pardo Bazán de entrar en la Academia y tiene probablemente más que ver con los celos artísticos y personales que con la real o supuesta misoginia de Leopoldo Alas (Denise Dupont, 2010, realiza un buen resumen de las razones que pudieron estar detrás de dicha enemistad).
El recurso a la misoginia, al menos en el caso de Leopoldo Alas, es, pues, oportunista: es más fácil atacar a Emilia Pardo Bazán por su pertenencia al género femenino (para lo cual hay una rica tradición en las letras españolas) que por las supuestas deficiencias de su brillante obra crítica y literaria, cuya estética, por cierto, Clarín admira.
Este, en efecto, había reseñado varias de las novelas de Emilia Pardo Bazán, incluso había prologado la edición conjunta de la serie de artículos La cuestión palpitante (1882-1883), donde la autora expone su visión del naturalismo. En torno a 1889, no obstante, la amistad se torna agria hostilidad y el autor de La Regenta la emprende con doña Emilia.
Son varias las veces que Leopoldo Alas se refiere en la prensa a la pretensión de Emilia Pardo Bazán de entrar a la Academia, pero en ningún caso utiliza un argumento literario, sino que ataca a la condesa con muy poco gusto: «¿Cómo quiere que sus verdaderos amigos le alabemos esa manía? Más vale que fume»; O bien: «¡Ser académica! ¿Para qué? Es como si se empeñara en ser guardia civila, o de la policía secreta» (Madrid cómico, nº 339, 30 de agosto de 1890). Para colmo, poco después, en carta a Benito Pérez Galdós —precisamente el amante de Emilia Pardo Bazán—, Leopoldo Alas la llamará «puta». Concretamente, escribe en 1891:
Doña Emilia Pardo Bazán ha acabado de enseñar la oreja. ¿Sabe usted por qué empecé yo a enfriar con esa señora? Por una comparación entre Vd. y Cánovas. «Pero criatura —me escribía—, ¿qué quiere Vd. que envidie Cánovas a Galdós? Sería como si envidiara a la Nevada». Es una puta, hombre.
Abierta la veda, este será el tono de algunos otros académicos en sus expresiones de rechazo a la candidatura de Emilia Pardo Bazán.
No le anda a la zaga José Zorrilla, quien ya se había manifestado anteriormente ante la pretensión de Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873) de entrar en la Academia: «las mujeres solo escriben por error de la naturaleza».
O Juan Valera, también académico, que afirmó que el trasero de Emilia Pardo Bazán no cabría en un sillón de la RAE, opinión que extiende, parapetado tras el pseudónimo Eleuterio Filogino, en su panfleto «Las mujeres y las academias. Cuestión social inocente» (1891).
También José María de Pereda, académico a la sazón, hará gala de su reaccionarismo ultramontano y se negará en redondo a que entren mujeres en la Academia, pues podrían distraer a los varones.
Desfilan por este muro de las vergüenzas otros académicos, si bien se significan en menor medida. Es el caso de Cánovas del Castillo o de Marcelino Menéndez Pelayo, que manifiestan sus reticencias y paternalismos.
No es este el único recurso dramático de la obra, pero sí el más eficaz. Contiene también algunos elementos que actualizan el problema sin sacarlo excesivamente de contexto. Así, por ejemplo, se le atribuye a Emilia Pardo Bazán un alegato en contra del feminicidio que tiene sin duda todas las características propias del discurso actual, pero que se produce con la técnica narrativa de la Pardo Bazán, el naturalismo. La descripción de las varias maneras en que se asesina a las mujeres, pues, está sostenida sobre la crudeza, el detalle cruento y la consideración del motivo estético como un documento social. Quedan a un lado, no obstante, el determinismo y amoralismo estético propugnados por Émile Zola.
Desde el punto de vista del drama, el resultado es emocionante. Nos situamos ante una mujer de enorme valía que nos habla de tú a tú casi un siglo después de haber muerto. El mérito radica en la inteligencia del texto de Noelia Adánez, pero también en la dirección de Anna R. Costa y en la vivaz interpretación de Pilar Gómez.
Las otras cuestiones de Emilia. En torno a la Real Academia de la Lengua
Hay otro asunto en el trasfondo de Emilia: la propia existencia de esa institución vetusta y desaprovechada cuya actividad productiva podría desempeñar con mayor acierto, entusiasmo y dedicación cualquier Departamento de Lengua Española de cualquier Facultad de Filología.
Y hay por fin otra cuestión que no ha cambiado en absoluto desde los tiempos de Clarín a esta parte: sin duda hay sillones de la Academia que están malditos. Basta sentarse sobre ellos para quedar embargado de vanidad vitalicia. Se han perdido así para siempre hombres de buen juicio, pues de pronto se vieron sobre una cátedra que ya nunca nadie les iba a discutir, lo cual, al parecer, estrecha el civismo. Solo así se entienden el 51% de los tuits de Arturo Pérez Reverte, los exabruptos machistas de Félix de Azúa (para quien «Ada Colau debería estar sirviendo en un puesto de pescado» (Revista Tiempo, 1 de abril de 2016), etc., etc., etc.
No se engañen: toda esa retahíla de expresiones vergonzantes no tiene ninguna gracia. Son expresión de la misma misoginia y falta de educación que ensoberbeció a Leopoldo Alas, a Juan Valera, a José María de Pereda, a José Zorrilla…
Por todos estos motivos y alguno más, no se pierdan la obra de Noelia Adánez, Anna R. Costa y Pilar Gómez. Se lo van a agradecer.
No se pierdan #MujeresQueSeAtreven #EmiliaPardoBazán en @teatrobarrio Reseña @avazqvaz Share on XEmilia
Autora: Noelia Adánez
Dirección: Anna R. Costa
Intérprete: Pilar Gómez
Elementos escenográficos: Teatro del Barrio
Iluminación: Raul Baena
Espacio sonoro: Iñaki Rubio
Vestuario: Ana Labrador
Peluquería: Montse Ortega
Sombrero: Biliana Borissova
Producción ejecutiva: Sara F. Valencia
Ayudante de dirección y producción: Pablo Esguevillas
Colaboración en vestuario y peluquería: Teatro Español
Para saber más:
Acosta, Eva, Emilia Pardo Bazán. La luz en la batalla. Biografía, Editorial Lumen, Barcelona, 2007.
Amorós, Andrés, «La libertad erótica de Pardo Bazán y Pérez Galdós», (enlace), ABC, 21 de junio de 2014.
Ibarra, Fernando, «Clarín-Galdós: Una amistad», Archivum, Revista de la Facultad de Filología, nº XXI, Oviedo, 1971, pp. 65-76.
Dupont, Denise, «Escritura y enfermedad: Clarín y Pardo Bazán, una vez más», (enlace), Bulletin of Spanish Studies, Volume LXXXVII, Number 3, 2010, pp. 315-330.
Falcón O’Neill, Lidia, «Los papanatas de la Real Academia», (enlace), Diario 16, 12 de enero de 2017.
Gamallo Fierros, Dionisio, «La Regenta, a través de cartas inéditas de la Pardo Bazán a Clarín», en Clarín y La Regenta en su tiempo. Actas del Simposio Internacional, Oviedo 1984, Universidad de Oviedo, 1987, pp. 277-312.
González Herrán, José Manuel, «Emilia Pardo Bazán y José María de Pereda: Algunas cartas inéditas», (enlace), Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, Año 59 (enero-diciembre 1983). Santander, pp. 259-287.
Paredes Núñez, Juan, «El feminismo de Emilia Pardo Bazán», (enlace), Cuadernos de estudios gallegos, Tomo XL, Fascículo 105, Santiago de Compostela, 1992, pp. 303-313.
Penas Varela, Ermitas, Clarín, crítico de Emilia Pardo Bazán, (enlace), Lalia, Series Maior, 17, Universidade de Santiago de Compostela, 2003.
Rodríguez Marín, Rafael, «Clarín, la Academia y el Diccionario», Estudios de Lingüística Española: homenaje a Manuel Seco, volumen 34, pp. 381-416.
Gracias, Emilia Pardo Bazán, por habernos despejado el camino.