La creatividad: entre imitar y plagiar

La creatividad vive un momento de gloria, pero también está contra las cuerdas. Bits y bytes no descansan. Vivimos contra el tiempo, contra el extra de obligaciones que nos ha impuesto Internet; Internet, que nos da la vida virtual y, a cambio, nos va quitando la otra.

Dicen que nos acabarán sustituyendo los micro y macroprocesadores, las micro y macroaplicaciones, y vista la carrera que lleva esto, debemos albergar dudas razonables. Oímos alejarse lo que fue hasta ahora la parcela privada de la creación y acercarse algo que viene, no a imitarnos ni a plagiarnos, sino a superarnos. Máquinas inteligentes, enriquecidas con algoritmos que incluyen dosis de anarquía, azar y aleatoriedad. Vamos a tener que redefinir muchos de nuestros conceptos acerca de la creatividad, lo original y la copia.

Puede que tengamos que enfrentar nuestra imaginación a la imaginación cibernética. Dicen también que en el ámbito laboral cada vez tendrá más prestigio la creatividad. Salirse de los márgenes. Romper moldes. Pero ¿contra las máquinas? Son ellas las que empiezan a suplantar nuestra mano de obra. Puede que vayan a ser las que nos arrebaten eso que nos hace más genuinamente humanos.

Imitar nace de admirar

«¿Nunca os ha sucedido, leyendo un libro, que os habéis ido parando continuamente a lo largo de la lectura, y no por desinterés, sino al contrario, a causa de una gran afluencia de ideas, de excitaciones, de asociaciones? En una palabra, ¿no os ha pasado nunca eso de leer levantando la cabeza?». R. Barthes, El susurro del lenguaje.

Esto a lo que alude Roland Barthes es una sensación eléctrica, como subir a L´Aiguille du Midi y quedarse absorto ante lo que se ofrece. La avalancha de aso-sensaciones es inmensa. Hay que parar. A mis gatas no les pasaría igual, ni leyendo ni encaramándose a la aguja de Chamonix. La diferencia estriba en el significado que ambas experiencias tienen para mí, tan ajeno para ellas que se vuelven locas con otras cosas.

En el momento en que una máquina logre extasiarse igual, estaremos perdidos. Mejor haber ido reinventando lo que llamamos humanidad o haber cambiado de planeta.

Extasiarse es previo a la creatividad. Esta no nace de la nada. Todo son ideas anidadas en ideas previas que han tocado el corazón de uno.

Si nos ceñimos a lo escrito, hay un concepto que conviene tomar en cuenta: la intertextualidad, nacida de escudriñar las fuentes o de indagar en la naturaleza de lo imposible, puesto que no hay un texto primigenio, único. Todos son una polifonía de pulsos previos. Un latido común, un collage de citas y paráfrasis.

Extasiarse es previo a la #creatividad. Esta no nace de la nada. Todo son ideas anidadas en ideas previas que han tocado el corazón de uno. #Artículo de @marianRGK Clic para tuitear

Cómo ser creativos sin apropiarse de lo ajeno

Es interesante que la creatividad sea constitutiva de la humanidad y la afirme. Ahí tenemos un asidero como especie. Hemos visto a lo largo de la historia que los dictadores la persiguen porque es ahí donde se saben vulnerables: temen todo tipo de oposición; justo lo genuino del vuelo, la médula y el aleteo del arte.

Leemos textos, nos provocan, nos invitan a la réplica, al matiz o al consenso. Algo se nos ocurre al respecto. Luego, trabajamos la ocurrencia, construimos la respuesta añadiendo algo a la cadena de significados. Tratamos de ser útiles.

Pero no somos ingenuos. Sabemos en qué términos se expresa la creatividad, el repente que nos asalta. Y sabemos qué diferencias hay entre imitar y plagiar.

Empezamos imitando, seducidos por quienes nos gustan y nos influyen en la visión del mundo. Los imitamos…, pero nunca seremos como ellos. Puede que por un tiempo se nos hunda la moral y, sin embargo, ahí está el germen de nuestra singularidad. Ahí empieza el esfuerzo. Leemos, releemos, queremos apresar conocimiento, metabolizarlo, hacerlo nuestro y, una vez sedimentado, ofrecerlo reciclado.

Imitamos para buscar la mejor versión de nosotros mismos.

Sabemos qué diferencias hay entre imitar y plagiar. Imitamos para buscar la mejor versión de nosotros mismos. #Artículo de @marianRGK Clic para tuitear

De imitar a plagiar

Hay un viejo dicho que reza: «Se encuentra a un mentiroso antes que a un cojo». El recorrido de quien plagia también es corto, por suerte para todos. Lo que somos emerge.

Plagiar o sostener que se ha hecho lo que no se ha hecho, además de que fracasa la ética más elemental, rebaja la media colectiva a niveles ínfimos. Así, la creatividad nos expulsará millones de veces del paraíso. No hay vuelo alguno en apropiarse del esfuerzo ajeno.

Si se trata de escribir, hay que leer. Y reproducir lo que se lee a la manera de uno, si no, de nada sirve haber leído; de hecho, si no expresamos lo que sentimos respecto de algo, no podemos comprender su alcance. O qué postura adoptamos frente a ello. Es un triste tributo a quienes admiramos e imitamos.

No siempre nos animan a buscar cauces por donde decir y, menos aún, nos entrenan para conectar con lo que sentimos. Desconozco si en las escuelas actuales se fomenta el debate y se priorizan argumentación y oratoria, pero con las humanidades perdiendo terreno, mucho me temo que seguiremos ambicionando ser lo que son otros, pero sin el esfuerzo que comporta.

A buen seguro que, entonces sí, las máquinas tomarán el mundo.

Si se trata de escribir, hay que leer. Y reproducir lo que se lee a la manera de uno, si no, de nada sirve haber leído. #Artículo de @marianRGK Clic para tuitear

 

Artículo de Marian Ruiz

Composición de portada: David de la Torre

 

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