Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces es una recopilación de ochenta y cinco testimonios diferentes, algunos íntimos y todos personalizados, escritos bajo la mirada y percepción de cada una de las autoras que han participado en este viaje hacia el interior de la obra, vida, emociones y acontecimientos que se sucedieron en la intensa y vertiginosa  —pero breve—  vida de Alejandra Pizarnik. Selección y edición de Mayda Bustamante para editorial Huso. Reseña de Silvia Monterrubio, una de las autoras presentes en esta antología.

Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces. Antología-homenaje de 85 autoras. Selección y edición de @MaydaBustamante para @edicioneshuso. Reseña de @Sil_Monterrubio, una de las autoras presentes en esta #antología. Clic para tuitear

Reseña: Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces

Solo alguien con la capacidad y el atrevimiento del riesgo latiendo por sus venas es capaz de retarse así misma y plantarle cara a una pandemia mundial, embarcarse en un proyecto tan atractivo, a la par que arriesgado, como el que hoy les traigo, y conseguir sacarlo a flote. Y lo hace justo en el año en que la homenajeada cumpliría 85 años. Es un libro editado por Huso, en el cual, su directora y editora Mayda Bustamante recoge el testimonio en forma de letras cartas, prosa, poesía… de ochenta y cinco mujeres que, de alguna manera, hemos querido estar presentes en este reconocimiento a la gran poeta Alejandra Pizarnik y a las cuales Mayda nos ha abierto la puerta y concedido el privilegio de permitirnos pasar hasta el fondo de este sueño.

Emotivo también es el hecho de sentir nuestros textos al lado de aportaciones tan valiosas como Un verso robado —de Chantal Maillard—;  La última mirada —de su sobrina Sandra Riaboy— o el texto Alejandra, mi hermana —que aporta Myriam Pizarnik para este grandioso homenaje—.

Me siento orgullosa de sus logros, de su enorme obra, y, como siempre, sigo admirándola, pero, sobre todo, orgullosa de ser su hermana. 

Junto a sus últimos papeles dispersos en su casa encontramos un texto perturbador: «No quiero ir nada más que hasta el fondo».

Alejandra, mi hermana (Pág. 17). Myriam Pizarnik

El reseñar una antología como Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces es una responsabilidad tremenda. El hacer una valoración personal sobre el texto de un autor o autora, sobre una obra determinada en la que un escritor ha invertido todo su tiempo, sus ganas, ilusiones y sentimientos, siempre lo es. Pero en esta ocasión me encuentro cara a cara con ochenta y cuatro escritoras más —ochenta y cinco contando con mi humilde aportación—,  que si bien todas y cada una de ellas tienen su valor incalculable, he de reconocer que ver mi texto entre los de algunas escritoras cuya trayectoria sigo, conozco personalmente o he aplaudido hasta dolerme las manos en sus recitales y presentaciones en directo, me produce un vértigo y satisfacción inenarrables. Y cada uno de los textos, cada una de las frases, cada carta, cada verso, cada renglón vertido en estas páginas se podría computar como una única obra completa; ochenta y cinco voces diferentes que aclaman desde quince países distintos una única voz, una única sombra, un único recuerdo, un único nombre: Alejandra Pizarnik.

Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces: 85 voces diferentes que aclaman desde 15 países distintos una única voz, una única sombra, un único recuerdo, un único nombre: #AlejandraPizarnik. #Reseña: @Sil_Monterrubio. @edicioneshuso. Clic para tuitear

Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces no es solo un homenaje hacia esta gran poeta y singular mujer que fue, es y será, Alejandra Pizarnik. Es un recorrido al interior de ochenta y cinco vidas que, de alguna manera, conectaron con ella a través de sus letras mucho tiempo después, incluso, de que se marchara. Me ha sorprendido bastante y resultado muy curioso el que, en muchos casos, el descubrimiento de la obra de Pizarnik haya llegado de una manera casi accidental a la vida de alguna de ellas. Aparece en  momentos concretos de nuestra existencia, cuando la vida se ha desplomado dejando nuestra voluntad enterrada bajo los escombros del derrumbe. Momentos en los que hemos creado esa otra dimensión en paralelo para poder sobrevivir, circunstancias que nos han puesto al otro lado de la línea, más allá de esa realidad cotidiana sobre la cual solemos creer que tenemos el control.

Cuando todo se escapa entre los dedos queda ella, lo sabes, «tierra o madre o muerte» para no abandonarte […] la noche ya no es una intuición, sino un estado de ánimo. Y la luna una mujer en blanco que ha olvidado su infancia.

La noche es una mujer vieja con la cabeza llena de flores (Pág. 151). Pilar Blanco

Y muchas nos hemos buscado también en ese espejo en el que la imagen siempre aparecía distorsionada o ni siquiera existía. En esos momentos, cuando la locura te toca sutilmente y abraza tu realidad es cuando tú, Alejandra, te haces presente con tu obra. Y lo haces condenando a una maravillosa salvación de por vida a quienes se abrazan a tus versos, a tus diarios, a tus cartas. A quien se adentra en  alguno de tus jardines, tus muñecas de colores que descienden como lluvia desde lo más alto, tu arco iris…

Es fácil rastrear la angustia en la necesidad de «existencia». El tiempo vuela y el cuerpo se muerde las uñas. Mis deseos, acostumbrados a estallar en su propio eco, se alejan de la vida. Sí, quisiera ser otra.

Fragmnto del texto Petra. Maribel Gilsanz

Puedo decir que los textos que conforman Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces están llenos de intención, habiendo sido elaborados a conciencia y cuidadosamente seleccionados. Hay algunos  que nos relatan, a modo de anécdota, cómo fue ese encuentro contigo, Alejandra, y con tu obra. Otros nos acercan a ti a través de la ficción, pero todos tienen algo en común: están escritos desde la admiración profunda, la necesidad de reconocerte y reconocernos en ti y en tus letras. Se masca en muchos de ellos esa especie de lazo invisible que, desde el lugar en el que te encuentras en estos momentos, hace que sigas estando más viva que nunca, aquí, entre nosotros.

Los textos de Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces están cuidadosamente seleccionados y escritos desde la admiración profunda: la necesidad de reconocerte y reconocernos en ti y en tus letras. @Sil_Monterrubio. @edicioneshuso. Clic para tuitear

La rebelión de tus manos hila mis letras,

siento el reclamo de tus párpados cerrados,

y despiertas, gris, en tu secreta guarida

Fragmento del poema: La tinta herida. (pág. 419). Almudena Ojosnegros

Tal vez a través de ese túnel oscuro que todas hemos tenido que atravesar en alguna ocasión y en el cual, a veces, nos hemos visto atrapadas. En esa búsqueda continua de la propia identidad, entre tantas niñas que con tu misma cara, pero diferentes voces, poblaron tu infancia y regresaban para hacerte vivir en una realidad desdibujada. Búsqueda infatigable de algo que, en realidad, jamás estuvo perdido, simplemente se escondía —escondías— para no reclamar ni reconocerte a ti misma algo que, probablemente, te correspondía por derecho propio.

Las ausencias me persiguen como lobos hambrientos exigiendo mi carne. Me escondo detrás del árbol de mi propia sombra y las espío. Puedo verlas. Vienen por mí.

Fragmento de la prosa poética Niña lobo (Pág. 415). Luciana Prodan

Buscabas sentirte libre, bonita, delgada, reconocida y amada, pero no te importó para ello recorrer un camino que te sometía y encadenaba. Buscabas iluminar tus días pintados en blanco y negro, con pastillas de mil colores. Es difícil adentrarse y entender la mente de una persona depresiva o autodestructiva. Llegar a entender como liberación el acto del suicidio y no prejuzgarlo como un acto de cobardía, más bien yo diría que se trata del último eslabón de la cadena de la desesperación.

Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces

Es fácil caer en tópicos, responsabilizar a las drogas o al alcohol del deterioro progresivo de su mente. Pero todo eso llega después, hasta ahí llega Alejandra tras haber luchado contra sí misma y contra todo —y todos— los que desde niña la abrazaban con comparaciones, con desapego, con incomprensión. Llega tras haber extendido sus pequeñas manos llenas de inocencia pretendiendo encontrar en algún momento otra mano que, si bien no la salvase de su propio infierno, al menos la sujetase en sus pasos y la levantase en sus caídas. Pero puede que tampoco nada de eso hubiese resultado, si era ella misma la que se aterrorizaba de sí en cuanto veía aparecer el más mínimo atisbo de esa realidad de la aprendió a huir desde siempre.

Niña del dolor

quizás no lo sabías

tus poemas

de hiel

eran tus alas.

Fragmento del poema Alejandra (Pág. 325). Silvia Arazi

En el interior de Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces encontramos tres secciones diferenciadas y a cual más interesantes para el lector. La primera parte son textos ensayísticos en los cuales podemos deleitarnos con el análisis de algunos de sus poemas, su estancia en Paris y algunas de las personas que fueron más influyentes en su vida (Julio Cortázar, Octavio Paz y Olga Orozco), intensas y significativas amistades como Silvia Ocampo, Manuel Mujica. O sobre su infancia y su muerte.

La escritura de Pizarnik es herida, piedra que cae a un lago profundo y oscuro de una ciudad desolada. Su lectura es la contemplación de aquello que cae devorado.

Lenguaje herido en duelo: el nacimiento y el susurro. (Pág. 81). Marta López Vilar   

La segunda sección comprende una serie de textos narrativos, algunos con formato de carta. Todos ellos destilan sutileza y ninguno deja indiferente. La originalidad de temas que eligen y la forma de redactarlos, hacen de esta parte central de Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces una parada obligada para detenerse en cada uno de ellos, respirar y embelesarse con el ingenio de sus autoras.

A la derecha,  el infierno. La música en este lado, sus tinieblas. No hay nadie que pueda superar a los muertos. A todo el dolor condenados. Perfora cualquier rastro de inocencia y nada queda de lo que llamamos amor.

Las perras palabras. (Pág. 221). Pilar Martín Gila

En la tercera sección, los amantes de la poesía podrán disfrutar a su vez, tanto de una cuidada selección de versos inéditos, como de prosa poética. Cuarenta y cuatro poetas diferentes. Grandes voces que derraman en papel en blanco sus increíbles letras.

No ha vuelto a amanecer

desde la última vez que fue de noche.

Una noche demasiado larga

para la sangre en curso

demasiado rotunda

para este corto puñado de certezas.

En la noche del mundo. (Pág. 375). Raquel Lanseros

Por cada uno de los márgenes había una llamada de auxilio que no llegaba a ningún ojo, a ningún oído, y poco a poco fuiste adoptando la forma tornasolada de los caracoles… la flor no estaba marchita, llevaba la muerte alojada en sus hojas.

Y el tiempo estranguló mi estrella. (Pág. 425). Maite Ordoñez

Podría continuar escribiendo, hora tras hora, sobre todo lo que se van a encontrar en las páginas de Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces, y siempre con esa sensación de que algo importantísimo se queda por decir, por transmitir. Y es que a medida que voy expresando lo que se sienten con su lectura, en vez de vaciase el tintero, se va llenando de palabras, ideas y emociones que piden salir. Por todo ello, prefiero invitarles a que lo descubran ustedes y que luego me cuenten.

Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces

VVAA

Huso

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Reseña: Silvia Monterrubio
Portada de la reseña de David de la Torre 
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