En la primera entrega de este artículo —que tuve que dejar a medias porque se me había acabado el ciclo de la lavadora—, os hablaba de una parte del equipo Moon.
Hoy os hablaré del resto.

Equipo peligroso el de esta #revista. Ojo. Yo, @PedroFabelo Druso Germánico... Share on X

Amaia Villa es poeta. Con frecuencia maldigo a los dioses por privarme de la capacidad de entender y apreciar la poesía como se merece. No creáis que no siento envidia cuando veo la satisfacción que provoca en personas como Amaia, Txaro, Mavi Gómez o Mar Beres la lectura de unos buenos versos, ya sean propios o ajenos. En ese sentido me siento como un miembro del Consejo de Administración de una entidad bancaria: alguien desprovisto de emociones humanas.
Dejando a un lado su pasión por la poesía, Amaia posee uno de los relojes más raros que he conocido en mi vida. En las veces que le he preguntado la hora ella aparta la vista, mira su reloj de pulsera, y, con esa voz suya tan dulce y un pelín ausente, me responde: «Es Mi hora bruja, muhahahaha». Y claro, a mi me entra un yuyu que pa qué. Acojona un poco, la verdad.

Xavi Alcover es escritor, como todos nosotros. Según se hace constar en su biografía, su estilo literario pertenece al género de novela urbana. Es decir, que si le pedís que escriba alguna historia que transcurra en un entorno rural os dirá: «¿Y no podemos hacer que la historia transcurra en una gran ciudad? O en una ciudad mediana. O, ya puestos, en una ciudad pequeña de 5.000 habitantes. Es que yo necesito asfalto, tíos».
Hace poco leí una entrevista que le hicieron. A la pregunta de qué significaba para él la literatura, Xavi respondió: «Si tuviese que encarnar a algún personaje, creo que la literatura sería algo así como el clásico abuelo que cuenta historias a sus nietos». ¡Wow! Me encantó esa definición. Creo que es magnífica. A la que no pareció hacerle demasiada gracia fue a Bibiana Aído, la ex ministra de Igualdad, quien no tardó en replicarle con enojo a través de su cuenta de Twitter: «Conque el clásico abuelo que cuenta historias, ¿eh, Xavi? ¿Y qué pasa con las abuelas, Xavi? ¿Acaso las abuelas no cuentan historias, Xavi? Que sepas que los miembros y miembras del Consejo de Tiquismiquis del Lenguaje y la Paridad estamos muy enojados y enojadas contigo, Xavier. O Xaviera. Ea».

Luego tenemos a Josevi Blender. Entre los compañeros de redacción es conocido por el sobrenombre de “che”. Y no es porque profese admiración desmedida por el famoso líder revolucionario Ernesto “che” Guevara, sino porque Josevi es de Valencia. Y, como compañero, nunca falla.
Josevi es un asesino en potencia. No hay nada en el mundo que le haga disfrutar tanto como escribir negro negrísimo. De hecho, se niega a utilizar bolis de tinta azul. Sólo escribe con bolis de tinta negra. Y, por descontado, siempre cobra en negro. Y de su sentido del humor, mejor no hablemos. Negro no, lo siguiente. Macabro que nos ha salido el chaval. Y es que a este chico todo lo negro le atrae como la luz a una polilla. Le gusta todo negro. Hasta el chocolate.

De Jaume Vicent tampoco es conveniente fiarse mucho. Sé que su imagen induce a error. En las fotos siempre aparece con esa carita de no haber roto nunca un plato. Pero creedme. Sí que ha roto platos. Y muchos, además. Y no solo platos. También ha roto tazas, jarrones para la leche, y hasta bols de cereales. Este tío tiene más peligro al lado de un lavavajillas que Eduardo Manostijeras hurgándose la nariz.
Jaume parece poseído por el espíritu de Walter White. Aunque, entre nosotros, para nada me es extraña su actitud. Es un excéntrico. Fijaos si tengo razón que le ha puesto por nombre Excentrya a su blog. ¿Tengo o no tengo razón?
A propósito, no os perdáis lo que suelta este hombre por esa boquita en Ánima Barda, otro de sus blogs. Madre del amor hermoso, ¡qué escándalo, es un escándalo! —por favor, que alguien se lleve a Raphael a dar una vueltecita, que dentro de nada se nos arranca con su famoso Acuérious y miedo me da.

Judith Bosch y Rafa Hierro forman pareja artística en Moon: Bosch & Hierro. Ella escribe textos y él aporta fotografías. Judith es una dama. Y Hierro es Hierro. Por eso yo a ella la llamo la “Dama de Hierro”, que en inglés es Iron Maiden. O sea, que Judith, en el fondo, es una amante del heavy metal, como Inma García Ros y yo mismo. Los tres formamos el núcleo duro de la revista. El más heavy. Somos como los Bukowskies de Moon. Menudo trío de calaveras y cuernos en alto.
Otro de los rasgos distintivos de Judith es su pasión por el gazpacho. Todos los días me ofrece hasta tres y cuatro veces que pruebe su delicioso gazpacho. Y yo siempre lo rechazo. Y no lo hago porque no me guste, sino porque temo que quiera envenenarme y quedarse con mi puesto en el cuarto de la fotocopiadora. Perversa mujer.

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Ness Belda, Irene Pomar y Rafa Hierro. Luchas y traiciones en Moon (II). Yo, Pedro Fabelo Druso… Montaje digital de Rosa Prat Yaque

Rafa es otra cosa. Tiene un blog llamado Rafa Hierro Fotografía. Tenéis que ver sus fotos. Son magníficas. Os diré algo, confieso que a Rafa lo conozco poco —ya sabéis que apenas salgo de casa—, pero si hay algo que jamás me ha fallado es la intuición. Y mi intuición me dice que alguien capaz de hacer fotografías como las que él hace no puede ser mala gente.

Irene Pomar es, de todas las chicas de Moon, la que más desconcierto me provoca. Os diré por qué. Es muy culta, habla varios idiomas y su currículum profesional tira de espaldas —eso es porque lleva un retrovisor incorporado en el hombro, de ahí que su efectividad en el tiro con arco sea del 97% aún tirando de espaldas—.
Como os decía, Irene es licenciada en filosofía, es coordinadora de exposiciones, jefa de proyectos y comisaria. Pero tranquilos, no es de esa clase de comisarias que detiene a nadie. Al contrario, es de las que da alas a los artistas.
En definitiva, Irene es la pera limonera. Y eso es lo que más me desconcierta de ella, pues a pesar de su impecable trayectoria profesional y vital, es de las chicas más pasotas que conozco. Todo le resbala. Siempre que nos encontramos por los pasillos de la redacción me la encuentro con su vista desparramada en el suelo. Entonces yo le pregunto: «¿Qué te ocurre, Irene?», y ella siempre me responde lo mismo: «Ops, ¡se me ha caído el diccionario!». Para mí que tiene manos de mantequilla, la pobre.

Santiago Ruíz Mesa lleva la sección sobre cine en Moon. Le encanta todo lo que tenga que ver con el cine. De hecho, sufre de un extraño síndrome: cree que su vida es en realidad el rodaje de una película inspirada desde los cielos por su admirado Akira Kurosawa. Hasta tal punto lleva su delirio, que dondequiera que vaya siempre anda gritando: «¡Cámara. Acción!».
Santiago también es un lector insaciable de cómics, a los que defiende a capa y espada; o mejor, a capa y traje ajustado de malla, como Batman. Le molesta que tilden al género del cómic como “arte menor”. Siempre que alguien le dice eso, él no duda en responder: «¡Cámara. Acción! ¿Arte menor? ¡Y una mierda! ¡Corten! A positivar».
Os aseguro que a pesar de su visceralidad, Santiago es un tío estupendo. Además de en Moon podéis encontrarlo en su blog Cinefagia80.

Y por último está Néstor Belda. Ness es la sapiencia, el conocimiento, la mesura. Si Javier Bedrina es conciliador, Ness lo es aún más. Nunca se altera por nada. Y siempre procura ver el lado bueno de las personas. De todas, sin excepción.
Yo a veces le digo: «Maestro Ness, tened cuidado. Sobre todo con ellas. Tras esas dulces miradas intuyo que esconden algo perverso», a lo que él siempre me responde: «Tranquilo, querido Pedro. No debes temer nada, pues todas son buenas chicas».
Puede que tenga razón. Al fin y al cabo, Ness es un sabio, y yo un simple aprendiz.

Texto de Pedro Fabelo.

Montajes de Rosa Prat Yaque.

¡No te pierdas la primera parte de esta saga!

Yo, Pedro . Luchas y traiciones en Moon (I)